Recomiendo:
0

José Luis Rodríguez Zapatero y la guerra contra el terror

El desmemoriado incoherente

Fuentes: Rebelión

José Luis Rodríguez Zapatero, no es partidario de que el «fhürercito» Aznar sea juzgado como criminal de guerra, a causa de su implicación en el conflicto bélico de Iraq. Zapatero, tras afirmar que siempre se ha mantenido coherente respecto a ese conflicto, recalcó, a continuación, que Aznar no debe ser imputado, lo cual no deja […]

José Luis Rodríguez Zapatero, no es partidario de que el «fhürercito» Aznar sea juzgado como criminal de guerra, a causa de su implicación en el conflicto bélico de Iraq. Zapatero, tras afirmar que siempre se ha mantenido coherente respecto a ese conflicto, recalcó, a continuación, que Aznar no debe ser imputado, lo cual no deja de ser una incoherencia, pues si la guerra de Iraq es ilegal (como pregona a los cuatro vientos), la actitud lógica es apoyar el enjuiciamiento de todos los que violaron las leyes internacionales con una salvaje agresión militar. Quizás tema que un posible litigio contra Aznar, pueda perjudicarle en el futuro, porque cada vez está más enredado en Afganistán, donde la OTAN ha cometido, y comete, crímenes de lesa humanidad. Sea como fuere, los lapsus y las incoherencias forman parte de este histriónico personaje.

Recientemente, el Gobierno de Zapatero solicitó a las autoridades de Irán la liberación de quince espías británicos capturados en el golfo Pérsico y recordaba que, de acuerdo con la legislación internacional vigente, debían autorizar el acceso de personal consular a los detenidos. En ese incidente, unos decían que sucedió en aguas iraquíes (como si los iraquíes tuvieran autoridad en esa materia) y otros que en aguas iraníes. Dados los antecedentes criminales del Imperio y sus vasallos -a lo que hay que unir la campaña orquestada contra Irán y las sanciones de la antidemocrática Organización de las Naciones Unidas- me concedo el beneficio de la duda; por tanto, resulta apropiado llamar espías a los que el imperialismo considera víctimas de un atropello.

Según la nota española, los espías fueron apresados por las autoridades iraníes cuando prestaban «servicio en el marco del mandato otorgado por la Resolución 1546 del Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas a la Fuerza Multinacional que actúa en Iraq». El Gobierno de Zapatero solicitaba su liberación y recordaba a Teherán, que tenía que cumplir con la legalidad emanada de una resolución que autorizó la ocupación militar de Iraq, pero no la guerra a la que, supuestamente, se opone Zapatero. Desde luego no me cabe duda alguna de que los espías son tratados mejor que las personas enjauladas en Guantánamo.

Respecto a la base estadounidense en territorio cubano, es necesario recordar que, si bien es cierto que el Congreso español condenó, en su día, las torturas que allí se cometen, no es menos cierto que lo hizo utilizando una trampa servil, pues la acción de condenar iba incluida en una proposición «no de ley» para no incomodar al país que más «respeta» los derechos humanos que tanto preocupan, cuando le conviene, al presidente de la tolerancia, el diálogo y el buen rollito.

Ya que Zapatero es tan respetuoso con el Derecho Internacional y con los presos de toda índole y condición, resulta extraño el silencio que ha mantenido siempre respecto a los cinco cubanos encarcelados, desde hace años, en Estados Unidos porque vigilaban para alertar sobre los actos terroristas, que las mafias de Miami planean constantemente contra Cuba y que, hasta ahora, han provocado la muerte de unas 3.500 personas según cifras oficiales del Gobierno cubano ¿Quizás el terrorismo no viola la legalidad internacional ni los derechos humanos? La inexistencia, en este caso, de una nota de protesta o de condena, similar a la enviada a Irán, denota una débil memoria y, de nuevo, una fuerte incoherencia.

Aún colean los vuelos de la CIA que violaron repetidamente las leyes españolas al tomar tierra -con su siniestra carga-, en Mallorca, Canarias y otros lugares patrios (hubo un avión que hacía la «exótica» ruta de Guantánamo a Bucarest, con escala en el aeropuerto tinerfeño de Los Rodeos). Por entonces, José Antonio Alonso, actual ministro de Defensa, y antiguo ministro del Interior, llegó a afirmar que, si realmente habían hecho escala en España serían considerados como unos hechos intolerables que afectarían a las relaciones bilaterales entre España y Estados Unidos. Parece como si al presidente español, le resultara más atractivo denunciar hipotéticas violaciones de la legislación internacional, que objetivas violaciones de la propia, pues de no ser así, no habría arrojado al baúl de la indignidad la presuntuosa afirmación de su ministro.

Recuerdo, porque trato de evitar las oportunas pérdidas de memoria, que hace años, los médicos solían recetar un producto llamado Fósforo Ferrero que, al parecer, fortalecía la capacidad memorística de los niños. Si aún se comercializa, no vendría nada mal que Zapatero recibiera dosis en cantidades industriales. Lo malo es que no haya una vacuna contra la hipocresía y la desvergüenza.