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El conflicto de la narcosala en Barcelona

Fuentes: Rebelión

Son ya 32 semanas que los vecinos del Vall d´Hebron mantienen su protesta, cada miércoles un millar de manifestantes se concentran en la entrada del barracón de la narcosala [1] que el Ayuntamiento montó a toda prisa sin informar ni a asociaciones de vecinos ni sindicatos corporativos. El argumento del gobierno tripartito de izquierdas (PSC, […]

Son ya 32 semanas que los vecinos del Vall d´Hebron mantienen su protesta, cada miércoles un millar de manifestantes se concentran en la entrada del barracón de la narcosala [1] que el Ayuntamiento montó a toda prisa sin informar ni a asociaciones de vecinos ni sindicatos corporativos. El argumento del gobierno tripartito de izquierdas (PSC, ERC y IC-EUiA) para tomar esta repentina decisión es la necesidad de «centralizar» la ayuda a los toxicómanos, desplazándolos de los puntos calientes de la ciudad donde se encuentran habitualmente (Raval, Nou Barris, etc) a este nuevo punto, donde no existe el problema de la droga en sus calles, pero se justifica al estar ubicado en un lateral del Hospital General.

Los vecinos, ante la amenaza de este macrocentro, deciden organizarse como plataforma «contra la narcosala por Decreto» [2], en ella participan AAVV (Parc de Vall d´Hebron, Montbau, Teixonera y Sant Genis), gremios comerciales, colegios y AMPAs, desde ella exigen dialogo y consenso por parte de la administración para abordar el grave problema de salubridad y seguridad que supondría su puesta en marcha, pero no hay ningún acuerdo entre ambas partes. La presencia constante de un grupo de vecinos en la instalación informando y recogiendo firmas disuadió a sus usuarios y durante el primer mes solo 20 personas fueron atendidas.

El Ayuntamiento amplia su amenaza al informar que instalará cercano a la narcosala un albergue para drogodependientes y una prisión para menores. La reacción popular se vuelve mas violenta, provocando cortes de tráfico en la Ronda de Dalt y las vías principales, la tensión aumenta y se recurre al uso de los cuerpos represivos, que se mantiene hasta el día de hoy.

La ultima cortina de humo lanzada por la administración, para calmar los ánimos, ha sido la promesa de trasladar el centro de venopunción a el interior del hospital, noticia acogida con jubilo por un sector de la plataforma.

Los matices políticos tampoco faltan en este conflicto, es una ONG la que realiza la prestación de servicios y gestión, se trata de un centro privado. Carlos, portavoz de la plataforma, durante un programa en la televisión local (BTV) declaro: «…, pedimos que se abran estos recursos dentro de la sanidad pública y en todos los barrios de Barcelona». La solidaridad parece ser el arma definitiva contra los planes neoliberales de privatizaciones y precariedad.

En los últimos años nuestra ciudad ha sido escenario de una explosión de plataformas, de una nueva forma de movilizaciones que surge al margen de las asociaciones de vecinos convencionales que habituadas a seguir un criterio demasiado local acaban haciendo seguidismo del Ayuntamiento. No hay casi ninguna gran actuación municipal a la cual no siga una plataforma contraria. Este movimiento social esta generando lo que se ha venido en llamar «la cultura del no» [3], la luz de la sombra que nuestros políticos no quieren reconocer si no ven reflejada su propia imagen.

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[1] Narcosala de venopunción: Recinto con salas individuales donde los drogodependientes disponen de jeringuillas y accesorios para poder inyectarse.

[2] «Triple» amenaza: Narcosala, albergue para toxicómanos y prisión de menores
www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=11835
          
[3] «La cultura del no» de Quim Monzó
www.rebelion.org/noticia.php?id=24836