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Estado policial EE.UU.

El Congreso aprueba una nueva ley que legaliza con carácter retroactivo el espionaje del gobierno

Fuentes: Global Research

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

El 9 de julio de 2008, el Congreso de EE.UU. aprobó por abrumadora mayoría la legislación que permite el espionaje gubernamental, incluyendo la inmunidad para compañías de telecomunicaciones involucradas en programas interiores de vigilancia secreta. Con un plumazo de George W. Bush, EE.UU. es ahora por definición un estado policial.

La dimensión del programa de espionaje, y sus implicaciones más amplias, han sido reveladas por Mark Klein, quien denunció el programa secreto de espionaje interior de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Bush/Cheney y AT&T:

Crítico de AT&T: la ley espía crea infraestructura para estado policial

La actualización de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera [FISA, por sus siglas en inglés], llamada el «compromiso FISA», o de modo más adecuado, la «ley espía,» completa en su mayor parte el triunfo del gobierno Bush/Cheney, y un consenso criminal bipartidario. Mediante un diseño conveniente, la revisión de la FISA, desbarata demandas legales pendientes contra los socios espías corporativos del gobierno de Bush (AT&T, Sprint Nextel, y Verizon), silencia las investigaciones del Congreso (vacuas desde el comienzo) del programa ilegal de espionaje interior del gobierno de Bush. El pre-candidato presidencial Barack Obama y los demócratas han actuado ahora para silenciar toda discusión del tema.

El miedo en sí, alias el espionaje de uno mismo

Entre el asesinato masivo con bandera falsa del 11-S y la creación de la «guerra contra el terrorismo», la Ley Patriota de EE.UU. y esta nueva revisión de la FISA, el gobierno Bush-Cheney y la complicidad entusiasta de sus socios en el Congreso, han logrado una victoria total – guerra mundial, criminalidad descarada, y el fin del derecho propiamente tal.

Se entregan al gobierno de EE.UU. nuevos poderes de espionaje sin precedentes y una nueva cobertura legal general para espiar que incluso va mucho más allá de la ley FISA original – que en sí ya era una abominación que dio al presidente de EE.UU. vastos poderes de vigilancia.

Considerando que el gobierno de EE.UU. es por definición una organización criminal totalmente corrupta, el sesgo político respecto a «supervisión,» mandatos legales, la participación del Inspector General, etc., es tanto más transparentemente ridículo: los agentes de semejantes aparatos, no investigan o castigan a su propia gente. Tampoco detienen voluntariamente la actividad lucrativa e intoxicante de la que viven.

En los hechos, el debate sobre la ley espía es una distracción, que oculta el tema central más amplio (que no ha sido encarado intencionadamente): la mentira de la propia «guerra contra el terrorismo.»

El asesinato masivo del 11-S fue una operación de bandera falsa, orquestada y ejecutada por el gobierno de Bush. La «guerra contra el terrorismo» es una operación clandestina perpetua, un pretexto interminable para la guerra y el asesinato, apoyado por un consenso bipartidario. (Vea «¿Quién es Osama bin Laden?» y «Al-Qaeda: la base de datos». Sin 11-S no habría «guerra contra el terrorismo», ni guerra en Oriente Próximo. Sin la mentira de la «guerra contra el terrorismo», no habría poderes dictatoriales para la Casa Blanca, ni una FISA reforzada.

Ya que la «guerra contra el terrorismo» es una mentira, la necesidad de espionaje sin precedentes también es una mentira. Tal como el 11-S sigue siendo el interminable pretexto para guerra y terrorismo interminables, también sigue siendo, en sus innumerables manifestaciones propagandísticas, la justificación para el abierto régimen totalitario de fuerza e intimidación dentro de las fronteras de EE.UU.

La criminal agenda totalitaria es íntegramente apoyada por demócratas neoliberales, incluyendo a Barack Obama. Según la campaña de Obama: «el senador Obama ya ha dicho que la ley de compromiso no es perfecta. Considerando la alternativa entre votar por una ley mejorada pero imperfecta, y perder importantes instrumentos de vigilancia, el senador Obama decidió apoyar el compromiso de la FISA.»

Los demócratas favorables a la vigilancia, dirigidos por el senador Jay Rockefeller y Obama repiten mentiras asininas, y excusas infundadas.

Al llamar al espionaje criminal y a las operaciones clandestinas «importantes instrumentos de vigilancia,» Obama muestra su verdadero color. Obama, cuya política y retórica han estado alineadas consecuentemente con la agenda de Bush/Cheney respecto a todos los temas más reveladores (guerra en Afganistán, guerra contra Irán, «terrorismo», «seguridad interior», globalización, y más recientemente, otras posiciones derechistas), es una fachada melosa y atractiva para el status quo de Bush-Cheney. Obama y McCain, como Bush-Cheney, continuarán propugnando la interminable mentira de la «guerra contra el terrorismo», y apoyarán cada acto criminal realizado en nombre de ese amaño propagandístico.

Todas las medidas de «seguridad interior»/Hermano Mayor como la FISA, en cualquier forma, suministran cobertura política para que el gobierno de EE.UU. se involucre en actividad criminal. Todo político, sean Bush/Cheney u Obama, que apruebe cualquier tipo de «vigilancia» es culpable de cometer un acto criminal y de violar la Constitución al hacerlo.

Las poses cínicas y la flatulencia del año electoral por parte de la legión de defensores y entusiastas de Obama no pueden ocultar lo que ha sucedido, o quien es responsable. La violación de la Constitución de EE.UU. es tan palpable y tan atroz que ha provocado una ola de indignación y reacción, engendrando nuevas coaliciones desacostumbradas en la base.

Es evidente, sin embargo que los que mandan, incluyendo al campo de Obama, han descartado a la ligera a esa porción relativamente pequeña del público de EE.UU. en sus cálculos este año electoral, sin preocuparse por la estridencia con la que se organice, escriba blogs, haga denuncias o presente demandas legales.

El senador Russ Feingold (cuyo propio historial en la oposición al gobierno de Bush es menos que brillante) advirtió que la revisión de la FISA «podría significar que ahora millones y millones de comunicaciones entre estadounidenses inocentes y sus amigos, familias o socios de negocios en el extranjero podrían ser recolectadas legalmente.»

Significa mucho más de lo que señala Feingold, y lo ha hecho durante muchos años – tal vez décadas.

Espionaje: la norma antes y después del 11-S

Volviendo a la denuncia del informante Mark Klein, su denuncia detallada y repugnante, que incluye materiales de casos judiciales cruciales, saca a la luz el hecho de que la NSA comenzó a pinchar circuitos telefónicos locales en 2001. Como señaló Robert Parry, el actual programa puede haber sido introducido antes de 2001.

En otras palabras, el programa de espionaje nunca tuvo nada que ver con «terroristas» internacionales, y mucho con una agenda para un mayor Estado policial, incluyendo el poder de identificar, designar y destruir a individuos cuyas opiniones puedan oponerse a cualquier Hermano Mayor que esté «a cargo». Es un programa planificado de largo que pudo llegar a su plenitud gracias al 11-S.

Es un hecho bien documentado que las capacidades de espionaje del gobierno de EE.UU. son abrumadoras, y que esa continua vigilancia criminal siempre ha triunfado por sobre la supervisión del Congreso, y la propia ley. Obviamente, la ligera limitación de las operaciones criminales clandestinas en los años setenta después de Watergate ha

sido totalmente deshecha en las décadas posteriores.

Investigadores como el ex agente de la NSA, James Bamford, (autor de la denuncia de la NSA «Body of Secrets» ) y «Crossing the Rubicon: The Decline of the American Empire at the End of the Age of Oil» de Mike Ruppert han detallado exhaustivamente la omnipresencia y efectividad de una amplia gama de programas de espionaje e inteligencia utilizados por las agencias de inteligencia y de mantenimiento del orden. Estos incluyen Echelon y PROMIS, que son utilizados por agentes de modo criminal, tal como lo ordenan responsables a alto nivel, específicamente para evitar toda supervisión.

El Programa de Conocimiento Total de la Información (conocido anteriormente como DARPA, y encabezado por el participante en Irán-Contra, John Poindexter) ha renacido como el programa IARPA.

Nadie habla de IARPA. Nadie lo hará.

Bienvenidos al infierno, de nuevo

El gobierno de George W. Bush se apoderó de la Casa Blanca en 2000 a través de una elección abiertamente robada, luego consolidó su poder criminal con el asesinato masivo sin precedentes del 11-S, y sus dos abominaciones resultantes: la amañada «guerra contra el terrorismo» (pretexto para la interminable guerra global) y la Ley Patriota EE.UU. (la destrucción generalizada de la Constitución y la militarización del interior de EE.UU.)

Estas continuas atrocidades fueron la obra de una «guerra contra el terrorismo» por consenso bipartidario, una colaboración a los máximos niveles, cuya agenda primordial es la supervivencia del tinglado criminal conocido como el imperio anglo-estadounidense.

La profundización de la guerra y del Estado de seguridad ha continuado constantemente. Bajo un Congreso de EE.UU. con una mayoría del partido demócrata, nada se ha hecho por detener, invertir o deshacer la guerra mundial, la ilimitada criminalidad del gobierno de EE.UU., la corrupción descarada, o la violación absoluta y sistemática de la ley. Ahora, particularmente con una inminente elección presidencial en EE.UU., altos miembros de ambos partidos políticos han mostrado sus verdaderos colores: como flagrantes defensores de la «seguridad interior» militar y del espionaje, y entusiastas destructores de la Constitución.

En «La CIA y el culto de la inteligencia» Victor Marchetti y John Marks escribieron en 1974:

«La mentalidad clandestina es una forma de pensar que vive del secreto y el engaño. Alienta la inmoralidad profesional – la creencia de que pueden lograrse objetivos honestos mediante el uso de medios amorales y normalmente inaceptables…»

Actualmente, como lo muestran las acciones del consenso bipartidario estadounidense, con la ayuda de una población aquiescente y que se hace la estúpida, la mentalidad clandestina ya no es clandestina. «La inmoralidad profesional» es la norma – celebrada abiertamente, a la que se oponen solamente unos pocos.

En otras palabras, tu vida y todas tus comunicaciones – desde tus correos electrónicos, tus búsquedas en la Red, tus antecedentes médicos, y tu información financieras, hasta tu lectura de este artículo y tu apertura de este sitio en la Red – han sido «aspiradas» por la máquina de espionaje del gobierno de EE.UU., para ser utilizados en tu contra en alguna ocasión futura, si los que mandan lo deciden.

Por si el 11-S, la Ley Patriota y la implacable destrucción del Estado de derecho desde el año 2000 no lo hubiesen dejado suficientemente claro, un Estado policial de «Seguridad Interior» dentro de las fronteras de EE.UU., por cortesía de la ley espía, ha sido completado. Ni siquiera subsisten los atavíos de una democracia.

© Copyright Larry Chin, Global Research, 2008

www.globalresearch.ca/PrintArticle.php?articleId=9565