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El discurso de Netanyahu desvaloriza el Holocausto

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por J.M. y revisado por Caty R.

El Primer Ministro, Benjamin Netanyahu, desvalorizó la memoria del Holocausto en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y lo hizo en dos oportunidades. La primera, cuando blandió la prueba de la existencia real del Holocausto, como si fuera necesario, y la segunda cuando comparó a Hamás con los nazis.

Si el presidente Mahmoud Ahmadinejad niega el Holocausto, Netanyahu lo degrada. ¿Hace falta una prueba después de 60 años? ¿O es que el mundo puede pensar que tiene razón el «negador»?

También es dudoso que cualquier historiador reconocido pueda asumir la comparación del Primer Ministro entre Hamás y los nazis, o entre el bombardeo sobre Londres y los cohetes Qassam sobre Sderot. En el bombardeo de Londres, 400 bombarderos alemanes y 600 aeroplanos mataron a 43.000 personas y destruyeron más de un millón de viviendas. Los cohetes de Hamás, probablemente el armamento más primitivo del mundo, mataron a 18 personas en 8 años. Sí, sembraron mucho terror, pero, ¿hablar de bombardeos?

Y si podemos comparar a una organización terrorista pobremente equipada con la terrorífica máquina asesina nazi, ¿por qué no podrían otros equiparar la conducta de los nazis con la de los soldados del ejército israelí? En ambos casos, la comparación carece de fundamento y además es indignante.

Netanyahu comenzó su discurso como si fuese el presidente del Museo del Holocausto Yad Vashem -Holocausto, Holocausto, Holocausto, su familia y la de su mujer. Luego habló en los términos de Simon Peres cuando augura «un futuro de color de rosa» para la humanidad.

No menos demagógico fue su ataque al régimen iraní. Allí disparan contra los manifestantes, protestó con vehemencia. Como si nosotros no hiciéramos lo mismo en Bilín y Naalin.

Luego vino la patada: la operación «plomo fundido» fue un ataque preciso. Los israelíes telefonearon a miles de habitantes para decirles que abandonasen sus casas. ¿Para ir adónde, señor Primer Ministro? ¿Al mar? Dijo que el ejército israelí, que asesinó a unos 1.400 palestinos, la mayoría civiles, hizo gala de una moderación sin precedentes.

Prosigamos: hicimos la paz con todos los líderes árabes que la querían, dijo el Primer Ministro. ¿Qué pasó con el presidente sirio, Bashar Assad, que ha estado llamando a la puerta durante años diciendo que quiere la paz? Nadie le abrió esa puerta.

Puede que el discurso sobre la seguridad y las víctimas todavía tenga compradores entre las mujeres de la WIZO (Womens International Zionist Organization, N. de T.) en Estados Unidos, pero eso es todo. A una potencia regional que tiene casi todas las armas del mundo en su arsenal y lucha contra organizaciones armadas de forma primitiva, es difícil tomarla en serio cuando habla de seguridad, en particular cuando se trata únicamente de la seguridad de los israelíes.

Después llegó nuestro derecho ancestral a la tierra y las inevitables referencias a los versos bíblicos, en inglés y en hebreo original, que siempre cierran sus actuaciones en esas ocasiones, aunque Netanyahu, a diferencia de sus predecesores, no lució la kipá de los momentos cruciales.

Se suponía que ese momento debía conmover a los oyentes, pero, al menos a mí, la propaganda del Primer Ministro me dejó indiferente. El Aleluya sólo se oyó anoche, en el estadio Ramat Gan, en el concierto de Leonard Cohen.

Fuente: www.haaretz.com/hasen/spages/1116933.html