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El cambio climático y los pobres en África

Fuentes: Socialist Worker

Traducción por Daniel Raventós para www.sinpermiso.info

Los 6.000 delegados de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC) reunidos en Nairobi, Kenya, a mediados de noviembre tenían una gran responsabilidad.

África y el resto del planeta comparten el mismo futuro. Los delegados no deben permitirse la habitual apariencia de preocupación y de que se está haciendo algo cuando realmente nada efectivo se hace.

Es muy apropiado que esa reunión se haga en África, porque es aquí donde algunos de los más inminentes efectos sobre el cambio climático se harán sentir.

El aumento del nivel del mar podría destruir un 30 por ciento de la infraestructura costera de África, según un informe de las Naciones Unidas hecho público a principios de noviembre. Este informe alerta que, en el norte, las poblaciones costeras de Egipto podrían inundarse, como también lo podrían ser las poblaciones del Golfo de Guinea, Senegal y Gambia en el oeste. Entre las ciudades en riesgo cabe incluir Ciudad del Cabo en Sudáfrica, Maputo en Mozambique y Dar Es-Salaam en Tanzania que están en la costa este africana.

Devastador

En mi país [Malawi], la agricultura emplea casi el 85 por ciento de la fuerza de trabajo y da cuenta de cerca del 90 por ciento de los ingresos por exportaciones. Si la agricultura es castigada, entonces centenares de miles de hogares rurales sufrirán o, peor, perecerán.

Las cosechas de alimentos a lo largo del continente se verán afectadas por el cambio climático.

Solamente alrededor de la mitad de los 810 millones de personas que viven en África tiene acceso al agua potable. Tres cuartos de la población utiliza agua de pozos en mayor o menor grado.

Cambios en las precipitaciones de lluvia pueden tener unos efectos devastadores sobre la población y forzar a la emigración a millones de personas.

Alrededor del 95 por ciento de la agricultura africana depende de la lluvia. Algunos modelos indican que en un radio de 80.000 kilómetros de tierras del África subsahariana actualmente consideradas con posibilidades agrícolamente limitadas mejoraría como consecuencia del cambio climático. Sin embargo, un radio de 600.000 kilómetros de tierras actualmente catalogadas como moderadamente limitadas, desde el punto de vista agrícola, quedarían muy perjudicadas.

Es importante reconocer la realidad de estos escenarios. Pero ello no debe paralizarnos o hacernos creer que el cambio climático es fundamentalmente diferente a otras cuestiones como la pobreza, la deuda, la educación o el dominio de las multinacionales.

Compasión

El gran peligro es que, como ocurrió en la cumbre del G8 del pasado año en Gleneagles, los dirigentes del mundo expresen una gran compasión por África y después vuelvan a sus negocios cotidianos y refuercen los beneficios de sus grandes empresas. Y que muchos dirigentes africanos les permitan mansamente salirse con la suya.

Me agradó saber que hubo una gran manifestación el pasado sábado en Londres sobre el cambio climático. Estamos unidos en todo el mundo por esta cuestión. Pero esto no une a ricos y pobres. Es verdad, por supuesto, que los efectos del cambio climático no perdonarán a nadie en este planeta. Pero esto no significa que todos capten el mensaje. Estados Unidos es responsable de cerca del 25 por ciento de las emisiones mundiales de gases causantes del efecto invernadero con solamente el 4 por ciento de la población mundial. George Bush es como un Tyrannosaurus Rex, dirigiendo un rebaño de dinosaurios empresariales hacia el abismo y bramando por el camino.

Cuando los colonialistas llegaron a África llamaron a sus habitantes «bárbaros». Si hoy «descubriéramos» a los Estados Unidos, ¿cómo podríamos describir una sociedad tan obsesionada con imponer la guerra y la muerte a otros pueblos cuando deberían abordar urgentemente tantos problemas?

Necesitaremos luchar para imponer nuestras reivindicaciones sobre el cambio climático, de la misma manera que deberemos hacerlo sobre otras cuestiones vitales para la humanidad.

* Mzimasi Makiniki es un activista de Malawi que escribe regularmente en la revista socialista www.socialistworker.co.uk