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El costo de la adicción

Fuentes: Rebelión

Hace un poco más de dos años el Presidente de Estados Unidos, George W. Bush declaró que «América es adicta al petróleo», lo que muchos interpretaron como una señal de que trataría de tomar medidas para disminuir la dependencia estadounidense del preciado combustible. Sin embargo, la filosofía utilizada para tratar de resol ve r el […]

Hace un poco más de dos años el Presidente de Estados Unidos, George W. Bush declaró que «América es adicta al petróleo», lo que muchos interpretaron como una señal de que trataría de tomar medidas para disminuir la dependencia estadounidense del preciado combustible.

Sin embargo, la filosofía utilizada para tratar de resol ve r el problema ha sido que la «libre empresa» se encargue del mismo. Esto ha provocado que la situación empeora y aunque se han iniciado in ve stigaciones por distintos

consorcios con el fin de explotar nuevas fuentes de energía y sobre la aplicación de estas al consumo diario de la sociedad estadounidense, la falta de una voluntad política y de la inter ve nción gubernamental directa en el problema han sido determinantes en no solucionarlo.

No podemos descartar el estímulo económico y la fuente de enriquecimiento que esta situación representa para la «libre empresa». El galón de gasolina en estos momentos tiene un precio promedio en Estados Unidos de $4.09, un 33 por ciento mayor que el promedio del año anterior. Se espera que ese precio pudiera llegar hasta $4.25 el galón, para estabilizarse por encima de los $4.00 hasta fines del año 2009. El precio del petróleo para la calefacción se espera aumente un 60 por ciento en relación al año pasado. El precio promedio nacional de la electricidad ha aumentado en un 29 por ciento. (1)

Tomando como base el año 2001, puede decirse que el precio de la gasolina en el mercado nacional estadounidense casi se ha triplicado. El precio del petróleo, cercano a $30. dólares el barril en aquel año, ha estado durante todo el tiempo por encima de los $125. dólares. Si tomamos en consideración que Estados Unidos consume el 25 por ciento de la producción mundial de petróleo, podemos llegar fácilmente a la conclusión que las grandes empresas petroleras se sienten felices con estos incrementos de precio, pues aunque aumentan sus costos, el no existir una política regulatoria sobre esta actividad por parte del gobierno de Estados Unidos, le permite transferir dichos costos y el incremento de sus utilidades a los precios que paga el consumidor estadounidense.

El aumento en el precio del combustible se refleja también en el encarecimiento para el pueblo estadounidense de otros servicios, alimentos, medicinas y en fin prácticamente todo lo que requiere para vivir. Representa una situación de privilegio para las grandes empresas petroleras cuyas utilidades han rebasado varias ve ces los antecedentes históricos que estas han obtenido.

Las «cinco grandes», como son llamadas dentro de los círculos de las altas finanzas, tuvieron la desfachatez de públicamente declarar las utilidades obtenidas durante el último trimestre. La Exxon Mobil anunció utilidades por 11,680 millones de dólares, con lo que rompió su propia marca anterior. La Royal Dutch Shell planteó que sus utilidades estaban cerca de los 11,560 millones de dólares. La Conoco Phillips, la B. P. y la Chevron estuvieron cada una por encima de los 7,000 millones de dólares de utilidad en el trimestre. Esto implicó, en el caso de la Exxon Mobil , que cada acción recibirá un dividendo de $2.22, mientras que el año pasado cada acción recibió $l.83, lo que representa un aumento del 21 por ciento en los ingresos de los accionistas.

Como puede comprenderse, con esos precios y utilidades, los esfuerzos principales de la «libre empresa»no van encaminados a la sustitución del petróleo por otras fuentes de energía, sino a continuar el espiral ascendente de sus utilidades y apro ve char al máximo la posibilidad que se le presenta. Los intereses individuales de las grandes empresas petroleras se ve n beneficiados a costa de la mayoría de los ciudadanos estadounidenses que sufren los efectos de una economía colapsante, la inestabilidad internacional provocada por las guerras provocadas por Estados Unidos, la inflación, la insuficiencia de su política conservacionista y la indulgencia ecológica que cada día afecta más el cambio climático.

No podemos dejar fuera de este análisis como se interrelaciona la situación del petróleo con la campaña electoral. El hombre que planteó «América es adicta al petróleo», conociendo que le quedan pocos meses en la presidencia, trata de beneficiar a las grandes empresas petroleras, donde precisamente radica la parte más importante del capital de su familia.

Ahora el objetivo es perforar, perforar y perforar. Recientemente Bush declaró en su discurso semanal por radio «»Para reducir la presión en los precios, necesitamos aumentar el suministro de petróleo, especialmente petróleo que se produzca aquí», Fue la cuarta ve z esta semana que Bush pidió al Congreso poner fin a las restricciones a la prospección petrolera en el Ártico, frente a las costas del Atlántico, el Pacífico y en el golfo de México.(2)

Los contendientes por la presidencia también están tratando de sacar pro ve cho de esta situación. Obama planteó un reembolso «hasta de 1,000 dólares» por familia, lo que considera «será suficiente para equilibrar los aumentos de la gasolina para una familia de la clase laboral durante los próximos cuatro meses». (3) McCain, ni corto ni perezoso, ya había planteado una suspensión de 18.4 centavos por galón de gasolina del impuesto federal. Ambos planes son totalmente irrealizables, pues el Congreso entra ahora en receso y ni uno ni el otro han trabajado para que su ofrecimiento sea aprobado. Pudiera decirse que ambas propuestas forman parte de la demagogia y la politiquería propia del «proceso electoral» de Estados Unidos.

Don dinero no está totalmente ausente de la escena y se cuenta dentro de lo más necesario para la «campaña electoral». Esto puede provocar radicales cambios de posiciones, como el de McCain.

El 13 de junio de este año, McCain dijo «Sinceramente, estoy muy furioso con las empresas petroleras, no solo por las utilidades obscenas que están obteniendo, sino también por no in ve rtir el dinero suficiente en la energía alternativa, que nos ayude a eliminar la dependencia del petróleo extranjero».

El 16 de junio, tres días después, cuando planeaba asistir a un almuerzo que le ofrecían en Texas las empresas petroleras, declaró «Mis amigos, tenemos que perforar en la costa. Tenemos que hacerlo…. Los ejecutivos petroleros plantean que en un par de años tendremos resultados de esto…. ¿Porqué no hacerlo?

Al día siguiente McCain tuvo un almuerzo y recepción en el San Antonio Country Club en el que recaudó para su «campaña electoral» 1,3 millones de dólares. En el mes de julio los ejecutivos y empleados de las empresas del petróleo y el gas contribuyeron a la «campaña» de McCain con la suma de 1,1 millones de dólares. (4) Según plantean los analistas, se ha consolidado el vínculo McCain-Empresas petroleras y esto pudiera tener su efecto en el resultado de las «elecciones».

(1) The Progresive Report. 11 de julio del 2008.

(2) AP . 2 de agosto del 2008.

(3) McClatchy, 1 de agosto del 2008.

(4) Houston Chronicle. 28 julio del 2008.