Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Como tantos, me sentí intrigado por descubrir las causas del colapso del puente de Minneapolis y me entristecieron los relatos de las tragedias personales.
Hace cerca de un año escribí una serie de artículos sobre la física y termodinámica de los incendios y colapsos del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001. Lo hice en un esfuerzo por explicar en términos sencillos los efectos físicos y de construcción que conocía – por ser mis campos de especialización – para ayudar a la gente de a pie a interpretar lo que ve en las grabaciones en vídeo de esos colapsos.
Entre ingenieros y físicos es fácil dar a conocer la magnitud y la naturaleza de las fuerzas, el calentamiento y las tensiones.
Sin embargo, a las personas no formadas en esas disciplinas les puede ser difícil apreciar cuánta energía es almacenada como «energía potencial» en un edificio elevado y cuánta energía puede ser transferida como «impacto» en un choque de coches o en la caída de un avión.
Otras ideas como «límite elástico permanente,» «fatiga de metales,» la volatilización de plásticos en mezclas inflamables y explosivas de gases, la capacidad calorífica de materiales, ondas expansivas en el aire y ondas de esfuerzo en sólidos son todas difíciles de evaluar «intuitivamente» sin una cierta educación técnica, y también una cierta experiencia práctica (ensayos de laboratorio o aplicaciones en la práctica).
Pensé ingenuamente, ahora que me vengo a dar cuenta, que mucha gente apreciaría este tipo de información en «términos sencillos» para una discusión de los aspectos técnicos detrás del fenómeno físico del 11-S, y eventos similares.
Como científico, soy el primero en darme cuenta de que la «causa real» de cualquier evento semejante es sólo aislada – y siempre en algún grado de incertidumbre, o «barra de error» – después de un prolongado y cuidadoso análisis, que puede involucrar varias disciplinas técnicas, por ejemplo, ensayos químicos y mecánicos, modelización computada de tensión y deformación, estudios de bitácoras de mantenimiento y otros ejercicios forenses. Lo que pueden proveer al público las discusiones de café antes de los resultados de una «indagatoria» oficial es una cierta idea de las fuerzas y de los fenómenos involucrados.
Los eventos del 11-S provocaron una vasta efusión de ignorancia, descrita usualmente como el «movimiento de verdad del 11-S», por parte de gente que no tenía la menor idea de ciencia física.
Este «movimiento» no tiene nada que ver con la ciencia, con la física, o incluso con los eventos del 11-S; pero mucho con las necesidades psicológicas de sus cultistas.
Hoy en día, hay cientos de artículos en publicaciones técnicas y profesionales sobre la física de los colapsos del 11-S, y cualquier interesado en conocer los detalles puede leer esos artículos, o encontrar artículos por escritores científicos que han compendiado la literatura científica sobre el tema. Significa trabajo, y requiere una cierta educación, tal vez bastante si se quiere analizar y criticar el material de investigación en las publicaciones profesionales. Cuánto más fácil es simplemente fantasear, «saber» porque «es obvio» y porque «es evidente.» Es como los platillos voladores.
A aquellos que se habían obsesionado con el 11-S debido a sus necesidades emocionales y psicológicas no les gustó mi serie de «física del 11-S» porque no condujo a las conclusiones que deseaban, que usualmente eran de dos tipos:
- el gobierno lo hizo: una conspiración magistral para matar a miles de estadounidenses, para inspirar miedo y producir un Estado policial (no es que esté en desacuerdo con el punto de vista de que muchos en el gobierno y en las corporaciones desean lograr un Estado policial).
- Yo (el conspiracionista omnisciente) soy una persona visionaria y heroica que ve a través de esta mascarada (imaginaria), y chilla al respecto para «despertar al pueblo estadounidense,» un moderno Paul Revere que merece ser reconocido.
Un escritor de cartas lo resumió perfectamente, rechazando mis artículos como sigue: «no comprendo ninguna de sus ecuaciones, pero se equivoca.»
En esto sólo hablo de los escritores que van de corteses a apenas tolerables. Hubo numerosas, numerosas cartas injuriosas e insultantes, usualmente anónimas (no requiere mucho coraje). Me temo que me asqueó bastante el nivel «típico» de pensamiento (utilizo la palabra generosamente) del público, y en especial ese segmento del público que leyó mis artículos sobre la fenomenología del 11-S.
De modo que, de vez en cuando, me permito provocar un poco a los teóricos de la conspiración, no tanto para atacar sus ideas (uso caritativamente esta última palabra), sino debido a su primitiva intolerancia. La suya es una religión laica moderna, intelectualmente superficial, y de intolerancia medieval en cuanto a otras maneras de pensar. Se ciñen a sus creencias «por fe» porque el esfuerzo de aprender realmente física, ingeniería, química, y evaluar racionalmente el fenómeno del 11-S, y con el beneficio de ideas y métodos científicos conocidos, requiere demasiado tiempo, es difícil, y probablemente no satisfaga sus necesidades de mimos psicológicos.
En una reciente nota sobre el puente de Minneapolis en CounterPunch quise llamar la atención a las fotos (en las noticias de la BBC) que mostraban el fundamento inclinado (socavado por las corrientes del río, me pregunté – las noticias posteriores sugieren que no), y el extremo deformado de una viga de acero.
La extrema tensión y deformación del metal pueden dar la apariencia de «fusión» o de «caramelo estirado» a las vigas de acero; un hecho conocido en la ingeniería, pero que frecuentemente sorprende a los no técnicos. Mi posición es que la apariencia – para los no expertos – de un «efecto de calor» no significa automáticamente que se haya aplicado un calor elevado, como en explosiones.
Mi propio análisis me lleva a concluir que el 11-S, como en el colapso de la autopista Oakland por el fuego (anteriormente durante este año), como el colapso del puente de Minneapolis, tuvieron todos causas «naturales,» en el sentido de que efectos físicos conocidos y las condiciones físicas y medioambientales particulares en cada lugar fueron responsables por el colapso resultante. No hubo sabotaje (aparte de los aviones estrellados el 11-S), no hubo una demolición intencional por explosivos colocados previamente (la suposición de la conspiración oculta, que es la Inmaculada Concepción de la fe del 11-S).
¿Por qué ser mezquino y molestar a los conspiracionistas del 11-S? ¿Por qué no abandono las provocaciones y me limito a presentar mis puntos de vista sobre puntos sustantivos, sin sarcasmo o insulto?
Sí, hacerlo sería una buena actitud budista y una buena posición cristiana: ignorar «las hondas y las flechas» y simplemente presentar la lógica de lo que quisiera describir. El sarcasmo y el insulto pueden condimentar un artículo y agregar algo de humor, pero son fácilmente exagerados. Sin embargo, actúan como disuasivos para los potenciales escritores de cartas de las fes conspirativas, para que no me envíen sus interminables esfuerzos por convertirme. Supongo que podría tratar de tomar el camino más positivo por el bien de la mayor parte de los lectores, y simplemente utilizar más a menudo la tecla «eliminar.»
Una nota final: en artículos del New York Times de ayer (3 de agosto de 2007) sobre el colapso del puente de Minneapolis se menciona un presunto punto débil del diseño: las principales junturas entre barras de metal en el cuchillo del puente, justo por sobre las columnas que se unen con el fundamento de hormigón en cada ribera del río. Se sospecha que la fatiga del metal (40 años de vibraciones inducidas por los camiones) puede haber abierto grietas invisibles dentro de esas junturas (empernadas y / o soldadas) y a la deformación permanente del metal (deformación lenta bajo la tensión de peso (carga gravitacional)) haya llevado a una falla catastrófica.
Se consideraba que este puente tenía un defecto de diseño, y que algunas de las principales junturas eran únicas, no tenían redundancia. Diseños más recientes aseguran la redundancia de todas las junturas, de modo que si una falla, las cargas (tensiones) en la armazón del puente son redistribuidas mientras sigue manteniendo la integridad de la estructura y el apoyo del tráfico deseado.
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Manuel Garcia, Jr. es un físico recientemente pensionado de un laboratorio del Departamento de Energía de EE.UU. Actualmente está de vacaciones, y sus intereses técnicos incluyen los fluidos, la electricidad, el flujo calórico y la energía. Sus intereses no-técnicos son variados, uno de ellos es la responsabilidad social de los científicos, otro es la dimensión social de las alternativas para las tecnologías energéticas para suministrar a una comunidad. Para contactos escriba a: [email protected].
http://www.counterpunch.org/garcia08042007.html