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El zombie franquista de la transición y las naciones sin estado

Fuentes: Rebelión

A esta altura ya no es ningún misterio que la transición española consistió básicamente en echarle una gruesa capa de maquillaje democrático al zombie del régimen franquista y ponerlo a caminar con una apariencia de libertad y frescura que ocultaba la realidad de que sus cimientos y estructuras podridas y maceradas en el más puro […]

A esta altura ya no es ningún misterio que la transición española consistió básicamente en echarle una gruesa capa de maquillaje democrático al zombie del régimen franquista y ponerlo a caminar con una apariencia de libertad y frescura que ocultaba la realidad de que sus cimientos y estructuras podridas y maceradas en el más puro jugo del nacional catolicismo se mantuvieron inalterables. De esta manera se garantizó la continuidad del predominio social, político y fundamentalmente económico de las élites económicas que se construyeron en el saqueo inmisericorde y la venganza de los vencedores sobre los huesos enterrados en las cunetas, los asesinados en juicio sumario y los miles de exiliados hijos de la esperanza republicana y libertaria que había sacudió el estado español en los años treinta.

De esta manera el «zombie franquista transicional» no supuso, de ninguna manera, una ruptura con el régimen anterior sino su continuidad por otras vías. Esto se refleja en la constitución del 78 que, en aras de mantener el statu quo franquista; cierra en falso los que son, a mi juicio, los dos grandes debates del Estado: En primer término, la democratización económica que pasa por arrancar los resortes de la economía de las garras de una oligarquía fortalecida y asentada en la dictadura y, en segundo término, la democratización territorial que pasa por devolver el derecho de autodeterminación al conjunto de naciones sin estado oprimidas por el Estado español, tal es el caso de Canarias, Euskal Herria, Cataluña o Galicia.

Lejos de abordar estas cuestiones claves, la constitución española las evita y asienta, por una parte el mantenimiento de los poderes económicos constituidos por medio del artículo 38 que hace constitucional la economía de mercado y obliga al estado a su mantenimiento. Respecto al tema territorial, el artículo 2 al hablar de la «indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles» cual si fuese una avestruz enterrando la cabeza bajo tierra, se niega a la incontestable realidad de la existencia de las mencionadas naciones sin estado, oprimidas históricamente por el Estado español y sus legítimas reivindicaciones de tener el derecho democrático básico a decidir su futuro. Finalmente con los artículos 8, que da poder coercitivo a las Fuerzas Armadas para mantener militarmente la unidad del estado; y todos los que componen el Título II referido a la corona y que nombra al rey Jefe del Estado, garantizan la continuidad política y el tutelaje de las instituciones por un individuo y su descendencia masculina que, lejos de ser elegidos democráticamente responden a una disposición del mismísimo Francisco Franco y, cuya principal función es garantizar el predominio económica de las familias de la mencionada oligarquía franquista y el mantenimiento a la fuerza de los territorios dominados por estas.

La crisis económica desatada en los últimos años, sumada a la gestión de la misma, profundamente injusta y lesiva a los intereses de las mayorías populares, además de ser crecientemente autoritaria tanto en el recorte de los derechos civiles como en la judicialización de la divergencia sea esta social, territorial o ambas, que han ejecutado los gobiernos del PSOE y el PP ha hecho que, progresivamente se vayan cayendo las capas de maquillaje del régimen y saltando sus costuras, hasta ponernos cada vez más frente a su verdadera naturaleza, ante ello no cabe más que plantearse que este no es ya reformable y solamente cabe plantearse la ruptura completa con este régimen que abra procesos constituyentes en las naciones sin estado en que sean sus clases populares quienes decidan su futuro.

Killing the zombie

Es importante aclarar que no se puede disociar la lucha social y política contra el predominio económico de las élites oligárquicas de la necesidad de abrir brecha a la autodeterminación de las naciones sin estado, finalmente el discurso de la «sacrosanta unidad de España» enmascara en el fondo la necesidad de los sectores acomodados de mantener bajo su control la economía de los distintos territorios dominados por el estado, o dicho de otro modo, el supuesto discurso del interés común de la patria española, enmascara los intereses económicos comerciales de las élites.

Es así que aquellos sectores empresariales que se reclaman «nacionalistas» tanto en Euskal Herria como en Canarias, representadas políticamente por el PNV y Coalición Canaria, lejos de intentar romper amarras con Madrid, han sido y son los garantes de la estabilidad del españolismo. Finalmente mientras que en el PNV la retórica independentista solamente sirve para fidelizar votos y ser desempolvada en los Aberri Eguna y las noches de triunfo electoral, lo cierto es que acaban de salvar los presupuestos regresivos y antipopulares del PP y, como han hecho siempre, hipotecan el futuro de Euskal Herria a cambio de recursos económicos que potencian a un empresariado vasco que, al igual que el español, hace que la gente confunda los intereses de las clases dominantes con unos supuestos «intereses nacionales» que no dudan en pisotear y postergar. El caso de Coalición Canaria es aún peor dada la composición económica social colonial del archipiélago canario, las élites colonizadas representadas por este partido ya ni siquiera disimulan y se venden al estado como verdaderos garantes de la «unidad de España» a la vez que condenan a su pueblo a tener los mayores niveles de desempleo, los peores salarios y pensiones, los mayores niveles de pobreza, recibiendo prebendas y privilegios a cambio de permitir y facilitar el saqueo más descarado de los recursos naturales y económicos del pueblo canario.

Un caso aparte es el sector «nacionalista» del empresariado catalán representado en la antigua CIU que, empujado por la impresionante ola de movilización generada por los movimientos sociales independentistas a partir de la Diada de 2012, ha leído con acierto que su supervivencia está casada a apoyar un proceso hacia la independencia aunque su historia anterior esté plagada de pactos cuasi mafiosos con la derecha española. Esto permite albergar ciertas dudas sobre si esta burguesía catalanista resulte verdaderamente fiable para los movimientos sociales y políticos de verdadero cuño independentista.

En todo caso la ruptura con el Estado español de las naciones sin estado, solamente puede ser encauzada y liderada por los sectores populares y de izquierda, que son la verdadera esperanza de dar el golpe decisivo que derrumbe definitivamente al zombié maquillado del régimen franquista. En este sentido el futuro aún de las clases populares y trabajadoras del estado español pasa por el potenciamiento y fortaleza de las izquierdas propias de dichos territorios. En el caso de Cataluña fundamentalmente las CUP y los sectores más a la izquierda de ERC que podrían asumir una hegemonía del proces en combinación con los movimientos sociales y desplazando a los poco confiables sectores de derecha. En el caso de Euskal Herria será necesario, en base al capital social acumulado por la izquierda abertzale y Sortu como su principal referente, extender su influencia social a nuevos sectores precarios como los inmigrantes a la vez que se combate del discurso engañosamente nacional del PNV, poniendo en el centro del debate la necesidad de combinar el discurso de ruptura con el estado con la construcción de una sociedad futura desde valores verdaderamente anticapitalistas.

Más difícil resulta el caso de Canarias en que la izquierda canaria está absolutamente fragmentada y debilitada siendo el mundo sindical y particularmente Intersindical Canaria como tercer sindicato más representativo en las islas su mayor referente. No obstante las recientes luchas contra Repsol y su intento de prospecciones petrolíferas o por la preservación de la montaña sagrada de Tindaya, muestran que existe un pueblo con alta conciencia de defensa y cuidado de su medio natural y cultural que puede ser base para la reconstrucción de una izquierda propia con referentes centrados en su propia tierra y que deje de imitar y dejarse llevar por los proyectos ajenos a estas tierras.

Solamente desde una crisis lo suficientemente profunda que inaugure procesos constituyentes en los diferentes territorios, se puede socavar al régimen y sus instituciones caducas que al verse descubiertos en el engaño, busca asentar su futuro en una combinación de creciente deterioro de las condiciones laborales y de vida, aderezadas con un cada vez mayor control social y político de la población que, en consonancia con Europa busca armonizar una economía ultraliberal con regímenes políticos autoritarios y basados en el miedo pero con caparazón democrática, o dicho de otra forma volver a maquillar al zombie para que siga caminando pisando las cabezas de los trabajadores y trabajadoras por otros 30 años.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.