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El periódico de Samira

Fuentes: Al-Jumhuriya

Sammur, ¿Recuerdas que pasaste a ordenador mi primer artículo después de nuestro compromisp y antes de enseñarme a escribir con él? Confieso que me sorprendió la facilidad con que se podía traicionar al bolígrafo, y comencé a escribir directamente en una pantalla tras mi romántica presunción de que el bolígrafo y el folio estaban indisolublemente […]

Sammur,
¿Recuerdas que pasaste a ordenador mi primer artículo después de nuestro compromisp y antes de enseñarme a escribir con él? Confieso que me sorprendió la facilidad con que se podía traicionar al bolígrafo, y comencé a escribir directamente en una pantalla tras mi romántica presunción de que el bolígrafo y el folio estaban indisolublemente ligados. Solía preguntarte cada poco: ¿dónde está la shadda [1]? ¿Y los corchetes? ¿Por qué la pantalla tiene tan poca luz? Mi profesora tenía mucha paciencia con su discípulo gruñón. Solías leer los artículos antes de que los enviara y los colmabas de elogios. Poco después, comencé a publicar de forma regular, una vez a la semana por lo menos, y dejé de enseñarte los textos antes de enviarlos. En ocasiones hablábamos de algún artículo que estaba escribiendo o que acababa de enviar y me pedías que te los enseñara antes o en el momento de enviarlos, algo que volvía a hacer, una o dos veces, pero que nadie derrumbe a la vieja costumbre. Solía justificarme diciéndote que en cualquier caso lo leerías en dos o tres días. Para tu marido, que se pasaba la mayor parte del tiempo sumido en sus pensamientos, escribir era un trabajo a realizar en soledad y aislado del mundo, un acto de palabra unido al alma, y el acelerado ritmo, verdaderamente asfixiante, en que me encontré durante años me dejaba de los nervios: no había terminado una cosa y ya me estaba poniendo con otra. Hubo un tiempo, no sé si lo recuerdas, Sammur, en que escribía dos artículos por semana. Ello nos aseguró unos generosos ingresos, pero cuando hoy vuelvo la vista hacia esos años, ese ritmo me parece una especie de entrada voluntaria en la cárcel. Una vez alguien dijo algo en presencia de Bakr [2] sobre el momento en que salí de la cárcel, y él respondió con sarcasmo: ¿Pero es que Yassin ha salido de la cárcel? Dicha anécdota resume bastante bien la realidad.
Durante todos los años que pasamos juntos, fuiste una compañera de vida que apenas podía alejarse de la escritura para volcarse en la amistad. Yo era, o casi era, un periódico. Y el periódico era tuyo. Era el proyecto que deseaba ver florecer. Y al margen del periódico, nuestros amigos constituían una especie de Siria en pequeño, y no pocos de ellos eran parejas jóvenes que amaban nuestra relación y vida, y se sentían en casa cuando estaban en nuestra casa.
Esa pequeña Siria se ha dispersado por todas partes, como la Siria más grande. Pero en su diáspora, la gente de esa Siria extraña a su ausente, y también a su compañero cuando se ausenta durante un tiempo.
No te había dicho todavía, Sammur, que he logrado salir del ritmo frenético de escritura, y ya no soy el periódico que era desde que salí de Damasco hace seis años y pico. Tampoco he vuelto a escribir en diarios desde hace unos dos años.
Apenas había comenzado a a dejar de ser un periódico cuando te ausentaste de mí, tú, que eras la dueña del proyecto. Podrías haber dirigido un periódico de gran éxito en una Siria menos atroz que la nuestra, Sammur. Publicando menos, aunque no necesariamente escribiendo menos, quiero dedicarte a ti los artículos, cartas y pensamientos que publique. «El periódico de Samira» es el paraguas en que se enmarcarán los textos que publique en Al-Jumhuriya.
¿Recuerdas, Sammur, que publiqué yo solo tres números de una publicación personal llamada «Qantara» (Puente) entre finales del 2000 y la primavera del 2001, cuando trabajabas en la redacción del periódico «Al-Khalij» (El Golfo) en Damasco? Creo que tú misma pasaste a ordenador algunos de los textos de dicha publicación, a cuya edición e impresión nos ayudaron dos queridos amigos jóvenes, cuyos caminos se separaron después. ¿Recuerdas que te dije en el primer número que lo que pretendía con «puente» era que sirviera para unir a dos generaciones y dos etapas de acción pública en nuestro país? Si la memoria no me falla, también dije que era un puente entre dos formas de acción pública de su editor. El periódico de Samira es un puente hacia ti, la ausente lejos de mí, pero más cercana que nadie.
Querido lector:
Los textos que se publiquen en el «Periódico de Samira» son textos de Al-Jumhuriyaque recuperan, tras un breve parón, una cierta frecuencia de publicación. Espero que el colocarlos bajo el título del «Periódico de Samira» me dé libertad para escoger los contenidos y el estilo, y también la extensión. Samira no será necesariamente el tema de los mismos, pero deseo que su presencia en ellos, directa o indirecta, como estímulo, como persona a quien van dirigidos, como tema o como ausencia, imprima estos textos de una intimidad que los haga destacar.
Por otra parte, los textos del «periódico» responden a mi necesidad de hablar a mi mujer ausente de distintas maneras. Samira era la ausente sobre la que han versado los artículos que he escrito sobre ella y su causa, junto con su compañera Razan y sus compañeros Wael y Nazem. Samira también fue quien hablaba en su libro Diario del asedio a Duma 2013[3]; y también a quien yo me dirigía en mis cartas a ella [4]. En este periódico, Samira es el símbolo al que se remite, presente siempre en la medida en que está ausente.
Samira representa una causa general, que no es independiente de Razan, Wael y Nazem. La causa es una misma, pero Samira es mi compañera, y es mi causa personal como compañero superviviente, y también es el eje de mi pensamiento sobre múltiples causas y mi vara de medir en lo que a ellas respecta. No pienso en Samira ni la recuerdo, pues está siempre conmigo, y yo soy ella en su ausencia.
Notas
[1] Símbolo ortográfico en árabe que indica la reduplicación de la letra. Por ejemplo, Sammur, lleva una shaddaen árabe sobre la «m».
[2] Bakr Sidqi, reconocido escritor y amigo de Yassin.
[3] Disponible en castellanogracias a Ediciones del Oriente y del Mediterráneo.
[4] Las trece cartas que Yassin ha dirigido a Samira hasta el momento están disponibles en castellano en este blog, bajo el título «Cartas a Samira» acompañado del número de orden correspondiente. Por ejemplo, la última es «Cartas a Samira (13)«.