El periodista estadounidense Seymour Hersh, conocido por haber desvelado el pasado mes de mayo las torturas que aplicaban las fuerzas norteamericanas contra los prisioneros del centro de detención de Abu Ghraib (oeste de Bagdad), denunció hoy que los abusos registrados en este centro y en el de Guantánamo forman parte de un mismo programa «ultrasecreto» […]
El periodista estadounidense Seymour Hersh, conocido por haber desvelado el pasado mes de mayo las torturas que aplicaban las fuerzas norteamericanas contra los prisioneros del centro de detención de Abu Ghraib (oeste de Bagdad), denunció hoy que los abusos registrados en este centro y en el de Guantánamo forman parte de un mismo programa «ultrasecreto» diseñado por el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, en virtud del cual se autorizaba tanto la creación de un servicio clandestino de Fuerzas Especiales para combatir a Al Qaeda al margen del Derecho Internacional como el establecimiento de centros secretos de interrogatorio a espaldas de las leyes y de la opinión pública.
Asimismo advirtió de que si el presidente George W. Bush obtiene la reelección en los comicios presidenciales del próximo 2 de noviembre, «bombardeará Bagdad, hasta dejarla como en la Edad de Piedra». No obstante, aunque lamentó que el tema de las torturas no haya sido tratado en los debates electorales, afirmó que es posible que estas revelaciones sean «un factor determinante» que impida la reelección del actual mandatario.
Hersh se reunió hoy en Madrid con varios medios de comunicación para presentar la edición en castellano de su libro ‘Obediencia debida’, en el que analiza todos los acontecimientos ocurridos en Estados Unidos desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, en particular las guerras de Afganistán e Irak, las complicadas relaciones con Pakistán (una potencia nuclear cuya población, recuerda, simpatiza mayoritariamente con el fundamentalismo islámico), la actual situación en Oriente Próximo o los errores de inteligencia que permitieron los atentados del 11 de septiembre.
Seymour Hersh, colaborador de la revista ‘The New Yorker’ desde 1971, fue el periodista que desveló en 1969 como reportero en Vietnam la matanza de la aldea de My Lai, cuando los soldados de la 11 Brigada mataron a más de 500 civiles –sobre todo mujeres, niños y ancianos– en una operación de búsqueda de guerrilleros del Vietcong.
En sus reportajes, recogidos en el libro, Hersh afirma que los hechos de Abu Ghraib comenzaron en el «limbo jurídico de Guantánamo». Ambos centros de detención fueron el producto de «un documento legal ultrasecreto» por el que Bush autorizaba tanto la creación de un servicio clandestino de Fuerzas Especiales, encargado de apresar y matar a presuntos miembros de Al Qaeda al margen del Derecho Internacional, como el establecimiento de centros secretos de interrogatorio a espaldas de las leyes y de la opinión pública.
Este programa, denominado Special Access Program (SAP), fue creado por Donald Rumsfeld, y su eslabón principal fue el general Geoffrey Miller, que llegó a dirigir los dos centros, Guantánamo y Abu Ghraib.
FILTRACIONES
Buena parte de la información aportada por Hersh le fue facilitada, bajo anonimato, por expertos de seguridad, políticos y militares en activo. La causa de esas filtraciones, señaló, se debe a los numerosos «enemigos» creados por Bush dentro de los organismos de seguridad e inteligencia. «Tras el 11 de septiembre, Bush lanzó el mensaje de que ‘o se está con nosotros o se está contra nosotros'», explicó.
Por ello, los militares, analistas de la CIA y expertos en asuntos exteriores que apoyaron su idea de atacar Irak fueron considerados unos «genios», mientras que los discrepantes fueron calificados sencillamente de «traidores».
«Así que estas personas empezaron a dirigirse a mí, y yo mismo empecé a llamarles a ellos para obtener informaciones, porque me había leído todos los informes de la ONU y había preguntas muy serias sobre la capacidad nuclear de Irak», explicó. «Empezaron a llamar personas que normalmente no habrían hablado conmigo, y en el ‘New Yorker’ empecé a escribir lo que yo llamé una historia alternativa de la guerra», añadió.
El periodista no niega los motivos políticos de su revista y los suyos particulares para actuar así. Los editores de ‘The New Yorker’ estaban «convencidos totalmente de que la política de Bush era una locura», indicó. «Estábamos haciendo una oposición absoluta a Bush, como muchas personas dentro del Pentágono y de la CIA estaban haciendo también oposición», añadió.
Fue en estas circunstancias cuando se enteró, el pasado mes de mayo, de que la cadena de televisión CBS disponía, dos semanas antes que él, de las fotografías en las que se mostraban las torturas de Abu Ghraib, y que no las había publicado por presiones del Pentágono. Asimismo, Hersh recibió por las mismas fechas el informe encargado por el general de división Antonio M. Taguba, que describía con detalle palizas, humillaciones sexuales y otras torturas cometidos por los soldados estadounidenses en el centro de detención.
Entonces, el periodista, con el apoyo de su revista, llamó a la CBS para anunciar su intención de publicar las fotografías. «Personalmente les llamé para decirle que si no publicaban las imágenes, les convertiría en parte de mi artículo», explicó.
Lo que a Hersh le ha causado mayor «vergüenza» ha sido constatar que tanto Bush como Rumsfeld sabían desde el pasado mes de enero, cuando las autoridades recibieron las primeras fotografías, lo que estaba ocurriendo en Abu Ghraib. «Pero no hicieron nada, nada en serio al respecto hasta que salieron publicadas en mayo», lamentó. «Sólo después de que el público tuvieran conocimiento de lo que estaba pasando, nombraron un nuevo general y anunciaron todas las acciones», añadió.
EFECTOS ELECTORALES
Según el periodista, después de que ‘The New Yorker’ publicara las fotografías de Abu Ghraib, los sectores más conservadores «empezaron a decir: ‘pero bueno, esto al fin y al cabo no es tan malo, es como las novatadas de las universidades». «Para muchos americanos, los que apoyaban a Bush, no había ningún deseo de afrontar esta realidad, de hecho no es un tema que se haya tratado en los debates electorales, simplemente es algo duro de afrontar», explicó.
Pese a ello, el periodista cree que las torturas de Abu Ghraib podrían influir en los resultados electorales. «Para aquellos a los que no les gustaba Bush ni les gustaba la guerra, es una prueba más de que tenían razón, y para muchos que apoyaron a Bush y que públicamente dicen que están a favor de él, éste puede a ser un factor determinante a la hora de emitir el voto» en contra del mandatario, añadió.
«Al contrario de lo que ocurrió en Vietnam, en Estados Unidos no están enfadados con los soldados, se les considera tan víctimas como las personas a las que tienen que matar en Irak», prosiguió. Por ello, «tras saber lo de las torturas, puede que voten en contra de Bush algunas personas que no lo hubieran hecho si no lo hubieran sabido», añadió.
En todo caso, Hersh advirtió del riesgo que supondría para su país y el mundo la reelección del presidente. «Si gana Bush, bombardeará Bagdad: va a dejarlo como si fuese la Edad de Piedra», aseveró. El presidente «se cree que tiene la virtud en la lucha contra el enemigo, es un fantasioso, está convencido de que hace el bien, está alejado de la realidad».
Aparte, en caso de victoria de Bush «el mundo estará más indignado con los ciudadanos americanos». «De momento, el resto del mundo es capaz de diferenciar entre el Gobierno estadounidense y los ciudadanos estadounidense, pero si Bush resulta elegido el mundo va a estar enfadado con todos los ciudadanos estadounidenses», adviertió.
En tal caso, expresó su convencimiento de que «Europa no permitirá que Bush siga adelante; los franceses, los alemanes y los españoles, cualquier país que tenga una población musulmana, aunque sea minoritaria, incluso Inglaterra, al final acabarán uniéndose y serán un bloque violentamente opuesto a Bush», señaló.