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El terreno de juego

Fuentes: La Jornada

La policía de Los Ángeles mató a tiros a un joven identificado por familiares como Carnell Snell Jr., de 18 años, en el sur de esta ciudad, al final de una persecución de tránsito, lo que dio pie a una protesta. La persecución comenzó cuando los agentes vieron un auto que circulaba con placas de […]

La policía de Los Ángeles mató a tiros a un joven identificado por familiares como Carnell Snell Jr., de 18 años, en el sur de esta ciudad, al final de una persecución de tránsito, lo que dio pie a una protesta. La persecución comenzó cuando los agentes vieron un auto que circulaba con placas de papel y, pensando que podría ser robado, intentaron marcarle el alto, indicó el sargento Barry Montgomery, pero el conductor no se detuvo. Durante la persecución, el pasajero descendió del vehículo y corrió hacia la parte trasera de una casa (en la imagen), donde fue baleado. El conductor está prófugo. Algunas personas llegaron al lugar del tiroteo y alzaron carteles con el lema: Las vidas de los negros importan -Foto Ap.

Desde los palacios del futbol americano, del fut de verdad, beisbol, basquetbol y tenis, a campos deportivos de grandes universidades y preparatorias públicas, millones han visto y escuchado un mensaje a favor de la justicia, los derechos humanos y la paz.

Vale recordar que los coliseos deportivos tanto profesionales como de instituciones académicas suelen ser monumentos patrióticos, o por lo menos, donde se intenta promover el patriotismo y festejar el militarismo. Al inicio de cada partido profesional y muchos de los amateurs se entona el himno nacional, a veces hay ceremonias para dar gracias a las fuerzas armadas y siempre hay muchas, pero muchas, banderas nacionales (en este país parece que tienen que estar porque aparentemente a mucha gente se le olvida en que país está, o quién sabe por qué).

Pero desde algunos de estos terrenos de juego están brotando expresiones de otro tipo de amor por este país y su pueblo, expresiones de solidaridad con movimientos en las calles. Son actos atrevidos e inesperados justo por realizarse dentro del terreno de juego en coliseos patrioteros, casi siempre en contra de los deseos y posiciones de los dueños o autoridades académicas y hasta de los compañeros de equipo, y ante los ojos de miles y a veces millones (cuando el evento es transmitido por televisión).

Colin Kaepernick, mariscal del equipo de futbol americano de San Francisco, empezó a mediados de agosto a hincarse al inicio de cada partido ante el tradicional toque del himno nacional, como expresión de protesta. Explicó: no me voy a poner de pie y mostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a personas negras y personas de color. Su acto, sin declararlo explícitamente, es en solidaridad con el nuevo movimiento nacional de derechos civiles Black Lives Matter, que nació con las protestas por la muerte a balazos de un joven afroestadunidense en Ferguson, Misuri, hace un par de años. Pero Kaepernick, quien sigue expresando su acto de protesta en cada partido, ya no está solo.

Poco a poco, algunos de sus colegas se han sumado a su acto de desafío, tanto en su equipo como en otros de la liga profesional del país. Algunos jugadores de los equipos de Seattle, Miami, Denver, San Luis, entre otros, se hincan, se sientan o levantan el puño o las manos (en símbolo de protesta) durante la interpretación del himno. De repente estos actos se repitieron en partidos entre equipos en universidades y después en los campos de juego de preparatorias en Nueva Jersey, Illinois, Virginia, Nebraska, Ohio y más. Como ya se reportó en estas páginas, hasta integrantes de la banda musical del equipo de la Universidad Howard -institución afroestadunidense- se hincaron mientras tocaban el himno.

Fue notable el impacto cuando la rubia Megan Rapinoe, estrella del futbol soccer femenino de Estados Unidos, se empezó a hincar en solidaridad, afirmando que los blancos necesitan apoyar a la gente de color en estos momentos.

Estos actos detonaron denuncias por las autoridades, gremios de policía, agrupaciones de veteranos militares, algunos dueños y empresarios del deporte y todo un coro de políticos que acusaron que era una falta de respeto a la bandera o incluso que era casi traición.

Pero los atletas -entre ellos algunos de los más famosos hoy día- han continuado. Hace meses, superestrellas de basquetbol profesional, incluido el que es considerado el mejor en ese deporte, LeBron James, de los Cavaliers de Cleveland, y Dwayne Wade, del Heat de Miami, entre otros, habían declarado que no podían mantener el silencio ante la violencia e impunidad policiaca contra la comunidad afroestadunidense.

Esta semana pasada la superestrella del tenis, Serena Williams, transmitió un mensaje en el cual citó a Martin Luther King: «llega un momento en que el silencio se convierte en traición… no me quedaré en silencio más», y expresó su preocupación por su sobrino de 18 años y otros jóvenes ante la brutalidad policiaca contra los afroestadunidenses.

Cuando el equipo olímpico estadunidense que participó en los juegos en Río este verano fue invitado a la Casa Blanca, la semana pasada, entre ellos también estaban dos atletas viejos: John Carlos y Tommie Smith. Fueron reconocidos por el presidente Barack Obama, quien declaró que su poderosa protesta silenciosa en los juegos de 1968 fue controvertida, pero despertó a la gente y creó mayor oportunidad para aquellos que siguieron. En los Juegos Olímpicos de 1968 en México, ambos, al ser galardonados con las medallas de oro y bronce, y al entonarse el himno nacional de su país, levantaron el puño en lo que definieron como un saludo de derechos humanos durante una de las coyunturas mas difíciles del movimiento de derechos civiles. Fueron expulsados del equipo nacional en otras Olimpiadas. Smith expresó apoyo a las protestas de los atletas hoy día, e indicó que son actos valientes, pero cuando uno hace algo en que realmente cree, uno verdaderamente no piensa en el costo, nada más lo hace.

La semana pasada Joakim Noah, el centro del equipo de basquetbol profesional Knicks de Nueva York, decidió no aceptar una invitación al equipo de la academia militar West Point, por su oposición a las guerra. «Es difícil para mí entender por qué tenemos que ir a las guerras, por qué los jóvenes tienen que matar a otros jóvenes por el mundo… Estoy muy orgulloso de este país, amo a Estados Unidos, pero sencillamente no entiendo que jóvenes maten a jóvenes por todo el mundo» declaró, de acuerdo con The Guardian. Agregó que apoya lo que hacen Kaepernick y otros atletas al usar sus perfiles públicos para enfocar su atención sobre asuntos graves. «Pero tiene que ser más que eso: este país está fuera de control, los jóvenes matan jóvenes… el himno no es el punto; hay cosas que se necesitan componer».

Algunos atletas y equipos llegan a ser heroicos en el imaginario popular en todas partes del mundo. Aquí, ante la carencia de héroes en el ámbito político, ofrecen una referencia moral en un momento en que está en juego el futuro de este país.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/10/03/opinion/021o1mun