Se sabe que los tiempos malos han llegado cuando el presupuesto de Illinois no permite al estado enterrar a los indigentes muertos. Una carta del Departamento de Servicios Humanos dirigida a las funerarias culpó al «fracaso de la Asamblea General de no aprobar el plan de ingresos propuesto por el Gobernador Quinn». Illinois pagó unos […]
Se sabe que los tiempos malos han llegado cuando el presupuesto de Illinois no permite al estado enterrar a los indigentes muertos. Una carta del Departamento de Servicios Humanos dirigida a las funerarias culpó al «fracaso de la Asamblea General de no aprobar el plan de ingresos propuesto por el Gobernador Quinn». Illinois pagó unos $15 millones al año para enterrar a unas 10 000 personas pobres. «Los directores de funerarias pronosticaron que los cadáveres comenzarán a amontonarse en las oficinas del médico forense». (Chicago Sun Times, 16 de junio.)
A los vivos tampoco les va bien. A pesar de los generosos rescates bancarios y compras de compañías automovilísticas del Presidente Obama, las cifras de desempleo de EEUU se incrementaron a sus más altos niveles desde la Gran Depresión, aseguró USA Today (12 de junio de 2009). En respuesta a las malas noticias económicas, los líderes de la industria alentaron al público a que tengan una recaída en un mal hábito como forma de salvar la economía. En vez de recomendar a la gente que se unan a la CBA (Compradores Anónimos de Autos), los fabricantes, financiados por el gobierno, hacen un llamado a regresar a la adicción del automóvil.
Según un titular de The New York Times, «La Industria Teme que EEUU Abandone Hábito de Nuevos Autos» (31 de mayo). El abandono permanente de esta adicción podría desbaratar seriamente la recuperación económica. Así que oímos preguntas como «¿Pueden los conductores norteamericanos vivir sin el olor del auto nuevo?» La reportera del Times Micheline Maynard escribió que hace apenas dos años «los norteamericanos parecían enviciados «con los autos nuevos». Antes de la caída económica, las ventas habían alcanzado niveles de «más de 17 millones al año».
Altos ejecutivos de la industria ahora tienen la esperanza de que los consumidores retomen su hábito –el que contamina la atmósfera con partículas, gases de invernadero y ruido, ocupa enormes extensiones (carreteras, estacionamientos y garajes, agencias de autos nuevos y usados) y tienen como resultado decenas de miles de muertes anuales y muchos más heridos– para no hablar de las obsesiones antropomórficas. La esperada recaída de la compra de autos nuevos incluye la re-priorización del comportamiento humano: ignorar las necesidades de los hijos a favor de tareas más urgentes relacionadas con el auto –lavado, encerado y pulido.
Ese es un buen hábito.
En la misma primera plana del New York Times, vemos una actitud diferente acerca de otro hábito. «En Muerte del Interior, Se Extienden Rastros de Heroína». El artículo dice que «grupos están… avanzando en todo el país, promoviendo una forma poderosa de heroína… conocida como alquitrán negro».
¡Esperen un minuto! La gente es despedida, no puede encontrar otro trabajo; o se enfrenta a la rebaja del empleo y los salarios. ¿Cómo van a poder comprarse un auto nuevo? ¿Y un nuevo auto va ayudar a manejar la depresión y la ansiedad?
Compárense los hábitos. Los nobles individuos en las agencias de autos que ensalzan los beneficios y belleza de nuevos y brillantes montones de metal y plástico gastadores de gasolina se llaman fuerza de ventas. Ellos ofrecen satisfacción de unas ansias que en otros tiempos tuvieron 17 millones de personas.
Evidentemente las ansias cambian con los tiempos. La pérdida del empelo para algunos significa reducción de salarios para otros y reducción del horario de trabajo para muchos más. La semana laboral pagada es ahora de 33 horas como promedio. Descuéntense las licencias y el trabajo parcial involuntario de unas 9 millones de personas y la escena comienza a reproducir las condiciones de la década de 1930. ¡Vaya!
En algunas ciudades, especialmente las más golpeadas por el estallido de la burbuja de las viviendas, la falta de empleo ha durado ya casi medio año: un récord post Depresión de 22,5 semanas. «Los de la explosión de los nacimientos –79 millones de personas que nacieron entre 1946 y 1964– han sufrido los más duros golpes», reporta USA Today. Las tasas de desempleo para los trabajadores mayores de 45 años han llegado a su más alto nivel en décadas. El público norteamericano en su conjunto ha visto disminuir sus valores en $1,33 billones entre enero y marzo. Multiplíquese por diez y tendrá más o menos la pérdida total en valores norteamericanos desde que comenzó el descenso –unos $14 billones.
Las cifras y las estadísticas se transforman en metáforas. Para comprender la pobreza, imagínense que ustedes son una «típica familia norteamericana trabajadora». Su esposo trabaja cerca de Cleveland, donde las fábricas anunciaron inminentes despidos. Usted trabaja para American Airlines, que ya ha anunciado una importante reducción (1 600 empleos). Usted llama a una amiga que trabaja en Delta, que también está anunciando que va a reducir su fuerza de trabajo. Trate de venderle a esa persona un auto nuevo diciéndole que «responderá a sus necesidades, mejorará su vida sexual y producirá mágicamente prestigio y status.
En mayo, la ejecución de hipotecas aumentó en 18 por ciento (322 000) en relación con el año pasado. «Hubo casi un millón de ejecuciones en un período de tres meses, y eso sencillamente no tiene precedentes», dijo Rick Sharga, Vicepresidente Primero de RealtyTrac, con sede en California. (USA Today). En los programas de TV, revistas y periódicos las cifras malas abundan junto con los divorcios, matrimonios y muertes por sobre dosis de gente famosa. ¿Eso es para que uno se sienta informado, ansioso o deprimido? Incluso esa confusión no estimulará fácilmente el impulso a comprar un nuevo auto.
En el primer trimestre de 2009, las ejecuciones de hipotecas sobrepasaron las 300 000. En 2006, hubo menos de 100 000 al mes. Mayo también fue testigo de un aumento de los embargos por parte de bancos y RealtyTrac pronosticó que este año se efectuarán unos 4 millones de ejecuciones de hipotecas –900 0000 más que la cifra récord en 2008.
Las parejas se acurrucan en la cocina a medida que las noticias reportan que los delitos de tarjetas de crédito bancario también aumentaron en el primer trimestre de este año –11% más que al año pasado. ¿Podrán hacer el pago mensual de su Visa o MasterCard? ¿Implica esto que todos deben de sentir lástima por los pobres acreedores? ¿O significa que se unirán al creciente número de los malapagas? Noticias como estas desalientan el espíritu de comprar autos, pudieran afectar los mayores valores espirituales de la nación: las compras diarias y el lavado y encerado del auto nuevo.
Por suerte, descubre el lector de USA Today, las ventas al detalle aumentaron en mayo (0,5 por ciento en relación a abril). Pero –aquí viene la mala noticia– también se elevaron los precios de la gasolina, lo cual explica gran parte del aumento. Las ventas al detalle en mayo permanecieron casi 10% por debajo de las del año pasado.
El mercado de trabajo –otro maravilloso eufemismo–permaneció débil y los salarios iguales o en caída. El informe de la Reserva Federal también hizo hincapié en que los bienes raíces comerciales estaban en crisis: en gran parte de Estados Unidos, las tasas de vacantes continuaron altas y en aumento. ¿Entonces, donde viven los que han sido despojados de sus bienes?
El NY Times reportó que el Deutsche Bank ofreció un nuevo informe acerca de los bienes raíces residenciales en el que los expertos pronostican un agudo descenso de los precios de viviendas en la Nueva York metropolitana (Westchester, norte de Nueva Jersey y otras áreas cercanas). El banco alemán prevé una caída de 40% de los precios que había en marzo. ¡Más cifras!
El residente de Nueva York que acaba de recibir la noticia de que su semana de trabajo ha sido reducida, no puede darse el lujo de pagar precios inflados de viviendas (que en el segundo trimestre de 2007 llegaron a su tope de $552 000); ni tampoco puede alquilar a los precios actuales. ¿Qué hará?
En Chicago las ventas cayeron, la fabricación y los gastos capitales declinaron. Los negocios en Dallas están «por el piso». Los fabricantes del área de St. Louis anunciaron cierres y despidos permanentes.
La recuperación de la administración Obama significa que el producto interno bruto debe aumentar en 1-2 por ciento a fines de este año o principios de 2010. Si eso sucede, no significa que los trabajadores necesariamente recuperarán sus empleos o salarios.
La tasa de desempleo puede que llegue a 10% para las Navidades de 2009, y los expertos de The Wall Street Journal pronostican la posibilidad de que desaparezca otro millón de empleos para el verano de 2010.
En un clima como ese, los norteamericanos debieran comparar al menos dos hábitos. El NY Times presenta nuevos autos ofrecidos por grandes compañías que los fabrican para los «carteles mexicanos de la droga» que «llevaron las ventas de heroína más allá de las grandes ciudades hacia los suburbios y áreas rurales de Estados Unidos». Mientras Fiat compra a Chrysler, el Times reporta en tono despreciativo de cómo los carteles mexicanos, «la mayor amenaza del crimen organizado en Estados Unidos», están «desplazando de la distribución de heroína a los colombianos y dominicanos». A medida que caen las ventas de autos, los carteles «están avanzando por todo el país».
Sin embargo, los malos hábitos introdujeron un nuevo producto en el corazón del país que está vendiéndose como el proverbial pan caliente. La heroína, vendida por «inmigrantes ilegales», mató a Dana Smith, de Grove City, Ohio. Sus dos hermanos también se han convertido en adictos. La historia suscitaba lástima por la madre y culpa a esos inmigrantes que venden sobres de diez centavos en las calles de pequeños pueblos porque perdieron su empleo y no encuentran otro. No reporta la manera en que los médicos y los farmacéuticos suministran productos similares, aunque legales, a la gente necesitada de dormir, euforia, o más energía, para escapar de la realidad.
Ni el Times compara el efecto de cada hábito. Las estadísticas de 1999 muestran que unas 43 000 personas murieron en accidentes de tránsito, comparados con 19 000 que murieron por abuso de drogas (no solo heroína). (http://www.wrongdiagnosis.com/lists/deaths.htm)
La ONU reportó que los negocios globales de las drogas ingresan anualmente $320 mil millones de dólares, equivalente a la economía 21 del mundo –después de Suecia. Unas 200 000 personas mueren cada año como resultado del comercio ilegal de drogas; cinco millones mueren por el tabaco y 2,5 millones por el alcohol.
Malos hábitos, todos ellos. Pero el Times no pregunta: ¿por qué las premisas de nuestra sociedad provocan tantos hábitos destructivos? En su lugar, al igual que una estenógrafa, informa de los intentos de la industria por ensalzar las virtudes de un mal hábito, mientras que denigra moralmente a otro que causa menos muertes y destrucción ambiental.
Los malos tiempos pueden alentar los peores hábitos. La adicción a las drogas –o al alcohol– produce desastrosos resultados. Pero esto no debiera convertirse en una razón para reenganchar a la gente en los autos, mientras que nuestro entorno nos alerta de que hagamos cambios drásticos precisamente en ese hábito.
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Saul Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política. Sus filmes están disponibles en DVD por medio de [email protected] This e-mail address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it .