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El destino del país está en manos de dos personas: Yair Lapid y Tzipi Livni. Si fallan, es el fin de los días

El fuego de la provocación está destruyendo Israel

Fuentes: Haaretz

Traducido del inglés por J. M.

Así es como se ve el final. El régimen israelí se ha convertido en kahanista. El ministro de Cultura elogia a Sapir Sabah con una gran «como si».

Sabah, la estudiante de escuela secundaria que decidió que su maestro, Adam Verete es un traidor y que los traidores merecen ser condenados a muerte. Sabah, quien es abiertamente kahanista, celebra con los más extremos kahanistas, a la altura de la mayor beligerancia física del tipo que llevó al asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin en 1995.

Esto después de que los principales miembros del régimen, al igual que los Ministros Avigdor Lieberman, Naftali Bennett y Limor Livnat, se pusieran de pie con entusiasmo detrás de un cantante kahanista que cantó una canción de alabanza a Dios por la pena de muerte gracias a la cual fue asesinado Rabin y se derrumbó el difunto Primer Ministro Ariel Sharon.

Y así, descaradamente, se produjo un giro. Alaban a un cantante que elogió la condena de muerte de Rabin y alaban al entusiasta discípulo del kahanista Michael Ben Ari. Mientras tanto, no sólo no se descarta al rabino municipal que prohibió la venta y el alquiler de apartamentos para los árabes, sino que está a punto de ser ascendido a rabino de la ciudad capital.

En su panegírico al comediante Sefi Rivlin, la ministra de Deportes y Cultura Limor Livnat dijo: «Para cualquier persona que ama el país, no es fácil estar en el ámbito de los artistas». Ministra de Cultura. Según ella, la mayoría de los artistas odian al país. La mayoría de los artistas son «traidores».

Cuando el gobierno enciende el fuego de la provocación, se propaga rápidamente entre el público. Es por eso que esta semana la chispa de odio hacia la izquierda alcanzó su punto más alto desde el asesinato de Rabin.

El entusiasta abrazo al kahanismo de los líderes políticos tiene una enorme influencia. Es similar a la influencia de la legitimación de la violencia que concedió Benjamin Netanyahu cuando orquestó las manifestaciones contra Rabin que llevaron a su asesinato («A sangre y fuego vamos a expulsar a Rabin»).

Quienes prestaron atención esta semana, ya sea en Internet o en la vida real, pueden haber visto lo que muchos están escondiendo. Los resultados de la incitación contra «los árabes» y, más aún, contra los «traidores de izquierda». Un vídeo de noticias y entretenimiento popular en el sitio web Walla mostrando colonos con palos golpeando a un israelí activista de los derechos humanos llevó a la respuestas inmediata de cientos de personas reales, que estaban enojadas porque sólo era una paliza. A los izquierdistas se les debe matar, no sólo golpear, se insistía en los comentarios. Y hay que tratar este tema, incluso antes que a los árabes.

El ministro de Finanzas Yair Lapid y la ministro de Justicia, Tzipi Livni -que están sosteniendo el régimen kahanista en sus manos, ya que sin sus partidos la coalición gobernante no tendría una mayoría- se niegan a entender que el espíritu del país es lo más importante.

Mientras los partidos Yesh Atid [Hay Futuro (N del T)], de Lapid, y Hatnuah [El Movimiento (N. del T)] de Livni están en connivencia con un proceso de paz que no se puede implementar en la realidad, con un primer ministro que hace declaraciones incesantes, el espíritu del país se está envenenando cada día aquí. Israel cambia durante la noche.

Hay una razón por la que Israel ha entrado con una moda de la locura por los pasaportes españoles durante los últimos dos días: los ciudadanos quieren huir de los regímenes fascistas. La incitación puede crear odio hacia los otros y un abanico de intenciones asesinas hacia los llamados traidores, pero no puede generar amor. No amor a un lugar, por su gente, por su cultura o por su lenguaje pisoteado.

Esta es una advertencia grave e inmediata. El fuego del racismo está cambiando definitivamente a Israel. Después de la traición a los ciudadanos que protestaban contra un capitalismo caníbal gubernamental e ideológico que no permite que la gente viva, la frustración del público se está desviando a dos lugares, como ocurrió en Europa durante el ascenso del fascismo: los sueños de escape, y el odio a los demás, y a los «traidores».

El destino de Israel está en manos de dos personas: Lapid y Livni. A partir de ahora tienen la facultad de unirse al líder del Partido Laborista Isaac Herzog y causar la caída del régimen de Kahane. Si los dos siguen con los ojos cerrados y cooperan con el kahanismo, todo va a ser consumido por el fuego.

Hace ochenta años se abrieron los seis sellos del apocalipsis racista y la enemistad resultante se vertió sobre la cabeza de millones. Ahora el séptimo sello se ha abierto. El uno en el interior. Estos son los últimos momentos en los que se puede detener el proceso. Los últimos momentos para darse cuenta de que la única misión es la prevención de un estado kahanista. Todo lo demás es secundario. Cada segundo en el que el régimen envenena al público está cambiando nuestras vidas para siempre.

Fuente original: http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.573499

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