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El levantamiento del Gueto de Gaza

Fuentes: The Electronic Intifada

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Uno se desconcierta a menudo ante las ironías de las relaciones internacionales y de las alianzas que fomentan. Tomemos por ejemplo el asentamiento colonial israelí que ha declarado la guerra contra el pueblo palestino y contra varios países árabes desde su inicio mientras al mismo tiempo construyó alianzas con numerosos regímenes árabes y con dirigentes palestinos.

Aunque las relaciones hachemitas-sionistas y entre la iglesia maronita y los sionistas han sido siempre conocidas y documentadas, existe menos documentación sobre los servicios que Israel ha suministrado durante décadas y sigue suministrando a regímenes árabes. Ahora se reconoce que la invasión israelí de Egipto en 1967 apuntaba a destruir exitosamente a Gamal Abdel-Nasser, enemigo de todos los aliados dictatoriales de EE.UU. entre los regímenes árabes, a quien EE.UU. y antes Gran Bretaña y Francia habían tratado de derrocar desde los años cincuenta, pero fracasaron. Israel, por lo tanto, rindió un gran servicio a las monarquías (y a algunas repúblicas) árabes desde «el océano hasta el Golfo,» cuya supervivencia era amenazada por Nasser y el nasserismo. La intervención subsiguiente de Israel en Jordania para ayudar al ejército jordano a destruir la guerrilla de la Organización por la Liberación de Palestina (OLP) y el aplastamiento final de esa organización en sus masivas invasiones del Líbano en 1978 y 1982 fueron también importantes servicios rendidos a esos mismos regímenes amenazados por el potencial «revolucionario» de la OLP y sus posiciones de cuando en cuando recalcitrantes. Los servicios de inteligencia israelíes también han suministrado durante décadas informaciones cruciales a diversos regímenes árabes permitiéndoles aplastar a su oposición política y fortalecer su régimen dictatorial. Destacados ejemplos de receptores de la generosidad de la inteligencia israelí incluyen a las dictaduras de Marruecos y Omán.

Los servicios de Israel a los regímenes árabes continúan a buen ritmo. Su invasión del Líbano de 2006, organizada para destruir Hezbolá, fue saludada por regímenes árabes e intelectuales árabes neoliberales hostiles a Hezbolá y empleada exclusivamente por medios noticiosos saudíes. Aunque la masiva destrucción israelí del sur del Líbano y del sur de Beirut y las masacres de más de mil libaneses fortalecieron a Hezbolá y debilitaron la posición militar de Israel, la invasión fue muy apreciada por los aliados árabes de Israel. Por cierto, desde 2006, los regímenes árabes aliados de Israel así como intelectuales árabes neoliberales han estado llamando abiertamente a que neutralice la así llamada «amenaza» iraní por su propio bien y también a su pedido. EE.UU. lo ha visto como un momento oportuno para integrar plenamente a Israel en la región, tanto que hizo señales a sus aliados del Golfo para que hicieran propuestas para una nueva alianza regional que incluya a Israel. El ministro de exteriores de Bahréin sugirió hace unas pocas semanas que Israel se una a la Liga Árabe. Muchas propuestas semejantes ya han sido hechas en los últimos meses saludando el ingreso del asentamiento colonial a la alianza regional contra Irán.

Desde 2006, regímenes árabes, intelectuales árabes neoliberales, así como la Autoridad Colaboracionista Palestina (ACP) en Ramala han llegado a un entendimiento de que sólo Israel podrá salvarlos de Hezbolá y Hamas, y que ambas organizaciones constituyen una amenaza para la flagrante alianza que los regímenes árabes tienen con EE.UU. e Israel contra Irán y todas las fuerzas progresistas en la región. No se trataba de esperanzas bien guardadas, sino de estrategias que fueron discutidas abiertamente en reuniones privadas, que a menudo fueron filtradas al dominio público. Las discusiones en los medios árabes y las declaraciones hechas por responsables israelíes en el contexto de las actuales masacres israelíes del millón y medio de palestinos en Gaza en los últimos diez días han dejado poco a la imaginación. Ahora existe una verdadera alianza abierta entre la Autoridad Colaboracionista Palestina, los regímenes árabes, e Israel, con el apoyo de intelectuales árabes neoliberales, en la cual se subcontrata a Israel para diezmar el gobierno de Hamas – el único gobierno democráticamente elegido en todo el mundo árabe.

Recordemos en este momento que Hamas fue democráticamente elegido en elecciones libres y que sus funcionarios elegidos y miembros del parlamento fueron secuestrados por la ocupación israelí y han estado languideciendo en cárceles israelíes, y que la Autoridad Colaboracionista Palestina incendió sus oficinas, organizó ataques en su contra, e instruyó a la burocracia de la ACP para que no siguiera sus órdenes. Ya que todo esto no desplazó a Hamas del poder, Israel y la ACP escenificaron un golpe fracasado para masacrar a los dirigentes de Hamas en Gaza. La carnicería desatada por Israel en los últimos 10 días es el último intento de Israel de asegurar que todos los árabes y todos los palestinos sean gobernados por dictadores y nunca por funcionarios democráticamente elegidos.

Muchos se preguntan cómo los regímenes árabes y la ACP pueden ser tan descarados en su «traición» a los palestinos. «¿No temen ser derrocados por el pueblo?» es una pregunta repetida a menudo. La respuesta, evidentemente, es un resonante «no.» Es verdad que la colaboración de los regímenes árabes con Israel no es nada nuevo, y que lo que es nuevo es simplemente su franqueza al hacerlo, pero existe una razón perfectamente buena para ello. En los años cuarenta y cincuenta, esos regímenes no podían declarar abiertamente su alianza con Israel, ya que había fuerzas populares e internacionales que los habrían expulsado del poder si lo hubiesen hecho. Por cierto, algunos de ellos flirtearon entonces con alianzas que incluían extraoficialmente a Israel, como el Pacto de Bagdad, pero pagaron un alto precio por esa colaboración. La Guerra Fría, la actividad revolucionaria en el Tercer Mundo, el nacionalismo árabe, la Unión Soviética, China, Nasser, fueron todos factores que había que considerar. Aunque algunos de esos factores persistían cuando Sada de Egipto declaró su alianza abierta con EE.UU. e Israel a fines de los años setenta, ninguno de esos factores existe actualmente. EE.UU., Israel, y sus principales aliados árabes han neutralizado esas fuerzas una tras otra desde 1967, allanando el camino para esta descarada alianza entre Israel y las dictaduras árabes, todas las cuales están al servicio de los intereses de EE.UU. en la región. Esos regímenes árabes gobiernan por el terror y el miedo y tienen a su disposición los mejores aparatos de policía secreta y de seguridad represora que EE.UU. pueda entrenar y equipar y que puedan ser comprados por el dinero del petróleo y la ayuda de EE.UU.

Cuando el presentador de al Jazeera preguntó directamente a la ministra de exteriores israelí, Tzipi Livni, si Israel tenía un acuerdo con regímenes árabes para cometer las matanzas en Gaza, ésta se negó a responder y finalmente desmintió la existencia de un tal acuerdo, pero no pudo menos que afirmar que existe gente en el mundo árabe que «piensa» como Israel y que Hamas es su enemigo tal como es el enemigo de Israel. Es, a propósito, la misma Tzipi Livni, que sólo hace unas pocas semanas informó a los ciudadanos palestinos de Israel que ella ha planificado su desnacionalización y deportación a los bantustanes palestinos una vez que Israel y la comunidad internacional otorguen a esas prisiones cisjordanas el estatus de un Estado palestino independiente encerrado dentro del Muro del Apartheid. Después que comenzó su guerra contra los palestinos en Gaza en la semana pasada, Livni declaró que su guerra contra el pueblo palestino no tiene que ver sólo con seguridad, sino también con los «valores» de Israel que no son compartidos por palestinos no-colaboracionistas (a diferencia de la ACP). Livni evidentemente tiene razón. A diferencia de Livni y la dirigencia israelí, cuyos ideales y planes de limpieza étnica son convertir a Israel en un Estado puramente judío, limpio de palestinos, la mayoría de los palestinos cree que deben permanecer presentes en sus tierras incluso y especialmente si eso mancilla la pureza de un Israel judío.

Livni también ha afirmado que los valores de Israel son compartidos por el «mundo libre» y por regímenes árabes no-libres que son aliados del «mundo libre.» Podemos agregar, que sus valores también son compartidos por los intelectuales árabes neoliberales financiados por los saudíes y por la dirigencia de la Autoridad Colaboracionista Palestina instalada en la Zona Verde de Ramala. Los valores civilizados de Israel no son diferentes de los propugnados por EE.UU. en sus actuales guerras contra árabes y musulmanes, y muy parecidos a los valores coloniales europeos durante el auge del colonialismo y después. Livni y la dirigencia israelí hablan de derechos humanos, democracia, paz y justicia, como valores universales mientras los aplican sólo a judíos y los niegan especialmente a los palestinos. Es difícilmente una estratagema israelí. Recordemos las palabras imperecederas de Frantz Fanon a este respecto: «Dejemos a esa Europa que no deja de hablar del hombre al mismo tiempo que lo asesina dondequiera que lo encuentra, en todas las esquinas de sus propias calles, en todos los rincones del mundo.»

En el frente palestino, el mandato del principal colaboracionista palestino y jefe del golpe, Mahmud Abbas, termina el 9 de enero. Israel espera extender el régimen de este colaboracionista como jefe de la ACP que estableció mediante el acuerdo de Oslo en 1993. Mientras asesinan y hieren de a por miles a los palestinos, las potencias mundiales lo aclaman. Es difícilmente algo nuevo. Sucede a menudo en el contexto del asesinato de otras poblaciones por aliados de EE.UU. y Europa, e incluso ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial cuando tuvo lugar el genocidio nazi. El 19 de abril de 1943, Gran Bretaña y EE.UU. se reunieron en Bermuda, presumiblemente para discutir la situación de los judíos en Europa ocupada por los nazis. Fue también el día en el que los nazis lanzaron su guerra contra los judíos restantes en el Gueto de Varsovia, pero enfrentaron una valerosa resistencia inesperada. Poco salió de la Conferencia de Bermuda y la guerra continua contra el Gueto de Varsovia siguió sin interrupción. La resistencia judía en el Gueto de Varsovia ejecutó a colaboracionistas judíos con los nazis y enfrentó valerosamente al ejército alemán con las pocas armas que tenía, antes de ser masacrada. Su levantamiento fue siempre una inspiración para los palestinos. En el apogeo de la OLP como símbolo de la liberación palestina, la organización colocó ofrendas florales en el monumento al Gueto de Varsovia para honorar a esos héroes judíos caídos.

Szmul Zygielbojm era líder del partido socialista judío, el Bund, en Polonia y formó parte de la resistencia contra la invasión nazi en 1939. Fue tomado como rehén por los nazis, pero luego fue liberado y hecho miembro del consejo judío o Judenrat, el equivalente nazi de la Autoridad Colaboracionista Palestina creada por Israel, que fue encargado de crear un gueto judío en Varsovia. Zygielbojm se opuso a la orden nazi y huyó a Bélgica, Francia, EE.UU., y en 1942 terminó en Londres donde se unió al gobierno polaco en exilio. El 12 de mayo de 1943, después de recibir información de que la resistencia en el Gueto de Varsovia había sido finalmente aplastada y que muchos de sus combatientes fueron asesinados, Zygielbojm abrió el gas en su apartamento en Londres y se suicidó en protesta contra la indiferencia e inacción de los Aliados ante los sufrimientos de los judíos en Europa ocupada por los nazi. También consideró que no tenía derecho a vivir después que sus compañeros fueron muertos resistiendo a los nazis. En su carta de despedida, Zygielbojm insistió en que aunque los nazis eran responsables del asesinato de los judíos polacos, los Aliados, por su inacción, también eran culpables:

    «Las últimas noticias que nos han llegado desde Polonia dejan en claro más allá de toda duda que los alemanes están asesinando ahora a los últimos restos de judíos en Polonia, con una crueldad ilimitada. Tras los muros del gueto está teniendo lugar el último acto de esta tragedia.

    «La responsabilidad por el crimen del asesinato de toda la nacionalidad judía en Polonia recae en primer lugar sobre los que lo están cometiendo, pero indirectamente recae también sobre toda la humanidad, sobre los pueblos de las naciones aliadas y sus gobiernos, quienes hasta la fecha no han emprendido ningún paso real para detener este crimen. Al contemplar pasivamente este asesinato de millones indefensos, niños, mujeres y hombres torturados, se han convertido en socios de la responsabilidad….

    «No puedo seguir viviendo guardando silencio mientras los restos de los judíos polacos, cuyo representante soy, están siendo asesinados. Mis compañeros en el gueto de Varsovia cayeron con armas en sus manos en la última batalla heroica. No pude caer como ellos, junto con ellos, pero pertenezco con ellos, a su fosa común.

    «Con mi muerte, quiero expresar mi más profunda protesta contra la inacción con la que el mundo contempla y permite la destrucción del pueblo judío…

La Autoridad Colaboracionista Palestina que maneja el Judenrat establecido por Oslo ni siquiera ha tratado de resistir las órdenes israelíes. Ni un solo miembro de la dirigencia máxima decidió renunciar y no servir. Mahmud Abbas, después de proveer tantos servicios deshonorables a Israel, carece de la integridad y los nobles principios de Zygielbojm y jamás seguiría sus pasos.

Mientras tanto, el pueblo palestino resistirá a los invasores israelíes con todo su poder y frente a dificultades astronómicas. El pueblo palestino, como Zygielbojm antes que ellos, comprende perfectamente que Abbas, su camarilla, los regímenes árabes, EE.UU. y Europa son todos culpables de su matanza, tanto como Israel. En el caso de Zygielbojm, culpó a las potencias mundiales por su indiferencia e inacción, en el caso palestino, las potencias mundiales y regionales son co-conspiradoras y socios activos en el crimen.

El aplastamiento del Levantamiento del Gueto de Gaza y la matanza de su población será una tarea relativamente fácil para la gigantesca maquinaria militar israelí y la dirigencia política sádica de Israel. Enfrenta la secuela de una determinación palestina fortalecida de seguir resistiendo a Israel que será mucho más difícil encarar para Israel y sus aliados árabes. Aunque los miles de palestinos muertos y heridos son las principales víctimas de esta última guerra terrorista israelí, el principal perdedor en todo esto será Abbas y su camarilla de colaboracionistas. El test para la resistencia palestina ahora es que siga negando a Israel el derecho a conquistar poblaciones, a robar sus tierras, a destruir sus medios de subsistencia, a encarcelarlas en guetos, y a hambrearlas sin encontrar resistencia.

La única constante en las vidas palestinas durante el último siglo de atrocidades sionistas ha sido la resistencia al proyecto sionista de borrarlas de la faz de la tierra. Mientras el sionismo buscó y reclutó colaboracionistas palestinos desde sus inicios en la esperanza de aplastar la resistencia palestina, ni Israel ni ninguno de sus colaboracionistas ha logrado detenerla. La lección que el sionismo se ha negado a aprender, y sigue negándose a aprender, es que el ansia palestina de libertad del yugo sionista no puede ser extinguida no importa cuántos crímenes bárbaros cometa Israel. El Levantamiento del Gueto de Gaza marcará tanto el último capítulo en la resistencia palestina contra el colonialismo y la última brutalidad colonial israelí en una región cuyos pueblos nunca aceptarán la legitimidad de un asentamiento colonial racista europeo en su medio.

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Joseph Massad es profesor asociado de política árabe moderna e historia intelectual en la Universidad Columbia en Nueva York.

http://electronicintifada.net/v2/article10110.shtml

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Soldados nazis acorralan a judíos polacos durante el Levantamiento del Gueto de Varsovia en mayo de 1943

(Fotógrafo desconocido)