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El terrorismo como puntal de la Convención Nacional Republicana

Fuentes: Pacific News Service. AlterNet

Mientras los manifestantes y los políticos se preparan aquí para dirigirse a la audiencia mundial con discursos sobre el terrorismo y las plataformas para la protección de los norteamericanos, curas jesuitas que testifican esta semana en el caso de un hombre acusado de asesinar al Arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero en 1980 tienen una audiencia […]

Mientras los manifestantes y los políticos se preparan aquí para dirigirse a la audiencia mundial con discursos sobre el terrorismo y las plataformas para la protección de los norteamericanos, curas jesuitas que testifican esta semana en el caso de un hombre acusado de asesinar al Arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero en 1980 tienen una audiencia tan pequeña que caben incluso en el tribunal de San Joaquin Valley. Y mientras las protestas y las medidas de seguridad en New York chocan unas contra otras en la lucha por definir quién nos mantiene más seguros y quién no, varios hombres convictos y presos por poner en peligro a más de 2000 ciudadanos panameños en un intento de asesinar a Fidel Castro, se bajaron de un avión en Miami. Gritaron «¡Ganamos!» a una multitud que daba vítores, que incluía a republicanos cubano-americanos, incapaces de unirse al coro antiterrorista en la Convención.

La forma en que se presenta el tema del terrorismo en la convención en la Gran Manzana nos impide ver el terrorismo más allá del diseñado por nuestro gobierno después del 11 de septiembre. Aunque conmovedores, los discursos de las víctimas del 11 de septiembre capturan solamente una pequeñísima parte del terrorismo que ha cubierto al planeta durante años. Dada la gran seguridad que hay dentro y fuera de la convención, es desconcertante ver lo poco que a los participantes en la convención parece preocuparles aquellos terroristas probados que viven y trabajan entre nosotros – y acerca de los cuales nuestro gobierno tiene conocimiento.

En ninguna parte el doble estándar para los terroristas y el peligro para los norteamericanos está más claro que en el caso de Luis Posada Carriles, un ex operativo de la CIA y uno de los cuatro cubano-americanos a los cuales la presidenta saliente de Panamá, Mireya Moscoso les otorgó la amnistía la semana pasada después de una visita del Secretario de Estado de Estados unidos Colin Powell en esa misma semana. En 1998, Carriles admitió en una entrevista en el The New York Times que había planificado una serie de atentados con bombas a hoteles y edificios en Cuba.

Posada Carriles y otro colega también son acusados de ser los autores intelectuales de la explosión en pleno vuelo del avión de Cubana CU-455, que llevaba el equipo juvenil de esgrima cubano y otros pasajeros. Carriles fue encontrado culpable en los tribunales de Venezuela del atentado y cumplió ocho años de prisión allí antes de escapar. De la misma forma que los familiares de las víctimas del 11 de septiembre buscan la verdad en los Estados Unidos, las familias que buscan la verdad sobre las víctimas del vuelo Cubana 455 creen que la visita de Colin Powell a Panamá la semana pasada llevó a Moscoso a otorgarle la amnistía a los prisioneros durante sus días finales en el puesto, para que Washington pudiera evitar la vergüenza de la extradición y el juicio de Carriles en los tribunales cubanos o venezolanos.

Un juicio a Carriles, que se cree está escondido en Miami, pudiera alejar la atención al próximo juicio de un terrorista y partidario de terroristas designado oficialmente, Saddam Hussein. En la era de las políticas antiterroristas, los destinos diferentes de los ex amigos de Estados Unidos Hussein y Carriles nos brindan valiosos conocimientos acerca de los dobles estándares y peligros de las políticas terroristas y antiterroristas.

En el mismo caso está el capitán retirado de la Fuerza Aérea salvadoreña Alvaro Rafael Saravia, entrenado y financiado con dólares de los contribuyentes norteamericanos, que esta semana es acusado en el tribunal civil de Fresno de planear el asesinato del Arzobispo salvadoreño Oscar Romero. Los salvadoreños que está participando en el emotivo juicio de la más famosa víctima del terrorismo de estado de El salvador – muchos de los cuales son amigos – me han dicho que ellos participaban en el juicio para ser testigos de la posibilidad de justicia en Estados Unidos. Ellos se preguntan por qué a las más de 80000 víctimas de terrorismo de estado de El Salvador en los años 80 no se les presta la misma atención que a las miles de víctimas de l terrorismo de estado de Saddam Hussein también en los años 80. ¿Cómo, ellos preguntan, Saravia y miles de otros conocidos terroristas de El Salvador, Panamá, Chile, Indonesia, Bosnia y otros países vagan por las calles como residentes legales de Estados Unidos viviendo en Fresno, Miami o New York?

La atención sobre el terrorismo hoy en día está en las acciones violentas de individuos y redes que patrocinan la violencia. Hoy, nosotros no pensamos en gobiernos, excepto en el Irak de Hussein, los otros miembros del «eje del mal» y unos pocos más, como «terroristas» o «que apoyan el terrorismo». El ex alcalde de New York Rudy Giuliani y otros oradores esta semana continuarán definiendo «terrorismo» y «terrorista» de la forma más estrecha posible.

No hacer esto requeriría que ellos abandonaran los predios de de la guarnecido convención e interactuaran con neoyorquinos no tan comprensivos como la joven en el metro que me dijo que quería preguntarles a los republicanos por qué New York está en el lugar 36 en el financiamiento de la seguridad de la Patria; no hacerlo así requeriría que los participantes en la convención caminen hasta cerca de la biblioteca pública de New York para que vieran los libros de historia, incluyendo los libros acerca de la historia reciente del terrorismo de estado de El Salvador, Venezuela y otros lugares que hacen que Estados Unidos se vea como un país que apoya el terrorismo.

Los campos de algodón y los tribunales de Fresno y las cafeterías retro chic de Miami tienen mucho más que enseñarnos acerca de las políticas del terrorismo que las actuaciones teatrales de la Convención Nacional Republicana en New York.

Yo debo estar en Miami o Fresno.