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El llamado trabajo por cuenta propia y sus derivaciones raciales

Fuentes: Progreso Semanal

Esta historia comenzó, cuando se racionalizarían 500,000 empleos sobrantes del sector estatal, y casi «poniendo la carreta delante de los bueyes», entonces no se sabía a donde irían a parar esos trabajadores, que después de un periodo de gracia de 3 meses con salario, se quedarían finalmente sin empleo. Por fin, llego la solución del […]

Esta historia comenzó, cuando se racionalizarían 500,000 empleos sobrantes del sector estatal, y casi «poniendo la carreta delante de los bueyes», entonces no se sabía a donde irían a parar esos trabajadores, que después de un periodo de gracia de 3 meses con salario, se quedarían finalmente sin empleo.

Por fin, llego la solución del «cuentapropismo» y hoy existen más de 400,000 que solucionan su subsistencia por la vía del trabajo no estatal. A pesar de que la actividad tuvo que sufrir y aún sufre de muchos prejuicios.

Siendo solo las palabras del presidente Raul, en la Asamblea nacional, las que los han rescatado de un ambiente en el que no pocas veces se les trata como a gente no revolucionaria. Lógico prejuicio sembrado y padecido durante muchos años, con posterioridad a la llamada «Ofensiva Revolucionaria, en que se acabó con toda la actividad privada». Quedando solo los pequeños campesinos, agrupados en la ANAP y los choferes de alquiler reunidos en el ANCHAR.

Todo ello dentro de un gran eufemismo; porque ese cuentapropismo, económicamente hablando, no lo es tal, sino que debiera terminar de considerársele como pequeña y mediana empresa, que es lo que realmente son. Pero no, se sigue llamándoles «cuentapropistas», con todo las inconsecuencias teóricas y enredos sociales que eso crea.

No se les otorga el reconocimiento que de hecho ya tienen, como parte de una realidad, que, aunque no guste a muchos, está solucionando un conjunto de problemas que el estado no puede, ni debe encargarse de solucionar. Además, con niveles de salarios, que el estado no está en condiciones de asumir. Por lo que el estímulo a trabajar en el sector, es más que evidente. No pocos abandonan su empleo estatal, incluso de alta calificación, pobremente remunerado, para pasarse al sector privado.

Cuantas personas calificadas nos podemos encontrar de choferes, maleteros, empleados en paladares, restoranes, cafeterías y otras actividades, que están muy por debajo de sus calificaciones reales.

¿Por qué no acabamos de considerarlos como lo que son, les reconocemos jurídicamente y les damos su lugar dentro del modelo económico?

Para complicar aún más las cosas hablamos ahora de cooperativas no agropecuarias. Que lo que son es, pequeñas y medianas empresas, que se dedican a las actividades no agropecuarias. Lo que abarca un conjunto de actividades productivas que amplían sobremanera el llamado trabajo por cuenta propia.

Entonces, el problema lo hemos creado nosotros mismos, sobre todo, si tenemos en cuenta lo que se ha demorado introducir un mercado al por mayor. Causa fundamental de que, con el crecimiento del llamado cuentapropismo, este también proliferando la corrupción. Porque si el cuentapropista no tiene materias primas para trabajar, va a encontrar siempre, quien las robe de los almacenes estatales y se las venda. Por lo que el inusitado incremento del desvío de recursos y del robo en los almacenes estatales, se debe, en primer lugar, a que no acabamos de «poner los huevos en la canasta», con la organización del trabajo privado. Creo que hay que reconocer que el trabajo privado llego para quedarse y no hay otra forma de asimilarlo, que como parte de nuestra economía socialista.

Sobre lo que ahora está ocurriendo con las medidas propuestas, habría que preguntarse, ¿Por qué se ha tenido que suspender el otorgamiento de nuevas licencias? ¿Era indispensable hacerlo para poner orden? ¿O que es lo que hay detrás de esa suspensión? Sobre todo, cuando sabemos que respecto al cuentapropismo, se ha estado en un «atrás y adelante» sin descanso.

Sin dudas, son esperables nuevas medidas de control y requisitos para poder ejercer la actividad privada. Pero aún existe la preocupación de cuanto se va a demorar el proceso. Porque antecedentes de lamentables y molestas demoras existen. Por eso se ha hecho tan evidente la masiva preocupación de ¿cuánto se va a demorar la administración estatal en volver a la normalidad?

Personalmente no me preocupa que el estado quiera regular fuertemente el llamado cuentapropismo. Debemos cerrar todas las brechas a que este devenga en fenómenos de ilegalidades económicas, afectando la implantación del modelo.

Pero son los funcionarios estatales, los organismos estatales, en primer lugar, los que tienen que cargar con las culpas del robo y la malversación. No los cuentapropistas, que lo único que hacen es tratar de sobrevivir en los marcos de las limitaciones burocráticas que la administración estatal les ha impuesto.

Cuando vemos que, a las puertas de un supermercado, hay individuos que son capaces hasta de venderte un «elefante blanco»; este sin dudas sale de los almacenes estatales, porque aquí nadie importa elefantes blancos. Ni vienen en los paquetes de Miami.

Luego, apretemos a la administración estatal, en primer lugar y veremos como todo lo demás entra en la legalidad.

La sociedad cubana, con la proliferación del negocio privado, había entrado en una dinámica, en que muchos estaban haciendo sus planes.

Además, el dinero está fluyendo, viene principalmente del exterior y el país se beneficia, cuando, sin recibir capital oficialmente, de hecho, lo está recibiendo por medio del simple flujo de las remesas que entran y no solo por la vía de Western Unión, sino por las llamadas «mulas». Que traen más dinero a las familias en Cuba, del que la Isla puede contabilizar.

¿Vamos a desaprovechar o a desperdiciar ese flujo monetario que entra controlado y a veces sin control?

En el país, aunque no lo queramos, ni podamos controlarlo, entra bastante dinero. Pero en definitiva todo va a parar al mismo lugar: la inversión familiar, el gasto de consumo y el que realizan muchas familias para mejorar sus condiciones de vida. Para lo cual siempre pagan a un carpintero, pintor, mecánico, plomero etc. Vacacionan, compran casas, automóviles y otros bienes. Lo cual hace circular el dinero por las manos de muchos que no lo reciben como remesa, pero si, por brindar algún servicio o simplemente vender algo.

No se trata de los 5,000 millones que necesitamos en inversiones, pero sí de cantidades nada despreciables, que a veces sectores muy humildes de la población lo reciben. Se dice que las remesas oficiales sobrepasan los 3,000 millones de dólares anuales y continúan creciendo.

Entonces, todo freno que pongamos a la pequeña y mediana actividad empresarial privada, está desestimulando una erogación monetaria que favorece a la población, beneficiando aquella parte de ella, que no recibe la remesa; la que principalmente, como sabemos, es recibida por intelectuales, clase media con familiares en el exterior y blancos, casi en su totalidad; porque los negros emigraron tarde, sin apoyo, como marielitos y llegaron cuando ya lo mejor estaba repartido. Cuando Estados Unidos, principal receptor de emigrantes cubanos, ya no era el país de las oportunidades. Por eso, los negros y mestizos cubanos en los Estados Unidos, no tienen los mejores empleos, los mejores niveles de vida y en su aplastante mayoría, no disfrutan de la oportunidad de viajar a Cuba, ni de enviar paquetes o dinero a sus familiares en la Isla. Mucho menos gozan de la oportunidad de enviar dinero para que los negros y mestizos en Cuba, puedan aparecer como dueños de restoranes, cafeterías, paladares y acondicionar sus viviendas para rentarlas y disponer de una vía tan lucrativa para incrementar sus niveles de vida.

Por lo que las medidas adoptadas tienen también un trasfondo racial que no puede dejar de ser tomado en consideración. Pues tales medidas afectan principalmente a obreros, artesanos, trabajadores simples, negros y mestizos en primer lugar, que no tienen acceso la remesa, pues casi no la reciben, aunque se beneficien de ella, cuando esta genera empleos y actividad de servicio por diferentes vías.

¿Quiénes han sido históricamente en Cuba los obreros, artesanos, vendedores ambulantes; sino negros y mestizos? Que el trabajo en las ciudades los rescato de la plantación y de la esclavitud.

Esa estructura social no ha cambiado substancialmente aún. Es cierto que hay muchos negros doctores, profesores, científicos, artistas, escritores, etc. Pero aún muchos, más de los que quisiéramos, nutren la masa de trabajadores simples, artesanos, vendedores ambulantes, recogedores de basura y otros empleos humildes y mal pagados. No hay que profundizar mucho para percatarnos, de que la medida que ahora se adopta de suspender licencias nuevas a carretilleros, afectara principalmente a personas negras y mestizas.

Por lo que para cualquier medida económica que adoptemos, debemos tomar en consideración que nuestra población no es homogénea y que la variable «color de la piel «continúa siendo una variable de diferenciación social.

Pero la historia no termina aquí, aun debemos preocuparnos mucho, por la tendencia que se observa a no dar empleo a personas negras y mestizas en cafeterías, restoranes y paladares, principalmente propiedad de personas blancas. Pero esta es otra historia. De la que nos encargaremos más adelante.

Fuente: http://progresosemanal.us/20170820/llamado-trabajo-cuenta-derivaciones-raciales/