El AIPAC ha llegado a un punto en el que se identifica plenamente con las políticas ultranacionalistas del primer ministro Benjamín Netanyahu. En la práctica no solo es una caja de resonancia de Netanyahu, sino que ata muy corto a los senadores y congresistas estadounidenses en todo lo relacionado con el estado judío.
El jueves otros dos candidatos demócratas a las elecciones presidenciales de noviembre anunciaron que no asistirán a la conferencia anual del AIPAC (American Israel Public Affairs Committee), el influyente y controvertido lobby judío en Estados Unidos, que se celebra en Washington DC entre el 1 y el 3 de marzo.
Pete Buttigieg y Amy Klobucher adujeron que no podrán asistir porque el día 3 es el Supermartes, cuando varios estados votan en las primarias demócratas, y tienen que preparar sus campañas hasta el último momento.
No obstante, Buttigieg, Klobucher y el exvicepresidente Joe Biden, hablarán en el cónclave por videoconferencia.
De momento, el único candidato demócrata que ha confirmado su participación personal en el evento del AIPAC es el multimillonario judío Mike Bloomberg, exalcalde de Nueva York, una candidato que a día de hoy no cuenta con muchas posibilidades de ganar las primarias.
El AIPAC ha llegado a un punto en el que se identifica plenamente con las políticas ultranacionalistas del primer ministro Benjamín Netanyahu. En la práctica no solo es una caja de resonancia de Netanyahu, sino que ata muy corto a los senadores y congresistas estadounidenses en todo lo relacionado con el estado judío.
En otro tiempo contó con cierta reputación en su país, pero ahora está de capa caída, especialmente entre muchos votantes demócratas que se lamentan de que el AIPAC sirva para sustentar unas políticas cargadas de misiles contra los derechos humanos más básicos de los palestinos.
El primero en anunciar su boicot a la conferencia fue Bernie Sanders, quien el 23 de febrero dijo: «Continúo preocupado con la plataforma que AIPAC proporciona a líderes que expresan intolerancia y se oponen a los derechos palestinos. Por esto no asistiré a su conferencia».
Sanders, que es judío y se define como socialdemócrata, explicó que está a favor de que Israel viva en paz y seguridad pero añadió que quiere lo mismo para los palestinos. Sus palabras fueron acogidas con una cerrada ovación por quienes asistían a su discurso.
Unas horas después Sanders calificó de «racista» a Netanyahu. No es la primera vez que Sanders muestra su desprecio hacia el primer ministro israelí en público. El domingo, el embajador de Israel ante la ONU, Danny Danon, replicó que Sanders «es un mentiroso, un tonto ignorante o las dos cosas», y no le quieren ver el pelo ni en el AIPAC ni en Israel.
El diario Haaretz dijo el viernes que Netanyahu es «quien ha matado al AIPAC» con políticas insostenibles. No obstante, el lobby judío sigue siendo muy poderoso porque cuenta con el apoyo incondicional del presidente Donald Trump y el partido republicano en general. Tampoco se debe despreciar su enorme influencia en los sectores más conservadores del partido demócrata.