Recomiendo:
0

Anuncian el final de la dominación y el neocolonialismo

El pueblo tunecino se ha ganado la libertad haciendo la Revolución

Fuentes: Mundo Obrero

El pueblo tunecino derrocó al dictador y su ejemplo fue imitado por muchos otros pueblos árabes. Las dictaduras vacilan y los dictadores están a punto de caer. Las revoluciones que sacuden la orilla meridional del Mediterráneo doblando las campanas por las dictaduras, anuncian también el fin de la época de la dominación y del neocolonialismo. […]

El pueblo tunecino derrocó al dictador y su ejemplo fue imitado por muchos otros pueblos árabes. Las dictaduras vacilan y los dictadores están a punto de caer. Las revoluciones que sacuden la orilla meridional del Mediterráneo doblando las campanas por las dictaduras, anuncian también el fin de la época de la dominación y del neocolonialismo.

El 14 de enero de 2011, la nación liberada se ha puesto en marcha para construir un nuevo Túnez, un Túnez mejor. ¡Nuestro camino será difícil y largo, es cierto, pero hoy en día todo es posible!

El pueblo tunecino está en pie. Su libertad no se la debe ni a los supuestos beneficios del libre comercio ni a concesiones de la dictadura. Su libertad se la ganó con su propia fuerza, haciendo sencillamente la revolución. Contra sus opresores, los tunecinos no han tenido otras armas que su coraje, su determinación, su unidad y su amor por la libertad.

Hoy, a dos mes y medio de la fuga de Ben Ali, el balance es muy moderado. De hecho, en cuanto al desmantelamiento de los instrumentos de la dictadura política las cosas están avanzando bastante bien, especialmente después de la disolución de su partido político (RCD) y también con la promulgación de una amnistía general, la garantía del derecho de asociación, de manifestación y la constitución de partidos políticos. A todo ello se debe añadir la libertad de prensa y la libertad de publicación, entre otras. También ha sido convocada una Asamblea Constituyente por el próximo 24 de julio que será elegida en las primeras elecciones libres en Túnez.

Toda esta dinámica política es buena, pero sigue frágil y puede, en un futuro próximo, estancarse o incluso revertirse sin unos avances concretos en términos de reivindicaciones económicas y sociales. En realidad nada se mueve, o casi, con respecto a las decisiones fundamentales tanto de carácter económico como social. De hecho Túnez vive actualmente en el marco de las opciones socio-económicas que le han sido impuestas por la globalización capitalista neoliberal. La revolución derrocó al dictador y avanzó adecuadamente en el desmantelamiento de su poder, pero sigue viviendo bajo la dictadura del mercado que le impone decisiones que continúan perjudicando a los intereses básicos de las masas populares de trabajadores y jóvenes.

Las clases dominantes se han visto debilitadas por la revolución, pero también por las prácticas mafiosas de los clanes de Ben Ali. Estas no tienen un partido político y su sindicato ha sido desestabilizado y ha perdido toda su dirección anterior, demasiado implicada con los clanes de la mafia. Una cosa es cierta, el programa que se aplica en la actualidad es el del «Consenso de Washington», a saber: el mantenimiento de Túnez en la división internacional del trabajo, como un país dominado por los intereses del capital europeo.

Por ahora, el movimiento revolucionario sigue estando poco organizado y no dispone de un programa claro y centralizado a nivel nacional. Todavía no ha logrado hacer surgir de sus propias filas un liderazgo político que se haga cargo de formular con precisión el programa de reivindicaciones y acciones que se necesitan para lograrlo.

Es difícil decir exactamente quién decide hoy en día el camino que hay que seguir en Túnez, o más bien cuál es la fuerza, o mejor las fuerzas que mueven los hilos detrás del escenario, porque es evidente que hay una, si no varias. Es verdad que el movimiento revolucionario permanece bastante bien movilizado y sigue logrando concesiones y conquistando derechos al régimen anterior, especialmente a nivel político.

Las potencias europeas siempre han tratado de proteger sus propios intereses en el sur del Mediterráneo, ignorando completamente los de esos pueblos. En el caso de Túnez, los intereses económicos europeos son enormes, las inversiones del capital europeo ascienden a más de trece mil millones de euros, lo que representa casi una cuarta parte de la inversión total en Túnez. Con más de 1.100 empresas que emplean, o mejor dicho explotan, a más de 300.000 trabajadores, las empresas de la Unión Europea son el segundo patrón más importante en Túnez después del Estado, y su volumen de negocios representa más de un 6% del PIB de Túnez

Para salvaguardar los intereses de sus empresas transnacionales, la Comisión Europea y varios Gobiernos europeos, en particular los de Francia, Italia y España apoyaron hasta el final al dictador Ben Ali en su lucha contra el pueblo tunecino. Los discursos y las buenas intenciones del gobierno nunca cambiaron nada de esta situación. La asociación Euro-Mediterránea nos había prometido prosperidad y democracia, pero sólo hemos tenido empobrecimiento y fortalecimiento de la dictadura.

El artículo 2 del Acuerdo de Asociación de 1995 que la UE y sus Estados miembros establecieron con Túnez, ¿acaso no dice que «el respeto de los principios democráticos y de los derechos humanos constituye un elemento esencial del acuerdo»?, ¿acaso Ben Ali no era ya un dictador en 1995? Por supuesto que sí. ¿La UE y sus Estados miembros no estaban al tanto de eso? Por supuesto que sí. Entonces, ¿qué significa tal afirmación? La Unión Europea le debe excusas al pueblo de Túnez.

Los movimientos sociales y las clases trabajadoras europeas tienen ahora una oportunidad histórica para influir en el orden capitalista regional. Más que nunca hoy es posible que actuemos juntos, a ambos lados del Mediterráneo, por la democracia, la prosperidad, la paz y la amistad entre los pueblos, con respeto mutuo por la soberanía y la autodeterminación. Tal dinámica, si se pone en marcha, se puede propagar por todo el planeta, enriqueciéndose y fortaleciéndose gracias a las experiencias de otros pueblos y movimientos sociales en otras regiones del mundo.

Hasta ahora, nosotros, los movimientos sociales y movimientos altermundistas, hemos trabajado sobre la hipótesis de que «otro mundo es posible». Desde la revolución tunecina, que en la actualidad se convierte en revolución regional, lo que está en marcha es precisamente la construcción de ese otro mundo que tenemos que realizar juntos.

Fathi Chamkhi es miembro del Consejo Nacional para la Protección de la Revolución en Túnez y portavoz de ATTAC en el país

Traducción Micol Savia.