El espectro desgarbado de Ralph Nader vuelve a inquietar a los demócratas a falta de seis días para las elecciones. El tercer candidato sigue hundido en el irrelevante 1%, pero el puñado de votos puede ser decisivo en siete de los estados cambiantes en los que Bush y Kerry están separados por un soplo de […]
El espectro desgarbado de Ralph Nader vuelve a inquietar a los demócratas a falta de seis días para las elecciones. El tercer candidato sigue hundido en el irrelevante 1%, pero el puñado de votos puede ser decisivo en siete de los estados cambiantes en los que Bush y Kerry están separados por un soplo de aire, incluido nuevamente Florida.
Pese los esfuerzos de los demócratas por impugnar a Nader, acusándole de fraude en la recogida de firmas que avalan su candidatura, el tercer aspirante ha logrado meter finalmente baza en 34 estados y en el distrito de Columbia.
La última y pírrica victoria de los demócratas ha sido en Pensilvania, donde el Tribunal Supremo ha invalidado finalmente más de la mitad de las 51.000 firmas remitidas. Nader ha acusado a los demócratas de lanzar contra él «una campaña de intimidación y de intolerancia» y ha reiterado que piensa plantar batalla hasta el final.
«Vamos a intentar conseguir todos los votos posibles, lo que significa que vamos a competir en los estados más disputados por los republicanos y por los demócratas», sostiene el tercer candidato. «Nuestro objetivo es romper la hegemonía de los dos partidos, y la lucha por la reforma política va a continuar el 3 de noviembre».
Nader se ha propuesto, pues, peinar los estados más codiciados por los demócratas durante la última semana. Entre ellos, Wisconsin, donde Kerry y Bush disputaron ayer uno de sus frecuentes duelos sobre la marcha.
Iowa, Maine, New Hampshire y, por supuesto, Florida, son otros de los objetivos de Nader en la recta final. En Florida, el tercer candidato contó con el respaldo de la nueva secretaria de Estado, Glenda Hood, considerada como la mano derecha del gobernador Jeb Bush. Hood tenía listas las papeletas con su nombre incluso antes de que los tribunales locales se pronunciaran sobre su candidatura.
En el caso de una votación tan reñida como la de hace cuatro años, en la que Bush se impuso a Al Gore por 537 votos, el 1% de los sufragios a favor de Nader sería suficiente para volver a inclinar la balanza del lado republicano.
En Nuevo México e incluso en Hawai, donde Bush y Kerry se ha puesto casi a la par en la última semana, la presencia de Nader en las papeletas también puede ser al final decisiva. Oficialmente, los demócratas han procurado ignorar el factor Nader alegando que el tercer candidato está muy lejos de emular los resultados de hace cuatro años, cuando se presentó en todos los estados con el respaldo del Partido Verde y cosechó al final 2,8 millones de votos.
Stanley Greenberg, máximo responsable de sondeos del Comité Nacional Demócrata, sostiene que el apoyo a Nader alcanzó en verano el tope del 3% y que desde entonces hasta ahora ha ido disminuyendo hasta quedar por debajo del 1,5% en una decena de estados en litigio.
En su opinión, la transfusión paulatina del voto útil hacia John Kerry seguirá produciéndose hasta el 2 de noviembre y el tercer candidato quedará finalmente absorbido por la nebulosa de 17 aspirantes menores que obtendrán en total menos de un millón de votos.
Pero la preocupación ha rebrotado estos últimos días, dada la incertidumbre que persiste en la larga decena de estados cambiantes.En muchos de ellos, el Partido Demócrata ha instigado campañas paralelas anti Nader como la de The Unity Campaign. «¿Vives en un estado cambiante y eres simpatizante de Nader?», pregunta una voz en off en uno de los últimos anuncios. «Vota estratégicamente.Vota por Kerry».
En los últimos días han vuelto a arreciar las presiones sobre Nader para que se retire en la recta final y logre darle un último impulso a la candidatura de Kerry. Pero Nader, emblema de tantas causas sociales, se ha ganado a pulso su fama de terco y ególatra en los foros progresistas, los mismos que hace cuatro años dieron alas a su candidatura. Lejos en el recuerdo queda aquel mitin histórico con Michael Moore en el Madison Square Garden, ante el entusiasmo compartido de más de 15.000 seguidores.