Llegó al hospital con su hijo en brazos, grave de muerte el niño de 7 años. Los médicos de uno de los más famosos hospitales del país indicaron trasplante de riñón de manera urgente como única forma de evitar la muerte. Encontrar uno compatible a tiempo era algo improbable, no hay un stock de riñones […]
Llegó al hospital con su hijo en brazos, grave de muerte el niño de 7 años. Los médicos de uno de los más famosos hospitales del país indicaron trasplante de riñón de manera urgente como única forma de evitar la muerte. Encontrar uno compatible a tiempo era algo improbable, no hay un stock de riñones en cada hospital, al menos no hasta ahora. Las pruebas hechas al padre lo dieron como compatible, el asunto parecía solucionado. La decisión médica estaba tomada, la jefa de la sala de urgencias y la de la sala de cirugía dieron el OK. Sin embargo, la CEO de economía del hospital decidió en contra, pues si el padre del niño, que era un ciudadano bajo libertad condicional sin cobertura de seguro médico, era operado en el hospital, entonces todo el postoperatorio del padre tendría que ser financiado por el propio hospital, algo económicamente «ineficiente».
La narración anterior corresponde a un capítulo de una serie que alguna manera reproduce la diatriba que muchos médicos deben enfrentar día a día allí donde los hospitales velan más por los ingresos económicos que por la salud de los ciudadanos. Reproduce también la realidad que muchas personas deben enfrentar en los países donde el propósito de los hospitales es maximizar utilidades, más que atender pacientes.
En muy breve tiempo, muchos ciudadanos brasileños, millones, quedarán sin atención médica, exactamente allí donde encontrar un médico es más raro que encontrar «rosas en el mar». Ocurrirá debido a la ceguera política de un nuevo y democráticamente electo presidente, quizás votado por muchos de los que queden sin atención médica. Ocurrirá más por sed de revancha política que por ninguna otra razón, incluyendo las por él argüidas, asociadas a los «salarios no pagados por el gobierno cubano a los médicos» o la duda sobre la calificación de los médicos cubanos.
Los ingresos recibidos por Cuba a partir de los convenios con la Organización Panamericana de la Salud son sin duda significativos. Si estimamos unos 8 mil médicos y un ingreso para el gobierno de Cuba de unos 3,000 dólares por cada uno, entonces Cuba deja de percibir 24 millones de dólares mensuales, esto es unos 288 millones de dólares al año. Muy significativo para nuestra economía.
Esa cifra, sin embargo, es apenas comparable con los muchos millones de dólares que Cuba ha dejado de percibir en estos más de cincuenta años de practicar consecuentemente una filosofía solidaria con muchas naciones del mundo, enviando misiones médicas a decenas de países, ricos o pobres.
No dispongo de datos adecuados para calcular cuánto de esa colaboración ha sido entregada en forma de donación, esto es, sin ningún tipo de compensación monetaria, pero debe recordarse que la colaboración médica compensada es un fenómeno relativamente reciente y no generalizado todavía hoy.
Podemos hacer cuentas -muy elementales y sin un proxi adecuado. Usemos el 50% del ingreso recibido por el gobierno cubano por cada médico en Brasil, esto es 1,500 dólares mensuales. Asumamos que el personal de la salud no médico recibe un ingreso equivalente a la mitad del salario de los médicos, esto es 750 dólares mensuales, y que los meses promedio de misión son 10.
Cantidad | Salario mes | Meses | Ingreso total | |
Médicos | 183338 | 1500 | 10 | 2.750.070.000,00 |
Personal no médico | 223662 | 750 | 10 | 1.677.465.000,00 |
Total | 4.427.535.000,00 |
Habría otra forma de calcular los ingresos dejados de percibir utilizando los servicios prestados por el personal de salud cubano. Según el sitio Cubacoopera, hasta octubre de 2018 esos servicios eran:
Casos vistos | de ellos: en terreno | Operaciones quirúrgicas | Total de partos | |
Cantidad de casos | 1,789,251,622 | 528,011,649 | 12,994,458 | 3,434,469 |
Ninguna de esas operaciones tiene precios menores de 3,000 dólares en cualquier «mercado», tampoco «cuestan» menos de 3,000 dólares los partos asistidos y el «precio» de una consulta por simple que sea, nunca será menos de 10 dólares. Se puede entonces sacar cuentas y veremos cuánto ha donado el pueblo cubano en servicios médicos año tras año. Esa cuenta arrojó el valor de 67.179.297.220,00 usd.
La otra parte de esta historia triste de un presidente que prefiere la revancha política a la salud de su pueblo, está asociada a los costos en los que Cuba incurre para «prestar» esos servicios.
Formar cualquier profesional requiere de una inversión de recursos y tiempo. Medido en años, formar un profesional universitario cuesta 17 años, más al menos tres de formación postgraduada o entrenamiento, esto es unos 20 años. En el caso de los médicos puede que sea un poco más, debido a los estudios de especialización. Es probablemente la inversión más prolongada que ningún país puede hacer. Los miles de médicos formados en Cuba han sido costeados por todo el pueblo de Cuba.
«Capturar» profesionales sin invertir en su formación es un buen negocio. Ha sido una práctica «formalizada» en políticas migratorias por muchos países, en especial por los países desarrollados que incentivan a profesionales jóvenes (especialmente matrimonios) a migrar desde sus países de orígenes hacia ellos. Movilidad del talento, robo de cerebros, los nombres son variados, el propósito es el mismo.
Cuba también ha sido objeto de estas políticas. Pero también la nueva realidad que el país vive, en especial la combinación de nuevas leyes migratorias, personas jóvenes bien calificadas y salarios nacionales bajos se ha convertido en un incentivo a la emigración. Esa asimetría que existe hoy en Cuba entre profesiones de alta calificación y salarios bajos es de las distorsiones de mayor impacto negativo para las aspiraciones de desarrollo.
Es una verdad públicamente reconocida (la comúnmente llamada pirámide invertida) y requiere de soluciones en el corto plazo. Ninguna de esas soluciones aporta el equilibrio en sí misma, todas implican tensiones fiscales importantes; pero no se reducen únicamente a este aspecto ni el hecho de que sea desequilibrante debe demorar más la solución de esta contradicción que daña estratégicamente el futuro del país.
Durante años esa situación ha sido una de las causas principales de la emigración de nuestros profesionales, especialmente jóvenes. Esta migración se ha operado hacia dentro, desplazándose de sectores de alta calificación y bajos salarios hacia otros de baja calificación y salarios altos, y lógicamente migración hacia el exterior.
Las diferencias salariales entre lo que reciben en cualquier país latinoamericano y lo que ganan en Cuba nuestros profesionales bien calificados y competitivos, es sustancial. No solo pasa con los médicos, pasa también con nuestros especialistas en telecomunicaciones y software, con nuestros profesores universitarios, con muchos entrenadores de deportes.
Se han perdido miles de buenos profesionales y es una de las causas de la descapitalización que Cuba enfrenta hoy en término de recursos humanos calificados. Arreglarlo sólo depende de nosotros mismos. Abrir nuevos espacios a esos profesionales en Cuba es una decisión que se ha aplazado por mucho tiempo.
En cuanto al nuevo gobierno de Brasil, emprenderla contra el programa médico puede ser la punta del «iceberg». Brasil es el cuarto socio comercial de Cuba con el 4,5% de participación. Ciertamente lejos de España (9,5%); China (15,3%) y Venezuela (27,1%).
La presencia de Brasil en el mercado cubano se destaca en algunos productos. Si atendemos a la estructura de las exportaciones brasileñas a Cuba, estas se concentran en productos agroalimentarios con 286 millones de dólares para un 18% de participación en las importaciones cubanas de esos productos de esos productos, en el caso del calzado que también tiene una participación del 18%, el valor de los productos exportados a Cuba fue de 14,5 millones [1].
Quizás el volumen total de las exportaciones brasileñas a Cuba en estos años años no sean significativas dentro del volumen total de exportaciones brasileñas. Sin embargo, para las empresas y empresarios brasileños, el espacio ganado en Cuba sí lo es. Igual ocurre en el caso de las empresas brasileñas que han invertido en cuba, algunas de las cuales llevan décadas de trabajo en este mercado, como es el caso de BRASCUBA, mixta entre Souza Cruz y Tabacuba, Compañía de Obras de Infraestructura (COI) y FIDAS de Brasil.
Ha sido una relación construida con paciencia, cuidado y confianza de ambas partes. Las empresas brasileñas han encontrado un espacio para sus productos y Cuba lo encontró para los productos cubanos. Es también una relación donde Brasil es ganador absoluto con un saldo comercial favorable en los últimos años cercano a los 2 mil millones de dólares estadounidenses.
Nota:
[1] Los datos proceden de Cañedo C. SECOM Habana, Embajada de Brasil. Comercio Cuba-Brasil. FIHAV 2018.