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El asesinato de una adolescente es un recordatorio de que todos somos colonos

Fuentes: +972mag

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Así como debemos llorar a Hallel Yaffa Ariel como ser humano y como criatura muerta, también debemos lamentarnos de que ella fuera una colonizadora, porque todos los israelíes somos responsables de su presencia en Cisjordania.

La madre de Hallel Yaffa Ariel llora sobre su cuerpo durante el funeral en el asentamiento judío de Kiryat Arba, en Cisjordania, el 30 de junio de 2016. Ese mismo día un joven palestino de 17 años irrumpió en el domicilio familiar y apuñaló hasta la muerte a la niña de 13 años en su dormitorio. (Yonatan Sindel / Flash90)

Todos los superlativos son inadecuados para contar el dolor de las últimas semanas. Hallel Yaffa Ariel, de trece años, murió a puñaladas en su cama en el asentamiento cisjordano de Kiryat Arba el jueves por la mañana. 44 personas murieron por una bomba en el aeropuerto de Estambul. Casi 50 muertos a tiros en Orlando. Mahmoud Badran, un niño palestino de 15 años, fue asesinado por las fuerzas israelíes «por error» cuando volvía de la piscina con sus amigos.

No puedo seguir lo suficiente el ritmo como para escribir acerca de cada uno, pero la nación, la identidad y la política significan poco para mí cuando estamos frente a muertes inocentes.

Algunos piensan que los homicidios, el israelí y el palestino son diferentes, de alguna manera uno menos inocente que otro. Mahmoud fue confundido con un lanzador de piedras, como si esto justificase su muerte. Hallel era una colona, sin embargo era civil y era una niña, no más culpable que Mahmoud.

He escrito en el pasado que los israelíes de la izquierda deben simpatizar con las víctimas como seres humanos. Ahora quiero hacer hincapié en que también debemos condolernos con Hallel como una colona, porque su presencia en Cisjordania es responsabilidad de todos los israelíes.

La izquierda acusa con fuerza a los asentamientos. Muchos ven la iniciativa de los asentamientos como el corazón de la ocupación. Las personas que viven en asentamientos eligen activamente robar la tierra y los recursos de los palestinos para hacer que se cumpla el régimen de apartheid sobre las personas que viven al lado, mediante la ley militar.

Después de todo, los asentamientos son una manifestación visible y tangible de la ocupación. Basta con mirar esas perfectas nuevas viviendas ordenadas en filas encaramadas en las colinas con vistas a las vastas y subdesarrolladas ciudades palestinas o los racimos resecos de tiendas y chozas.

 Una casa palestina en el pueblo de Umm al-Kheir que se ve desde el asentamiento israelí de Carmel, South Hebron Hills, Cisjordania. (Keren Manor / Activestills.org)

Conseguir indignados es útil porque permite que el partido indignado quede descolgado. Muchos en la izquierda sienten que si no fuera por esos malditos salvajes observantes-religiosos-mesiánicos, Israel se transformaría en un Estado judío y democrático y todo estaría bien en el mundo.

Pero la gente que tiene ese pensamiento en realidad está sentada en una enorme colina propia. Desde su posición miran a los colonos y dicen, somos los buenos. No somos cómplices.

Para algunos israelíes los colonos se están convirtiendo en el principal propósito de la ocupación -o tal vez el único- al que en realidad se oponen. Creo que hay algunos izquierdistas para quienes solidarizarse con los colonos amenaza su propia identidad. Pero reducir la ocupación a los asentamientos y los colonos permite olvidar el resto de ella, lo que la convierte en una herramienta conveniente porque es muy incómodo profundizar en cómo luchar contra el resto de lo que implica la ocupación.

¿Cómo se puede, por ejemplo, comenzar a desmantelar el impenetrable sistema de la ley militar, detener o revertir la revocación de los permisos de residencia, hacer el seguimiento de la tierra en la zona C que está siendo capturada bajo la apariencia de zonas declaradas para entrenamiento militar, bloqueando de esta manera el desarrollo de Palestina? La ocupación son las familias de Gaza desconectadas de Cisjordania y el ejército israelí negándoles permiso de asistir a tiempo a los funerales de sus familiares. La ocupación es la ausencia del Estado, son los refugiados que todavía viven en campamentos del Líbano. Es espiar las vidas y conversaciones de los palestinos por parte de las virtuosas unidades de inteligencia de Israel con la tecnología más sofisticada del mundo para chantajearles. La ocupación es un castigo colectivo. Cuando se empieza a observar de cerca, o tal vez cuando se toma la distancia de un paso, la ocupación es mucho más que los asentamientos.

Para cambiar todo eso no es suficiente con oponerse a los asentamientos y los colonos, hay que cambiar la política de las instituciones enteras: el ejército, la institución de defensa, los ministros de vivienda y de infraestructura, la propaganda que trata de vender estas políticas tanto a nosotros mismos como al mundo, y nuestros venerados sistemas de inteligencia. Por encima de todo significa que hay que cambiar el Gobierno y los partidos políticos, los que representan a los colonos y también los que apoyan y a veces en silencio permiten su accionar.

Nosotros, los israelíes comunes, debemos asumir la responsabilidad como personas que cometen estas cosas. Pagamos impuestos, servimos en estos organismos y en unidades del ejército, votamos y nos beneficiamos del sistema que domina a los palestinos. Todos nosotros.  

Enojarnos con los colonos no cuenta como oposición a la ocupación. Principalmente, conduce al odio generalizado de todo el grupo y el rechazo de los que entre los colonos pueden pensar de manera diferente, incluyendo a los socios potenciales para el cambio. Esto nos lleva a pensar que los fanáticos religiosos trastornados son el principal problema, cuando la gente común -la de «calidad de vida» y los colonos «moderados»- abarca un número mucho mayor. Los políticos moderados comunes los nutren y nosotros los ciudadanos comunes soportamos a esos políticos.

De hecho la única diferencia real entre un israelí en Cisjordania y uno en Tel Aviv es que dentro de la Línea Verde podemos cerrar los ojos con el fin de no ver los efectos de la ocupación en los palestinos.

El problema es menos acerca de dónde vivo que cómo viven nuestros hermanos palestinos. Cualquier israelí que no se opone activamente a los mecanismos que destruyen las vidas de los palestinos es cómplice. En ese sentido, todos somos colonos.

Fuente: http://972mag.com/teens-murder-is-a-reminder-that-we-are-all-settlers/120342/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.