Mientras Netanyahu reafirmaba que un acuerdo nuclear como el que busca el mandatario estadounidense amenaza la existencia de Israel, Washington y Teherán iniciaban una nueva ronda de diálogo. Su visita se lee en clave electoral.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dará hoy un discurso en el Congreso estadounidense en contra de las negociaciones que el gobierno de Barack Obama lleva adelante con Irán por su programa nuclear, en una polémica visita dos semanas antes de las elecciones en Israel. Netanyahu fue invitado a hablar ante ambas cámaras del Congreso por el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, en una decisión tomada a espaldas de la Casa Blanca y que irritó al mandatario demócrata, quien no recibirá al premier mientras permanezca en territorio estadounidense.
Ayer, tras arribar a Washington, Netanyahu insistió en que no aceptó dar el discurso para ofender a Obama -con quien no ha tenido buenas relaciones desde que ambos llegaron al poder, en 2009-, aunque reafirmó que un acuerdo nuclear como el que busca el mandatario estadounidense amenaza la existencia de Israel. «Tengo una obligación moral de hablar ante estos peligros mientras todavía haya tiempo para evitarlos», dijo Netanyahu ante el Comité de Relaciones Públicas Americano-Isralíes (Aipac), el mayor grupo de presión judío de Estados Unidos.
Mientras Netanyahu hablaba, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, iniciaba una nueva ronda de negociaciones con Irán con la meta de alcanzar un acuerdo marco antes de la fecha límite, fines de marzo. Obama considera un acuerdo con Teherán como un componente central de su política exterior, y dice que el acuerdo que se está negociando despejará los temores sobre la capacidad de Irán de desarrollar armas nucleares.
En busca de matizar la tensión desatada por su visita, Netanyahu aseguró, no obstante, ante el Aipac, que las relaciones de Tel Aviv y Washington son «más fuertes que nunca» y que «las noticias sobre la muerte de las relaciones entre Estados Unidos e Israel no sólo son prematuras, sino erróneas». Ante el grupo, que celebró desde ayer su reunión anual en Washington, Netanyahu enfatizó que su intención «no es faltar el respeto al presidente Obama ni al puesto que representa».
Sin embargo, insinuó que el mandatario demócrata no comprendía -o no podía hacerlo- el alcance de las preocupaciones de Israel -que se estima tiene unas 200 bombas atómicas- ante un Irán con armas nucleares. «Los líderes de Estados Unidos se preocupan por la seguridad de su país. Los líderes israelíes se preocupan por la supervivencia de su país», señaló.
En efecto, en su intervención de hoy ante los legisladores estadounidenses, Netanyahu espera convencer a los congresistas y senadores de que un primer acuerdo marco, que está siendo negociado entre Irán y las potencias occidentales para resolver la disputa nuclear, es «peligroso».
Los críticos ya tildaron el proyectado discurso de Netanyahu como una injerencia en la política de Estados Unidos y alegan que la fecha de su intervención es inapropiada, debido a que el primer ministro israelí se encuentra inmerso en una campaña por su reelección en los comicios programados para el 17 de marzo.
Los colaboradores de Netanyahu, sin embargo, aseguran que el discurso no puede ser cancelado en vista del calendario de las negociaciones sobre el programa nuclear de Irán. «Siento una preocupación profunda y honesta por la seguridad de todos los ciudadanos de Israel, por el destino del Estado y el destino de nuestro pueblo y haré todo lo que esté en mis manos para salvaguardar nuestro futuro», declaró el jefe de gobierno israelí, el domingo, antes de subir al avión.
En Irán, mientras tanto, el canciller de la República Islámica, Mohamed Yawad Zarif, acusó el fin de semana a Netanyahu de buscar con su discurso «sabotear» las conversaciones nucleares y de sembrar «pánico» y difundir «mentiras». El país persa está negociando con el Reino Unido, China, Francia, Rusia, Estados Unidos y Alemania un acuerdo para congelar el enriquecimiento de uranio y otros ámbitos de su programa nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones económicas impuestas a Teherán.
En este contexto, la administración Obama ya evidenció que Netanyahu no es bienvenido esta vez. Su consejera de Seguridad, Susan Rice, aseguró la semana pasada que la invitación cursada a Netanyahu y su aceptación por parte del primer ministro israelí eran «destructivas» para los vínculos entre Estados Unidos e Israel. Ayer, ante el Aipac, la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Samantha Power, restó importancia a las «tensiones» y aseguró que «no se debe politizar la alianza» con Israel. «Esta alianza (con Israel) nunca debería politizarse y no puede ser dañada o quebrada. Nunca se pondrá el sol en el compromiso estadounidense por la seguridad de Israel», aseguró Power, que fue recibida con tímidos aplausos hasta que pronunció esa frase, convertida en política de Estado para Washington. Power es una de las dos únicas representantes del gobierno de Obama que intervinieron en la conferencia del Aipac, que suele contar con la presencia del presidente, el vicepresidente o importantes miembros del gabinete.
La controvertida visita, sobre cuya influencia electoral no existe un panorama claro, aunque parece haber consenso en que embarrará las relaciones con Obama y el Partido Demócrata, se produce en momentos en que los sondeos no son favorables a Netanyahu, líder del partido nacionalista de derecha Likud. En el mapa político israelí, el Likud sólo contaría con 23 de los 120 escaños, frente a los 24 de la coalición Unión Sionista, encabezada por el laborista Isaac Herzog y la centrista Tzipi Livni.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-267224-2015-03-03.html#arriba