La Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, Holanda, emitió un fallo el pasado 31 de marzo, en el que se establece que los Estados Unidos violaron los derechos de 51 mexicanos condenados a muerte, al privarlos de su derecho a asistencia consular poco después de sus arrestos y recomendó que sus […]
La Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, Holanda, emitió un fallo el pasado 31 de marzo, en el que se establece que los Estados Unidos violaron los derechos de 51 mexicanos condenados a muerte, al privarlos de su derecho a asistencia consular poco después de sus arrestos y recomendó que sus casos sean revisados. Esta decisión, originada en una demanda presentada por el gobierno de México, podría cambiar el trato que recibirán los extranjeros detenidos en el país del norte.
Tratándose de los Estados Unidos, el optimismo acerca la observancia del dictamen de la Corte de La Haya se reduce drásticamente. Basta solo recordar que el 10 de abril de 1984 el gobierno de Nicaragua demandó a Washington ante la CIJ por el minado del Puerto de Corinto y el ataque a los tanques de almacenamiento de petróleo de esa terminal portuaria. Se solicitó además que la Corte Internacional de Justicia ordene a los Estados Unidos que ponga fin a su agresión y pague a Nicaragua una indemnización por los daños sufridos.
El 27 de junio de 1986, la Corte condenó al gobierno estadounidense por esa agresión. Reflexionando sobre este caso, Noam Chomsky señala en su libro «11-09-01» que los «Estados Unidos son, después de todo, el único país al que el Tribunal Internacional ha condenado por terrorismo… y al que ordenó poner fin a esos crímenes y pagar cuantiosas reparaciones. Como era de esperar, Estados Unidos hizo caso omiso desdeñosamente de la sentencia dictada por el Tribunal y reaccionó intensificando la escalada de guerra contra Nicaragua…».
En 1837, al terminar su mandato presidencial, Andrew Jackson determinó que «la Providencia ha escogido al pueblo norteamericano como guardián de la libertad, para que la preserve en beneficio del género humano».
Más tarde, en 1845, John L. O’Sullivan escribió un artículo en Democratic Review de Nueva York, donde explicaba las razones que justificaban la expansión territorial de los Estados Unidos. Allí aparece por primera vez el concepto «destino manifiesto», concepto que muy pronto adoptaron numerosos líderes de opinión, como el entonces presidente James K. Polk, quien inspirado en esa «doctrina» impulsó la guerra contra México (1846-48), hasta lograr la anexión de más de la mitad de su territorio.
Por su parte, el presidente Ulysses Grant -en la segunda mitad del siglo XIX-, profundizó su política exterior, inspirada en el puritanismo de los padres fundadores. Su pensamiento se resumía así: «Nuestra gran República está destinada a ser la estrella que guíe a las demás. Creo que el Hacedor está preparando al mundo para que, llegado el momento, se transforme en una gran nación que siga nuestros pasos».
Se podrían encontrar en cada uno de los presidentes estadounidenses, hasta nuestros días, rasgos de este pensamiento. Como muestra, solo transcribiremos un fragmento del discurso de toma de posesión del cargo presidencial de William Clinton en 1993: «hoy cuando se acaba un viejo orden, el nuevo mundo es más libre, pero menos estable y con nuevos peligros. Es indudable que América (es decir los Estados Unidos) debe seguir guiando al mundo que tanto contribuimos a crear».
¿Cuál puede ser la atmósfera de pensamiento de una sociedad, que por más de doscientos años ha estado recibiendo estas ideas?
Habida cuenta de la existencia de esta ideología mesiánica, de pueblo elegido, se podrá comprender mejor la atávica actitud de colocarse -la mayoría de las veces- por encima del derecho internacional. Aunque en rigor correspondería decir por fuera de la norma jurídica.
La más grosera de estas conductas, en estos últimos tiempos, se expresó en el emprendimiento de la agresión a Irak, sin aguardar una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, convirtiendo en papel mojado a la Carta del alto organismo internacional.
Washington, basado en su enorme poder, intenta sistemáticamente establecer un doble estándar para las normas internacionales, buscando la condena de sus enemigos, al tiempo que se esfuerza por librarse a sí mismo y a sus aliados de todo escrutinio por parte de la comunidad internacional. Se erigen en autoridad mundial en materia de derechos humanos, justicia y medio ambiente, pero no han firmado o ratificado muchos de los principales tratados o convenciones relativos a esas cuestiones.
Durante los procesos de discusión de la mayoría de los proyectos, los Estados Unidos se caracterizan generalmente por su actitud obstruccionista. Cuando, a pesar de ello, no logran impedir el surgimiento de un acuerdo internacional destinado a mejorar la calidad de vida, la seguridad o el equilibrio del poder en el mundo, recurren a todos los artilugios posibles para excluirse del cumplimiento de lo establecido por dichos instrumentos.
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Todos estos instrumentos de derecho internacional no han sido ratificados o fueron abandonados por los Estados Unidos. Este breve (e incompleto) listado, será suficiente para proporcionar una idea aproximada de la peligrosa ajuridicidad en la que se sitúa el imperio.
DERECHOS HUMANOS
· Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
· Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a abolir la pena de muerte.
· Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.
· Convención sobre el consentimiento para el matrimonio, la edad mínima para contraer matrimonio y el registro de los matrimonios.
· Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena.
· Convención sobre los Derechos del Niño.
· Protocolos facultativos de la Convención sobre los Derechos del Niño, relativos a la participación de niños en los conflictos armados y concernientes a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía.
· Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen del Apartheid.
· Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares.
JUSTICIA
· Corte Penal Internacional (Estatuto de Roma). Tribunal permanente para el enjuiciamiento de personas por genocidio y crímenes de lesa humanidad. Los Estados Unidos declararon, en mayo de 2002, que dejaba de considerarse obligado por él, manifestando que el tribunal podría enjuiciar a sus ciudadanos por cargos «frívolos».
· Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados. Consiste en una codificación del marco jurídico de los tratados internacionales y la solución de controversias en relación con ellos.
· Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad.
· Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
ECONOMIA/TRABAJO
Los Estados Unidos se hallan entre los países que menos convenios de la Organización Internacional de Trabajo han ratificado. Entre los más importantes, no han ratificado los relativos a la libertad sindical y a la protección del derecho de sindicación; al derecho de sindicación y de negociación colectiva; y sobre la edad mínima de admisión al empleo.
DESARME
· Tratado de prohibición completa de los ensayos nucleares. No entrará en vigor hasta que haya sido ratificado por los 44 países que cuentan instalaciones de armas nucleares.
· Convención sobre la Prohibición del Empleo, Almacenamiento, Producción y Transferencia de Minas Antipersonal y sobre su Destrucción. Conocido también como Tratado de Ottawa.
· Convención Internacional contra el reclutamiento, la utilización, la financiación y el entrenamiento de mercenarios.
· Convenio Internacional para la represión de los atentados terroristas cometidos con bombas.
· Convenio Internacional para la represión de la financiación del terrorismo.
(Estos dos últimos convenios recién fueron ratificado por los Estados Unidos luego de los atentados a las torres gemelas).
MEDIO AMBIENTE
· Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Los Estados Unidos son el mayor productor mundial de gases de efecto invernadero.
· Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes.
· Convenio de Basilea sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su eliminación.
· Convenio sobre la diversidad biológica.
· Convenio sobre la Protección y Utilización de Cursos de Agua Transfronterizos y Lagos Internacionales.
· Estatutos del Centro Internacional de Ingeniería Genética y Biotecnología.
· Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
En un encomiable rapto de sinceridad, el ex secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, confiesa en uno de sus libros: «los imperios no están interesados en participar en un sistema internacional; ellos aspiran a ser el sistema internacional».