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El discurso como inversión de la verdad

Fuentes: Rebelión

Newt Gingrich ha formulado de modo prístino el mecanismo mediante el cual el poder enmascara sus designios atribuyéndole al otro sus propios defectos y sombras. Ha declarado que los palestinos son un pueblo inventado. A la población que efectivamente ha poblado Palestina en el último milenio, probablemente los dos últimos milenios, Gingrich le atribuye el […]

Newt Gingrich ha formulado de modo prístino el mecanismo mediante el cual el poder enmascara sus designios atribuyéndole al otro sus propios defectos y sombras. Ha declarado que los palestinos son un pueblo inventado.

A la población que efectivamente ha poblado Palestina en el último milenio, probablemente los dos últimos milenios, Gingrich le atribuye el carácter de pueblo inventado.

Tácitamente Gingrich procura realzar con ello que «el pueblo judío» no sería un pueblo inventado.

Lo cual es temerario y cómico. Basta ver la multiplicidad étnica de los judíos para intuir que no se trata de UN pueblo. Los hay rubios y morenos, menudos y mofletudos, pelirrojos y espigados… en realidad, étnicamente hablando, decir judío es menos preciso que decir europeo (confundiendo, étnicamente, en una única denominación a latinos, germanos, eslavos, fineses, vascos…).

Pero además, el mismo Ben Gurion, fundador del Estado de Israel tenía en claro, que lo más parecido, étnicamente hablando, a los judíos bíblicos eran… los palestinos modernos.

Claro que semejante afirmación pertenecía al universo de las verdades incómodas, y a medida que el sionismo se aproximó a su meta; ‘engendrar un estado occidental y europeo en medio de la bárbara Asia’ (al decir de Theodor Herzl), fue suprimiéndola, y los exégetas la rastrean en sus escritos sólo hasta fines de la década del 20.

Pero si los palestinos actuales, casi todos musulmanes, son los más directos herederos del pueblo judío de hace dos mil años, ¿de dónde provienen los judíos con aire tan caucásico o, pongamos por caso, los etíopes falachas?

No se conocen con precisión las migraciones de hace miles de años, pero sí hay fuertes presunciones de que el judaísmo era proselitista antes de encerrarse en una religión que al apostar únicamente o muy restrictivamente a «el pueblo elegido», iba a generar ribetes racistas. Aquel judaísmo formó adeptos en reinos de la Europa Oriental (como los jázaros). Y por razones no muy precisas también existen judíos en Etiopía (algunos hablan de un amor entre Salomón y Makeda, reina de Saba, como origen de esta judaización). Y hay historiadores que tienden a considerar a los judíos europeos actuales, askenazíes, como provenientes de aquellos reinos de la Europa oriental. Es la tesis de la Decimotercera Tribu, de Arthur Koestler, por ejemplo.

El historiador Shlomo Zand es categórico con su último libro: «¿Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío?»1

Renovando y avanzando sobre el trabajo desmistificador de los mal llamados «Nuevos historiadores» 2 Zand establece que ha existido ciertamente una religión judía, pero no propiamente un pueblo judío. Que el desalojo de Jerusalén por los romanos no fue masivo ni mucho menos, en todo caso, el de algunos jefes espirituales; por lo tanto no ha existido eso tan sacralizado llamado la Diáspora. Que la población entonces judía se fue quedando y constituyendo lo que hoy se considera los natives palestinos, y que cuando unos siglos más tarde se produce la islamización de la región la mayoría adopta la nueva fe.

¿Cómo explica Zand la presencia de tantos y tan diversos judíos en el mundo occidental? Bueno, le da la razón, que no tiene porque ser absoluta, a las ideas que muchas décadas antes ventilaran Ben Gurion o Koestler, ya citados.

Por una amarga ironía del destino, no son los judíos mizrahi ni los sefaradíes, mucho más cercanos, culturalmente hablando, a Palestina, los que fundarán primero el Hogar Judío y luego el Estado Israel. Lo harán los askenazíes, orquestados con el imperialismo europeo occidental en permanente expansión.

Los askenazíes, precisamente, los que menos pertenencia tienen a la tierra palestina, según las más recientes, y serias, investigaciones históricas.

Con lo cual, tenemos que la ideología sionista construye un pueblo y mediante «certificaciones» bíblicas lo asienta en Palestina. Basándose en un período histórico, que a esta altura se sabe no ha sido más largo que el milenio y medio de los actuales natives palestinos.

Un pueblo curiosamente constituido por etnias e idiomas diversos. Un «pueblo» que en buena medida, se ha constituido como aristocracia askenazí dentro de la judería, como «los mejores», eyectados y expandidos desde el eurocentrismo, con inocultable desprecio a los judíos «de segunda» (los judíos perseguidos de Europa, que hablaban yiddisch, o los provenientes del mundo no europeo, que hablaban ladino o árabe…). Tal ha sido la relación, al menos inicial, establecida entre los askenazíes, europeos y los mizrahis o los sefaradíes, asiáticos o africanos. El ingreso masivo de judíos rusos o rusos judíos parece haber alterado aquellas gradaciones…

Con lo cual, nos vemos ante un pueblo diseñado, al que se le programó reimplantar el idioma hebreo para recuperar algunas de sus raíces.

Un pueblo que elaboró sus pautas como settlers en tierra ajena (en eso presenta un significativo paralelismo con EE.UU., con el que Israel ha constituido tan estrecha simbiosis).

Por eso, muchos se preguntan qué es realmente Israel: si es un estado con un ejército (descomunalmente acrecentado) o un ejército con un estado adscripto.

Israel es, sociológicamente hablando, lo más cercano a un estado inventado en nuestra contemporaneidad (más atrás en el tiempo, la URSS, así como EE.UU., tuvieron esos mismos rasgos). Y «los palestinos» son lo más «natural», lo más cercano a un país forjado a lo largo de avatares históricos, que pensar se pueda.

Por su pequeñez relativa, los palestinos han tenido el destino de tantas poblaciones del planeta, sufriendo y pasando por diversas formas políticas; en el último siglo estuvieron ocupados por turcos, luego por británicos y desde 1948 por el Estado de Israel.

Sin embargo, cuando la dominación turca entra en crisis, con la Gran Guerra de 1914-1918, los árabes luchan por la independencia. Los británicos usarán esos pujos independentistas para terminar de desalojar a los turcos, pero cuando de reconocimiento se trate, el British Empire, con el racismo como su columna vertebral, reconocerá un Hogar Judío, que será el embrión de un estado sionista, y desechará todos los reclamos de los natives, de los verdaderos habitantes de ese suelo.3

Cero en historia, Gingrich.

Luis E. Sabini Fernández es Periodista, editor e integrante de la Cátedra Libre de Derechos Humanos, Facultad de Filosofìa y Letras, Universidad de Buenos Aires. 

Notas:

1. When and How was the Jewish People invented? , Tel-Aviv, 2009.

2.

El concepto de «Nuevos historiadores» da por hecho la existencia de Viejos tales. Sin embargo, como muy bien se ha relevado, la historia inicial del Estado de Israel no tuvo tales, sino propagandistas. Y los «nuevos historiadores» fueron los primeros investigadores judíos en serio de la historia del sionismo, Palestina e Israel. Había habido antes historiadores, palestinos, con los cuales los Nuevos Historiadores presentan muchas coincidencias (sobre la Nakba, la «transferencia» y el asesinato de palestinos, por ejemplo), pero que no habían sido considerados, académicamente hablando.

3. La población «natural» de Palestina tenía una inmensa mayoría musulmana, un 10% aproximado de cristianos y un 1% de judíos establecidos allí por razones religiosas y sin conflictos. A tal punto eso es así que con las oleadas sionistas, se gesta un conflicto entre el antiguo yishuv, los judíos establecidos «de siempre» en Palestina y los sionistas. Estos últimos le exigieron a los «antiguos» que cortaran todo vínculo con la población native. En los hechos eran «invitados» a incorporarse, por judíos, a la población settler. No hubo acuerdo. Y no sólo eso: el primer asesinato político en Palestina, en el siglo XX, en 1924 es el de un judío religioso y no sionista a manos de los grupos de tareas que constituía el embrión de la Haganah, el ejército de los «socialistas» y con el tiempo el ejército nacional israelí.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.