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El asalto a Jericó y la conculcación como norma militar del imperio

Fuentes: Rebelión

Palestina indefensa, pero trescientos millones de árabes lo ven y lo saben y también mil millones de musulmanes. Mientras, Occidente acentúa su escalada depredadora y así, la tragedia de ellos hoy, puede ser nuestra mañana

El ejército israelí con la colaboración directa -y necesaria- de Estados Unidos y del Reino Unido asaltan la prisión palestina, con el placet, además, de Naciones Unidas, como viene siendo habitual. Y no cabe otra lectura, pues los firmantes del acuerdo en 2002 de custodiar la cárcel, la abandonan y se la brindan a Israel, minutos antes del asalto, dejándola en manos de quienes han «legalizado» los asesinatos selectivos y los practican y de quienes tienen legalizada la tortura y los juicios a la carta.

No es posible hacer otra lectura del enésimo atropello que Israel ha protagonizado en Palestina como ya sucediera allá en 1948, cuando con el apoyo directo y explícito del Reino Unido y de Estados Unidos, Israel iniciaba la ocupación que aún continúa. También ahora como entonces, Naciones Unidas -que eran y son los mismos- se desentiende del asunto.

Cualquier acto de vandalismo israelí encaja en la política internacional correcta de EE.UU. que es fotocopiada por la Unión Europea. A fin de cuentas, lo de ahora en la cárcel de Jericó, no es más que lo que está sucediendo a diario en el resto de Palestina o en Iraq o en Afganistán o en los innumerables Guantánamo usamericanos. El control de la zona lleva implícito su desestabilización, ya que de lo que se trata es de mantener su dominio, sólo eso, sin importar los métodos que necesariamente se han que utilizar ni las desgracias que puedan acarrear, cuando además para el imperio, la inestabilidad de estos países siempre les resulta como el refrán de «a río revuelto…» resultándoles así más fácil lograr sus objetivos como depredadores.

Los medios de comunicación destacan, en su mayoría el «secuestro» por los palestinos de una docena de extranjeros, en lo que no es más que un acto que tiene más de simbólico o de impotencia que de otra cosa y que no va más allá de unas horas, cuando está por ver cuando soltarán los israelíes a los secuestrados y las torturas que les están infligiendo y que para más INRI son legales conforme a su particular legislación, pero nada de esto es noticia. Mientras, los palestinos muertos y heridos en el asalto no cuentan, ni tampoco los más de nueve mil palestinos «prisioneros» -¿por qué no secuestrados?- en cárceles israelíes sin proceso abierto y, los que han sido juzgados, lo han sido sin garantía procesal alguna, pero todo esto no importa ya que en la ocupación, va implícito que todo es necesario y ha de suceder, incluyendo el apagón de los Derechos Humanos de los diez millones de palestinos ignorados, de los que la mitad son refugiados.

Tampoco importa que a diario, y en los 700 check point que Israel tiene incrustados en Palestina, miles de palestinos, y no palestinos, estén horas y horas «retenidos» con unos horarios de paso racionados o simplemente cerrados sin más.

Claro que todo se justifica con el argumento de que los palestinos no reconocen a Israel como Estado y además no quieren entregar las armas. Pero, la facilidad con que el ejercito israelí entró, destruyó y secuestró a todo el que quiso en Jericó, asesinando limpiamente a unos cuantos palestinos y sin ninguna baja propia, tal como sucede habitualmente en todos y cada uno de los asaltos a los pueblos palestinos, indica con meridiana claridad que los palestinos no tienen nada con que defenderse, salvo los famosos proyectiles -petardos más bien – artesanales más peligrosos para quien los dispara que para el objetivo. La segunda cuestión es tan peregrina como la primera: ¿quién ha reconocido a Palestina como Estado?, pues nadie, y menos, ninguno de los países que tanto hablan.

La tragedia para ellos -para nosotros lo será un poco más tarde- es que el neoliberalismo cada vez necesita más y más sangre. La demanda de recursos crece y los recursos disminuyen. En este escenario de creciente demanda y decrecientes recursos, la crudeza de las guerras y de las ocupaciones no tiene más límite que el que imponga el insaciable mercado de materias primas.

El negocio de la guerra está al margen de los Derechos Humanos y de cualquier lógica ciudadana, aunque hayan de ser los ciudadanos, muchísimo más los de allá que los de aquí, los que paguen con sus vidas el precio de estas guerras económicas, además de financiarlas con su pobreza.

Hoy y ahora, Palestina entera está en pie y en vilo en todas y en cada un de las ciudades y aldeas de Gaza y de Cisjordania. Están además indefensos, pero, trescientos millones de árabes lo ven y lo saben, y más de mil millones de musulmanes también lo ven y lo saben.

La escalada bélica de Occidente en Oriente, está llegando a niveles peligrosos y puede que fuera de control. Todo ello es nuestra iniciativa y, por ello, nuestra responsabilidad por lo que no vale culpar a los demás.