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El discurso de renuncia que planea dar Gadafi

Fuentes: tariqali.org

Traducido para Rebelión por Silvia Arana

«Está lloviendo afuera y esa es la razón por la cual no puedo dirigirme a ustedes. Lo siento. Parece que también llueve adentro de mi tienda. ¿Podría ser lluvia? No. Son los perros contaminando los uniformes de mis guardias. No hay respeto por las mujeres. Benghazi. Odio esa ciudad. Una vez, por error, llamé a mi amigo Berlusconi, Benghazi. Drogadictos, chulos y extremistas religiosos. Los bombardearé una vez más antes de irme. Quisiera haber comprado misiles para apretar el botón yo mismo. Mi relación con la gente es informal, basada en la amistad y el miedo. ¿Por qué se han vuelto tan bulliciosos y combativos? Tengo muchos hijos. La Oficina de Asuntos Extranjeros de Gran Bretaña adoptó a uno de ellos, a mi querido Saif, y quería ponerlo en el trono pero eso no habría afectado en nada el panorama intelectual de Yamahiriya.

Acabo de recibir un ‘tweet’ de Venezuela: «¿Ha leído el Otoño del Patriarca de García Márquez?» ¿Por qué habría yo de leer esa porquería? ¿Ha leído García Márquez mis cuentos de ciencia-ficción ‘Escape del Infierno’ que son mejores que mi pequeño Libro Verde, que es bastante loco? Los cuentos están ambientados en un país imaginario con un gobernante imaginario que mata a su pueblo; que lucha contra él y lo derrota. Es un cuento divertido. Es popular en las tierras árabes. Yo los conocí a esos charlatanes y perros callejeros de Europa. Blair, Berlusconi, son mis amigos pero ahora me piden que me vaya. ¿Por qué? Ellos no se fueron. Siempre llueve en Londres. Y ese chulo romano está siempre lloviendo sobre su pueblo. Me iré cuando llegue la hora. Cuando Alá me convoque para conversar sobre la coyuntura política. Me gusta la pizza. Había una buena pizzería en Trípoli. Las pizzas son mucho mejores que en Benghazi, pero ahora hay muchos negocios incendiados. ¿Llueve aún? ¿No? Entonces me iré. Entiérrenme con un velo de color, que no sea blanco. Bill Clinton. Le deberían haber cortado el pene para tirárselo a los cerdos por permitirse jueguitos con Mónica al mismo tiempo que hablaba con jefes de estado. Los hombres serán hombres, pero eso todavía me perturba. Yo nunca hice eso. Tampoco lo hicieron Blair ni Berlusconi.

Goberné este lugar durante 42 años. Y ahora llueve. Lamento no poder gobernar durante 50 años. Mubarak era un perro callejero; Ben Alí, un chulo. ¿Por qué comparan a estos bandidos conmigo? Yo luché contra mi propia dictadura militar. Yo no soy un saco de excrementos. ¿Qué creen? Le preguntaré a la gente, pero me hace falta un paraguas. ¿Quién llueve? ¿Yo estoy lloviendo sobre mi propio pueblo? Una última cosa, necesito dirigirme a mi pueblo. Recuerden esto: Los estados son contra-seres. Similarmente, el ser es contra-estado. El ser es la actividad de estar vivo, libre, ágil, sin ataduras. El ser, cuando es buscado rigurosamente, el estado se marchitaría como el pene de Clinton. Los estados existen al ‘neutralizar’ al ser. El «estado del ser» es una condición de la idiotez. Sin embargo, ‘normalmente’ existimos en esas condiciones idiotas. Estoy orgulloso de ser un Jefe Idiota en un estado idiota. Los neutralizaré a todos.»