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El presidente Obama (y el presidente Zapatero) y sus asesores económicos

Fuentes: El Plural

El periodista Ron Suskind, que recibió el prestigioso Pulitzer Prize de Periodismo en EEUU, ha escrito un libro, Confidence Men, sobre la formación de la política económica, fiscal y bancaria de la Administración Obama, que debería ser lectura obligatoria para los estudiosos del proceso político en Washington. Muestra, entre otros hechos, las enormes limitaciones democráticas […]

El periodista Ron Suskind, que recibió el prestigioso Pulitzer Prize de Periodismo en EEUU, ha escrito un libro, Confidence Men, sobre la formación de la política económica, fiscal y bancaria de la Administración Obama, que debería ser lectura obligatoria para los estudiosos del proceso político en Washington. Muestra, entre otros hechos, las enormes limitaciones democráticas existentes en el sistema político de aquel país. En este libro, el autor detalla y documenta la enorme influencia de la banca (Wall Street) en el equipo económico de la Casa Blanca. Su subtítulo «Wall Street, Washington and the education of a President» es indicativo del contenido del libro que analiza como la política económica de la Administración Obama se formó. Es interesante señalar algunas semejanzas con la Administración Zapatero, aunque en lugar de Wall Street, el equivalente en España como grupo de presión sería la banca y el Banco de España, que es en realidad su portavoz en lugar de su supervisor (para ver una crítica del Banco de España, se aconseja la lectura de los artículos sobre el Banco de España en la sección Política Económica de mi blog www.vnavarro.org).

El libro documenta como, antes de que el Presidente Obama fuera elegido, el candidato Obama creía que para resolver la enorme crisis financiera de EEUU, debería seguirse el modelo sueco, en lugar del modelo japonés. Suecia, a principios de los años ochenta había desregulado el sector financiero que predeciblemente llevó al desastre de la economía de aquel país. La banca se dedicó a la especulación, siendo el sector inmobiliario el más fértil y propicio para este tipo de comportamientos. Se creó, así como también ocurrió en España, una enorme burbuja inmobiliaria que, al explotar en 1991, creó una crisis financiera enorme. Tras dos años de intentar «salvar» a la banca mediante inyecciones de ayuda pública que sólo alargaron la resolución del problema, el gobierno sueco decidió nacionalizar la banca. Los directores de la banca fueron despedidos, los accionista tuvieron que absorber las pérdidas, y bajo una dirección nombrada por el Estado, éste adquirió la mayoría de los activos de los bancos. Con estas medidas el sector financiero se recuperó, mostrando que la garantía del crédito era una responsabilidad del Estado que éste podría realizar mejor que el sector bancario privado. Sorprendentemente, una vez que la banca nacionalizada se recuperó, el Estado vendió (bajo el control entonces de los conservadores-liberales) lentamente los bancos. Esta nacionalización de la banca contrastó con lo que ocurrió en Japón, donde el Estado continuó ofreciendo ayudas a la banca sin que se resolviera el problema del crédito, tal como está ocurriendo ahora en la Eurozona.

El candidato Obama subrayó repetidamente su preferencia por la vía sueca, en lugar de la vía japonesa. De ahí la enorme sorpresa cuando, una vez el candidato Obama se transformó en el presidente Obama, nombró como sus asesores económicos a dos economistas que habían protagonizado las medidas que habían llevado a la crisis financiera; Lawrence Summers del equipo Clinton, responsable de la desregulación de la banca, y Tim Geithner de la rama neoyorquina del Banco Central estadounidense, the Federal Reserve Board, y hombre próximo a Wall Street. Sectores progresistas del Partido Demócrata protestaron. Pero, en un movimiento característico del presidente Obama, creyó que los asesores eran «buenos» economistas que conocían bien el sector financiero, y que bajo su dirección personal desarrollarían sus políticas. Creía que harían lo que él les dijera que debían hacer. Creyó que podría encomendar la vía sueca a los que estaban en la postura más opuesta a ella. Según él, él necesitaba a alguien como Summers y Geithner, que conocieran el sistema desde dentro. Lo importante de su nombramiento -según él- fue que ellos conocían mejor que nadie el mundo de Wall Street.

Lo que el libro de Ron Suskind muestra es lo enormemente erróneos que eran estos supuestos del presidente Obama. Como el libro documenta, Summers y Geithner ignoraron al presidente e hicieron y siguieron la vía japonesa, convenciendo a la vez al Presidente de que era la única vía posible. En lugar del que el Presidente convenciera a Summers y Geithner, éstos convencieron y manipularon al Presidente. Éste creía que necesitaba «buenos» economistas que conocieran bien el funcionamiento de Wall Street y que él ya les dirigiría las pautas a seguir. Ignoraba con ello que no hay buenos o malos economistas, sino economistas que tienen sensibilidades distintas (en muchas ocasiones sin ser conscientes de ello), que consideran sus posturas científicas cuando en realidad son profundamente ideológicas. Es bien conocido que los economistas neoliberales nunca se definen a si mismos como neoliberales, sino como «buenos» economistas. De ahí la enorme importancia de conocer a qué sensibilidad pertenecen los economistas que asesoran a las estructuras del poder. En contra de lo que se dice, los primeros días de una administración ya establecen claramente la orientación económica de la misma., viendo los nombramientos, y muy en particular en las áreas económicas.

Esto está claro también en las sensibilidades presentes en el equipo económico que ha estado asesorando al Presidente Zapatero en España, comenzando por el Sr. Pedro Solbes, que había sido el guardián de la ortodoxia neoliberal en la Comisión Europea, así como Míguel de Sebastián y David Taguas, ambos procedentes de la banca, además de otros economistas derivados del Centro de Estudios del Banco de España o de los centros de reflexión financiados por la banca y las grandes empresas. Cuando la izquierda protestó la orientación neoliberal de tales asesores, el Presidente Zapatero ignoró tales protestas y terminó haciendo lo que estos asesores quisieron que hiciera. (Para ver una crítica del pensamiento económico del zapaterismo, ver Vicenç Navarro. El Subdesarrollo Social de España. Causas y Consecuencias) Sería de desear que un libro semejante se escribiera en España.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.