Al someter al voto del Congreso el ataque militar que promueve contra Siria, el Premio Nobel de la Paz demuestra un cinismo que mejor vale no comparar. Mientras sólo el 36% de los norteamericanos está de acuerdo con una eventual intervención militar de EEUU, Obama recorre al subterfugio de un voto «democrático» en el Congreso, […]
Al someter al voto del Congreso el ataque militar que promueve contra Siria, el Premio Nobel de la Paz demuestra un cinismo que mejor vale no comparar. Mientras sólo el 36% de los norteamericanos está de acuerdo con una eventual intervención militar de EEUU, Obama recorre al subterfugio de un voto «democrático» en el Congreso, al apostar con el lobby israelí.
Los miembros del Congreso de Estados Unidos, elegidos con contribuciones millonarias de las grandes corporaciones son, como todo el mundo lo sabe en Washington aunque nadie se atreve a escribirlo, penetrados hasta la médula, por una legión de grupos de lobby, comités de acción política, think tanks y grupos de «vigilancia de los medios de comunicación» de obediencia israelí.
Tan es así que Greg Mitchell un analista de The Nation revelaba hace unos días que el diario neoyorquino The New York Times le tenía prohibido a sus redactores toda vinculación entre la crisis siria y el American Israel Public Affairs Committee (Comité de Asuntos Públicos Israel-Estados Unidos) el famoso AIPAC, principal mecanismo de lobby judío en la capital norteamericana.
Con la Conference of Presidents of Major American Jewish Organizations (Conferencia de Presidentes de las Organizaciones Judías de EE.UU.), el AIPAC coordina campañas de propaganda masiva en el Capitolio cuyos objetivos están directamente definidos por el Gobierno israelí.
Expertos comparan la influencia del lobby israelí y la potencia de sus campañas a las de la muy controvertida National Rifle Association ( Asociación Nacional del Rifle).
Como si no fuera suficiente para convencer Obama de la justeza de su estrategia, las contribuciones del lobby judío cubren el 60% de los fondos de campaña del Partido Demócrata (1).
CHANTAJE VERSION TEL AVIV
M.J. Rosenberg, un exfuncionario del AIPAC, que expone en su blog opiniones contrarias a sus ex patrones, escribe en una reciente crónica como un amigo suyo, «staffer» de un Representante federal, le contó cómo se desarrollan, en la oficina de su jefe, los asaltos propagandísticos de la maquinaria americana-israelí al acercarse una votación importante.
Aquí este testimonio:
Primero vienen las llamadas telefónicas de electores que forman parte del AIPAC. Conocen el congresista, se dirigen a él de manera agradable y amable y simplemente le dicen personalmente como a cualquier miembro de su personal, lo importante que es esta votación para ellos mismos, como para todos en el estado.
A continuación, los donantes llaman. Por lo general, no son del distrito, sino de Nueva York, Los Ángeles o Chicago. Repiten el mensaje: este voto es muy importante.
Al contrario de lo que se pudiera pensar, no mencionan el dinero de campaña. Ellos no tienen que hacerlo. Como estas personas que llaman son personas que sólo conocen al congresista por sus cheques, la amenaza de no firmar más de estos, está implícita.
Al igual que los electores, los donantes utilizan los temas de conversación de AIPAC que son simples e impactantes. Usted puede discutir con ellos, pero siempre regresan al guión. ¿He mencionado a los rabinos? Sólo tenemos unos cuantos en nuestro distrito, pero recibimos llamadas de todos ellos y de otros rabinos de todo el estado.
Luego están los grupos de presión del AIPAC, los lobistas de plantilla. Vienen con o sin citas. Si el congresista se encuentra, exigen verlo de inmediato. Si no, verán un miembro del personal. Si no les gusta lo que escuchan, van a seguir viniendo. Son muy agresivos. Ningún otro lobby lo es tanto. Exigen ver al propio congresista, no solo a su «staff».
Luego están los correos electrónicos, los editoriales en el periódico judío que tenemos en nuestro estado y luego las cartas llamadas «querido colega» por miembros judíos de la Cámara diciendo la importancia que tiene el voto para Israel y Estados Unidos. Debido a que mi jefe no es judío, tiende a ceder ante sus colegas judíos. Es como si ellos fueran los expertos en esto y a decir verdad, todos los miembros judíos de alto rango de la Cámara están asociados al AIPAC.
Asimismo, los dos mayores partidarios del AIPAC, el líder de la mayoría Demócrata Eric Cantor y su homólogo demócrata Steny Hoyer, son miembros asociados del AIPAC. En todo lo relacionado con Israel, hablan con una sola voz: la del AIPAC.
Obviamente, no existe ninguna contrapartida del lado de los oponentes a la guerra. No anti- AIPAC. AIPAC hace lo que quiere. Conseguirá esto y, es triste decirlo, mi jefe, que odia la idea de utilizar la guerra como medio para poner fin a la guerra, probablemente votará «sí». Él dice que nunca apoyará un ataque contra Irán, pero cuando venga el momento, este empuje contra Siria parecerá nada. Siria es sólo una táctica de AIPAC. Pero su meta # 1, por lo menos desde el punto de vista de la Loma del Capitolio, es la guerra con Irán.
Sí, da miedo.
Fin de la cita.
A LOS JUDIOS «DISIDENTES», LES QUEDA CALLARSE
No hay forma para un individuo que ocupa un puesto electivo norteamericano de escapar a los tentáculos omnipresentes de este mecanismo político que obedece ciegamente a los intereses de Israel, tales como determinados por la cúpula del poder.
¿Será antisemitismo señalar la irresistible influencia del lobby israelí en Washington? Así lo pretenderán los activistas de la ala más violenta del sionismo, fingiendo ignorar que en los propios Estados Unidos como en Israel, decenas de miles de judíos se oponen a la guerra contra Siria y se sienten, por cierto, traicionados, por las maniobras de los que afirman representar a la nación judía y sus reclamos legítimos.
(1) Mearsheimer, John J. and Walt, Stephen. The Israel Lobby and U.S. Foreign Policy
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