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Siria y el Plan Annan

El diablo en los detalles

Fuentes: Al-Ajbar (edición en inglés)

Traducción para Rebelión de Loles Oliván

El régimen sirio se mostró satisfecho con la declaración presidencial del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de la semana pasada, pero el Consejo Nacional Sirio (CNS) no. Presentó sus objeciones y la ha considerado como el ofrecimiento de una nueva oportunidad al presidente Bashar al-Assad. Damasco acogió con satisfacción tanto la declaración como el plan que ha elaborado el enviado de la ONU y de los árabes a Siria, Kofi Annan, tras obtener la aprobación de la comunidad internacional.

Fuentes que se reunieron con altos funcionarios sirios durante el fin de semana percibieron hasta qué punto la declaración presidencial ha sido acogida con agrado por parte de Damasco. Asimismo, ofrecieron alguna interpretación sobre el grado de cooperación entre Damasco y Moscú respecto al fondo de la iniciativa de Annan y su compromiso en que sea un éxito.

Aunque la dirección siria apoya los principios generales del plan de Annan, ha adoptado una posición cautelosa sobre los mecanismos y las medidas que deben adoptarse para su aplicación.

Ello se debe a la convicción de que el diablo estará en los detalles si éstos son imprecisos, sobre todo cuando llegue el momento de un alto el fuego y del diálogo político. En consecuencia, mientras que Annan concluye sus conversaciones con Rusia y China y se prepara para comenzar a aplicar su plan, el enfoque de Damasco se basará en una serie de consideraciones:

1. La iniciativa debe ser aplicada en todas sus fases a través del «Estado sirio»: empezando por el alto el fuego y el restablecimiento de la calma propuestos, siguiendo por la entrega de la ayuda humanitaria y culminando por el diálogo político nacional. Nada de eso ocurrirá a menos que el proceso de aplicación de esta iniciativa sea aprobado por el régimen y se atenga a lo que se describe como «principio de soberanía».

La posición de Damasco es que está a la espera de ver cómo se aplica esta iniciativa al tiempo que afirma su apoyo al plan. Sin embargo, el régimen insiste en que cualquier diálogo político sobre el futuro de Siria -el objetivo final de la iniciativa- debe celebrarse bajo los auspicios del «Estado sirio».

2. Damasco está muy satisfecho y animado por el hecho de que la declaración presidencial no reiterase la exigencia sobre la que venían insistiendo la Liga Árabe, Francia, Estados Unidos y Turquía. Es decir, que el presidente sirio dimita y transfiera de inmediato el poder para que se pueda alcanzar una solución política sin él. El régimen considera esta tácita vuelta al reconocimiento de su autoridad como una oportunidad para abrir de nuevo el diálogo.

No obstante, los funcionarios de alto rango insistieron ante sus interlocutores en que los dirigentes sirios no se han sentido apremiados ni alarmados en ningún momento por tal exigencia. Nunca han tenido la impresión de que en las actuales condiciones internacionales estuviera en la capacidad de cualquier parte, nacional o extranjera, obligar a Assad a dimitir.

Ello afecta igualmente a la oposición siria, a las numerosas declaraciones realizadas por la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton y por su homólogo francés, Alain Juppé, a las de la Liga Árabe en su segunda iniciativa de 2 de enero, y a las de los dirigentes de Qatar, Arabia Saudí y Turquía. Damasco nunca ha realizado comentario alguno sobre sus declaraciones. Ha declinado entrar en una discusión con ellos acerca de si Assad debe dejar el cargo.

La tesis mantenida por Damasco en defensa de su posición es que la nueva constitución siria proporciona un mecanismo para la transferencia o la alternancia del poder. Pero decapitar al régimen -argumento en el que Moscú también ha hecho hincapié- sería una fórmula para el caos. Según lo ve el régimen, el presidente garantiza la integridad y la cohesión del ejército y la unidad del país. Esta posición se corresponde con la adoptada similarmente por Rusia y China en contra de cualquier intervención militar extranjera externa para obligar a Assad a dimitir o deponerlo por la fuerza. A ello se debe asimismo que se opusieran a armar a la oposición.

Como resultado, el panorama internacional ha cambiado significativamente desde que ambos países bloquearon el intento de emitir una resolución sobre Siria el 4 de febrero. La amenaza de forzar la salida de Assad prácticamente se ha diluido -a pesar de que los Estados árabes y occidentales puedan seguir hablando de que los días que le quedan, no solo al presidente sino al régimen, están contados- y todo el mundo ha optado por una solución política que se aplique cabo bajo su mando.

Esta orientación se vio reforzada por el de ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en la reunión de 10 de marzo con el comité de ministros de Exteriores árabes sobre Siria. Se confirmó en el nombramiento de Annan como enviado, y lo ha sido de nuevo en las propuestas que ha presentado y en su aprobación por parte del Consejo de Seguridad el pasado miércoles.

3. Damasco considera que el verdadero beneficio que obtiene de la declaración presidencial es el reconocimiento por parte de la ONU de que la violencia en la crisis siria corresponde a dos partes.

Esto prescinde del pretexto con que los árabes y Occidente se habían armado a sí mismos hasta la visita de Lavrov a El Cairo -es decir, que la violencia era unilateral, indiscriminada, y practicada exclusivamente por el régimen. La existencia de grupos armados contrarios al régimen había sido bien directamente negada o justificada como auto-defensa.

Sin embargo, al reclamar la declaración presidencial un cese el fuego y el fin de los combates, admitía que hay otra parte involucrada en la violencia y que lo que hay en marcha es un enfrentamiento armado. Aunque no identifica a la otra parte -integrada por una combinación de salafistas, Hermanos Musulmanes, y desertores- reconoce su existencia. Ello ha reforzado la justificación del régimen sobre el uso de la fuerza militar decisiva para tratar de eliminar a miembros de la oposición armada en Homs, Idlib y Deir al-Zur, a fin de prevenir cualquier intento de crear zonas de amortiguamiento o enclaves similares en las áreas fronterizas.

Damasco está en deuda con Rusia y China por apoyar su punto de vista y dirigir el Consejo de Seguridad en la dirección opuesta a la que la Liga Árabe se había propuesto. Venía insistiendo sin vacilar que la violencia procedía de un solo lado. La Liga Árabe ignoró el informe del jefe de su propia misión de observación, el general Muhammad Ahmad Mustafa al-Dabi, y transfirió el expediente de Siria al Consejo de Seguridad.

Pero una vez allí, no pasó mucho tiempo sin que la opinión de Moscú convergiera con la de Washington en lo concerniente el tema de armar a la oposición siria. Los estadounidenses están preocupados por la infiltración de Al-Qaida en grupos rebeldes sirios y temen que sus armas podrían terminar llegando a la organización terrorista.

4. Damasco cree que Annan comprende perfectamente las múltiples dificultades asociadas a su labor de lograr un acuerdo político. Destacan dos tipos en particular: las relacionadas con la convocatoria del diálogo nacional propuesto, y aquellas relativas a la interrupción de la violencia en las calles.

Definir qué parte se sentará frente al régimen en la mesa de diálogo nacional será el primer obstáculo. No se trata sólo de que la oposición política tanto en el interior como en el exilio esté profundamente dividida. Lo mismo ocurre con el componente armado de la oposición, que incluye a organizaciones salafistas, al Ejército Sirio Libre (ESL) y a la Hermandad Musulmana. Estos últimos son parte del CNS, que ha creado su propia oficina militar y está en desacuerdo con el ESL. Este, a su vez, está dividido entre los seguidores del coronel Riyadh al-Assad y el brigadier Mustafa Ahmad al-Sheij.

El diálogo político no puede incluir a la oposición armada que no sea del CNS si todavía no se ha dicho quién habla por él. Annan no sabe con quién hablar en ese sentido, al menos de momento. Mientras tanto, el diálogo político se sitúa entre un actor conocido, el régimen, y un interlocutor indeterminado, la mitad del cual es clandestino y cuya otra mitad está en desacuerdo consigo misma.

Un segundo obstáculo reside en las medidas que deben adoptarse sobre el terreno para poner fin a los combates, la retirada de los efectivos armados y el ejército y la entrega de ayuda humanitaria a los residentes de las zonas afectadas. Los dirigentes sirios ven problemas potenciales en los planes que Annan y sus asesores han ideado para organizar tales medidas y en el despliegue de observadores internacionales para supervisarlas.

No es que las autoridades sirias estén simplemente esperando a ver qué se le ocurre a Annan al respecto. Han insistido en un tema de extrema sensibilidad, que el liderazgo sirio considera una necesidad absoluta para la restauración de la vida normal del país: no se debe producir la consolidación de las líneas divisorias entre el ejército y las zonas controladas por rebeldes, ni en ciudades ni en el campo. Igualmente, han subrayado que no debe haber ningún despliegue de observadores internacionales en tales líneas, lo que efectivamente impondría un hecho consumado antes de las conversaciones políticas.

Damasco ha informado a todas las partes concernidas de que no mostrará su acuerdo a medidas que recreen «líneas de enfrentamiento» del tipo de las que se establecieron durante la guerra civil libanesa, que atrincheraron las posiciones de las partes en conflicto y alimentaron el conflicto.

Ha insistido en que un alto el fuego no debe implicar la creación de tales líneas en el interior de Siria. Por el contrario, debe dar lugar a la desaparición de los efectivos armados y de sus armas de las calles, al fin de toda la actividad de los grupos armados ilegales, y a reconectar las diferentes partes del país entre sí. Sólo ello justificaría ordenar la vuelta del ejército a los cuarteles.

Igualmente, la tarea de los observadores internacionales no debe ser supervisar un alto el fuego, controlar las líneas de alto el fuego, o separar a dos partes en conflicto, sino supervisar el restablecimiento de la normalidad en el país. Damasco considera que este es un punto clave en la iniciativa de Annan que todas las partes deben respetar.

Nicolas Nassif es analista político del diario Al-Ajbar

Fuente:   http://english.al-akhbar.com/content/syria-and-annan-plan-devil-details