La administración republicana de George W. Bush, puesta contra las cuerdas tras los tres debates electorales, mira con cada vez más insistencia a la tabla salvadora de La Florida para intentar mantenerse en la Casa Blanca. Con ese propósito, los neocons en el poder claman por el apoyo de la mafia terrorista anticubana de Miami, […]
La administración republicana de George W. Bush, puesta contra las cuerdas tras los tres debates electorales, mira con cada vez más insistencia a la tabla salvadora de La Florida para intentar mantenerse en la Casa Blanca.
Con ese propósito, los neocons en el poder claman por el apoyo de la mafia terrorista anticubana de Miami, la misma que les ayudó a robarse los comicios del 2000, a la cual intentan asegurar a su lado redoblando las medidas agresivas contra Cuba.
Alargando la lista de irracionalidades y crímenes que han cometido contra el pueblo cubano y el propio pueblo norteamericano, el gobierno Bush ha decretado en las últimas semanas una persecución implacable contra todo ciudadano estadounidense que compre bebidas o tabacos cubanos, aunque sea en un tercer país; ha prohibido la edición de artículos y libros de autores cubanos en Estados Unidos; ha negado la visa a más de 60 académicos cubanos y al Historiados de La Habana; y ha llevado al extremo su negativa de viajes a Cuba prohibiéndole a una madre en Miami viajar a la isla para asistir al funeral de su hija. Todo puede ser posible si de conquistar los 27 votos electorales de La Florida se trata.
Y si las estrategias políticas no fueran suficientes, ahí están las fórmulas ya probadas en la contienda del 2000. Las denuncias de probable fraude electoral en La Florida crecen cada día en los medios de comunicación norteamericanos.
El Sur de Estados Unidos sigue despidiendo mal olor, a pesar de la belleza de sus playas y su venerable clima. El tufo llega por vía directa hasta la misma Casa Blanca.