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Sobre el último experimento espacial

El verdadero «impacto profundo»

Fuentes: Rebelión

La imagen de un proyectil lanzado a 44 mil millas por hora desde una sonda («Impacto Profundo») al corazón de un cometa («Tempel 1») tras recorrer cientos de millones de millas, configura un impacto profundo en la psique humana. Se trata del primer tiro de precisión en el espacio exterior hecho por Estados Unidos con […]

La imagen de un proyectil lanzado a 44 mil millas por hora desde una sonda («Impacto Profundo») al corazón de un cometa («Tempel 1») tras recorrer cientos de millones de millas, configura un impacto profundo en la psique humana. Se trata del primer tiro de precisión en el espacio exterior hecho por Estados Unidos con el presunto fin de estudiar el origen del sistema solar, toda una histórica proeza científica.

El nombre dado a la sonda coincide con la película «Impacto Profundo», del mismo año (1998) en que se originó el proyecto. Un funcionario de la NASA que actuó en la cinta fue director de vuelo de dicha agencia. Según el drama, dos cometas están próximos a colisionar con la Tierra, y la Humanidad no tiene salvación. El gobierno de EU ordena construir cavernas en las que sólo podrá sobrevivir un millón de personas, escogidas mediante lotería, pero nadie que no sea estadounidense sobrevivirá.

«Impacto Profundo» es lo que ocasionará la colisión de los cometas con la Tierra, pero en el proyecto de la NASA, «Impacto Profundo» es el nombre de la sonda.

«Armagedón» es otra película de 1998 (¡recórcholis!) que trata del impacto de un asteroide contra la Tierra. Los estadounidenses no se resignan a ser destruidos y lanzan una nave que intercepta y logra asteroidizar (con el permiso de la Academia) con el fin de colocar un explosivo que destruirá el proyectil cósmico.

Pero el cometa «Temple 1» no se dirigía a nuestro planeta y tan solo paseaba por el cosmos cuando fue alcanzado por el proyectil de la sonda depredadora.

El suceso ha traído a mi memoria aquella tarde cuando el Doctor Manfred Lachs me autografiara (con insistencia de que lo leyera) un ejemplar de la edición (1972) de su obra The Law of Outer Space: an Experience in Law Making. Notable jurista y diplomático polaco, el doctor Lachs fue magistrado, vicepresidente y presidente de la Corte Internacional de Justicia y, cuando lo visité a fines de ese año para hacerle consultas sobre la jurisprudencia de dicho Tribunal en torno al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, me pareció un auténtico adelantado del Derecho del Espacio, como se le reconoció con posterioridad.

El Instituto Internacional del Derecho del Espacio (UE) ha honrado su memoria al instituir una competencia anual entre juristas («Manfred Lachs Space Law Moot Court Competition»). El doctor Lachs, fallecido cuatro años después de mi última visita en 1989 para solicitar una Opinión Consultiva en torno a las intervenciones de EU, avizoraba ya en 1972 la posible utilización del espacio para propósitos no pacíficos, como su militarización o contaminación.

Al margen de su motivación o intencionalidad, el proyecto de la NASA puede ser visto como una forma disimulada de emplear el espacio para fines militares. En fin de cuentas, la sonda fue manipulada como un arma para destruir el cometa.

El artefacto viene a enriquecer el variado arsenal que EU ha instalado en el espacio, preocupado por la dependencia de sus fuerzas armadas del funcionamiento de sus satélites espías. La vulnerabilidad de los satélites constituye motivo de preocupación entre los estrategas del Pentágono, en vista de que su inhabilitación podría significar la diferencia entre la victoria y la derrota. Lo prioritario para EU es, como siempre, establecer su hegemonía fuera del planeta.

El verdadero impacto se produce en la psique del colectivo humano. Por debajo del umbral de la conciencia (que Carl Jung denominó «inconsciente colectivo»), se construye la convicción de que el suceso simboliza la superioridad de EU: ninguna otra potencia posee el haber científico para emular, menos superar, la hazaña espacial de la NASA: acertar a una mosca en el espacio. Ya ninguna presa podrá ocultarse ni escapar a la capacidad depredadora de EU.

El «Impacto Profundo» consiste en realzar y reafirmar el complejo de superioridad militar de EU y en agravar y hacer crónicos el complejo de inferioridad, la impotencia y vulnerabilidad del resto del mundo.

La sonda pudo llamarse de otro modo, pero el Departamento de Guerra Psicológica no sólo quiso impactarnos de verdad sino, además, prefirió llamar las cosas por su nombre: «Impacto Profundo». No es casual que la invasión de EU a Panamá, al principio conocida como proyecto «Cuchara Azul», fuera bautizada «Causa Justa», porque habrá guerras que son «injustas» y guerras que son «justas», pero todas las armas — e «Impacto Profundo» es una — se fabrican para la guerra, ¿o no?