En Highland Park, Chicago, Estados Unidos, un individuo decidió celebrar el 246 aniversario de la Declaración de Independencia disparando a distancia sobre la concurrencia del desfile conmemorativo de la fecha, con un saldo de seis muertos y 30 heridos, y los analistas señalan que en esa nueva masacre hay un ominoso simbolismo.
No fue un hecho excepcional: en lo que ve del año ya se perpetraron 309 de esas agresiones criminales, de las cuales dos fueron particularmente cruentas: la que se produjo en un supermercado de Buffalo, Nueva York, en mayo, en la que un joven racista asesinó a 10 personas, y la que ocurrió unos días después en una escuela de Uvalde, Texas, y que costó la vida a 19 niños y a dos de sus profesores.
Tiene razón el gobernador de Illinois, J. B. Pritzker: “esos ataques constituyen nuestra plaga singularmente estadounidense”, a fuerza de repetirse. Esta vez, la matanza fue en Highland Park, una localidad próxima a Chicago, en Illinois, obligaron a la suspensión de las celebraciones en varias poblaciones de la región.
Pero no puede extrañar la sucesión de estas masacres, la cotidianeidad de estas atrocidades dado el elevadísimo armamentismo civil, el mayor del mundo, con cerca de 1.2 armas de fuego por habitante. El hecho es que EEUU es el país más belicoso y violento, el que más guerras ha emprendido en su historia, el que mantiene el mayor número de tropas y bases militares fuera de su territorio y el que encabeza, por mucho, las cifras mundiales del gasto en armamento.
Las armas de fuego siguen siendo-en el relato impuesto- un símbolo nacional con el que nació el país, y el patriotismo oficial siempre incluye un elogio de las fuerzas armadas y la idea de las armas como defensa de la libertad inmiscuida en el mito oficial desde la guerra de la independencia hasta hoy contra enemigos como Rusia. El mensaje de festejo del 4 de julio de la Asociación Nacional del Rifle fue: somos un país por las almas valientes con armas que valoraron y lucharon por nuestra libertad.
La importante es la venta de armas, no detener el evidente deterioro de la salud mental que no afecta solo a personas aisladas sino a grupos ultraderechistas, supremacistas blancos y seudo libertarios, bien apoyado desde Washington por el gobierno anterior de Donald Trump, que desembocaron en la toma por asalto de la sede del Congreso en Washington.
Si bien la Suprema Corte de Justicia aprobó una resolución que permite a los gobiernos de los estados anular los pocos controles que existen en algunos de ellos para la adquisición de armas de fuego, especialmente fusiles de asalto semiautomáticos como los que se han usado en la mayoría de los tiroteos, la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA) utiliza cada nueva masacre para argumentar a favor de mayores facilidades en la compra de armas y de la portación indiscriminada de éstas por la ciudadanía.
Las autoridades lanzaron una búsqueda masiva del sospechoso y en la noche anunciaron el arresto de un hombre blanco de 22 años de edad.
Biden y ¿un país a pique?
El presidente Joe Biden emitió su mensaje del 4 de julio desde la Casa Blanca declarando que Estados Unidos es una gran nación, “somos gente buena”, y subrayó que “nunca he sido más optimista sobre el país”. Pero se vio obligado a expresar su horror ante la insensata violencia por armas de fuego y reiteró su compromiso de batallar “contra la epidemia de violencia cometida con esos artefactos”.
Siguió la tradición de elogiar a los miembros de las fuerzas armadas, “que han comprometido sus vidas para defender nuestro país y la democracia alrededor del mundo”, mensaje similar repetidos por varios integrantes de la cúpula política.
Shannon Watts, fundadora de Moms Demand, parte del movimiento por el control de más armas, tuvo una respuesta muy escueta y patriótica al mensaje de amor a las armas de la NRA: “Fuck. You”.
Mientras, el autor indígena Nick Estes recordó que hace casi 250 años, “esclavistas blancos llamaron a las naciones originarias de este continente ‘indios salvajes despiadados’ en su Declaración de Independencia. La contrarrevolución de propiedad sobre nuestras tierras se inició mientras ellos declaraban que ‘todos los hombres son creados iguales’”.
Pero la abrumadora mayoría de estadunidenses –casi 74 por ciento– opina que el país procede en una dirección equivocada. Un 87 por ciento dice estar insatisfecho con cómo van las cosas, según el sondeo más reciente de Gallup. Resumiendo, el patriótico optimismo de Biden y otros políticos no es compartido por tres cuartas partes del país.
Más allá de la masacre en Chicago, (casi) todos los funcionarios electos –desde legisladores federales a alcaldes de pueblitos– emitieron declaraciones patrióticas y participaron en actos decorados por los colores nacionales, hubo fuegos artificiales y competencias de quién podía comer más salchichas o tomar más cerveza, pero también fuego real de armas en otro tiroteo masivo más.
Mientras, sigue sonando la alarma sobre la acelerada erosión de la república estadounidense al marcar que los ataques conservadores contra los derechos fundamentales incluyendo el del voto, el de las mujeres para decidir sobre sus propios cuerpos, reveses en intentos para controlar aun mínimamente las armas de fuego, como también limitar la autoridad del gobierno para combatir el cambio climático entre otros, sólo empeorarán en el futuro inmediato, recuerda el corresponsal David Brooks.
En las próximas elecciones intermedias, en noviembre en las que está en juego toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, los republicanos tienen una alta probabilidad, por ahora, de retomar el control de una o ambas cámaras. El sitio de análisis y pronósticos políticos FiveThirtyEight da a los republicanos un 87 por ciento de probabilidad de ganar la cámara baja y un 55 por ciento de reconquistar el Senado.
El periodista y profesor Peter Beinart, por su parte, afirma que “es más que plausible que estemos procediendo hacia una era de mayor autoritarismo, más represión y sufrimiento”. El progreso logrado por EE.UU. a lo largo del último medio siglo en ofrecer protecciones legales y participación democrática a personas que no son blancas, ni cristianas, heterosexuales, ricos y hombres ya se está desvaneciendo, comentó.
Cuando le preguntaron cuál sería su mensaje este 4 de julio para los estadunidenses que están perdiendo esperanza en su país ante todo este panorama, el filósofo político Cornel West respondió en entrevista con MSNBC: “Primero debemos tener un compromiso incondicional con el empoderamiento de gente común aquí y alrededor del mundo. La esperanza sólo se puede hallar en nuestras acciones… la esperanza es un verbo… no un optimismo abstracto”. West señaló que no es optimista sobre el futuro del país.
Por lo menos, y aunque había nerviosismo por lo ocurrido cerca de Chicago en la mañana, los espectaculares fuegos artificiales de Nueva York ofrecieron unos minutos de distracción al frágil estado de la república en su Día de Independencia.
*Integrante del Observatorio de Estudios Macroeconómicos de Nueva York, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)