Traducido para Rebelión por Felisa Sastre
Una mayoría de la izquierda, en Estados Unidos y en el resto del mundo, se ha subido al carro del Cualquiera salvo Bush . Afirman que otros cuatros años de Bush suponen una amenaza catastrófica, por lo que los que se oponen a la guerra y a la injusticias deben taparse la nariz y votar por «el mal menor», es decir por John Kerry- sin tener en cuenta lo cerca que se encuentran sus posiciones a las de Bush. Las voces de los disidentes-la de aquellos que apoyan una alternativa de izquierdas al corrupto sistema de dos partidos- han sido muy escasas.
Una de ellas es la George Monbiot, destacada personalidad del movimiento global por la justicia. Monbiot es columnista del periódico británico Guardian, de tendencia izquierdista, y autor de numerosos libros, entre ellos The Age of Consent: A Manifiesto for a New World Order (La época del asentimiento: Manifiesto a favor de un Nuevo Orden Mundial). Alan Maass, de Socialist Worker, ha hablado con él sobre las razones por las que pide a los activistas que se enfrenten a las presiones para votar al «malo frente al espantoso»y, en su lugar, apoyen la campaña del candidato independiente Ralph Nader.
Su análisis de las elecciones de 2004 parte de su creencia en que el sistema político de Estados Unidos es corrupto y antidemocrático. ¿Podría explicar por qué?
Es una sistema profundamente corrupto, y ha sido corrompido, en pocas palabras, por las grandes empresas y las grandes fortunas individuales, que han conseguido transformarlo de una democracia en una plutocracia donde lo únicos candidatos que tienen posibilidad de ser elegidos son aquellos que hacen lo que el gran capital quiere que hagan.
Y si no llevan a cabo lo que el gran capital les dicta entonces no consiguen los recursos financieros que aquel les proporciona y no estarán en condiciones de ganar las elecciones. Se trata de una corrupción y una ausencia tan evidente de democracia que cualquiera que crea en los principios democráticos tiene, en consecuencia, que creer en el principio de que hay que separar el dinero de la política.
Creo que la reforma más necesaria y honrada de la política estadounidense- y de hecho de la de la mayoría de los países del mundo- es la de prohibir la financiación privada de los candidatos y de los partidos. Las subvenciones a todos los candidatos deberían ser pequeñas, con un tope máximo, y proporcionadas por el Estado.
¿Qué le diría a la gente que está de acuerdo con lo Usted dice sobre los problemas del sistema político pero cree que estas elecciones son diferentes, y que tenemos que derrotar a Bush por encima de todo?
Una de las singularidades de la política estadounidense es que las reformas necesarias siempre se posponen a las elecciones presidenciales siguientes. La gente está de acuerdo- casi todo el mundo con el que hablas y que cree en la democracia coincide en que el sistema está caduco, y es preciso cambiarlo, pero todos parecen opinar que deberá cambiarse en algún momento sin determinar del futuro.
Y cuando se acercan las elecciones presidenciales, la gente dice: «En fin, el tipo de enfrente, el candidato republicano, es tan malo que tenemos que votar a los demócratas para evitar las cosas terribles que ocurrirían con él». A ellos no les gusta lo que representan los demócratas, ni el hecho de que John Kerry- o quienquiera que se presente-, personifique una versión aguada de lo que simbolizan los republicanos, y de lo que suponen para la perpetuación de este profundamente corrupto sistema.
Pero tenemos que votar al tipo malo porque en caso contrario el horripilante ganará. Si uno, entonces, les pregunta: «¿Y qué estáis haciendo para combatir el sistema?», contestan que hay que esperar hasta las próximas elecciones. A lo que uno tiene que recordarles «Bien, es exactamente lo que me dijisteis en las elecciones últimas». Y así seguimos, con los cambios políticos imprescindible pospuestos a un futuro indefinido.
Mi experiencia como activista político me indica que si uno quiere un cambio tiene que empezar ya a trabajar por él. En el momento en que se acepta posponer los cambios o se dan evasivas sobre ellos, entonces los cambios se aplazan para siempre. Así que para no llegar a ese extremo hay que decir que es el momento de entrar en acción.
Sólo existe una oportunidad para las actuaciones políticas y esa ha llegado ahora. Si uno trata de cambiar un sistema, debe empezar a trabajar en ello desde el momento actual, y no suponer que lo harán en nuestro nombre las generaciones futuras. Eso, simplemente, no funciona en política.
Incluso en este lado del Atlántico, y en el mismo seno del Guardian, me he encontrado con gente que se resiste a decir: «Vota por quien quieras votar en lugar de hacerlo por el malo para evitar que gane el peor». Y además, existe la impresión de que Bush es casi de una especie diferente.
Ahora bien, no hay duda de que Bush, y de manera especial la gente que le rodea, son hombres extremadamente peligrosos, que tienen unas peculiares ideas sobre el mundo, y una imagen distorsionada de la realidad en política exterior. No existe duda alguna sobre el asunto, pero tampoco la hay de que se trata de una tendencia de la política exterior que se remonta a mucho, mucho tiempo antes de que llegaran ellos, y que Kerry parece dispuesto a perpetuar.
En la campaña Cualquiera menos Bush existe una postura más radical que argumenta en el sentido de que las elecciones de 2004 son un referéndum sobre Bush y su «guerra contra el terrorismo», y que si Bush resulta reelegido, los ciudadanos del resto del mundo interpretarán que «el pueblo estadounidense» ratifica las guerras de Bush. ¿Qué respondería a esta argumentación?
Hay algo de verdad en ello, pero no se trata sólo de una persona, sino de un sistema político en su totalidad. Si Bush no hubiera estado en la presidencia para hacer lo que ha hecho, habría estado alguien muy parecido. De hecho, el mismo Kerry ha declarado que si hubiera sido presidente habría invadido Irak entonces, y lo sigue poniendo de manifiesto al afirmar que habría apoyado a Bush para hacerlo, incluso sabiendo lo que sabemos ahora.
Hay que verlo todo en conjunto, y entonces me parece muy claro que uno debe votar por algo más que echar a un candidato. Hay que votar para cambiar el sistema. Por supuesto, puedo adivinar la perplejidad que la gente sentiría ante la reelección de Bush, si ello sucediera.
Pero también puedo ver a la gente percibiendo a los Estados Unidos como un lugar poco grato y extremadamente peligroso si lo que ocurriera es que el candidato que se considera una alternativa a Bush, Kerry, llegara al poder e hiciera exactamente lo mismo que ha estado haciendo Bush durante su presidencia. Entonces, la gente pensaría «Bueno, no se trataba de Bush, el problema es Estados Unidos. Tenemos que atacar a Estados Unidos».
Seguramente, esa es la conclusión a la que llegaría la gente. Si pueden responsabilizar a una sóla persona de la invasión de Irak, pueden decir entonces que no son los estadounidenses en general los que suponen un problema. Pero si los estadounidenses cambian de Presidente y el sistema político continúa actuando de la misma manera que lo ha hecho antes, entonces su conclusión será, obviamente, que el problema no es Estados Unidos sino los estadounidenses.
A mi no me gustaría que la gente llegara a esa conclusión. Quiero que sean conscientes de que existe un problema político del que los ciudadanos estadounidenses no son responsables, sino la usurpación de la democracia. Pero para que ello ocurra- para que los estadounidenses puedan demostrarlo ante el mundo- tienen que establecer un sistema diferente.
Ralph Nader ha sufrido todo tipo de calumnias durante la actual campaña electoral e incluso la acusación de algunos de sus partidarios del 2000 de que es una persona individualista que no se preocupa por desarrollar un movimiento de cambio. ¿Qué opinión tiene de Nader?
No es un ser humano perfecto, y si alguien intenta llegar a ser presidente, en fin, es normal que tenga algo de egocentrismo, así que no creo que sea puro como la nieve que cae, lo que sí creo es que es un mucho mejor que los otros dos tipos, y que de verdad cree en las posiciones que toma.
Esto es raro hoy día en política. Por regla general, un candidato de un partido hace simplemente lo que es políticamente conveniente, y lo que le obliga a hacer la estructura de su partido. Nader tiene la ventaja de que no tiene una estructura de partido y no se encuentra sometido a la bota de nadie y puede decidir por sí mismo en qué se apoya.
Es un hombre que se atiene a sus convicciones. Se pueden cuestionar sus métodos, y yo lo hago con algunas de sus posiciones- no estoy de acuerdo con todas sus propuestas- aunque muchas de ellas tienen mucho sentido. Pero uno no puede dudar de su coraje político. Es un hombre que tiene convicciones y que es consecuente con ellas.
Se trata de un hombre que incluso se ha enfrentado a la Anti-Defamation League y, aunque no conozco la política estadounidense tanto como debería, lo cierto es que no recuerdo a otra personalidad política estadounidense que haya tenido el coraje suficiente para plantar cara a la Anti-Defamation League– digamos que es nocivo para cualquiera criticar la política de Israel porque se le tacha de anti-semita.
Hay gente de izquierdas que cree que no hay nada que ganar con la política electoral, y que deberíamos centrar todos nuestros esfuerzos en la organización de las bases. ¿Cuál es su opinión?
No podemos dar la espalda a los procesos electorales, Creo que es una falsa dicotomía decir que o se va a votar y se colabora en el corrupto sistema electoral o se pone uno enfrente. Debemos hacer ambas cosas. Se tiene que luchar desde dentro de las estructuras que el sistema proporciona, y combatir esas estructuras.
Me parece que cuando un candidato, como Nader, viene claramente de la izquierda- lo que resulta raro en la política estadounidense-, aquellos que apoyan las mismas políticas que él deberían luchar a su lado. Y no deberían combatirle, ni deberían malgastar su tiempo hablando pestes de él y difundiendo chismorreos- la mayoría de los cuales son falsos por completo- para hacerle caer, y para llevar a mucha gente a creer que no es más que un Bush descafeinado.