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En plena orgía de recortes, Defensa gasta 1806 millones de euros más de lo presupuestado

El top 5 de la burbuja militar en España

Fuentes: Sin Casaca

Pues ya es oficial: en plena orgía de recortes, Defensa ha gastado 1806 millones de euros más de lo presupuestado para este año, incluyendo un modesto crédito extraordinario de 877 millones de euros aprobado deprisa y corriendo para cubrir los pagos de lo que, eufemisticamente, se denominan «programas especiales de armamento». Teniendo en cuenta que […]

Pues ya es oficial: en plena orgía de recortes, Defensa ha gastado 1806 millones de euros más de lo presupuestado para este año, incluyendo un modesto crédito extraordinario de 877 millones de euros aprobado deprisa y corriendo para cubrir los pagos de lo que, eufemisticamente, se denominan «programas especiales de armamento».

Teniendo en cuenta que el coste de estos asciende a unos alucinantes 29.495 millones de euros hasta 2030, la cuestión de cómo, quién y por qué nos ha entrampado en una deuda literalmente impagable, ha roto el tabú del silencio que rodea al gasto de defensa, irrumpiendo en la habitualmente complaciente prensa generalista con historias de ventas frustradas a terceros países o submarinos pasados de peso que han hecho las delicias de crítica y público.

Con el BOE en mano, repasemos cuales son los cinco mayores pufos del universo militar patrio, recordando con emoción esos hospitales cerrados o los institutos sin calefacción:

1) El caza Eurofighter:

¿Qué es y para qué sirve? Un avión de combate producto del acuerdo de cuatro países europeos, incluida España, diseñado en plena guerra fría con una misión muy precisa: ser superior a cualquier caza soviético de la época. Es un interceptador pensado para combatir, en resumen, contra otros aviones. Y ya de paso, para fundar un complejo industrial-militar continental.

¿Cuál es el problema? Que la Unión Soviética dejó de existir y con ella la amenaza de una guerra en Europa. Se quedó obsoleto antes de nacer: un monumento tecnológico a la Guerra Fría.

¿Por qué no lo podemos pagar? Porque su coste se disparó, tanto el precio por avión (80,3 millones de euros) como los costes operativos del mismo (cerca de 7.000 euros por hora de vuelo). España se comprometió a adquirir 87, firmando además penalizaciones que hacen imposible renunciar al contrato.

¿Y ahora qué hacemos con ellos? Intentar vendérselos a un tercer pardillo. De momento se ha intentado -que se sepa- con Perú, Corea del Sur y varios países de Oriente Medio. Para más INRI requieren de modernizaciones constantes (y de un rediseño sustancial de software y sistemas) para poder operar como bombarderos (y así poder participar en intervenciones contra quien decida Estados Unidos). Un auténtico desatino.

Futuro previsible: La mayoría acumularán polvo en sus bases, demasiado caros siquiera para moverlos. Unos cuantos serán cedidos a precio de saldo a países que necesitan ese dinero para cosas más urgentes. Los restantes (entre 30 y 40) operarán a nivel reducido, sin una misión definida más allá de proteger el espacio aéreo de una amenaza inexistente.

¿Quién fue el responsable? Pues como en casi todo, el PPSOE: el compromiso de participación lo adquirió el gobierno de Felipe González, el pedido en firme lo efectuó el gobierno de Jose María Aznar, el de Zapatero recibió con alegría los primeros ejemplares y el de Rajoy pondrá todo el dinero que haga falta para que el chiringuito siga abierto.

2) El submarino S-80

¿Qué es y para que sirve? En teoría, el primero de cuatro sumergibles de última generación y de construcción enteramente nacional. El S-80, se supone, metería a España en el grupo de países capaz de producir submarino convencionales (y, como repite el gobierno, por lo tanto exportarlos, para que las compañías de los amiguetes se forren, que es lo que de verdad se trata esto).

¿Cuál es el problema? Pues que es demasiado complejo y esto es España: El primero tiene exceso de peso (un pequeño error de cálculo, ya ven) y hay que rediseñarlo. Más grave todavía, el sistema de generación de oxígeno -algo considerado imprescindible- ha sido un fracaso. Y como los submarinos anteriores se quedan obsoletos en breve, llegan las prisas y los nervios.

¿Por qué no nos lo podemos permitir? Fundamentalmente, porque no nos sirven para nada. Aparte de que cuestan, por unidad, más de 500 millones de euros (el equivalente a dos hospitales de referencia), nuestro país no tiene amenazas o intereses estratégicos que justifiquen sumergibles de este tipo, pero ya saben: hay que tenerlos por cuestión de prestigio y, sobre todo, de transvase de dinero público a manos privadas.

¿Y ahora qué hacemos con ellos? Cuesta abajo y sin frenos: los vínculos de nuestra clase política con la industria militar (y en particular con Navantia) son demasiado fuertes como para «dejar caer» el proyecto. Se invertirá lo necesario en reconstruir el S-80, se comprará tecnología extranjera para hacerlo operativo y aquí no ha pasado nada.

Futuro previsible: Plácida vida operativa hasta 2050, entrando y saliendo de Cartagena, hasta que toque dar otro pelotazo. Jugosas comisiones y puestos de administración para medio centenar de probos hombres de estado a corto y medio plazo.

¿Quién fue el responsable?: Los sospechosos habituales: El PPSOE y nuestra dinámica industria militar, de la mano, por supuesto, del jefe del estado, siempre atento a estas cosas.

3) Las fragatas F-100

¿Qué es y para que sirve? Son cinco buques de guerra pensados como «paraguas» antiaéreo, de gran tamaño y dotados de un sistema llamado Aegis, concebido por los norteamericanos para derribar los bombarderos estratégicos soviéticos que amenazaban sus grupos de portaaviones durante la Guerra Fría.

¿Cuál es el problema? Que la guerra fría terminó, que no tenemos grupos de portaaviones que proteger ni enormes bombarderos que nos amenacen.

¿Por qué no nos lo podemos permitir? Porque, otra vez, no nos sirven. Se ha intentado justificar su existencia con la supuesta amenaza nuclear norcoreana o iraní y la presunta capacidad -nunca demostrada- que tendrían los buques de interceptar misiles continentales -que los norcoreanos, por otro lado, no tienen-. Son buques demasiado grandes, son caros de mantener y nadie ha explicado coherentemente qué uso se les piensa dar.

¿Y ahora qué hacemos con ellos? Comérnoslos con patatas, mientras se les venden copias modernizadas a gobiernos conservadores de otros países, como Australia (ah, siempre la vocación emprendedora de nuestros responsables de defensa).

Futuro previsible: Pocas horas de mar, con algún despliegue frente a las costas del país bombardeado de turno, pero no demasiado cerca, no vaya a ser que aparezca un somalí en una zodiac con lanzagranadas y nos de un disgusto.

¿Quién fue el responsable? ¿Adivinan? El PPSOE y, por supuesto, la industria militar asociada, en particular Navantia y su excusa perfecta: «no podemos cerrar los astilleros, tenemos que construir barcos». Y así seguimos.

4) El carro de combate Leopard 2

¿Qué es y para que sirve? Un tanque de última generación, de diseño alemán, pensado para superar a sus equivalentes soviéticos en una guerra librada en las llanuras de Europa Central, fabricado bajo licencia por Santa Bárbara Sistemas, antigua empresa estatal vendida oportunamente a General Dynamics.

¿Cuál es el problema? ¡Lo adivinaste!: que no hay Unión Soviética; que ningún país de nuestro entorno (en el caso improbable de que fuesen una amenaza) tiene masas de vehículos acorazados. Que pesan 64 toneladas cada uno y, por poner un ejemplo caro a nuestros militaristas neocon, ni siquiera sería factible transportarlos al otro lado del Estrecho de Gibraltar (y una vez llegados allí, poco podrían hacer, vista la orografía local) Y encima hemos comprado una cantidad demencial: 219.

¿Por qué no nos los podemos permitir? Aparte de su inutilidad, porque el precio es disparatado, incluso para lo que suele ser España y para lo que suele ser una industria tabú. Desde el principio despertó perplejidad (y un discreto escándalo) por el exorbitante precio por unidad. La jugada era vender Santa Bárbara, y para ello nada mejor que garantizar su rentabilidad con dinero público: les encargamos tropecientos tanques en dos series, los americanos se quedan con la empresa y la gente que importa, contenta. Ahora el coste de mantenerlos operativos y funcionando es, sencillamente, inasumible.

¿Y ahora qué hacemos con ellos? ¡Vendérselos a otros a precio de saldo! Perú ya ha dicho que nones. Candidato número uno, Arabia Saudí, esa democracia consolidada. Vista la intensidad de las gestiones de las más altas esferas del estado (con intermediarias incluidas), cualquiera pensaría que hay un negociete de por medio.

Futuro previsible: Manifestantes en Bahrein masacrados por tanques fabricados en España por un lado; bajísima operatividad para los que se queden aquí (que seguirán siendo demasiados) por otro. Algún escándalo previsible por comisiones cobradas.

¿Quién fue el responsable? Los gobiernos del PPSOE y la industria militar, con los muñidores de siempre, por supuesto.

5) El helicóptero de ataque Tigre

¿Qué es y para que sirve? Un helicóptero biplaza fuertemente armado especializado en destruir carros de combate. Como el Eurofighter es un proyecto de tres países europeos (Francia, Alemania y España) concebido durante la Guerra Fría para hacer frente a la superioridad soviética en vehículos acorazados. Como toque de color, se eligió Albacete para montar las unidades españolas: 24 en total, al módico precio de 65 millones de euros cada uno (los recortes que asfixian al CSIC, para hacernos una idea, ascienden a 130 millones)

¿Cuál es el problema? ¡Efectivamente!: que la Unión Soviética implosionó y sus divisiones acorazadas desaparecieron de la historia de Europa. Es más: todos los helicópteros de ataque occidentales similares (AH-64 Apache) han demostrado ser horriblemente vulnerables cuando han sido desplegados en nuestros bombardeos humanitarios.

¿Y ahora qué hacemos con ellos? Pues como no podemos rescindir el contrato (ah, esas penalizaciones en caso de cancelación), no queda otra que buscar, otra vez, a algún incauto y vender a una fracción de su costo los que podamos.

Futuro previsible: De momento, como si nada: en plena crisis nos hemos llevado tres a Afghanistan (casualmente los primeros que se pretenden vender), en teoría para apoyar el despliegue español. En la práctica es un ejercicio de «enseñar la bandera» (Italia, Holanda, Reino Unido, Francia, Alemania y USA tienen o han tenido sus pequeños destacamentos de helicópteros y no podemos ser menos), de escasa efectividad en terreno y con un coste de 3 millones de euros que, a buen seguro, estaría mejor empleado en otra cosa.

¿Quién fue el responsable? ¡Premio! El gobierno del PPSOE, con especial mención para Eduardo Serra y Pedro Morenés -esa dupla imbatible-, y nuestra siempre pujante puerta giratoria entre la clase política y el complejo industrial militar nacional.

Fuente y enlaces: http://www.sincasaca.net/?p=45