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Con motivo del Día de la Fuerzas Armadas

Ejércitos menguantes, EEUU y la sombra de Zaida

Fuentes: Contextos

Acoso laboral y sexual y casos de corrupción han aflorado en los últimos meses en las Fuerzas Armadas, dando normalidad a una organización en proceso de transformación bajo restricciones presupuestarias. Cifras de personal a la baja, mando único operativo, omnipresencia de la OTAN-EEUU y dirección política difusa marcan esta fecha de celebración.Este mes de julio […]

Acoso laboral y sexual y casos de corrupción han aflorado en los últimos meses en las Fuerzas Armadas, dando normalidad a una organización en proceso de transformación bajo restricciones presupuestarias. Cifras de personal a la baja, mando único operativo, omnipresencia de la OTAN-EEUU y dirección política difusa marcan esta fecha de celebración.

Este mes de julio saldrá de las academias militares la primera promoción fruto de la Ley de Carrera de 2007 que puso en marcha un nuevo plan de estudios con una formación mixta en colaboración con las universidades de Zaragoza, Vigo y Politécnica de Cartagena. Los nuevos oficiales de las Fuerzas Armadas cuentan desde este año con doble titulación, la específica militar y un título de grado universitario del sistema educativo general, los suboficiales desde el año pasado al nivel de formación profesional de grado superior. Un nuevo decreto publicado en abril debería facilitar además la formación especializada de todos ellos. En este apartado, un avance.

Las Fuerzas Armadas cuentan actualmente con 122.000 militares en activo, de ellos 76.000 soldados y marineros, cifras ambas que han sufrido una reducción de 10.000 en el último lustro sin que se haya conocido estrategia o plan que justifique los recortes de personal.
España vive una anormalidad histórica: 76 años sin guerra, civil o exterior. Los ejércitos como hoy los conocemos se van conformando en el siglo XIX -la nación en armas, leva obligatoria- para enfrentarse al vecino y, en nuestro caso, como agente político activo en la confrontación interna, apoyo de parte.

El desarrollo tecnológico, la caída del muro de Berlín y la construcción europea han cambiado el panorama y durante las últimas dos décadas se ha pensado que los ejércitos son un instrumento eficaz para resolver problemas internacionales o al menos congelarlos dando tiempo a la política para que actúe. Las operaciones internacionales de paz y el protagonismo de Naciones Unidas no viven su mejor momento, en favor de acuerdos bilaterales entre estados (como España con Francia en el centro de África) o coaliciones a medida según el escenario (Irak, Siria).

España tiene pendiente de definir qué tipo de Defensa quiere y qué ejércitos necesita, opina un analista

La pertenencia a la UE y a la OTAN hacen poco probable un conflicto bélico de España en solitario con fuerzas convencionales contra un vecino. El problema es que las Fuerzas Armadas y sus tres ejércitos están diseñadas y equipadas para ese escenario.

Ha cambiado la historia, la realidad geopolítica, las alianzas internacionales de España y también los riesgos.

Las principales amenazas de 2015 no son militares, y en ello coinciden Naciones Unidas, la Alianza Atlántica, la Unión Europea y cualquier analista, que sitúa los riesgos en un difuso ámbito de la seguridad, donde se mezcla el escenario exterior e interior, donde el instrumento militar es uno entre varios, nunca el único. Hoy las amenazas son el terrorismo, crimen organizado, movimientos no controlados de población, inestabilidad económica y financiera, ciberamenazas y sólo los conflictos armados tendrían una respuesta principalmente militar.

A esa visión integral responden la Estrategia de Seguridad de la UE de 2003, aún no actualizada aunque parece que en proceso, las Estrategias de Seguridad Nacional españolas de 2011 y 2013, y ahí debería encajar una Ley Orgánica de Seguridad Nacional que el penúltimo consejo de ministros de mayo ha reducido de nivel normativo y ambición.

El Gobierno acaba de enviar al Congreso un proyecto de Ley de Seguridad Nacional que nada dice de una visión integral de la seguridad y mucho contiene de blindarla como competencia de la Administración central (nadie se la discute), mucho de desarrollo normativo, de creación de comisiones, consejos y subcomisiones y mucho insiste en el liderazgo político en seguridad del presidente del Gobierno. En un concepto amplio de la seguridad de los españoles deberían participar tanto el Banco de España como la Seguridad Social o las consejerías de empleo de las Comunidades Autónomas, aunque no parece ésa la dirección política del momento.

Por debajo de la seguridad se encuentra la Defensa, que lucha con Interior y Exteriores por no perder el monopolio de la seguridad, o al menos que nadie entre en su parcela.

Al final de esta legislatura no se aprecia que el Gobierno tenga una política de Defensa definida, aunque ha tomado algunas decisiones de enorme calado, como el actual proceso exprés para modificar el convenio de Defensa con Estados Unidos que va a convertir Morón en base permanente del mando africano norteamericano -Africom-, que se suma a la progresiva instalación en Rota de cuatro destructores como base del componente naval del escudo antimisiles de EEUU.

Desde el comienzo de la crisis entre Rusia y Ucrania el Gobierno ha intensificado además la disposición de todo tipo de medios en favor de la OTAN, desde cazas a fragatas, que tendrá en 2016 una cima con el mando español de la fuerza de reacción rápida de la OTAN.

El proyecto de Ley de Código Penal Militar introduce delitos como el acoso sexual

El momento sin embargo sigue marcado por la escasez de recursos en Defensa, donde aparece su máximo responsable en cabecera de la manifestación sujetando la pancarta y reclamando el incremento de un presupuesto del que es responsable.

Debajo del ministro, Fuerzas Armadas, que hoy celebran su día, tres ejércitos que poco han avanzado últimamente hacia la consolidación de la «entidad única» de la que habla la normativa ni hacia la integración civil-militar en el Ministerio de Defensa, del que se sigue hablando como un hábitat lejano donde viven los políticos.

La realidad informativa ofrece en los últimos meses el conocimiento de casos de acoso sexual en los ejércitos (comandante Zaida Cantera), denuncias de acoso laboral (de la propia Cantera y del teniente Segura), han aflorado irregularidades en la gestión económica del base aérea de Getafe y del hospital Gómez Ulla, fraude en las ayudas por mudanzas inexistentes en la Academia del Aire en San Javier, incluso se ha detenido a dos tenientes coroneles relacionados con los contratos de servicios y suministros del Ministerio. Si a lo anterior se suma el procesamiento el pasado otoño de cinco legionarios españoles por torturas en Irak en 2004 la conclusión sólo puede ser que las Fuerzas Armadas son una organización como cualquier otra, y que parece necesitar mecanismos para alertar sobre comportamientos irregulares y depurar responsabilidades.

La supuesta inmunidad de las Fuerzas Armadas a la corrupción o el abuso de poder, defendida desde dentro de la organización y en los círculos civiles que le rodean, no tiene base real. La retórica, potenciada en los últimos años, de unas Fuerzas Armadas reflejo y guardianas de unos valores donde debe mirarse toda la sociedad española tiene como consecuencia ocultar una competencia profesional que es donde descansa el aprecio ciudadano, no en valores morales, según señalan las encuestas del CIS.

Nuevo Código Penal Militar Esta primera semana de junio la Comisión de Defensa del Congreso ha aprobado un dictamen sobre el proyecto de Ley del Código Penal Militar (esta sí orgánica), con algunos disensos e importantes consensos: se juzgará por tribunales civiles delitos como el hurto, robo, estafa, daños contra el patrimonio o prevaricación; establece como nuevos delitos el acoso sexual, el abuso de autoridad, las amenazas y el trato humillante; las sentencias de la justicia militar serán públicas. Otro avance.

Un Real Decreto de octubre de 2014 desarrollado por una Orden ministerial de enero establecen la actual organización básica de las Fuerzas Armadas, que ha reforzado el mando del jefe de Estado Mayor de la Defensa sobre la estructura operativa y que incluso ha asumido las operaciones permanente que hasta recientemente eran responsabilidad de los jefes de cada ejército, como la vigilancia y control del espacio aéreo o aguas territoriales.

El Estado Mayor de la Defensa se ha ido completando además con una serie de mandos conjuntos que revelan las prioridades de la organización militar y a qué se quiere responder: existen hoy mandos conjuntos en ciberdefensa y operaciones especiales; y otros mandos directamente dependientes del Jemad en seguridad marítima, operaciones aéreas y la propia Unidad Militar de Emergencias.

Parece más fácil saber dónde que cómo están las Fuerzas Armadas. España cuenta hoy con 2.368 militares en operaciones internacionales en 16 destinos, nunca tantos antes: por importancia numérica, en Líbano (576), Somalia y sus aguas (467), Afganistán (436), Irak (282), Turquía (152), Malí (165), aguas del Mediterráneo (64), Senegal (54), Gabón (46), República Centroafricana (22) y otras presencias disimuladas sin mucho paraguas legal en flotillas de la OTAN o por el Golfo de Guinea.

La crisis ha reducido en 10.000 el número de militares

Mientras avanza la idea de un ejército europeo, planteado hace escasas fechas por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, situada en un larguísimo plazo con la nula voluntad política actual de los Estados 28, queda pendiente lo que el analista Jesús Núñez Villaverde señalaba recientemente en unas jornadas tituladas «Repensar la Defensa» organizada por el grupo de la Izquierda Unida Europea en Madrid: en materia militar, decía, «no somos independientes ni España ni ningún país del planeta, defendernos nosotros solos es imposible y tendría además un coste disparatado».

«En lugar de aprovechar la crisis para superar los esquemas nacionalistas de quienes siguen prefiriendo ser cabeza de ratón a cola de león-defiende Núñez-, sumando fuerzas a un proyecto común, los Veintiocho prefieren mantener modelos militares inadecuados para el tipo de amenazas que hoy nos afectan».

Señalaba también Núñez la «crisis existencial» de la OTAN, enfrascada en una «huida hacia adelante» con la crisis de Ucrania y el terrorismo yihadista, mientras que en España «sigue pendiente el debate de qué tipo de defensa» necesitamos, «para atender qué tipo de amenazas y riesgos; y qué tipo de Fuerzas Armadas» serían adecuadas para dar respuesta a lo anterior.

En un panorama donde un concepto amplio de la seguridad debe figurar como primer paso, Defensa y las Fuerzas Armadas buscan un equilibrio entre intereses corporativos, intereses industriales y el interés nacional, que no siempre coinciden. Si alguno de los tres se impone es a costa del resto.

Parafraseando a Gil de Biedma, ha pasado el tiempo (la legislatura) y la verdad desagradable asoma: las restricciones presupuestarias y la pluralidad de amenazas son los únicos argumentos de la obra. El poeta, también tío de Esperanza Aguirre y presidente de Tabacos de Filipinas, era más pesimista: envejecer, morir -decía-, es el único argumento de la obra.

Aunque alguna capacidad de acción existe durante el proceso. En el perímetro de los cuarteles generales de los ejércitos, del Ministerio de Defensa, de las sedes de los partidos políticos, no hay papeleras, herencia de la amenaza terrorista de ETA hoy desaparecida. Podría ser una primera medida de regeneración democrática.

Sugerencias


Carlos Penedo. Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.