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Un comandante israelí denuncia que cerca de 1.200.000 submuniciones fueron esparcidas por las bombas de racimo, mientras que varios soldados dicen que se usó también fósforo blanco

«En el Líbano hemos cubierto aldeas enteras con bombas de fragmentación»

Fuentes: EL MUNDO

Las revelaciones del comandante de una de las unidades que participaron en la ofensiva contra el Líbano indican que Israel lanzó 1.800 bombas de racimo y de fragmentación, conteniendo 1,2 millones de submuniciones de alto poder explosivo incapaces de distinguir entre objetivos civiles y militares. Además, varios soldados han denunciado el uso de bombas de […]

Las revelaciones del comandante de una de las unidades que participaron en la ofensiva contra el Líbano indican que Israel lanzó 1.800 bombas de racimo y de fragmentación, conteniendo 1,2 millones de submuniciones de alto poder explosivo incapaces de distinguir entre objetivos civiles y militares.

Además, varios soldados han denunciado el uso de bombas de fósforo blanco, un elemento químico usado como agente incendiario responsable de quemaduras mortales. Las leyes internacionales prohíben el uso de armamento que cause «un daño excesivo y un sufrimiento innecesario» entre las poblaciones, lo que incluye, según muchos expertos, las dos mencionadas. Sin embargo, un juez israelí estipuló el día 8 que el Ejército hebreo sí puede emplearlas. «La Ley internacional no impone una prohibición absoluta y exclusiva en el uso de las bombas de racimo o de fósforo. En lo que se refiere a la legalidad, no están prohibidas».

Legales o no, los remordimientos por su uso han llevado al comandante en la reserva de una unidad de lanzaderas de misiles, llamado a filas durante la guerra, a enviar una carta al ministro de Defensa israelí, Amir Peretz, en la que protesta por el empleo de bombas de racimo, según reveló el periódico Haaretz. «En el Líbano, hemos cubierto aldeas enteras con bombas de fragmentación. Lo que hemos hecho allí es demencial y monstruoso», indicaba el oficial.

Cañones de artillería

El diario Haaretz indicaba que los cañones de artillería de 155 milímetros también dispararon proyectiles de este tipo, por lo que el número de bombas lanzadas puede ser mayor que el denunciado por el comandante. Según el oficial, el uso masivo de esta munición se realizó pese a saber que es muy imprecisa y que un alto porcentaje de la misma no explota, convirtiéndose en minas. Se estima, según el diario, que un 40% de las bombas lanzadas, casi medio millón de proyectiles en total, ha quedado esparcidas en el Líbano.

«Dado que no tenemos control sobre las bombas sin explotar, no controlamos a quién pueden herir. Tarde o temprano explotarán en manos de la gente», relataba el comandante en la misiva a Peretz.

Según la carta, dada la imprecisión de las bombas, los altos mandos ordenaron «inundar» la zona con ellas. En una ocasión, rememoraba el comandante, se ordenó emplearlas «en los alrededores de una aldea» a primera hora de la mañana. «Nos dijeron que era una buena hora, porque la gente salía de las mezquitas y los proyectiles podrían hacerles cambiar de opinión».

Según este oficial, durante su servicio militar se le informó de que este tipo de proyectiles, apodados armas del Juicio Final, sólo podían ser usados en una guerra a gran escala.

A sus imputaciones se sumaron las de varios soldados de artillería que, según Haaretz, dieron fe del empleo de fósforo blanco. Según las denuncias, el uso de ambas armas se realizó mayoritariamente en los últimos 10 días del conflicto. Por otro lado, el general Udi Adam, responsable del Comando Militar Norte de Israel, se convertía ayer en el primer alto mando que dimitía por la gestión de la ofensiva del Líbano. Las desavenencias de Adam y Dan Halutz, jefe del Estado Mayor, se pusieron de manifiesto en plena guerra, cuando Halutz nombró a su segundo, Moshe Kaplinski, como supervisor de Adam, ya que, según varios analistas, era considerado demasiado prudente en su estrategia hacia Hizbulá.

Ayer, el ministro de Infraestructuras Benjamin Ben Eliezer invitó a Halutz a que siguiera «el ejemplo del general Adam, porque él mismo admite que no estaba preparado para esta guerra».

El diputado laborista Ami Ayalon, aspirante a suceder a Peretz en la dirección del partido, afirmó que también el ministro de Defensa debería «cambiar de funciones en el seno del Gobierno». «El general Adam no debe ser el único en pagar las consecuencias por los errores cometidos. Hay políticos que son responsables, y creo que Peretz necesita asumir sus responsabilidades y dimitir», aseguró.