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EEUU: La mentira como programa político

Fuentes: Editorial Gara

La Comisión sobre los sucesos del 11 de setiembre de 2001 creada en el Senado estadounidense y compuesta por representantes republicanos y demócratas afirma en su informe preliminar que no existen vínculos creíbles entre la red Al Qaeda y el régimen que encabezaba Saddam Hussein en Irak. El dictamen de la comisión echa por tierra […]

La Comisión sobre los sucesos del 11 de setiembre de 2001 creada en el Senado estadounidense y compuesta por representantes republicanos y demócratas afirma en su informe preliminar que no existen vínculos creíbles entre la red Al Qaeda y el régimen que encabezaba Saddam Hussein en Irak. El dictamen de la comisión echa por tierra la tesis central mantenida hasta este mismo lunes por el Gabinete Bush, según la cual el ex líder iraquí «había establecido lazos durante largo tiempo con Al Qaeda». La conclusión a la que parece haber llegado la comisión de senadores no hace sino ratificar la opinión generalizada entre los expertos en relaciones internacionales, que no veían posible una colaboración entre un grupo islamista y un régimen laico como el de Hussein.

Tras los atentados de Nueva York y Washington una desmesurada campaña de propaganda dirigida desde la Casa Blanca quiso hacer ver a la opinión pública estadounidense y mundial la responsabilidad de Irak en aquellos sucesos, campaña que logró buena parte de sus objetivos entre la población de EEUU. La teoría del eje del mal, en la que se incluía a Irán, Corea del Norte e Irak, fue sustentada sin complejos por George W. Bush en su discurso a la nación de enero de 2002. Así, a la invasión de Afganistán le siguió la de la antigua Mesopotamia, donde un régimen acosado y debilitado tras la primera guerra del Golfo y diez años de bloqueo económico era acusado de poseer armas de destrucción masiva que no han aparecido por ninguna parte. El programa de política internacional de la Casa Blanca se va diluyendo, mentira tras mentira, justo cuando se acercan las elecciones presidenciales de noviembre que pueden aupar a la presidencia al candidato demócrata John Kerry, un político que mantiene con Bush en este terreno más acuerdos que desacuerdos.

La evidencia, ahora confirmada por una comisión libre de toda sospecha, de que el régimen de Irak no tuvo nada que ver con el 11-S viene a confirmar las revelaciones del antiguo responsable de seguridad de la Casa Blanca, Richard Clarke, afirmando que la verdadera intención de Bush y su equipo consistía en cambiar la geografía estratégica de Oriente Medio e instalar en Bagdad un gobierno proamericano, amén de controlar el petróleo del país y acabar el trabajo sucio emprendido por su padre. Miles de muertos y heridos y un país en continuo sobresalto puede ser la triste herencia que deje en el corazón de Oriente Medio un presidente mentiroso. –