Recomiendo:
0

El chiste del ministro, el empresario, el embajador y el periodista

Fuentes: Rebelión

Están el ministro de minas de Guinea Ecuatorial, el director de Marathon Oil y el embajador de Estados Unidos en un bar de Malabo contando chistes y anécdotas, partiéndose de risa, cada uno con una botella de cerveza «33» y rodeados por una nube de humo de banga. Va el ministro y le dice al […]

Están el ministro de minas de Guinea Ecuatorial, el director de Marathon Oil y el embajador de Estados Unidos en un bar de Malabo contando chistes y anécdotas, partiéndose de risa, cada uno con una botella de cerveza «33» y rodeados por una nube de humo de banga. Va el ministro y le dice al de la petrolera: «¿a qué no te atreves a organizar un seminario sobre transparencia y legalidad de los contratos petrolíferos entre las multinacionales y los gobiernos africanos?» Va el de la petrolera y dice: «venga, hombre, eso no le interesa a nadie, ¿a que no tienes riñones para preparar uno sobre la lucha del gobierno contra la pobreza?» Entonces protesta el embajador: «no tenéis ni idea, hay que hacer uno sobre resolución de conflictos y la misión democratizadora de Estados Unidos en el mundo subdesarrollado».

De repente se abre la puerta del bar, entra un periodista español aparentemente sobrio, inspira el denso humo que flota en el local, saluda y se suma a la tertulia: «¿qué te apuestas a que lo del seminario sale mañana publicado?» Todos se tronchan y para celebrar la ocurrencia le invitan a una 33.

El 27 de febrero de 2007, la página http://actualidad.terra.es presenta un despacho de la agencia EFE con este título: «Abren seminario para hablar sobre la pobreza y resolución de conflictos.» A continuación amplía esta información: «El Gobierno de Guinea Ecuatorial y las empresas petroleras afincadas en el país han organizado en Malabo un seminario para hablar de las medidas para luchar contra la pobreza, la resolución de conflictos y la transferencia de la tecnología, informó hoy la radio estatal.»

El mismo día de la reunión, en la playa fluvial de Acurenam (pueblo de la parte continental del país), los niños se bañan como hacen habitualmente. El viceministro de agricultura, que acompaña al presidente Teodoro Obiang en una gira preelectoral por la zona, aprovecha un descanso para nadar un rato mientras ordena a algunos menores que le laven el coche. Cuando termina de solazarse echa en falta un reloj y una prenda de vestir. Los niños no echan nada en falta porque no tienen reloj y se bañan con lo puesto a falta de otra cosa.

El viceministro, comprensiblemente, usa en sus asuntos privados la misma política que el gobierno emplea en los públicos y amenaza con romper las piernas a los sospechosos, que son todos los bañistas, e intenta llevárselos a la comisaría en paños menores. En el transcurso de los hechos algunos niños son torturados, según afirma la Comisión Ejecutiva Nacional de Convergencia Para la Democracia Social (CPDS) en su comunicado de 26 de febrero (http://www.asodegue.org/febrero27071.htm).

Son 16 los detenidos, el mayor de diecisiete años, casi todos los demás de quince y dos de ocho y cinco. Si añadimos a estos niños un número aproximado a los que no se les pudo echar el guante, tenemos a unos 30 para repartirse un reloj y un calzoncillo. Eso en el caso de que se los hubieran apropiado.

Si se descarta el slip por razones obvias, aún quedan al menos unos buenos 60 dólares por la venta del reloj en el mercado negro a repartir entre 30 niños. El resultado, o sea, dos dólares por cabeza, es la misma cifra referida a los ingresos por persona y día, a la que llegan los sesudos informes sobre el desarrollo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), cuando hablan de la inmensa mayoría de africanos que no tienen la suerte de ser viceministros de su gobierno.

No obstante, con esta cantidad los chavales tienen de sobra para recorrer a pie las calles cubiertas de barro, suciedad y aguas residuales que transcurren a cielo abierto, saltar entre los montones de basura acumulada por doquier y jugar a contar las escasas señales de tráfico y lugares de esparcimiento, algo aún más fácil en el caso de bibliotecas públicas, porque no las hay, como tampoco centros cívicos, librerías, etc.

Incluso si se pasan por alto intervenciones similares de ministros y otras autoridades, las condiciones generales de Guinea Ecuatorial afectan negativamente al sector más vulnerable de su población, la infancia, que es sustancial: el 44.2 por ciento es menor de 15 años. Según los datos del PNUD (Informe sobre el Desarrollo Humano), un 56 por ciento de la población no tiene acceso a una fuente de agua saludable, mientras que un 47 por ciento de la misma vive sin servicios higiénicos apropiados. Además, el 19 por ciento de los niños menores de cinco años no alcanza el peso que les corresponde (1995-2003) y apenas un 65 por ciento de los partos es atendido por personal cualificado (1995-2003). El país tiene 25 médicos por cada 100.000 habitantes (1990-2004) para tratar esos problemas de salud y otros como la malaria endémica, diversas enfermedades tropicales y el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

Volviendo a los niños, pasar el día en compañía de un señor tan importante no les sale caro, especialmente si se piensa que el paseo a la comisaría, las amenazas, los golpes y las torturas corren por cuenta del gobierno de Obiang, tradicionalmente generoso en este aspecto como sabe muy bien el embajador de Estados Unidos:

El 8 de marzo de 2006 el Departamento de Estado de este país afirma en su informe sobre derechos humanos en Guinea Ecuatorial que «las fuerzas de seguridad sistemáticamente violan la ley y arrestan y detienen a personas de forma arbitraria e impune. A menudo detienen a personas ‘por orden de sus superiores» sin ninguna formalidad» (http://www.state.gov/g/drl/rls/hrrpt/2005/61567.htm)

Con otras palabras, el informe prevé con bastante exactitud los sucesos de la playa justo un año antes de que ocurran. Esto, que puede parecer un derroche de presciencia por parte de los yanquis, lo hace cualquiera que haya visto o, peor aún, sufrido la «resolución de conflictos» que aplica el gobierno de Obiang, que cuenta con el apoyo de los países cuyas embajadas están acreditadas en el país. En este mismo informe se relata otro hecho ocurrido en el año 2005:

«Los policías atacaron violentamente a los jóvenes y a sus acompañantes, golpeándoles con las culatas de sus armas, lo que les produjo importantes heridas. Luego quitaron a algunas jóvenes sus ropas ante el público. Detuvieron al menos a diez del grupo, que fueron puestos en libertad una semana más tarde.»

Por las declaraciones de algunos miembros del gobierno español, parece que Guinea Ecuatorial se mueve desde hace algunos años, en particular los de la explotación de la riqueza petrolífera, quizás de forma algo lenta pero indudablemente segura, hacia cotas más altas de desarrollo social y democrático. Sin duda esto es así gracias a las reuniones de sus ministros con los representantes de diversos organismos de la ONU, de empresas multinacionales y de gobiernos que cooperan en el desarrollo del país. También gracias a los viajes que realiza Obiang a Estados Unidos, Francia y España, donde encuentra la puerta abierta, y a la celebración de vez en cuando de elecciones más o menos «a la africana».

También, sobre todo, gracias a que siempre, siempre, hay algún periodista a mano que informa al resto del mundo de seminarios, mejoras democráticas, avances sociales y otras muchas bienaventuranzas que llueven sin parar sobre los ecuato-guineanos.

Lástima que los niños sean tan desagradecidos y se dediquen a robar a indefensos viceministros, a ver si rompiéndoles las piernas entran en vereda y empiezan a pensar como los políticos de esos países.