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El ranking anual de las ONG muestra que el statu quo del «salvador blanco» sigue intacto

Fuentes: africasacountry.com

Traducido del inglés para Rebelión por Sara Plaza

Teju Cole escribió que un salvador blanco es alguien que «apoya políticas brutales por la mañana, funda organizaciones benéficas por la tarde y recibe premios por la noche».

Global Geneva publicó recientemente el tercer ranking anual de las ONG y, lamentablemente, es más de lo mismo. En 2013 revisé los perfiles de los consejeros del ranking anterior, centrándome en el equilibrio de género y en su diversidad, así como en los vínculos que mantenían con la industria tabacalera, la de armamento y el sector financiero. Los hallazgos fueron problemáticos. Muchas de las ONG que aparecían en la lista no eran lo suficientemente diversas o representativas, y más de la mitad tenían relaciones con las industrias mencionadas.

El ranking de este año revela tendencias igualmente preocupantes. Aunque el 78% de las actividades de las ONG enumeradas se realizan en la mayor parte del mundo, la clasificación sigue estando muy sesgada a favor de las ONG occidentales (64%). Una vez más esto da indicios de quién vale y tiene conocimientos y experiencia, reforzando la falacia de que los ciudadanos de los países occidentales están mejor preparados para cambiar el mundo.

Las ONG continúan rezagadas en cuanto a diversidad. Las mujeres y los hombres de origen europeo siguen estando sobrerrepresentados en los puestos de dirección (más del 60% en general y por género). La representación de las mujeres es todavía relativamente baja (40%, de las cuales el 63% son de origen europeo). Sin embargo, la falta de diversidad étnica es todavía más alarmante.

Las estadísticas sobre África y los africanos (incluyendo la diáspora) vuelven a resultar particularmente desconcertantes.

Solamente el 5% (26) de las 500 ONG que aparecen en la lista tienen su sede en África, pese a que el 33% de la actividad se realiza en esa región. De esas 26, solo 7 aparecen en los 100 primeros puestos y la mayoría (9) se encuentran en la parte inferior (401-500).

Solamente el 4% de los directores ejecutivos son de ascendencia africana.

Las personas de ascendencia africana son el único grupo en el que hay menos hombres que mujeres entre los directores ejecutivos. Esto implica un sesgo institucional contra los hombres negros.

En los rankings regionales solo 25 ONG han sido seleccionadas para ocupar los primeros puestos de la clasificación africana comparadas con las 100 que aparecen tanto en Europa, como en Norte América y en Asia/Australasia. Además, de esas 25, 8 están fuera del continente africano (2 en Bahrein, 3 en Israel, 3 en Jordania).

Muchas ONG siguen mostrando imágenes y videos estereotipados y condescendientes que presentan a los africanos en particular como víctimas pobres y necesitadas desprovistas de capacidad de acción.

Además, una gran proporción de las ONG «top» continúa designando responsables que no son representativos de las comunidades y grupos a los que dicen servir, y mantienen vínculos con intereses empresariales que no parecen coherentes con su mandato o identidad pública.

Como ya ocurriera con la clasificación anterior, cierto número de ONG tiene consejeros y fundadores vinculados al sector financiero y las industrias de tabaco y armamento. Algunas, como por ejemplo Room to Read, se enorgullecen de tales vínculos: «Nuestro equipo directivo está integrado por antiguos responsables de empresas tan venerables como Goldman Sachs…». Otras son socias de empresas acusadas de violaciones de derechos humanos y ambientales: por ejemplo, Akshaya Petro está asociada con Monsanto para proveer alimentación infantil, Care con Gargill para combatir la pobreza, Vital Voices con Walmart para ampliar las oportunidades económicas de las mujeres, Injaz-al-Arab con ExxonMobil para orientar y aconsejar a jóvenes árabes. La ONG International Crisis Group recibe apoyo de las empresas que participan en su Consejo Asesor Internacional, incluyendo Shell y Chevron.

Algunas también tienen afiliaciones con particulares cuya trayectoria política o profesional puede decirse que es incoherente con los mandatos de las ONG a las que sirven, entre ellas: International Rescue Committee (Henry A. Kissinger, Condoleeza Rice y Madeleine Albright, supervisores), International Crisis Group y ONE Campaign (Lawrence Summers, consejero), y Operation Blessing (M. G. «Pat» Robertson, consejero).

El fracaso general de muchas de las ONG que aparecen enumeradas a la hora de contar con directivos representativos se refleja en algunos de sus mensajes y gestos publicitarios. Algunas muestran eslóganes que ofrecen soluciones absurdamente simplistas («Tú puedes acabar con el hambre» – Concern Worldwide; «Cambia el mundo en 4 clics» – Ufeed). Otras despliegan actitudes desmesuradas (S.O.U.L. Foundation dice que su presidente representa «una nueva generación de jóvenes activistas estadounidenses que se están convirtiendo rápidamente en un grupo entusiasta de líderes y empresarios sin ánimo de lucro que eligen un trozo del mundo para cambiarlo»; y la ambición de GreenHouse es «intentar salvar el mundo desarrollando nuevos modelos de cambio social para mejorar la vida de las personas»). FAME World adopta incluso un desagradable enfoque misionero tradicional: lleva a «Cristo hasta los marginados y desatendidos» pero no ofrece asistencia a las organizaciones que no son cristianas.

Todos somos incoherentes. Reconociendo esto, ¿dónde está la línea entre la incoherencia y el engaño?

Como individuos podemos engañarnos fácilmente a nosotros mismos y creer que nosotros no perpetuamos las desigualdades globales ni las actitudes discriminatorias que decimos combatir. Las organizaciones no son distintas. Cuando las ONG enfrentan el desafío de cumplir con los estándares de integridad y no lo consiguen empiezan a encajar en la definición de Teju Cole del salvador blanco.

La ayuda internacional es una industria que mueve miles de millones de dólares y las estructuras empresariales de las mayores ONG cada vez se parecen más a las de los grandes negocios. Al mismo tiempo, las llamadas de las ONG solicitando apoyo y dinero públicos recurren extensa y claramente a la autoridad moral que reclaman para sí. Dicho esto, es totalmente razonable esperar que las ONG demuestren su integridad institucional, incluyendo su obligación de rendir cuentas ante quienes dicen servir. Lamentablemente, Global Geneva no tiene en cuenta ninguno de estos criterios. Al elegir clasificar tantas ONG de la manera como lo hace, Global Geneva y quienes la apoyan están reforzando modelos paternalistas de toma de decisiones y gobernanza que deberían ser cuestionados en vez de aclamados.

Fairouz El Tom es director creativo de Plain Sense en Ginebra y dirige proyectos independientes sobre cuestiones relacionadas con la diversidad y la «alteridad».

Fuente: http://africasacountry.com/in-search-of-integrity-and-africans-in-the-ngo-world/