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Ninguno ofrece cómo resolver la crisis financiera, el tema prioritario del electorado de EEUU

El debate entre Obama y McCain transcurre entre respuestas ensayadas

Fuentes: La Jornada

 Había esa sensación tipo «mientras ardía Roma» en el segundo debate presidencial esta noche entre el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain, que repitieron sus ensayadas respuestas mientras los bomberos del sistema financiero internacional sonaban todas las alarmas sobre lo que se perfila como una enorme recesión global. La noticia de primera plana […]

 Había esa sensación tipo «mientras ardía Roma» en el segundo debate presidencial esta noche entre el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain, que repitieron sus ensayadas respuestas mientras los bomberos del sistema financiero internacional sonaban todas las alarmas sobre lo que se perfila como una enorme recesión global.

La noticia de primera plana del New York Times este martes fue que sólo tres días después de aprobado el rescate financiero «ahora parece como si fuera un granito de arena arrojado al mar agitado», y el Wall Street declaró: «los mercados caen por dudas de que los rescates funcionarán». Y el día concluyó con un desplome de otros 508 puntos en la Bolsa de Valores de Nueva York, anuncios de que la Reserva Federal inyectaría más cientos de miles de millones de dólares al sector financiero, mientras que ABC News reportó que hay cálculos de que se han esfumado unos 2 billones en fondos de jubilación de ciudadanos en Wall Street durante los últimos 13 meses.

Ante este panorama y frente a un público cada vez más alarmado por sus empleos, sus ahorros, su jubilación, su crédito y más, no fue sorpresa que la economía haya sido el tema central del segundo de tres debates programados entre los candidatos de los dos partidos principales.

El republicano, 9 puntos abajo

Decenas de millones observaron el debate trasmitido por las principales cadenas nacionales realizado justo a cuatro semanas de la elección (4 de noviembre) con las encuestas registrando una ventaja significativa para Obama desde 5 hasta 9 puntos y al borde de acumular, si las tendencias permanecen, los 270 votos del Colegio Electoral que se requieren para ganar la Casa Blanca, y con McCain enfrentando un terreno cada vez mas difícil y con menos tiempo para cambiar esta dinámica.

Por ello, en este debate, afirmaban los analistas, era clave para el republicano frenar su declive en las preferencias, o por lo menos intentar debilitar o hasta herir a su contrincante al cuestionar la credibilidad y experiencia personal de Obama.

Por su parte, el demócrata buscaba enfocar el debate en el tema económico, el talón de Aquiles de McCain y los republicanos, responsabilizados por la opinión pública del desastre financiero, y presentarlo sólo como una extensión de los ocho años de George W. Bush.

Obama tenía que mostrar que McCain estaba «fuera de contacto» con las preocupaciones de los ciudadanos, sobre todo en torno a la economía; McCain debía mostrar que en «tiempos peligrosos e inciertos», Obama es una opción demasiado riesgosa para el electorado.

El resultado: nada nuevo, poco cambio, nadie convenció más a los indecisos, y ninguno logró conquistar a algunos de los que apoyaban ya al otro. El análisis instantáneo de reporteros y analistas fue que McCain necesitaba «ganar» este debate pero no lo logró. De hecho, la encuesta instantánea de CNN registró que 54 por ciento contra 30 por ciento opinó que Obama fue el mejor.

Tal vez lo más notable es que ninguno de los dos ofreció algo nuevo sobre cómo resolver la crisis financiera más grande desde la Gran Depresión, el tema más importante, por mucho, entre el electorado.

Más bien, repitieron el mismo guión de sus campañas, lo que dicen en sus discursos electorales y lo que sostuvieron en el pasado debate.

Tal vez la pregunta más acertada fue la de una mujer en el público: «¿Cómo podemos confiar nuestro dinero a cualquiera de ustedes cuando ambos partidos nos metieron en esta crisis global?»

Los dos candidatos reconocieron que hay razón por el «cinismo» en confiar en los políticos, y hablaron de la «avaricia» de Wall Street y la «corrupción» en Washington, y ambos se presentaron como grandes defensores del ciudadano común, de las familias trabajadoras, y campeones de la «clase media».

Intercambiaron acusaciones sobre quién es más culpable por la crisis entre los dos partidos, quién tiene mas vínculos con el sector hipotecario o financiero, y quién tiene un historial más convincente como legislador. Obama, en el tema económico, como en todos los otros, repitió el mensaje básico de su estrategia: vincular a McCain con Bush, y afirmar que representa más de lo mismo que ha llevado a los fracasos de los últimos ocho años.

McCain, por su lado, repitió que siempre ha sido independiente, declarando que «me he enfrentado al liderazgo de mi partido… he tenido desacuerdos con Bush», y presentó a Obama como un «liberal» cuya única solución a los problemas es más gobierno y más gasto.

En política exterior y militar (la cual ocupó como un tercio del debate de 90 minutos), una vez más, América Latina no existió. Se abordaron asuntos sobre Asia, Medio Oriente, África y Rusia, pero sólo una breve alusión a Venezuela de Obama, en torno a la dependencia petrolera sobre regímenes no amigos, fue la única indicación de la presencia de las Américas en este debate.

El tema fue más bien la intervención estadunidense en el mundo. McCain enfatizó su larga experiencia en determinar cuándo y dónde el país intervendrá militarmente y afirmó que «Estados Unidos es la fuerza más grande por el bien en la historia del mundo… Somos los hacedores de paz, los mantenedores de la paz». Y regresó al ataque, declarando que sobre asuntos críticos militares, apuntando a su contrincante, afirmó: «él no entiende».

Obama respondió: «es cierto que no entiendo ciertas cosas. No entiendo cómo invadimos un país que no tuvo nada que ver con 11-S» mientras que Al Qaeda continúa creando bases en Afganistán y Pakistán, y reiteró que la política exterior de Bush y McCain ha sido un fracaso.

McCain acusó que bajo el plan de Obama, «nuestras tropas regresarían de Irak bajo derrota. Yo las regresaré con victoria y con honor». Y recordó en varios momentos que sus héroes son Ronald Reagan y Teddy Roosevelt con su consigna de «habla bajo y carga un palo grande».

Concluyeron con sus mensajes de siempre: Obama afirmando que la gran pregunta es si se logrará recuperar el sueño americano para la próxima generación y que para ello «necesitamos un cambio fundamental. McCain regresando a su mensaje de «he dedicado toda mi vida a servir a este país» y recordando su carrera militar, su experiencia y la necesidad de una «mano firme» en el timón del país en tiempos difíciles.

El formato estilo «asamblea» (town hall) de este debate donde las preguntas fueron hechas por unos 80 electores supuestamente indecisos que conformaron el público en vivo en Nashville, Tenesi, donde se realizó, junto con otras de decenas de miles enviadas por Internet de todo el país (la selección final estuvo a cargo del conductor Tom Brokaw, de NBC News) cambió un poco la dinámica, con el público jugando un papel activo, no logró generar un intercambio más interesante ni reveló nada nuevo.

Así, es poco probable que este espectáculo haya cambiado el tablero del juego electoral.

En un análisis de encuestas realizada justo antes del debate, la agencia Ap calcula que Obama tenía de su lado o inclinándose hacia él unos 21 estados que juntos representan 264 votos en el Colegio Electoral y McCain con 23 estados pero que representan sólo 185 votos (por proporción de población). Según este análisis, eso implica que hay sólo seis estados con un total de 89 votos que aún están por decidirse; Obama sólo necesitaría cualquiera de estos o seis votos más, si nada cambia, para alcanzar o superar los 270 en total para triunfar.