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Extremadura, una colonia de Iberdrola

El capitalismo verde y sus cipayos

Fuentes: Rebelión [Imagen: el presidente de Extremadura Guillermo Fernandez Vara junto al presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán]

Dolores omitidos, memorias obreras sumergidas. En 1965 más de setenta trabajadores fallecieron en la construcción de la presa de Torrejón y en 1972 otros veinte perdieron la vida en las obras del pantano de Cedillo. Casi cien muertos sólo en la construcción de estos dos embalses. Y sin embargo nunca llegaron a investigarse ni a someterse a juicio, ni tampoco permanecen en el recuerdo colectivo, más allá de las localidades cercanas donde se produjeron las tragedias. Los poderosos borran el rastro del crimen, el manantial ensangrentado donde se originan las grandes fortunas.

Los muertos en el trabajo son “accidentes”, daños colaterales en la guerra sorda de la obra, la grasa que le sobra al capital en su telar de beneficios. Es ahí, para empezar, donde arraigan la impunidad y el olvido. Como sostiene Miguel Jara, en el capitalismo los trabajadores heridos o muertos constituyen “una carga para el empresario, una molestia, un residuo”. Apenas un riesgo monetarizable, un coste de producción más a incluir en el presupuesto. A la lista de fallecidos en Torrejón y Cedillo, sin salirnos de este ámbito de los embalses y solamente en Extremadura, habría que añadir las muertes de otro obrero en el pantano de Alange (1987), de otros dos en operaciones de mantenimiento en la presa de Alcántara (1994) y de otro trabajador más en la de García de Sola (2019). “Un albañil cae de un techo, muere y ya no almuerza/ ¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?”, escribiría César Vallejo, el gran poeta peruano, sacudiendo nuestra indiferencia. Esa indolencia que naturaliza el siniestro laboral, que como le gustaba decir a Andrés Bilbao sitúa los accidentes en el trabajo “entre lo negativo y lo irreformable”. Ese dogma ideológico que enaltece la economía como primera norma social, como principio de la realidad al que debe subordinarse la vida misma del obrero.

Pero la nómina de los olvidados, de los proscritos en el relato dominante, es bastante más amplia. Los periodistas Mª Ángeles Fernández y Jairo Marcos llevan muchos años investigando los impactos secretos de los pantanos, la memoria de los desarraigados a la fuerza, la huella descuajada de centenares de localidades. “¿Cuántos pueblos han sido inundados por pantanos?, ¿cuánta gente perdió sus casas, sus pueblos, sus tierras y su vida por la anegación de un territorio?, ¿se ha hecho justicia de este desarraigo?, ¿existe siquiera un relato sobre la construcción de pantanos, más allá de contarlos como casos aislados?, ¿cómo viven hoy esas personas?, ¿han logrado enraizar nuevamente? Su sacrificio esconde decenas de matices, intereses y procedimientos opacos. Es el “dolor oculto de los pantanos”1. En España, a lo largo del siglo XX, alrededor de 50.000 personas se vieron obligadas a emigrar por este motivo, a cambio de indemnizaciones ridículas, como en el caso de Talavera la Vieja. Algunos no fueron capaces de soportarlo: Riaño, 11 de julio de 1987, Simón Pardo del Molino, de 54 años de edad es hallado muerto con un disparo de escopeta en el vientre, horas antes de que la Guardia Civil desalojara su casa. Según corroboraron los vecinos Simón estaba muy preocupado porque “no sabía a donde ir después de que le tiraran la casa”. El ángel de la historia, del que hablaba Walter Benjamin, “ese huracán al que nosotros llamamos progreso”, amontona incansable las ruinas y los daños.

Sin embargo, en el imaginario colectivo prevalece la memoria que el poder ha ido amoldando a sus intereses, el orgullo de “la misión hidráulica” asentado a lo largo de más de un siglo. La política hidráulica ha jugado un importante papel en la legitimación del Estado, como subraya el catedrático Leandro del Moral. Fueron los regeneracionistas como Joaquín Costa quienes denunciaron a principios del siglo XX “el mal régimen de aguas”, un lastre más del sistema oligárquico, al tiempo que reivindicaban tierras para los ayuntamientos y los campesinos, destinadas a “construir y poseer pantanos, acequias o artefactos hidráulicos”. Pero contra esos propósitos de modernización que abogaban por “la desafricanización y europeización de España”, y también contra los proyectos de reforma agraria que pondrá en marcha la Segunda República, se alzarán militarmente las clases dominantes en 1936 2. Y lo harán parasitando y adulterando esos anhelos.

Así, la construcción de los pantanos constituirá el núcleo central del Estado de obras franquista pero se llevará adelante garantizando el privilegio de los terratenientes, la puesta en riego de sus tierras, y sobre todo transformando la incipiente burguesía eléctrica en un fastuoso oligopolio. “En los treinta años transcurridos entre 1942 y 1972 nuestro Estado ha embalsado ocho veces más cantidad de agua que la que se había logrado estancar en nuestro país desde la presa de Proserpina, construida por los romanos en Mérida, hasta 1942”, proclamará exultante Gonzalo Fernández de la Mora, uno de los ideólogos del franquismo 3. Los pantanos se convertirán en el puntal propagandístico sobre el que se levanta el relato megalómano del régimen, hasta el extremo de que el generalísimo será bautizado popularmente con el irónico apodo de Paco el Rana. El NODO se encargará de exhibir como obras de regadíos lo que en muchos casos -especialmente en la cuenca del Tajo- no son sino centrales hidroeléctricas puras. Y, al tiempo, los poderes van hilvanando su épica. Carmen Polo, la esposa de Franco, es nombrada madrina en la inauguración del embalse de Valdecañas. Y el pantano de Alcántara llevará hasta nuestros días el nombre de José María de Oriol y Urquijo, presidente de Hidroeléctrica Española, el antecedente empresarial de Iberdrola. De los muertos y damnificados no quedarán en el discurso oficial ni los ecos.

Iberdrola a ritmo de lambada

Rubén Bertomeu: Jugamos sucio un tiempo, Collado, hicimos lo que tocaba hacer, a eso los clásicos de la economía lo llamaban la acumulación primitiva de capital, este país necesitaba formar una clase, y no tenía con qué; (…) Se acabo la época de lo sucio, ahora es hora de lo limpio, lo saludable, que dicen por la tele. Lo healthy, lo clean, lo correcto, nada por aquí, nada por allá. Estamos en la vieja Europa y la vieja Europa es limpia por principio.
Crematorio, Rafael Chirbes

Iberdrola en tiempo de vals. Ese es el título de la película corporativa que en 2012 realizó el cineasta vasco Julio Medem para la multinacional energética española. Se trata de un cortometraje de más de 22 minutos en los que se repasa “la historia y el compromiso social” de la compañía, según puede leerse en la página web oficial del guionista y director de cine. Un solitario molino eólico bracea al compás del piano, sobre un fondo de pacíficas montañas. En el prado verde, al amparo del gigantesco aerogenerador, pasta un plácido rebaño de ovejas y corretean una decena de caballos y sus potrillos. Así comienza el “documental” del director de Los amantes del círculo polar.

La película de Medem, que se define a sí mismo como una persona de izquierdas, es de principio a fin una oda a la multinacional. Iberdrola es una empresa ejemplar con sus trabajadores, casi una madre. “La gente lo llama la casa”, dice una de las empleadas de la central hidroeléctrica de Alcántara. Una ubérrima entidad que siempre ha estado preocupada por la seguridad, la formación y la educación de su plantilla. “Tanto Iberduero como Hidroeléctrica Española, construían escuelas en sus poblados”, nos recuerda la voz en off. Lástima que a Medem o a sus informadores se les olvidara referirse a la excelencia de los barracones en los que se hacinaban los miles de trabajadores que construyeron los pantanos. O que no incluyeran las palabras de José María de Oriol en la inauguración de la presa de Valdecañas, en 1965, ante su íntimo compinche y protector, Francisco Franco: “Desde el año 1941 hasta nuestra fecha, en que hemos pasado por diversos momentos más o menos fáciles o difíciles, no hemos tenido en Hidroeléctrica Española ni un solo día de conflicto laboral”. Así se entiende, que al cura obrero Paco García Salve le prohibieran trabajar en la presa de Cedillo, no fueran a enturbiarse las bucólicas relaciones laborales en la empresa.

Pero el altruismo de Iberdrola no se limitaba entonces -ni lo hace ahora- a la bondad con el género humano. La multinacional tan pronto colabora con programas para el estudio de migración de aves como participa en la reconstrucción de iglesias románicas, apadrina el Museo Guggenheim, electrifica pueblos perdidos de Brasil o patrocina la selección femenina de fútbol. Y por supuesto, a pesar de ser la mayor propietaria de centrales nucleares en España, representa emblema genuino de las energías renovables. Viendo la película de Medem y la posterior producción publicitaria se llega a la conclusión de que Iberdrola es, sin duda, sinónimo de filantropía, ecología, “ética”- como dice su actual presidente, Ignacio Galán-, de armonía en estado puro.

“Hago publicidad por dinero, está claro. El cine, por necesidad y devoción”, declaraba en 2018 el director donostiarra. Pobre proletario Medem, que se ve obligado a tener que vender su fuerza de trabajo a una de las principales empresas del IBEX 35, estandarte del capital más canalla, a cambio de hacer panegíricos como este, cuyo nombre más atinado quizás hubiera sido el de Iberdrola a ritmo de lambada por la devoción voluptuosa con la que el autor ensalza a su patrón. No, desde luego al asalariado cineasta no le van a lapidar por documentales como este, como sí hicieron los sectores más reaccionarios de la sociedad española a cuenta de su película La pelota vasca.

Pero el objeto de este escrito no es analizar las tragaderas o el listón ético de este director o de otros personajes del mundo de la cultura, que se autodefinen como “progresistas”. El documental de Julio Medem es solo una pieza, una más, en el minucioso trabajo de estafa social y mixtificación histórica que realizan esta multinacional y otras grandes empresas. Si hay algo especialmente escandaloso en este enjuague publicitario es el falseamiento de la historia. Hidroeléctrica Española, como recuerda el periodista Dani Domínguez, fue el producto de “la unión de dos de los apellidos más importantes de la plutocracia vasca”, Oriol y Urquijo. Y sin embargo en el apaño propagandístico al que nos venimos refiriendo esos apellidos decisivos serán silenciados y sólo aparecerán en referencia a la fusión de Hidrolectrica Española e Iberduero en 1992.

El corazón del electro-franquismo

¿Tras la guerra civil hay alguna fortuna legítima? Ninguna. Porque los que las han mantenido ha sido por connivencia y los que se han enriquecido a la primera ha sido por expropiaciones, por contratas, por subcontratas. No hay riqueza inocente.
Rafael Chirbes, entrevista en el diario ABC, 28 de mayo de 2013

El Tajo para Hidroeléctrica y el Guadiana para Sevillana. Las empresas matrices de lo que hoy son dos de los grandes oligopolios, Iberdrola y Endesa, fueron las grandes beneficiarias del reparto del mercado eléctrico en el suroeste de España. Tras la guerra, los vencedores se distribuían el botín. Y como señalan los historiadores Sergio Riesco y Juan Carlos López “las élites franquistas y las élites eléctricas caminaron notablemente entrelazadas” 3. Demetrio Carceller pasaría del ministerio de industria al consejo de administración de Sevillana. Y José María de Oriol Urquijo, desde la jefatura provincial de la Falange en Vizcaya y la alcaldía de Bilbao a la presidencia de Hidroeléctrica. El lobby capitalista vasco asentaba sus dominios. Dani Domínguez lo explica con precisión: “Entre 1940 y 1959, la banca constituyó la gran fuerza industrial española gracias al desarrollo del sistema eléctrico, controlado por las grandes entidades financieras del país. La oligarquía vasca es quien mejor demuestra esta simbiosis entre crédito y luz, entre energía y finanzas (…) Su dominación antes y después de la guerra civil iban a fraguarse en los cauces de los principales ríos de España” 4.

El crimen originario, la violencia fundadora, el origen bárbaro de las riquezas de hoy. La inmediata postguerra será el momento constituyente, el lugar donde se produce una nueva acumulación de capital y se reorganizan las clases dominantes. Han sido quienes han financiado el golpe militar del 18 de julio. El propio Oriol ha gestionado “el flete de un barco para transportar desde Bélgica 6.000 fusiles, 150 ametralladoras pesadas, 300 ametralladoras ligeras, 5 millones de cartuchos de munición y 10.000 granadas de mano”5. Son los vencedores de la guerra y ahora ha llegado el momento del saqueo, del gran banquete. El momento de transformar la violencia fundadora en violencia del derecho, en leyes, en prerrogativas intocables. Produce escalofríos comprobar hasta qué extremo toda la sangre vertida por las clases populares en la guerra civil se convertirá en privilegios para los ricos, en prebendas que llegan hasta nuestros días. La banca, las constructoras y las eléctricas constituirán el meollo económico del nuevo régimen, la sombra alargada de su dominio alcanzará hasta el actual IBEX 35.

Tres de las grandes empresas que participarán en la construcción de los pantanos y en su aprovechamiento energético en Extremadura (Entrecanales, Agroman e Hidroeléctrica) tienen al frente a destacados miembros de la oligarquía vinculada al franquismo. Los tres, José Entrecanales, José María Aguirre y José María Oriol, son fascistas hasta las trancas. El primero de ellos se enriquecerá con el trabajo esclavo de los presos y en 1969 será galardonado con la Gran Cruz de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas. Aguirre y Oriol serán procuradores en las Cortes franquistas, el primero durante 15 años y el segundo nada menos que 22, durante seis legislaturas sucesivas, entre 1955 y 1977. Sus emporios empresariales sobrevivirán a coyunturas políticas, fusiones, opas o crisis bancarias, conformando cada una de ellas el germen de tres de las más grandes corporaciones actuales (Acciona, Ferrovial e Iberdrola).

Uno de los mejores exponentes de esta trama político-económica del franquismo será José María de Oriol Urquijo y su red de empresas. Desde su nombramiento como presidente de Hidroeléctrica en 1941 ejercerá un poder sin apenas parangón. En 1944 crea UNESA (Unidad Eléctrica, SA), la sociedad que desde entonces agrupará a la casi totalidad del sector eléctrico y que le representará ante la administración. En diciembre de ese mismo año, una orden del Ministerio de Industria y Comercio, le encomienda la responsabilidad de llevar a cabo, desde el sector privado, la política hidroeléctrica del Estado. “La medida sin precedentes provocó estupor incluso en el ministro de Industria de la época, que no concebía que la política energética estatal le fuera encargada a un empresario con intereses tan palmarios en el sector”, recuerda Antonio Maestre en el libro Franquismo S.A. Por fin, en 1956 conseguirá los derechos de aprovechamiento de los caudales del Tajo y sus afluentes por un plazo de 99 años. El Tajo se convertirá así en un río hidroeléctrico, cosido por nueve presas, del cual Hidroeléctrica primero e Iberdrola después serán los dueños absolutos. Casi 300 kilómetros de río, desde Talavera de la Reina hasta Portugal, en los que Iberdrola incluso podrá anteponer sus intereses mercantiles al abastecimiento de los municipios, desecando kilómetros de río en beneficio propio. José María de Oriol, “uno de esos hombres preclaros y eminentes para España, uno de los generadores de la España moderna”, en palabras del periodista Emilio Romero, estará al frente de la empresa hasta que su hijo, Íñigo de Oriol e Ybarra herede el mando de la compañía y de la patronal eléctrica en los años ochenta. Pero antes será uno de los artífices también en la introducción de la energía nuclear en España, de la mano del capital norteamericano, propiciando la construcción de centrales y desempeñando, a mediados de la década de los sesenta, la presidencia del Forum Atómico Europeo. Mario Gaviria retratará con precisión el nuevo atraco: “La nuclearización generalizada significaba la consolidación definitiva de España en el campo norteamericano no solo político-económico, sino también energético, que era el objetivo del electro-franquismo agrupado en torno a Unesa”. Las centrales nucleares de Almaraz y Valdecaballeros serán dos de las piezas que integren la nueva colonización energética. La construcción de la central de Valdecaballeros se adjudicará a AETEA, una unión de empresas formada por Entrecanales y Agroman. Y la propietaria de la central será una sociedad participada por Sevillana de Electricidad e Hidroeléctrica Española. Por su parte, la antecesora de Iberdrola será desde el inicio la principal empresa propietaria de la Central Nuclear de Almaraz, a la que actualmente acompañan en el accionariado Naturgy y Endesa. Aves carroñeras de ayer y de hoy, oligopolios construidos y renovados en los altos despachos del Estado, ladrones de cuello blanco que han saqueado y saquean Extremadura.

De la esperanza a las puertas giratorias

Trabaja con Guillén. Con Guillén puedes seguir trabajando, él tiene apoyo de los políticos, nadie le va a mirar nunca los calzoncillos. Ni pesoe ni pepé, apoyo de los socialistas que han mandado hasta ahora en Madrid, de los peperos que siguen mandando aquí. A unos los lleva de acá para allá, en el yate; con los otros pacta a escondidas, a ambos les financia campañas, vicios, o lo que haya que financiar. Él los conoce bien.

Crematorio, Rafael Chirbes

A mediados de los años setenta el franquismo da sus ultimas boqueadas, o al menos eso es lo que parece. El poder que han acaparado las eléctricas en las últimas décadas es enorme. Como escribirá por entonces Ramón Tamames -economista de cabecera en ese momento para gentes de izquierdas y hoy convertido en guiñapo arrojadizo de la extrema derecha- en España se ha producido una creciente concentración de la producción eléctrica, “un proceso imputable tanto a la expansión de sus actividades al amparo de las concesiones estatales, como a la continua absorción de pequeñas compañías productoras de electricidad”6. UNESA, el lobby que se encarga de la defensa conjunta de los intereses del gremio, es un poder fáctico de primer orden. Su posición de privilegio es tal que una orden del Ministerio de Industria en 1969 delegará en esta alianza patronal la preparación del Plan Eléctrico Nacional 1972-1981. Por si esto fuera poco, el señorío de las eléctricas se reforzará tras su cooptación e inserción en los planes de despliegue nuclear de Estados Unidos. “El franquismo fue uno de los primeros Estados que, a cambio de bases militares y lealtad perruna, firmó convenios de acceso al programa de desarrollo nuclear, que abrieron las puertas a la mayor transferencia de tecnología punta del siglo XX, de la cual las empresas del oligopolio eléctrico fueron las principales beneficiarias. Aquel trato de favor cumplió las más alocadas expectativas del ingenierismo ibérico: todo un trato de iguales en el incipiente concierto de las naciones que empoderó a Iberduero o Hidrola como receptores de bienes industriales de Estados Unidos, en especial de reactores de la Westinghouse” 7. El franquismo delegaría en la corporación eléctrica los asuntos atómicos, consolidando de ese modo los tradicionales intereses del oligopolio. El periodista Oriol Malló desmenuza todo ese proceso en El informe Iberdrola, un magnífico libro que explica la historia de la multinacional y especialmente su transformación en emblema del capitalismo verde.

Pero, como cantará Carlos Cano en la transición, “las dentaduras, ya no están duras pa estas huesuras”. Un potente movimiento popular con hondas raíces en el mundo del trabajo, en los barrios y en los centros de enseñanza, se ha ido tejiendo pacientemente en las dos últimas décadas. Y un componente fundamental de él serán las plataformas antinucleares, que pondrán en pie extraordinarias movilizaciones, reivindicando y consiguiendo victorias estratégicas como la paralización de las centrales de Lemóniz y Valdecaballeros. El embrionario ecologismo, la izquierda y los colonos del Plan Badajoz trenzarán una sólida alianza dando al traste con el engendro nuclear de Valdecaballeros. De la mano del movimiento crece también el cuestionamiento de la casta eléctrica. Un artículo publicado en febrero de 1977 en el diario Hoy por Alfonso Moreno de Acevedo -una rara avis en el mundo de la política, un técnico de la administración procedente de la izquierda católica que se presentaría en las primeras elecciones como candidato unitario del PSOE y el PCE al Senado en la provincia de Badajoz- refleja a la perfección los nuevos aires que corren: “No puede ser admisible, de ningún modo, que en una España donde se producen las irritantes desigualdades descritas existan, paradójicamente, las tres empresas de más alta rentabilidad europeas: Hidroeléctrica Española, Iberduero y Fecsa”8.

Los apellidos Oriol y Urquijo se repiten como una letanía en cada uno de los consejos de administración de las empresas eléctricas, grandes o pequeñas. Su legitimidad está en entredicho. Forman parte del búnker-dirigente, del búnker-marco, como les denomina por entonces el periodista Antonio Álvarez Solis. Son el meollo de una clase dominante en sus estratos superiores que, “como titular de unos intereses en peligro por la evolución crítica de la sociedad está dispuesto a alimentar la máquina que no sólo destila atentados sino que interfiere en la gobernación del Estado”9.

El búnker franquista y, dentro de él, la nobleza eléctrica no están dispuestos a dejarse intimidar por ese movimiento popular que impugna las bases económicas y políticas del régimen que agoniza. Y empleará todos los medios, los pacíficos y los violentos, para segar de raíz los anhelos de ruptura democrática. Los crímenes de Montejurra en mayo de 1976 serán una buena muestra de los segundos, una evidencia más de que la transición no fue la cena de gala que nos ha vendido el discurso oficial, sino un período de intensa represión, en el que la población fue sometida al miedo y el chantaje de la violencia. En la Operación Reconquista, donde se fraguará la fechoría, participará activamente Antonio María de Oriol Urquijo, hermano del presidente de Hidroeléctrica y máximo responsable del Consejo de Estado.

Pero los Oriol, como en general suele ocurrir con los muy ricos, tienen una gran conciencia de clase. No sólo llevan vatios en las venas, también atesoran un depurado instinto de conservación y reproducción. No todo puede ser plomo, siempre es preferible que prevalezca la plata. “Lo que hay que hacer es aguzar la vista. Se ha acabado la seguridad de disparar con postas, hay que afinar la puntería. Nos va a tocar comer de todo (…) La Falange, el Movimiento, los procuradores en Cortes. Toda esa maquinaria había servido para poner un orden, pero ahora ya no servía para nada. Con eso se había escrito una partitura con la que había tocado el país su música durante unos cuantos años, pero ahora empezaba otro concierto”10. Es José Ricart, el empresario de La caída de Madrid, una de esas novelas de Rafael Chirbes que enseñan más de la historia de España que la inmensa mayoría de los libros del canon historiográfico.

Cambiar todo para que nada cambie. El experimentado gatopardo de la burguesía se empleará a fondo en estos años. En 1978 se produce el relevo al frente de UNESA. José María de Oriol es sustituido en la presidencia por Juan Alegre Marcet. El País publica una entrevista al flamante presidente: “El sector ha estado dirigido de siempre por los hombres más representativos de las célebres familias del franquismo, olvidándose de la profesionalización de sus directivos. ¿Se ha variado en algo?”, pregunta el entrevistador. “En cuanto a la referencia que en su pregunta se hace al pasado, he de decirle que se incurre en una total deformación de los hechos. La industria eléctrica acaba de cumplir sus cien primeros años de existencia en España, por lo que no se puede relacionar su desarrollo con un Gobierno concreto o una época determinada. A lo largo de estos cien años se han sucedido muchos Gobiernos y de ideología política muy diferente”, contestará el nuevo presidente de la patronal eléctrica. Los franquistas de ayer mutan en demócratas de toda la vida, la operación de blanqueamiento está en marcha.

El gobierno de Felipe González a partir de 1982 supondrá la consolidación y renovación del modelo energético heredado del franquismo. La socialdemocracia gobernante no sólo “descubre” a la Guardia Civil, como proclamará el ministro del Interior, José Barrionuevo. También hará lo propio con la oligarquía eléctrica. «Con seis personas como tu padre, yo levantaba el país, aunque no piense como yo», le dirá Felipe González a Iñigo de Oriol e Ybarra, en una visita a la presa de Alcántara. En pocos años la saga de los Oriol pasará a ser un prototipo de “familia emprendedora”: esa será la expresión que acompañará en 2011 el obituario del presidente de Iberdrola publicado por El País. ¿Qué había pasado entre medias, en esos casi treinta años? Quizás una de las respuestas más autorizadas sería la de Carlos Solchaga, ministro en varios gobiernos de González y sin duda uno de los principales ideólogos y promotores de la deriva neoliberal del PSOE. “Los reformadores del socialismo español dieron, ya en su programa electoral en octubre de 1982, “una primera demostración del sentido común que habría de predominar en la orientación política del presidente Felipe González al rehuir las nacionalizaciones de sectores de actividad”11.

Evitar las nacionalizaciones, esa será desde los años ochenta hasta nuestros días la divisa fundamental. A la oligarquía eléctrica le había costado mucho más vencer la resistencias de Suanzes, ministro de Industria en los años 40 y 50. Ahora la socialdemocracia abrazaba la privatización y loaba sin rubor las virtudes del mercado. En febrero de 1988 Carlos Solchaga plasmará ese transformismo ideológico en una sentencia indeleble: “España es el país donde se puede ganar más dinero a corto plazo de Europa y quizá del mundo”. Es el toque de rebato para los especuladores de toda laya, la coartada para el latrocinio. Enriqueceos, aprovechad el momento, la noria de la especulación da una nueva vuelta.

1992 será la gran fecha triunfal, el momento en el que la nueva rapiña reciba todas las bendiciones. Al tiempo que se celebran los Juegos Olímpicos de Barcelona o la Expo de Sevilla, tendrán lugar tres acontecimientos relevantes para nuestra crónica. Es el año de los Acuerdos de Maastricht, de facto la constitucionalización neoliberal de Europa. Es también la fecha en la que se crea el IBEX 35. Y por ultimo, es también cuando se constituye formalmente Iberdrola, como producto de la fusión de Hidroeléctrica e Iberduero, aunque en la práctica ya funcionaran de manera coordinada. El gran paraguas neoliberal (Maastricht), “el brebaje alquímico patentado por Solchaga -y heredado después por Aznar- para el nuevo capitalismo español” (el IBEX35, en palabras de Rubén Juste) y la materialización del gran sueño de la oligarquía eléctrica vasca (Iberdrola).

La privatización de Endesa, iniciada por el PSOE en 1988 y culminada diez años después por el PP, o la derogación en 2005 de “la acción de oro”, un instrumento que se reservaba el gobierno para influir en las decisiones estratégicas en las empresas privatizadas, serán algunas de las medidas consecuentes con la nueva orientación. Dos partidos políticos y una sola política económica verdadera, escribirá el economista Juan Francisco Martín Seco, poniendo el acento en el discurso falaz que ha alimentado las privatizaciones. “El poder económico ha caído como ave de rapiña sobre sectores de futuro: comunicaciones, electricidad, gas, petróleo, etcétera, mercados cautivos que garantizan fuertes beneficios sin apenas riesgos. Actividades en las que el sector público ha invertido ingentes recursos para construir las estructuras necesarias y que ahora explotarán en su propio interés las compañías privadas”. Pero, además, señala Martín Seco, las privatizaciones constituyen un problema de poder: “El Estado, la sociedad, pierden poder para transferírselo a un número muy reducido de sujetos privados. Lo que era de todos pasa a ser de unos pocos (…) La sustitución de un monopolio público por un oligopolio privado sólo puede significar mayor indefensión del consumidor y del ciudadano y la acumulación de poder en el capital, capital que en muchas ocasiones puede ser foráneo” 12.

Tras el manto ideológico del liberalismo se está produciendo una gran reordenación de la clase dominante, de su articulación político-económica. Se están reorganizando las cuotas en el botín pero también las influencias corporativas y clientelares. Rubén Juste explica así cómo se configura el IBEX35: “El brebaje no sólo constaba de empresas crecidas bajo el regazo del Estado. Incluía también a los hombres que hicieron crecer e independizarse a estas empresas; y otros tantos cachorros criados por el Estado, y que crecieron en la empresa privada. La lógica, simple pero efectiva, consistía en seguir un dicho: “El Estado lo crea y el IBEX se lo lleva” 13. Y Andrés Villena, por su parte desvelará “la importancia nuclear de la nobleza del Estado”, de cuerpos de élite de las administraciones públicas como los técnicos comerciales y economistas del Estado, los tecos, en la estructuración de las nuevas redes de poder 14.

Las puertas giratorias serán la pieza más conocida de ese entramado en el que se imbrican los poderes político y económico. Las grandes empresas y de modo muy destacado las eléctricas pasarán a comprarse, con toda la naturalidad del mundo, a los políticos de los principales partidos. Como señala el periodista Martín Cuneo “todos los grandes timoneles de la economía española han terminado trabajando para los intereses de las eléctricas en detrimento de los del Estado: Miguel Boyer, Pedro Solbes, Luis de Guindos, Rodrigo Rato y Elena Salgado” 15. Los mismos que han de regular el mercado eléctrico acaban cobrando sueldos millonarios en los consejos de administración de las multinacionales del gremio.

Iberdrola jugará un activísimo papel en esta puja de la desvergüenza, en el fichaje de políticos. Exministros del PSOE como Carlos Solchaga, Juan Manuel Eguiagaray, Jesús Caldera o del PP, como Ángel Acebes, Isabel García Tejerina o Fátima Báñez. Y otros muchos políticos relevantes como Manuel Marín (expresidente del Congreso, del PSOE), Juan María Atutxa (consejero de Interior en el País Vasco, del PNV) o Fernando Becker (ex-senador del PP, imputado en el caso Tándem). Como puede observarse, sin prejuicios partidarios, con amplitud de miras, que el gran capital sabe repartir los cariños con proverbial esmero y ecuanimidad. Y no sólo expolíticos, también importantes cargos vinculados a las extintas cajas de ahorro, como Braulio Medel (Unicaja) o Juan Pedro Hernández Moltó (Caja Castilla La Mancha) o especialistas en seguridad y cloacas del Estado como Fernando García Sánchez, ex jefe de Estado Mayor de Defensa y Félix Sanz Roldán, ex director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), al que tuvieron la indecencia de contratar en julio de 2020, justo en el momento álgido de las investigaciones en el caso Villarejo. Uno de los últimos fichajes, con ribetes casi burlescos, será el de Antonio Miguel Carmona, concejal del PSOE en Madrid y tertuliano habitual que, en una semana pasó de maldecir a la multinacional a ser uno de sus perritos falderos. Galán se ríe al fondo: estos son sus políticos, queridos ciudadanos, desengáñense, en este circo manda el mercado y nosotros somos sus dueños.

La tercera colonización energética de Extremadura

Me molesta esa hipocresía que oculta el nombre de las cosas, como me molesta terriblemente esa palabra que tanto utiliza Eva: “zafio”, “zafiedad”. Hoy, los grandes chollos, que nosotros definíamos como “una perita en dulce que no se puede perder”, se disfrazan de proyectos artísticos o sociales y llamarlos por su nombre es “zafiedad”.

Los disparos del cazador, Rafael Chirbes

Primero, en los años sesenta, se repartieron los ríos y extrajeron de ellos inigualables plusvalías eléctricas; después, en los setenta, nos endilgaron el riesgo nuclear y la polución radioactiva; y ahora, envueltos en las banderas verdes de la transición energética, vienen a un nuevo festín de ganancias, a alimentar sus fantasías bursátiles con el fácil expolio extremeño. Tres colonizaciones energéticas y un solo dios verdadero, las corporaciones eléctricas, y a la cabeza de todas ellas, exhibiendo su indiscutible hegemonía, Iberdrola.

“Extremadura cuenta con una relación de intercambio desfavorable, que permite a los núcleos dominantes extraer a precio de saldo la energía y los materiales del territorio extremeño. Se produce así un flujo de energía y materiales que va desde Extremadura hacia los núcleos dominantes, análogo al que se produce desde la presa hacia el depredador”. José Manuel Naredo fue uno de los autores de Extremadura saqueada, un libro de cabecera para toda la izquierda y los movimientos sociales en la transición. Se escribió en 1978, al calor de las luchas contra la Central Nuclear de Valdecaballeros, y en él se realizaba una radiografía rigurosa y certera de la postración de Extremadura, de los mecanismos que producían y reproducían su atraso económico y social. Naredo explicaba cómo “la hidroelectricidad se había convertido en otra forma de apropiación de los recursos naturales”, de modo que los aprovechamientos hidráulicos del Tajo y el Guadiana habían pasado a constituir “un nuevo soporte material en el que se traducía la dominación del territorio extremeño y sus moradores”. El diagnóstico que emanaba de Extremadura saqueada mantiene, en lo fundamental una asombrosa vigencia. Muchos de sus dardos parece que estuvieran refiriéndose a este mismo momento: “Los extremeños no se benefician en nada del menor coste y del ahorro que supone su producción de energía eléctrica. El actual sistema de tarifas unificadas (…) supone una subvención a los grandes núcleos urbanos devoradores de energía y una penalización a las “pobres provincias subdesarrolladas” 16.

A pesar de las apariencias, de los discursos complacientes del poder y de sus aduladores, los rasgos estructurales que entonces permitían caracterizar a Extremadura como una colonia interior se han reforzado. La extracción de mano de obra barata, la demografía en imparable regresión, la desertización del medio rural, la fuga del ahorro -estimulado por la canallesca y corrupta extinción de las Cajas de Ahorro extremeñas, que controlaban nada menos que el 65% de los depósitos-, son algunas muestras de ello. Recientemente, Xosé Manuel Beirás refiriendose a la realidad de Galicia concluía que esta había pasado “del atraso al expolio” y que se vive actualmente “un recrudecimiento de la patología del colonialismo interno”. El dictamen del economista y político gallego podría aplicarse a Extremadura casi sin mover una coma. Y, como en el caso de Galicia, no porque Extremadura sea una tierra pobre, sino justamente por lo contrario. Es una comunidad empobrecida y esquilmada, y como dice Beirás refiriéndose a su comunidad, “no solo por agentes exógenos, sino también por los grupos dominantes en la estructura social “indígena” 17.

Si hay un sector en el que se manifiesta de forma más palmaria la condición de Extremadura como colonia interior es el de la energía. Los recursos propios de la comunidad “están en la geografía, pero no en la economía” de la región, son explotados pero no repercuten en la comunidad ni inducen su desarrollo. El informe publicado por el Club Senior de Extremadura en 2021 alumbraba las extraordinarias dimensiones del nuevo proceso de extractivismo que sufrimos. Bastaría reparar en cuatro de los aspectos en los que repara para constatar la subalternidad económica de Extremadura:

  1. “Extremadura figura de forma destacada entre las Comunidades de mayor producción eléctrica. Es primera en energía fotovoltaica; segunda en nuclear y en termosolar; y tercera en potencia hidraúlica instalada”. Actualicemos los datos del informe: en Extremadura se produce el 9’5% de la energía de toda España. En el ámbito de las fotovoltaicas esa cantidad asciende al 27%. Asimismo, en la comunidad se encuentra el 25% del agua embalsada del país.
  2. Extremadura sólo consume el 20% de la energía que produce. Los datos de agosto de 2022 aportados por Red Eléctrica indican que de los 24.677 GWh que genera sólo consume 5.060 GWh. O dicho de otra manera: Extremadura produce un 487% de la energía que consume. La desproporción entre la energía producida y consumida no tiene parangón alguno en el Estado. La comunidad que más se aproximaría a ese saldo energético sería Aragón, con un 183’5%. En el caso de la comunidad de Madrid la relación entre producción y consumo energética no llega al 5%.

Sin embargo, Extremadura “a pesar de su desproporcionada contribución al abastecimiento eléctrico nacional, es la región de menor desarrollo industrial (6’3% del PIB frente al 14’6% de la media nacional), con menor renta per cápita y las mayores tasas de paro y emigración juvenil.”. Se cierra el paradójico y vicioso círculo de la pobreza: con la electricidad de las centrales ubicadas en Extremadura se alimenta en gran medida el tejido burocrático e industrial ubicado en los territorios a los que los extremeños se verán obligados a emigrar, en busca del trabajo que se les niega en su tierra

3- “La producción de energía eléctrica es, en el momento presente, el principal recurso industrial de la región”, representando aproximadamente la mitad de la riqueza industrial de Extremadura. Sin embargo, “solo mantiene 1.690 empleos estables, equivalentes al 5% de los empleos industriales”.

4- Y el último dato, concluyente: “ni los proveedores ni los inversores de los ingentes desarrollos empresariales de la industria eléctrica regional, ni sus domicilios fiscales y sociales, residen en la comunidad” 18.

El gran actor de la tercera colonización energética de Extremadura será, de nuevo, Iberdrola. Estará acompañado de algunos importantes actores secundarios, como Endesa y Naturgy, y de una pléyade de subcontratas que en muchas ocasiones no son sino pantallas o testaferros suyos. Iberdrola es nuestro gran cacique contemporáneo, el Jarrapellos energético de Extremadura.

La nueva fase que venimos describiendo está estrechamente relacionada con la reestructuración que Iberdrola ha llevado a cabo en las dos últimas décadas, que ha convertido a la compañía en el primer grupo energético español por capitalización bursátil y segundo del IBEX 35, una de las diez mayores empresas energéticas de capital privado del mundo. Galán, el directivo que protagonizará el giro de la compañía, será nombrado vicepresidente en 2001 y tras la retirada de Íñigo de Oriol e Ybarra en 2006 asumirá la presidencia ejecutiva. El plan estratégico de 2002 llevará ya el nuevo marchamo, “centrado en dos aspectos: la expansión internacional, ampliando la presencia en México y Brasil, y la potenciación de las energías menos contaminantes (de ciclo combinado) o renovables (hidráulica con minipresas, eólica y solar)” 19. Oriol Malló explica con detalle la transformación de la compañía, su capacidad tanto para sobrevivir al fracaso de la fusión con Endesa como para adaptarse a las nuevas condiciones que impone la financiarización y globalización de la economía. El viraje supondrá también una reorganización exitosa del núcleo de poder: “la reconversión de las élites no ha transformado a los hijos y nietos de la oligarquía vizcaína en meros gestores de restaurantes, rentas inmobiliarias y otros activos de menor cuantía para sostener una plácida decadencia. Algunos han sabido reconvertir los privilegios de los ancestros en capital semilla”. Enarbolando “la retórica del emprendurismo verde” los cachorros del neoliberalismo se transformarán en socios de los fondos de inversión extranjeros -como Qatar Investment Authority o BlackRock- y en buscadores de “nichos de mercados alternativos y subvencionables”, renovando, claro está, la “madeja de concesiones, contratas y colusiones con el Estado” que sus progenitores habían tejido pacientemente desde los años del franquismo.

El helio que ahora consigue elevar el globo aerostático del nuevo acopio de capital es el de las energías renovables. En 2019, al tiempo que Greta Thunberg se convierte en un icono de la lucha de los jóvenes contra el cambio climático, la web institucional de Iberdrola reproduce sus palabras: «En el año 2078 celebraré mi 75 cumpleaños. Si tengo hijos quizá pasen ese día conmigo y quizá me pregunten sobre vosotros, sobre por qué no hicisteis nada mientras aún había tiempo de actuar. Decís que amáis a vuestros hijos y, sin embargo, les robáis su futuro». Poco le importa a la multinacional la incongruencia que supone su discurso ecologista con el hecho de que el 18% de su producción energética provenga de las centrales nucleares. En esa misma línea y con el desparpajo que le caracteriza, Ignacio Galán, declarará en julio de 2023 que “se sentiría más tranquilo si siguen operativas las nucleares”.

Y, a pesar de todo, Iberdrola, como señala Oriol Malló, “es el capitalismo verde en su máxima expresión”. Su relato ambientalista expresa la alianza de “una clase profesional y una clase de capitalistas” para los que “no hay contradicción alguna entre salvar el mundo del calentamiento global y hacer negocio con ello”. La burguesía de las energías renovables se enriquece a manos llenas, utilizando para ello el entramado tecnocrático y las estructuras políticas opacas de la Unión Europea. Los estados, en la práctica, están delegando la soberanía energética en manos de las multinacionales, posibilitando así su apropiación de bienes públicos estratégicos. La puesta en marcha de los fondos europeos Next Generation bajo la égida absoluta del capital implica una gigantesca privatización de bienes comunes. Su articulación concreta tiene por objetivo impedir o dificultar la nacionalización energética por parte de los estados. Las enormes subvenciones con las que se está enriqueciendo a las grandes empresas que controlan los mercados globales de energía representan una auténtica traición a los intereses populares. Iberdrola hacía público en mayo de 2021 que aspiraba a captar 30.000 millones de euros, de los 140.000 que presumiblemente se asignarán a España. No se molestan ni en disimular. Lo apuntaba con ironía el economista Pedro Ramiro ante la avalancha de solicitudes de las multinacionales: “Que las grandes empresas españolas van a utilizar el discurso de las infraestructuras sostenibles y la transición energética para llevarse los fondos europeos y sostener sus cuentas de resultados con dinero público ya ni cotiza”. La evidencia del cambio climático no puede arrastrarnos a aceptar el trágala de los oligopolios, ni a desentendernos de las hipotecas sociales y políticas que conlleva.

Pero no contentos con la fortuna que están atesorando, además nos rocían con sermones sobre la bondad moral de sus negocios.“La ética es compartir una serie de valores. Para nosotros son el valor del trabajo, el valor de la honestidad, el valor de la lealtad, el valor de saber trabajar en equipo y todo haciéndolo en beneficio de unas sociedades en las cuales estamos presentes”, declaraba Ignacio Galán en una de sus soflamas publicitarias 20. Por lo que se ve la ética que pregona no está reñida con que su retribución supere los 13 millones de euros. Ni tampoco se contradice con el espionaje a dirigentes políticos, ecologistas, lideres sindicales o rivales empresariales, como ha puesto de manifiesto el caso Tándem. Y también puede compatibilizarse según parece con el desembalse de los pantanos de Cíjara o Valdecañas a fin de manipular de modo fraudulento el precio de la electricidad.

Extremadura es uno de sus feudos preferidos. En la inauguración de la planta fotovoltaica Núñez de Balboa, en marzo de 2019, Galán subrayaba el “vínculo permanente” de la empresa con Extremadura, “una unión que se ha forjado a través de muchas décadas de confianza y compromiso mutuo”. Aquí se ubican las dos plataformas solares más grandes de toda Europa: en Torrecillas de la Tiesa la que lleva por nombre Francisco Pizarro, con una potencia instalada de 590 megavatios; y en Usagre, la citada Núñez de Balboa, con una capacidad de 500. Pero además Iberdrola es la propietaria de otro gran número de instalaciones con paneles fotovoltaicos, emplazados en Ceclavín, Alcántara, Cáceres, Arroyo de la Luz, Almaraz o Cedillo.

No es la única compañía que participa en este grotesco alicatado de Extremadura. Endesa en Fregenal y Bodonal, Repsol en Valdecaballeros, Acciona en Talayuela o ACS en Torre de Miguel Sesmero son algunas de las otras empresas beneficiarias de la fiebre fotovoltaica. El “asalto de los suelos” que sufrimos está ahondando los males estructurales de nuestra tierra. Para empezar es toda una invitación a emigrar. Así lo indica, sin ir más lejos, el informe del profesor de la UEX, Julián Mora Aliseda: “De las ocho centrales fotovoltaicas mayores de España, 5 están en Extremadura: Aldeacentenera, Usagre, Talayuela, Talaván y Bienvenida. Pues bien, todos los municipios de las comarcas en que estos parques fotovoltaicos están radicados han perdido habitantes de forma paulatina y en algunos casos de forma importante” 21. El empleo en los parques solares es pan para hoy y maleta para mañana.

Pero, además, la instalación de placas solares se está permitiendo en tierras fértiles, arrancando miles de olivos, atropellando dehesas e incluso utilizando zonas de regadío. Causa bochorno y rabia ver, por ejemplo, cómo han montado sus chiringuitos fotovoltaicos en Arroyo de San Serván o Solana, en tierras de la comarca de Barros y cercanas a las vegas del Guadiana. Irene de Miguel lo señalaba con precisión en abril de 2021: “La pérdida de suelo fértil es una de las grandes amenazas que sufrimos como región. Las previsiones de pérdida de tierra fértil son muy alarmantes y el suelo es la base material sobre la que producimos nuestros alimentos. Por ello, no es sensato que estas instalaciones se sitúen en tierras fértiles, de regadío, con árboles a veces centenarios a los que sin ningún miramiento se procede a arrancar como, por ejemplo, ha pasado con los olivos centenarios de Almendralejo o Zafra” 22.Ya hay 30.000 hectáreas ocupadas por estos nuevos latifundios y anuncian que en menos de cinco años alcanzarán las 46.000 hectáreas. Es un desatino irracional y una auténtica agresión a una tierra campesina como Extremadura. Se trata además de un aluvión de proyectos que, como ha denunciado Ecologistas en Acción, adolece de planificación territorial y que, tras la maraña de sociedades limitadas y empresas recién creadas, intentan “disimular la monopolización por parte de las grandes empresas energéticas”. Las empresas promotoras están fraccionando los grandes proyectos para eludir así la tramitación de sus autorizaciones por parte de la administración estatal y poder hacerlo a través de la Junta de Extremadura, “más permisiva y sobre la que tienen mayor capacidad de influencia”. Y, para más inri, los trabajadores empleados en la instalación de los parques solares han sufrido y están sufriendo condiciones laborales precarias, la subcontratación en cadena y la aplicación arbitraria de salarios, ante la ausencia de un convenio propio.

Nuevas sanguijuelas sustituyen a los caciques de siempre. La tierra fértil de Extremadura se llena de placas solares mientras miles de jóvenes se aprestan a seguir los pasos emigrantes de sus abuelos, repitiendo como una maldición bíblica la letanía que en el siglo XVII recogiera Gonzalo Correas en su Vocabulario de refranes: Nacer en Cáceres y morir en cualquier parte.

Covachuelas y bodas de postín: los cooperadores necesarios

Si para algo sirve el dinero es para comprarles inocencia a tus descendientes (…) El dinero tiene, entre otras infinitas virtudes, una calidad detergente. Y múltiples cualidades nutricias.
En la orilla, Rafael Chirbes

El termino cipayo está vinculado a la historia del colonialismo. Los cipayos eran los soldados nativos de la India reclutados por los ejércitos de Gran Bretaña, Portugal y Francia. En América Latina, sin embargo, el término se ha aplicado a los intelectuales o políticos que defienden los privilegios de las potencias coloniales en lugar de los intereses de la población autóctona. Son los vende-patrias, las élites locales sin cuya implicación activa sería imposible -o muy difícil-que se produjera el expolio colonial.

En Extremadura también tenemos nuestra experimentada y poderosa ración de cipayos al servicio de la colonización energética. Las eléctricas, con Iberdrola al frente, los han mimado y los miman, sabedores de que su colaboración es fundamental para que el negocio marche. “La compañía inició el camino de las renovables hace 100 años conviviendo con el entorno, facilitando la implantación de las renovables y promoviendo el cuidado de la biodiversidad”, declaraba Ignacio Galán el 31 de mayo en Mérida, en una muestra más del revisionismo que pretende blanquear el siniestro pasado de la multinacional y mostrarla como indómita pionera en el emprendimiento ecologista. Tres días después de las elecciones autonómicas, al abrigo de la entrega de los premios Iberdrola Convive, Galán reuniría en el acto al presidente de la Junta de Extremadura saliente, Guillermo Fernández Vara y a la presidenta entrante, María Guardiola. “Los gobernantes pasan, pero las eléctricas permanecen”, afirmará en un lapsus de sinceridad. Galán conoce el paño, lleva manejando y comprando políticos hace mucho tiempo, es un maestro en el diseño y asignación de las puertas giratorias, un sagaz ejecutivo tan ducho en el halago como en los golpes bajos del mundo financiero. Aprendió hace décadas que el dinero nunca debe poner todos los huevos en la misma cesta y sabe que en esta nueva fase de acumulación necesita ganarse especialmente a los políticos de los territorios donde radica una de las bazas más valiosas de la compañía: los latifundios de placas solares. Extremadura es, además, una comunidad donde la empresa dispone de otro gran número de instalaciones e intereses. Y también la tierra donde se encuentra una de sus últimas adquisiciones personales, La Covacha de Castellanos, una finca de 2000 hectáreas de caza y cría de cerdos, ubicada en el término municipal de Alburquerque, en la Sierra de San Pedro, que ha comprado a los herederos de la familia Oriol.

En el franquismo bastaba con el miedo, no era necesario derrochar muchos esfuerzos en la persuasión. Y si no alcanzaba con el miedo, para eso estaban los gobernadores, los alcaldes y la Guardia Civil. Después, durante mucho tiempo bastó con regar algunas pequeñas prebendas para allanar los caminos y dificultades: colocar a los alcaldes del entorno de la Central Nuclear de Almaraz, invertir en obras de patrimonio cultural como la rehabilitación del Convento de San Benito en Alcántara, concertar algún convenio de formación con la Universidad de Extremadura o subvencionar algún comedores de Cáritas. Todo ello, va de suyo, con el debido redoble de tambores publicitario.

Pero, a medida que se asentaban las instituciones autonómicas y que la política neoliberal uncía a su carro a los dos grandes partidos del régimen del 78, Iberdrola pasaba del campo de la propaganda filantrópica al de las sinergias económicas. En 1992 acabará de tomar forma la Corporación Empresarial de Extremadura, una sociedad de inversión orientada al desarrollo regional que se constituirá por el impulso conjunto de la patronal y la Junta de Extremadura y que contará con el auspicio de la Casa Real. Desde su constitución Iberdrola será el principal accionista y desde entonces hasta su jubilación en 2007, el presidente de la nueva entidad será precisamente Íñigo de Oriol. La Corporación Empresarial funcionará como una plataforma cuyo objetivo fundamental es, en sus propias palabras, “el apoyo a iniciativas empresariales para impulsar su crecimiento y expansión”. Entre los accionistas se encuentran los principales bancos y cajas de ahorro, así como algunas de las grandes compañías del país (Telefónica, Endesa o El Corte Inglés) y un escogido racimo de las empresas extremeñas más grandes que han crecido al amparo de la administración autonómica, con el presidente “eterno” de la patronal extremeña, Antonio Masa, a la cabeza. Entre quienes recibirán el espaldarazo de la Corporación figuran algunas de las empresas más grandes que ya existían o que descollarán en las últimas décadas: Navidul, el Grupo Casa Verde, Huevos Cantos Blancos, las Bodegas López Morenas, Deutz Diter, Electrotenia, Hotel Acosta, Tany Nature…

Además de participar de modo preferente y dirigente en la Corporación Empresarial de Extremadura, la compañía eléctrica se implicará en uno de los proyectos más controvertidos de la Junta de Extremadura, la Refinería Balboa, promovida por Alfonso Gallardo, uno de los empresarios más afines al gobierno regional. Iberdrola se comprometerá a participar con un 10% en el capital de la empresa. En 2005 Ignacio Galán, que por esas fechas es ya de hecho quien marca el rumbo estratégico de la compañía, declara lo siguiente: “Como proyecto estrella de Extremadura, la vocación de Iberdrola es apoyar y apostar por el desarrollo de la región. Ese ha sido el motivo de participar en él (Refinería Balboa). Espero que como proyecto que viene a crear empleo y riqueza salga adelante y cuente con nuestro apoyo porque creemos que es válido para Extremadura”.

La ósmosis, la fecundación mutua de la Junta de Extremadura e Iberdrola avanza. En los noventa los gobiernos de Felipe González han abrazado definitivamente el pragmatismo neoliberal, con medidas que van desde la legalización de las ETT a la privatización de las empresas públicas. En Extremadura, más allá del histrionismo de su principal dirigente, se sigue la misma senda. Rodríguez Ibarra declarará años más tarde a la periodista María Antonia Iglesias: “En 1999 recuperamos la mayoría absoluta. Estoy seguro de que se debió al voto del empresariado extremeño. Se trata de una derecha nueva, formada recientemente, una burguesía empresarial que, creo, ahora votó al PSOE, pero no es un voto fijo: si le va bien, nos vota, y si no, no” 23. Y años después Manuel Amigo, su servidor más leal, explicará así esa nueva orientación, refiriéndose en este caso a la Corporación Empresarial de Extremadura, en términos que tienen el eco inconfundible de la doctrina Solchaga: “Con la Corporación se ha demostrado que aquí no nos comemos a los empresarios” (…) “Se ha hecho esa labor de cohesión entre el mundo empresarial y Extremadura. Se ha conseguido que se vea que en Extremadura se pueden hacer negocios, no porque alguien se quiera acordar y ayudar a una zona deprimida, sino porque se puede ganar dinero” 24.

Manuel Amigo será precisamente la rótula, la gran pieza que articule los intereses de la Junta de Extremadura y de Iberdrola. Y los suyos propios, por supuesto. Amigo es un político de aparato, un hombre gris pero eficaz, que participa en el PSOE desde 1979. “Llegué a la Junta dos horas después de Ibarra”, le gusta decir. Ha ido escalando peldaño a peldaño, desde los puestos administrativos hasta la dirección de las consejerías de la Junta. En 1987 será nombrado director general de la Consejería de Presidencia, que regenta Ángel Álvarez como consejero. A partir del 89 y hasta 1993 será él mismo el consejero de Presidencia y desde entonces hasta 2007 estará al frente de la Consejería de Economía. Durante más de veinte años será la mano derecha de Ibarra, el factótum del aparato en el gobierno regional, el hombre que se encargue de una parte importante del trabajo sucio, del que se beneficiarán su jefe y muchos de sus conmilitones. El caso de la filtración de exámenes para acceder como personal eventual a la administración autonómica en 1992, la subvención fraudulenta por trasvase de plantillas a Siderúrgica Balboa en 1995, el atropello a la dirección de la Caja Rural en 2002… Amigo será la persona que dé la cara en estos y otros muchos casos, el guardián de los secretos de la funcionarización o del enriquecimiento de otros tantos que luego pretenderán apartarle, tildándole de torpe y hosco. Y razón no les falta. “Con amigos como yo no necesita nadie enemigos”, le gusta decir, presumiendo precisamente de su trato hostil hacia cualquiera que se atreva a cuestionar en lo más mínimo la red de poder que se ha instalado sólidamente en Extremadura.

En 2004 pasará por el trance político más delicado, estará a un tris de ser apeado del olimpo. Es el caso de las Vallas del Paleto. Amigo ha apalabrado con una empresa cercana, Crea Guimaraes, una campaña de publicidad por valor de 220.000 euros. Lo llamativo del caso no serán sólo las faltas de ortografía, sino el hecho de que las vallas han sido instaladas antes mismo de que la campaña saliera a concurso, adjudicada por el singular procedimiento telefónico de “tira palante con las vallas”, según reconoció el dueño de la empresa publicitaria. Para colmo, la sede de la empresa era un local que esta había alquilado al propio consejero de Economía. El asunto era tan bochornoso y berlanguiano que Manuel Amigo se vio obligado a dimitir, “irrevocablemente”. Pero la renuncia apenas duró unas horas. Para el sumo poder, ya se sabe, no hay nada irrevocable y Rodríguez Ibarra sentenció jactancioso: “Él todavía cree que se va, pero no sabe que no”. No, no dimitiría en toda la legislatura, y eso a pesar de que también por entonces se conocería que otro de los inquilinos de Amigo era Caja Extremadura, una entidad sobre la que él, como consejero de Economía, tenía encomendada legalmente la función de “ejercer el protectorado”.

Pero Manuel Amigo sabe demasiado y nadie en el PSOE osará cuestionar su continuación como consejero hasta 2007 y su promoción en esa fecha a la presidencia de la Corporación Empresarial de Extremadura. Amigo pertenecía al órgano máximo de la entidad desde 1993 y había sido desde entonces su vicepresidente. Desde ahí también ha tejido una estrecha relación con Íñigo de Oriol y con Ignacio Galán. A partir de 2008 se intercambiarán las responsabilidades en la entidad. “Hasta el 2 de enero, el presidente de la Corporación era Íñigo Oriol, y el vicepresidente un extremeño, que era yo. Ahora el presidente es un extremeño, y el vicepresidente es el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán. Es un cambio de generosidad importante, porque entre otras cosas es el mayor accionista. No sólo pone recursos, sino que pone tiempo”, declara Amigo. Dos años más tarde el veterano político extremeño pasará a formar parte del Consejo de Administración de Iberdrola Renovables, “un cargo que le sitúa en el circuito del poder empresarial en España y en un sector emergente, la energía renovable”, como apuntará la periodista Manuela Martín. Desde entonces y hasta noviembre de 2012 compatibilizará la presidencia en la Corporación Empresarial, cargo al que ha accedido a propuesta y en representación de la Junta de Extremadura (y por el que percibe 150.000 euros al año) con la pertenencia al Consejo de Administración de Iberdrola. En 2013 se incorporará al Consejo de Administración de otra de las filiales de la eléctrica, Iberdrola Renovables y Energia SA.

Con ser importante, el vínculo de Iberdrola con el poder político extremeño no se reducirá a Manuel Amigo. La relación con Rodríguez Ibarra será también de afinidad y buena prueba de ello es la participación de Ignacio Galán en el patronato inicial de la Fundación Centro de Estudios Presidente Rodríguez Ibarra (FUNDCERI). Pero, con quien establecerá un lazo estrechísimo el presidente de la eléctrica será con el sucesor de Ibarra al frente de la Junta, con Guillermo Fernandez Vara. Un maridaje rayano en la corrupción, que todavía no ha recibido la sanción moral que merece por parte de la sociedad extremeña.

El nepotismo es una forma de corrupción

Cuando las ideas no te dejan ver la realidad no son ideas, son mentiras.

Crematorio, Rafael Chirbes

La relación entre Fernández Vara e Ignacio Sánchez Galán es muy especial, porque en ella se concentran tres tipos de vínculos de naturaleza muy distinta, el político, el amistoso y el familiar. La combinación de esos tres lazos siempre es muy delicada y, en demasiadas ocasiones, la relación tiende a deslizarse al resbaladizo terreno del tráfico de influencias. En este asunto, Vara es al mismo tiempo, político, amigo y padre. Y de sobra sabemos que las distintas facetas de un ser humano no son disociables como las piezas de un lego.

El 10 de julio de 2010 contrajo matrimonio la hija del presidente de Iberdrola, Inmaculada Sánchez. A la boda asistiría como invitado Fernández Vara, que ostentaba en ese momento el cargo de presidente de la Junta de Extremadura. También lo hicieron otros políticos del PSOE y del PP, algunos vinculados corporativamente a la entidad como Ángel Acebes o Manuel Marín y otros no, como Bono o Francisco Camps. La asistencia a esta boda, de entrada, no presupondría nada necesariamente lesivo para los intereses de Extremadura, pero la experiencia nos invita, cuanto menos, a ser cautos. Las monterías de caza, el palco de los grandes estadios de fútbol o las bodas de políticos y empresarios son algunos de esos espacios informales donde se tejen o renuevan las afinidades, tanteos, tratos y corruptelas que acaban fructificando en los despachos. Bastaría recordar la boda de la hija de Aznar y Ana Botella para extremar las precauciones en el juicio. Preguntado en noviembre de 2021 por el periodista de La Marea, Dani Domínguez, sobre la asistencia a la boda, Fernández Vara respondía concluyente: “Tengo una relación con él porque es un empresario con intereses en Extremadura y yo soy el presidente de la comunidad. Pero no tengo amistad íntima con él” 25. Íntima no, pero desde luego, no parece que haya entre ellos demasiadas desavenencias. Sobre todo, si tenemos en cuenta que Fernández Vara, será de nuevo invitado a la boda de otro de los hijos de Galán en julio de 2014, cuando no desempeña la responsabilidad de presidente de la Junta, porque que él y su partido estarán durante esa legislatura en la oposición.

Será en ese mismo año, 2014, según el propio testimonio de Vara, cuando su hijo, Guillermo Fernández, comience a trabajar en Iberdrola, donde actualmente desempeña tareas como “responsable de medios sociales” y gestiona la presencia de la empresa en plataformas emergentes como TikTok. “Mi hijo entró de becario, por un convenio que tenía su universidad con Iberdrola y ya después se quedó”. En la entrevista citada de Dani Domínguez, Vara dirá que no tuvo “nada que ver” en la contratación del hijo y sostendrá que no tiene porqué inhibirse en ninguna votación que tenga relación con la multinacional: “Si yo tuviera intereses directos, o fuese accionista, tendría que hacerlo. Pero no por esto”. La universidad a la que se refiere el político extremeño pero que no menciona es la Universidad CEU San Pablo, una universidad privada dependiente de la Asociación Católica de Propagandistas. Vara es de esos socialistas tan especiales que quieren tanto la educación pública que la desean solo para los hijos de los demás. Pero volvamos al hilo de los hechos. Se equivoca o se autoengaña Vara al decir que él no tiene intereses directos. No, claro que no, podríamos decir que en cierto modo su interés es en cierta medida mayor aún, ya que es un interés filial.

En fin, por lo que se ve el hijo del expresidente extremeño es un muchacho tan talentoso que la multinacional eléctrica ha decidido contratarlo sin que en ello influya para nada la responsabilidad política del padre. El argumento es peregrino de por sí, pero se vuelve cómico cuando uno se entera de que en los últimos años Iberdrola también ha contratado, entre otros perspicaces retoños, a las hijas de otros políticos como José Bono, expresidente de Castilla La Mancha, y de Rodolfo Ares, exconsejero de Interior en el País Vasco. ¡Cuánto talento condensa nuestra clase dominante, cuánta sabiduría! El filósofo Michael Sandel ha definido esta soberbia de los ganadores como la tiranía del mérito: “En una sociedad desigual quienes aterrizan en la cima quieren creer que su éxito tiene una justificación moral. En una sociedad meritocrática los ganadores deben creer que se han ganado el éxito gracias a su talento y esfuerzo. Pero, ¿qué hay de los padres y profesores que les ayudaron a llegar allí?” 26. El mérito, la coortada preferida por los ganadores en este tiempo de capitalismo salvaje, la contraseña de los poderosos, de la clase privilegiada a la que ha pertenecido Fernández Vara desde la cuna.

Pero vayamos al vínculo que más importa en este caso, a la gestión y al terreno de la política. La nueva edad dorada de Iberdrola en Extremadura está íntimamente relacionada con el papel permisivo -cuando no cómplice- que viene desempeñando la Junta de Extremadura, con su presidente a la cabeza. Sin ánimo exhaustivo señalaremos algunas de las actuaciones que muestran el trato de favor que la multinacional viene recibiendo, en detrimento de la ciudadanía:

  • Solo la constante movilización vecinal ha impedido que siguiera adelante el demencial macroproyecto eólico en las Villuercas. Iberdrola, con la complicidad de la Junta, pretendía instalar 36 aerogeneradores entre Garciaz, Madroñera y Conquista de la Sierra. Gracias a la movilización popular, en enero de 2022 la eléctrica anunció el abandono de la pretensión.
  • En abril de 2023 el Tribunal Supremo, a instancias de Adenex, ha rechazado el recurso presentado en comandita por la Junta, el Ayuntamiento de Cáceres e Iberdrola, anulando la modificación del Plan General Municipal de Cáceres que permitía grandes plantas solares fotovoltaicas en el Suelo No Urbanizable de Especial Protección Llanos de Cáceres.
  • “Hemos cambiado las leyes para ser la región donde antes se resuelven los permisos a las empresas para poder instalarse”, declaraba Vara hace unos meses. El marco legal del que presume Vara ha supuesto, como ha denunciado Ecologistas en Acción, un coladero de proyectos en fraude de ley. Ha facilitado la fragmentación fraudulenta y ha dificultado las alegaciones ciudadanas: “Es incomprensible que la administración autonómica parezca no advertir estas maniobras cuando los proyectos que se les presenta afectan al mismo término municipal o son colindantes, situados físicamente muy cercanos entre sí, incluso en parcelas pegadas unas a otras. Pero aún se hace más evidente al comprobar que las plantas fotovoltaicas, supuestamente independientes unas de otras, comparten una misma línea de evacuación que finaliza en una subestación en común, ambas proyectadas para el servicio único de estas instalaciones” 27.
  • El caso de la planta Núñez de Balboa es todavía más escandaloso. Iberdrola, como señala Rafa González, montó con corrupción y amenazas la mayor planta fotovoltaica de Europa, ubicada en el término municipal de Usagre. Y, sobre todo, lo hizo con la complicidad del poder político que de modo servil se sometió a los intereses de la eléctrica, que se prestó a tramitar la expropiación de una finca, a pesar de que su propietario tenia con Iberdrola un contrato de arrendamiento. En mayo de 2022 el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura ha dictado una sentencia que obliga a la compañía a devolver el suelo a ese vecino de Usagre y declara nula la resolución de la Dirección General de Política Energética y Minas que permitía la expropiación. Además, a principios de 2023, la Fiscalia ha pedido 12 años de inhabilitación para el exalcalde y la ex primera teniente de alcalde de Usagre, por prevaricación. Por si esto fuera poco, el litigio se ha adentrado en un sendero inquietante, que evoca las prácticas de la mafia: unos meses después de la sentencia, a finales de octubre, ardía una nave del dueño que ha ganado el pleito a Iberdrola.

Se da la circunstancia de que la planta de Usagre fue inaugurada por Fernández Vara e Ignacio Galán en marzo de 2019. Y precisamente uno de los trabajos propagandísticos de Guillermo Fenández, el hijo del presidente de la Junta, fue la realización de un vídeo promocional de esta planta. El video que canta las excelencias del proyecto Núñez de Balboa fue difundido por Iberdrola el 11 de diciembre de 2019. Ojo, al dato, veinte días después de que se conociera que el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Llerena había abierto una investigación por presuntos delitos de prevaricación urbanística, tráfico de influencias, estafa y corrupción en los negocios en esa planta fotovoltaica. Blanco y en botella.

Hemos dejado para el final el asunto más escabroso de todos, el de los desembalses que Iberdrola realizó en Valdecañas en el verano de 2021, que generó una enorme indignación y alarma social. Iberdrola, en flagrante delito, dejó la cota del pantano en su mínimo histórico, provocando el desabastecimiento para el consumo humano, la agricultura y la ganadería.

La actuación de Iberdrola obedecía a una razón especulativa evidente: producir energía hidroeléctrica barata y venderla cara. A la compañía le costaba producirla 3 euros/kilovatio y la vendía a 140 euros, y lo hacía precisamente en el momento en el que las tarifas estaban más altas para los consumidores. Pero este robo a toda la ciudadanía española se convertiría para los extremeños en una auténtica humillación. Los alcaldes de Almaraz (1.726 habitantes), Belvís de Monroy (733) o Saucedilla (852), pertenecientes a distintos partidos, denunciaron el desabastecimiento de la población. En todos los casos, además, el parón en el suministro llegaba sin previo aviso siquiera por parte de la compañía. No era la primera vez que lo hacía, ni mucho menos. En el año 2020 ya dejaron sin agua a los agricultores y ganaderos de Peraleda de la Mata. Pero en esta ocasión sería aún más brutal. Iberdrola “turbinó hasta las ranas”, como dijo uno de los vecinos. Y un año después, como ha señalado el alcalde de Belvís de Monroy, Marco Pascasio, “la realidad es que el pantano de Valdecañas sufre un gran deterioro ambiental; al final hemos perdido un entorno único a cambio de un charco putrefacto y maloliente”.

Y, ante el atropello, ¿cuál fue y ha sido la respuesta de la Junta? Ninguna, sólo decir que no tiene competencias. Pasó más de un mes entre la denuncia de los pueblos y la primera reunión de la consejera para la Transición Ecólogica, Olga García, con el secretario general de Medio Ambiente. Iberdrola se saltó a la torera la Ley de Aguas, que establece en su artículo 60 la preferencia de uso en favor del abastecimiento a la población y a los usos agrarios. Y hizo lo mismo con la Ley de Pesca y Acuicultura de Extremadura, que dispone en su artículo 33.1, que “cuando, por razones justificadas sea necesario (…) disminuir el contenido de embalses, con riesgo grave de mortandad para la fauna acuática, el Organismo de Cuenca o los titulares concesionarios correspondientes deberán comunicar al órgano competente en materia de pesca las fechas de las operaciones al menos con diez días de antelación”. Pero, sin embargo, la compañía ni lo comunicó ni ha tenido ninguna sanción por parte de la Junta. Y, para acabar de completar el cuadro del conchabeo, el partido de Fernández Vara se negó a constituir una comisión de investigación en la Asamblea de Extremadura, no permitió siquiera una comisión de estudio y llegó incluso a impedir la comparecencia en el parlamento regional de los alcaldes afectados.

La connivencia y sumisión reiterada de la Junta y muy especialmente de quien fuera su presidente, Guillermo Fernández Vara, ausente frente a tanto atropello, constituyen una deslealtad hacia el pueblo de Extremadura. El nepotismo y las puertas giratorias son formas de corrupción, de entreguismo en este caso a la empresa más poderosa de cuantas actúan en Extremadura. El nepotismo y el clientelismo en general se han convertido en formas demasiado habituales en el ejercicio del poder en nuestra tierra. Han acabado por presentarse con el ropaje de lo natural e irremediable. Por eso es quizás una de las expresiones más graves de corrupción ideológica y moral.

En los últimos años en Extremadura se está viviendo una aceleración de la dinámica extractivista. La amenaza de proyectos de minas a cielo abierto, el alicatado con placas solares de más de 30.000 hectáreas, los megaproyectos de ocio que se anuncian y la prolongación casi cantada del funcionamiento de la central nuclear de Almaraz son algunas muestras de esa fiebre irracional y esquilmadora, de esa vuelta de tuerca en el colonialismo interior. Una dependencia que ha acarreado históricamente paro, pobreza, emigración y caciquismo. Hay que parar la colonización energética en marcha y eso sólo puede hacerse desde la participación activa del pueblo extremeño, organizándose, trazando una amplia alianza social, uniendo luchas locales y globales y construyendo entre todos un horizonte alternativo común. La energía es un bien público, que no debería estar nunca en manos de unos pocos. Acabar con la colonización, socializar la energía, organizar la Extremadura de la dignidad. Esa es la tarea. Hagamos nuestro el bello poema de Luis López Álvarez, convertido hoy en himno popular para muchos castellano-leoneses:

Común es el sol y el viento,
común ha de ser la tierra.
que vuelva común al pueblo
lo que del pueblo saliera.

Notas:

1. Mª Ángeles Fernandez y Jairo Marcos : Memorias ahogadas. Los impactos secretos de los pantanos: https://ctxt.es/es/20200801/Politica/33132/Maria-Angeles-Fernandez-J-Marcos-pantanos-embalses-janovas.htm

2. Costa, Joaquín (1993): Oligarquía y caciquismo. Alianza Editorial

3. Fernández de la Mora, Gonzalo (1976): El estado de obras. Editorial Doncel

4. Domínguez, Dani (2022): IBEX 35. Tres décadas marcando la agenda política de España y de tu bolsillo. La Marea Ediciones

5. Maestre, Antonio (2019): Franquismo S.A. Editorial Akal

6. Tamames, Ramón (1977): La oligarquía financiera en España. Planeta

7. Malló, Oriol (2022): El informe Iberdrola. Por qué el capitalismo verde no salvará el mundo. Editorial Txalaparta

8. Moreno de Acevedo, Alfonso (1977): Lo que el pueblo debe saber. Diario Hoy, 13-02-1977

9. Álvarez Solís, Antonio (1976): Qué es el búnker. La Gaya Ciencia.

10. Chirbes, Rafael (2000): La caída de Madrid. Anagrama. En el texto se incluyen tambien citas de otras novelas del autor: Crematorio, En la orilla y Los disparos del cazador

11. Malló, Oriol: obra citada.

12. Martín Seco, Juan Francisco (1997): La pinza. Dos partidos y una sola politica economica verdadera. El Viejo Topo

13. Juste, Rubén (2017): IBEX 35. Una historia herética del poder en España. Capitán Swing

14. Villena, Andrés (2019): Las redes de poder en España. Élites e intereses contra la democracia. Roca Editorial

15. Cuneo, Martín (2021): Las eléctricas, el retiro dorado de la política. El Salto https://www.elsaltodiario.com/multinacionales/puertas-giratorias-ministros-secretarios-estado-energia-enagas-red-electrica-iberdrola-endesa-abengoa-retiro-dorado-de-la-politica

16. Naredo, José Manuel (1978). Extremadura saqueada, Recursos naturales y autonomía regional. Editorial Ruedo Ibérico. También el artículo de Naredo en (2018): Dominación y (neo) extractivismo. 40 años de extremadura saqueada. Campo Adentro.

17. Beirás, Xosé Manuel (2022): La teoría del atraso económico de Galicia en retrospectiva. En Marxismo, nación y territorio. Los libros de la catarata

18. Club Senior (2021): Cómo evitar la tercera colonización energética de la región. Club Senior

19. Malló, Oriol: obra citada 20. Locuciones Iberdrola (2012): Iberdrola en tiempo de vals. https://www.iberdrola.com/documents/20125/41260/locucion_tiempo_vals.pdf/

21. Club Senior: obra citada 22. Irene de Miguel (2021): Las placas solares no se pueden comer. Periódico Extremadura, abril 2021. https://www.elperiodicoextremadura.com/opinion/2021/04/29/placas-solares-comer-49844265.html

23. Iglesias, Mª Antonia (2005): La memoria recuperada. Lo que nunca han contado Felipe González y los dirigentes socialistas. Editorial Debolsillo

24. Martín, Manuela (2008): Entrevista a Manuel Amigo. Diario Hoy, 17 de febrero de 2008. También, Manuela Martín: Del poder político al económico. Diario Hoy, 28 marzo 2010

25. Domínguez, Dani (2021): La relación entre el presidente extremeño Fernández Vara e Iberdrola. La Marea, 8 noviembre 2021 https://www.lamarea.com/2021/11/08/la-relacion-entre-el-presidente-extremeno-fernandez-vara-e-iberdrola/

26. Sandel, Michael (2020): La tiranía del mérito.

27. Ecologistas en Acción (2020): Denuncian la creciente burbuja fotovoltaica.

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