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El menos socialista de los socialistas de ficción: José Bono

Fuentes: Rebelión

El de Albacete, más allá de su humorístico y característico acento, demuestra día a día la paradoja que supone que un individuo como él pertenezca a un partido tan siquiera de centro.

No deja de ser curiosa la historia de José Bono Martínez, el hombre fuerte del PSOE que despierta más simpatías en los núcleos reaccionarios de la sociedad que en los obreros que dice representar. No debieron ser pocos los baldíos en política que confunden el partido al que pertenece, pues sus formas y sus ideas son más bien de Génova. Y es que uno actúa según su educación, y el ya expresidente del Congreso de los Diputados fue amamantado por un padre poco común en los miembros de su partido, que no es otro que todo un alcalde falangista. Cierto es, que no es de recibo juzgar a la persona por su familia, pues esta no se elige sino que te toca.

Es este socialista católico, como él mismo se define, motivo de elogio común por parte de la derecha española. No es de extrañar por ello que Pedro J. Ramírez sea habitual defensor de las causas del manchego. Ya comentó este último que Bono cada día se distanciaba más del PSOE, algo que no debe extrañarnos demasiado dada su insistencia en un pacto del bipartidismo capitalista. Como si de un miembro del Ejecutivo de Rajoy se tratase, nuestro protagonista no duda en criticar como se está tratando el tema de los nacionalismos en España. Tal pensamiento centralista y unitario, compartido desde su partido en ciertos aspectos, queda resaltado en cada una de sus opiniones sobre Amaiur.

Y es que si de él dependiese, estos no tendrían grupo parlamentario. Cierto es también que todo un jurista como él, que ha cursado Derecho y ADE en la prestigiosa universidad de ICADE, se resigna con el famoso Dura lex, sed lex. No existe legislación injusta, sino ciudadano insubordinado.

Es curioso que a pocos sorprenda ver a Bono en la presentación de un libro sobre la Revolución Francesa del director de El Mundo junto a toda la camarilla de la ultraderecha española, desde Esperanza Aguirre hasta el polémico presidente de la Real Academia de Historia Gonzalo Anes. Debió aprender historia nuestro personaje principal con el prestigioso historiador Pío Moa, tan querido en esos núcleos.

Esta rara avis de un partido político para la clase obrera en sus inicios, no cree en las izquierdas o en las derechas, y mucho menos comprende un concepto como el de la lucha de clases. No vendría mal al expresidente de Castilla-La Mancha unos cursos acelerados de marxismo, esa ideología que tan siquiera plantea comprender el predecesor de Barreda y Dolores de Cospedal en su tierra. No debe asombrarnos por todo lo mencionado anteriormente las palabras fraternales y cariñosas que dedica Bono a la mujer manchega de las tijeras largas, aunque eso sí, dijo no haberla votado. Séanme sinceros, ¿tanto les exaltaría e indignaría que lo hiciese?

No nos engañemos, ya he dicho nuestro manchego favorito que no irá en listas con el PSOE, pues quiere dedicarse a su hija pequeña y terminar sus memorias (tal vez confiese su verdadera ideología), y piensa en un retiro similar al de su admirado Fraga. No se cansa Bono de agradecer al gallego su contribución a la democracia, que se lo digan a Julián Gramau. Que no nos altere esto tampoco, pues dicen sus allegados que José tiene dos carpetas en su casa: una relacionada con documentos de Falange y otra del PSOE. ¿Simple recuerdo o elección equivocada de partido?

Seguramente, no les estaré contando nada nuevo, pero compartirán conmigo lo surrealista que resulta que un hombre como este y tantos otros pertenezcan a un partido que sigue proclamándose obrero y socialista, y no es permisible que sigan mancillando esos calificativos. Echarán de menos los norteamericanos a uno de sus enlaces preferidos en España, pues además de ideología Bono erró también al elegir el país donde realizar su carrera política, vista su admiración por lo militar e imperialista. ¡Qué buen dúo haría con el hijo de la Duquesa de Alba en el medievo!

A nadie deja pasmado ya lo monárquico que demuestra ser José Bono, anteponiendo por supuesto los intereses de la Corona a los de la propia clase obrera que dice representar. Se entristece cuando ve a Urdangarín cometiendo algún presunto delito, aunque no pasa nada, pues el deportista no pertenece a la Casa Real prácticamente, tal y como comenta. Aunque eso sí, derecho a cobrar tiene como todo hijo de sangre azul. Piensen por cierto un apodo a Bono, tal y como hizo él mismo con Ana Pastor llamándola Señorita Rottenmeier, pueden comenzar con su peculiar manera de hablar (¿lo habrá copiado del monarca?).

Quiere buscar Bono un líder para el PSOE que sea moderado, al más puro estilo liberal de siglo XIX, y que pueda gritar a gusto: ¡VIVA ESPAÑA!, con dos bemoles. No importa la situación actual de los ciudadanos españoles, pues como ya sabemos la familia del manchego no pasará hambre (busquen si lo desean en Internet su patrimonio, asusta)

Se va José Bono con su discurso de siempre, no ha cambiado demasiado con los años. Y pide de nuevo la unión del PSOE y del PP…descuide vieja criatura, esta ya se ha cumplido, sino que se lo pregunten a IU.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.