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El ignorado genocidio congoleño

Fuentes: Rebelión

En el corazón de África se encuentra la República Democrática del Congo, donde se desarrolla un conflicto ignorado por el mundo capitalista y que ha producido más de cinco millones y medio de muertos y la cifra sigue aumentando. El 80% de la población congoleña vive con menos de 0,3 dólares/día, mientras que miles de […]

En el corazón de África se encuentra la República Democrática del Congo, donde se desarrolla un conflicto ignorado por el mundo capitalista y que ha producido más de cinco millones y medio de muertos y la cifra sigue aumentando. El 80% de la población congoleña vive con menos de 0,3 dólares/día, mientras que miles de millones de dólares salen del país ilegalmente para beneficio de las grandes multinacionales occidentales.

La región de Kivu al este del país, se encuentran las mayores reservas de minerales africanos: diamantes, oro, cobalto, estaño, manganeso, coltán.

Un informe de la ONU de 2002 señala la conexión directa entre la guerra de la región del Kivu y la lucha por los recursos naturales. Las responsabilidades se repartían entre las autoridades congoleñas corrompidas y sobornadas por los dólares; los países vecinos, Ruanda y Uganda que venden y exportan gratis y sin permiso las riquezas de esta región y las empresas multinacionales en número de 114, norteamericanas, británicas, belgas, francesas y alemanas que se benefician de este saqueo al no tener que pagar por ellas.

Destacaremos alguna multinacional como es OM GROUP con sede en Cleveland que es líder mundial en producción química basada en el cobalto o níquel. Otra multinacional Cabot Corp extrae el coltán, que es fundamental en todos los circuitos electrónicos, como móviles. La segunda guerra congoleña entre 1998-2002 está en la lucha por conseguir coltán. El anterior director de Cabot Corp era Samuel Bodman, que por casualidad es el actual Secretario de Energía en el gobierno norteamericano de Bush. Otra multinacional es Freeport Memoran con sede en Phoenix que posee grandes concesiones mineras en el Congo como la de Phelps Dodge.

Esta zona está ocupada por los llamados «señores de la guerra» que se enfrentan al ejército congoleño. Se ha creado una trama de sociedades interpuestas para gestionar todos estos minerales y que no se sepa quién hace el expolio de estas riquezas pero que acaban en manos de multinacionales de occidente o de China. Las victimas como siempre en este tipo de conflictos es la población civil y en este caso muy especialmente las mujeres.

Hace más de una década se produjo el genocidio ruandés con más de un millón de muertos y este conflicto se extendió posteriormente a la región de Kivu. Desde ese momento el ejército congoleño y milicias locales con apoyo extranjero, luchan unos con otros por el poder y por poseer las riquezas de estas tierras. La mayoría de estos señores de la guerra son apoyados por empresarios occidentales que están bien conectados con Ruanda, tanto económica como militarmente.

El más importante de los señores de la guerra es el exgeneral Laurent Nkunda y su feudo es Masisi en el note de Kivu, que es la joya de la minería de la zona. Aquí están los mayores yacimientos de coltán, mineral básico para las nuevas tecnologías y los móviles. Es un mineral escaso y difícil de encontrar, el 80% del coltán está en Kivu.

Los ingresos del Estado congoleño aportados por la minería es una séptima parte de lo que obtenían en 1970, a pesar de que su explotación actual es muy superior. El saqueo es pues generalizado. El destino de los minerales extraídos van camino de Ruanda, donde se borran las huellas con un trasiego de sociedades interpuestas y finalmente acaban en los países occidentales o China.

Como dice un activista de los derechos humanos «nadie, ni aquí ni en el extranjero tiene voluntad real para acabar con todo esto. Todos sabemos lo que pasa, pero el saqueo sigue, la guerra sigue y la miseria sigue».

Desde el año 2005 hay en el Congo unos 17.000 cascos azules y personal civil de ayuda. Actualmente figuran 440.000 refugiados en esta zona del país que representan el 20% de la población, que dependen totalmente de la ayuda prestada por las Naciones Unidas para sobrevivir.

Uno de los aspectos, que más llama la atención a Anneka Van Wondemberg, miembro de los Derechos Humanos del Congo, es la violencia sobre las mujeres. Esta dice que las mujeres siempre son violadas en las guerras pero ¿Cuál es la diferencia en la del Congo? «Creo que lo diferente en el Congo es por la magnitud y la naturaleza sistemática de la guerra y también, por supuesto, por la brutalidad. No es violar porque los soldados se han aburrido y no tienen nada que hacer. Es un modo de asegurarse que las comunidades aceptan el poder y la autoridad del grupo armado concreto. Es una demostración de terror. Es la utilización de este hecho como arma de guerra».

La guerra de 1996 llevo al poder a Kabila y la de 1998 condujo al saqueo y control por parte de Uganda y Ruanda del 50% del territorio congolés.

En los acuerdos de Pretoria (Suráfrica) que culminaron con las elecciones de 2006 y donde los firmantes se comprometieron a disolver sus ejércitos para integrarlos en el ejército nacional del Congo. Pero algunos jefes militares rebeldes se han negado sistemáticamente a tal integración y siguen luchando porque esta situación favorece a las empresas multinacionales.

En las elecciones de 2006 triunfó Kabila y las poblaciones de la región minera de Kivu lo votaron masivamente por considerarlo como el único que puede lograr la pacificación y la expulsión de los extranjeros ocupantes de su territorio. Sin embargo, la paz no ha llegado a esta región por la rebeldía del exgeneral Nkunda.

Los militares ruandeses se retiraron de la región del Kivu pero dejaron en su lugar a Nkunda, que recibe el apoyo de estos y es el que mantiene a la región en guerra. La ONU acusa a este exgeneral de haber cometido crímenes de guerra contra la humanidad, entre otros el reclutamiento de niños y ha hecho que pese sobre él una demanda de arresto internacional.

El presidente Kabila ha impulsado una conferencia de paz en Goma, capital de la región del Kivu. Se trata de un acuerdo entre el gobierno congoleño y el movimiento rebelde de Nkunda, en dicho acuerdo se da una ley de amnistía por hechos de guerra e insurrección, excluyendo crímenes contra la humanidad.

El problema congolés no es solo de este país que es quién lo padece, pues la causa son las inmensas riquezas mineras que posee y que hacen que sean saqueadas por parte de las muy democráticas multinacionales occidentales o por los chinos, para beneficiar el desarrollo descontrolado del primer mundo y sin ninguna repercusión positiva para los países que poseen estas riquezas. Cabe mayor descaro y corrupción.