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Las más grandes manifestaciones de la historia marcan el comienzo de una nueva era

El despertar del gigante americano

Fuentes: Rebelión

Si queda alguien que no se ha dado cuenta de ello, o finge no haberlo percibido, lo que ocurrió el 21 de de enero de 2017 en los Estados Unidos de América es algo en sí mismo histórico: las mayores protestas callejeras de la historia de los Estados Unidos, y del mundo entero. Al menos […]

Si queda alguien que no se ha dado cuenta de ello, o finge no haberlo percibido, lo que ocurrió el 21 de de enero de 2017 en los Estados Unidos de América es algo en sí mismo histórico: las mayores protestas callejeras de la historia de los Estados Unidos, y del mundo entero. Al menos cuatro, y puede que hasta más de cinco millones de manifestantes, hombres y mujeres. Un evento que entrará, sin duda, en la historia y que inaugura una nueva era de la lucha de clases, después de un largo y deprimente periodo de reveses y derrotas… (1)

La primera conclusión resulta obvia: el gigante estadounidense está despertando y saliendo de su interminable letargo pone todo patas arriba. Porque, además de una enorme cantidad, hay también calidad, en estos eventos. En primer lugar, la desbordante presencia de mujeres recuerda inevitablemente a otras manifestaciones de las mujeres que han marcado la historia de la humanidad en los últimos tres siglos. Sí, es grande la tentación de dejarnos arrastrar por esta idea y recordar las manifestaciones de mujeres que comenzaron la gran revolución francesa de 1789, y la aún mayor revolución rusa hace exactamente un siglo.

Pero esto no es todo, porque esa predominancia femenina adquiere todo su potencial explosivo al complementarse con la gran participación de jóvenes que domina este tan prometedor movimiento de masas de América. Una juventud combativa y sensible, a un tiempo; solidaria y unitaria, articulada más allá de las diferencias raciales y étnicas, explotadas por aquellos que dividen para vencer. En esta Europa que casi ha olvidado el rostro joven de las protestas y revueltas, el espectáculo de millones de jóvenes americanos llenando las calles y declarándose incluso… socialistas, es un poderoso antidepresivo y un bálsamo para el alma llegados a este punto que hemos llegado.

Pero hay más. El océano de improvisados ​​carteles que marcaron el tono y que hicieron tan coloridas las manifestaciones también testimoniaba el gran espíritu de iniciativa de los y las manifestantes. Casi cada uno de ellos blandió su propio cartel, hechos con sus propias manos (entre los que nuestras banderas europeas «listas para usar» simplemente no existían), una prueba más del fervor muy consciente de los manifestantes, que hacía que la multitud interminable vibrase y gritase como un solo hombre. Exactamente igual que el lejano mayo del 68.

Y todo esto no sólo en Washington, Chicago, Los Ángeles, Boston, Denver, Nueva York y otras megalópolis de América, sino también en cada pequeña ciudad y, quizás, pueblo, porque la revuelta es, de verdad, general. Y, cuando se lee la lista de manifestaciones, admiran los 250.000 manifestantes de Chicago, los 500.000 de Washington o los 750.000 de Los Ángeles, pero producen aún más admiración y emoción esos heroicos manifestantes solitarios en más de una docena de pequeños pueblos por todo el país.

Obviamente todo queda por decidir. Y, por supuesto, nadie es capaz de asegurar que las grandes manifestaciones del 21 de enero de 2017 van a dar a luz inevitablemente el movimiento que derrocará a Trump y aportará las soluciones definitivas a los problemas de la humanidad; sin embargo, no es tampoco aceptable que al invocar «todo lo que queda por hacer» no se reconozca la importancia histórica de estas manifestaciones. O peor, anticipar que «todo eso» no va a llevarnos a ninguna parte… Aunque esas apreciaciones erróneas no son nada sorprendentes, ya que sólo reflejan el estado comatoso de la izquierda europea, pero que debemos combatir, pues tales apreciaciones no hacen más que reforzar el derrotismo y el fatalismo, justo cuando la extrema derecha europea ha lanzado su asalto al poder.

Sin embargo, lo que es mucho peor es que, detrás de esta indiferencia por la evolución de la situación en América mostrada por algunas personas de la izquierda europea, se esconde la ilusión de que Trump «no es tan malo», porque se toman en serio su demagogia «antisistema» que supuestamente hará saltar el neoliberalismo por los aires, y así facilitará la acción de la izquierda… Más allá del hecho de que estos enfoques tienen un pasado lleno de errores graves y contribuyeron en gran medida a que el fascismo italiano y el nazismo alemán llegasen al poder virtualmente sin oposición, su problema es que incluso, si fueran fundamentados, no tendríamos tiempo de demostrar su certeza. ¿Por qué? Pues porque no tienen en cuenta ni la inminencia, ni el contenido mortal, de la amenaza representada por la Presidencia de Trump, que ha procedido ya de forma tan elocuente, llevando a cabo una tras otra sus promesas de la campaña electoral y acelera la materialización de la totalidad de sus propuestas racistas, oscurantistas, misóginas, chauvinistas, anti-obreras e inhumanas. Y está claro que los que albergan ilusiones sobre la naturaleza de la presidencia Trump, que esperan que se ablande y que se vuelva más presentable, correrán exactamente la misma suerte que la historia reservó a las direcciones (socialdemócratas y comunistas) de la izquierda del período de entreguerras… Cuando comprendan la amenaza inmediata y mortal que es, y se despierten, por desgracia, será demasiado tarde.

Sin embargo, eso no es todo. Tan vital e importante como la actitud mostrada hacia la Presidencia de Trump, sería la actitud que la izquierda europea adopte hacia el enorme movimiento popular que está barriendo los EE.UU. Y esto porque su relación orgánica con el movimiento de masas estadounidense puede lograr lo que la izquierda europea no puede lograr con sus propias -y ahora magras- fuerzas; salir del atolladero y del estado de derrota en el que se hunde, cada vez más.

Desde este punto de vista, las manifestaciones de solidaridad europeas hacia los EE.UU., el 21 de enero, son ricas en lecciones muy ilustrativas para nosotros. En primer lugar, uno podría preguntarse por qué había 100.000 manifestantes en Londres y sólo 5.000 en París, entre ellos muchos ciudadanos de los Estados Unidos. La respuesta es fácil, debido a que durante el año pasado, la izquierda británica y la extrema izquierda han logrado construir puentes y crear enlaces con la izquierda estadounidense y, sobre todo, con el gran movimiento de apoyo a Bernie Sanders. Por el contrario, la izquierda francesa (y también la de España) no se dignó siquiera mirar lo que estaba ocurriendo en la sociedad estadounidense y se negó firmemente a expresar ningún tipo de apoyo al movimiento de masas americano. El resultado de estas dos actitudes diametralmente opuestas salta a la vista; si los 100.000 manifestantes de Londres representan un apoyo de primera clase a los movimientos de Estados Unidos, son una ayuda y una contribución mil veces más importante para sus propios movimientos sociales, los de la izquierda británica… De la otra parte, el provincianismo y la falta de interés, e incluso la negativa a mostrar su apoyo, de la izquierda francesa hacia el movimiento americano, sin duda, priva a este de un valioso apoyo internacional, pero produce un daño aún mayor a la propia izquierda francesa, que no para de hundirse en su interminable crisis.

Las grandes manifestaciones del 21 de enero de 2017, sin duda, nos llevan a una nueva era en la que se nos permite no sólo afrontar el futuro con optimismo, sino también planificar un contraataque de «los de abajo» a escala internacional y planetaria. Pero con una condición, tener bien en cuenta que nada es inevitable y que todo depende de nosotros, de nuestras decisiones y nuestras iniciativas y, lo más importante, de nuestras acciones, porque el futuro próximo se perfila más conflictivo, incierto y violento que nunca. En otras palabras, tal vez, nunca en el pasado ha sido tan cierto, como hoy, el viejo dicho de que quien nos se ayude a sí mismo, no espere ayuda del cielo.

NOTAS:

1. Ver el mapa de las manifestaciones del 21 de enero en los Estados Unidos, acompañados por una lista completa de las multitudes de manifestantes en todas las ciudades y otros lugares de América del Norte: https://www.facebook.com/EuropeansForBerniesMassMovement/posts/350748178641797

Para obtener más información, análisis y pronunciamientos sobre las últimas movilizaciones populares, y de la situación creada tras la llegada al poder de Trump, consulte los » Europeans for Bernie’s Mass Movement «: https://www.facebook.com/Europeans-for-Bernies-mass-movement-199793103737306/

TRADUCCION: Matías Escalera

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.