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El genocidio israelí en Gaza entre la complicidad occidental y el silencio árabe

Fuentes: Rebelión

Ya desde su fundación el estado de Israel se creó sobre una gran mentira: «Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra». Algo parecido al mito norteamericano del Far West en cuya conquista los colonos europeos se apoderaron de ese inmenso territorio matando a los indios que lo habitaban o recluyendo en reservas a […]

Ya desde su fundación el estado de Israel se creó sobre una gran mentira: «Una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra». Algo parecido al mito norteamericano del Far West en cuya conquista los colonos europeos se apoderaron de ese inmenso territorio matando a los indios que lo habitaban o recluyendo en reservas a los supervivientes. En 1948 Israel se apoderó del 78% de Palestina y en 1967 del 22% restante. Cuando se habla de negociaciones de paz sólo se trata en ellas de ese 22% excluyendo Jerusalén oriental. A partir de los Acuerdos de Oslo la parte israelí no ha hecho sino asentar miles de colonos sobre suelo palestino en una planificada anexión. A pesar de las condenas de la ONU, estas colonias ilegales siguen multiplicándose. 

Se acelera el genocidio contra el pueblo palestino

La actual agresión militar del ejército de Israel contra el pueblo de Gaza es la enésima cometida contra los palestinos. Cualquier excusa es buena. En esta ocasión se ha aprovechado el asesinato de tres jóvenes israelíes cuya autoria no ha sido acreditada. El asesinato posterior de un palestino quemado vivo por unos jóvenes israelíes ya identificados por la policía, ¿qué represalía merecería según esa lógica criminal? ¿Y qué respuesta militar no se tendría que haber adoptado contra Israel tras el asesinato por el Mosad de científicos iraníes y de dirigentes palestinos?

Lo que se está produciendo ahora es el ataque indiscriminado contra la Franja de Gaza por parte de la aviación militar, la Armada y el ejército de tierra de Israel. Enfrente de ellos no hay ejército alguno, ni barcos, ni aviones de guerra, ni siquiera defensa antiaérea: sólo algunos guerrilleros que intentan frenar la masacre y que saben combatir heroicamente, como lo han demostrado en una calle de Gaza al eliminar a trece militares de la brigada acorazada Golani, dos de ellos altos mandos. No estamos en presencia de una guerra entre dos países, sino de una masacre producida por la potencia ocupante.

Cuando escribo estas líneas, después de 17 días de agresión, el ejército israelí ha llevado a cabo 2.100 bombardeos, ha matado a 733 palestinos (la gran mayoría de ellos civiles y más de un tercio niños), ha herido a 4.550 y ha provocado la huída de su hogar de 140.000 personas. Estas terribles cifras no son, sin embargo, lo peor, con ser trágicas en sí mismas. Israel ha bombardeado hospitales, mezquitas y escuelas, arrasado centenares de casas y destruido servicios públicos vitales, como la central eléctrica de Gaza y las conducciones de agua potable. Los generales israelíes no han tenido empacho en asesinar a sangre fría desde buques de guerra a los niños que jugaban al fútbol en la playa. ¡Estos son los héroes nacionales del estado militarista de Israel! Cientos de familias que vivían pacíficamente han sido víctimas de los misiles, la artillería y de las bombas arrojadas por la aviación, algunas de ellas prohibidas internacionalmente. Israel quiere convertir en un infierno la vida de los palestinos que sobreviven al horror. Estos crímenes cometidos contra la población indefensa de Gaza constituyen un genocidio deliberado de la población palestina. Desde la destrucción de Guernica por la Legión Cóndor y el bombardeo de la ciudad de Almería por la marina de guerra nazi durante la Guerra de España, en Europa llamamos a esta barbarie «fascismo».

Entre la complicidad y el silencio 

El pequeño estado de Israel no se hubiera atrevido ni ahora ni antes a cometer tales crímenes contra el pueblo palestino sin contar de antemano con la ayuda del bloque occidental con Estados Unidos a la cabeza. Veamos dos ejemplos recientes que han tenido lugar durante la presente agresión a Gaza. Cuando en el Consejo de Seguridad de la ONU se suscitó el tema, dos países del consejo permanente, Estados Unidos y Gran Bretaña, se opusieron al debate. Ayer mismo el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó una resolución condenatoria de la ofensiva militar de Israel y exigió su cese inmediato: sólo Estados Unidos votó en contra, mientras los representantes europeos se abstuvieron en bloque. El argumento empleado por el portavoz USA es que «Israel tiene el derecho a defenderse». Cínica actitud compartida por el propio presidente Obama, el embaucador del «sueño americano».

¿Y qué decir del silencio clamoroso de la mayoría de los gobiernos árabes que sólo se contentan con una declaración retórica? Teniendo en cuenta su inmensa riqueza petrolera y gasística, habría que esperar de ellos alguna medida consistente en el plano económico y político. Nada de eso ocurre. Sólo unas reuniones de cancilleres y a su término la redacción de un documento vacío de cara a la galería. El caso más sangrante es el de Egipto: el expresidente Mubarak apoyaba hasta tal punto a Israel que no sólo tenía cerrada la frontera de Gaza sino que le vendía el gas a los israelíes a un precio inferior al de mercado. El presidente Morsi, elegido democráticamente, abrió dicha frontera y restableció las relaciones con el gobierno de Gaza. La primera declaración que hizo el golpista general al-Sissi al llegar al poder fue la de acusar de traición a Morsi… por su diálogo con Hamas. Inmediatamente volvió a cerrar la frontera de Rafah para complacer así a sus protectores del Pentágono.

Israel es el estado más veces condenado por la Asamblea General de las Naciones Unidas por su sistemática violación del Derecho Internacional. Sin embargo, ninguna condena ha sido efectiva al ser bloqueada por Estados Unidos la oportuna sanción en el Consejo de Seguridad. Como recordaba Edward Said, «Israel sigue siendo el único estado del mundo sin unas fronteras oficialmente declaradas».

Desde David Ben-Gurión a Benjamín Netanyahu, pasando por Simón Peres, Isaac Shamir y Ariel Sharon, todos los jefes de gobierno de Israel han atacado a la población palestina y han ido ampliando progresivamente el mapa del estado a expensas del territorio de Palestina. El odio a Hamas se debe exclusivamente a que representa un elemento básico en la resistencia palestina, debilitada por el tacticismo de Yasser Arafat y de Mahmud Abbas.

El genocidio israelí contra la población de Gaza exige una firme respuesta por parte del mundo civilizado. Hay que impulsar el embargo de armas a Israel, hay que romper las relaciones diplomáticas con un estado que pisotea abiertamente el Derecho Internacional, hay que desinvertir en un país que asesina, esclaviza y expolia al pueblo palestino. Todo lo que no sea dar este paso al frente en solidaridad con Palestina, significa dejar las manos libres al agresor para que siga destruyendo vidas palestinas en busca de tierra expoliada para nuevos colonos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.