Paulette d’Auteuil milita en la red de apoyo a los presos políticos de Estados Unidos y es portavoz de Leonard Peltier, un indígena que cumple condena desde hace 30 años por la muerte de dos agentes del FBI que fallecieron en un confuso tiroteo en la reserva india de Pine Ridge. Auteuil denuncia que fue la presión del FBI y la parcialidad de los jueces quienes lograron que Peltier esté en la cárcel sin que hubiera pruebas
Leonard Peltier lleva casi treinta años encerrado en una prisión estadounidense. Fue arres- tado el 16 de junio de 1975 en la reserva india de Pine Ridge (Dakota del Sur) después de un tiroteo entre un grupo de jóvenes del Movimiento Indio Americano (AIM) y el FBI. Aunque no había ninguna prueba que lo demostrase, Peltier fue condenado acusado de matar a dos policías durante el enfrentamiento.
Paulette d’Auteuil milita en la red de apoyo a los presos políticos de los Estados Unidos y es la portavoz de Peltier. Además, d’Auteuil es familiar de Peltier, pues se casó con Bob Robideau, primo del preso. Robideau también fue arrestado por el tiroteo ocurrido en Pine Ridge, aunque fue liberado porque el jurado entendió que actuó en defensa propia.
Peltier había conseguido huir a Canadá, y no le juzgaron hasta que Estados Unidos logró su extradición. Entonces, la presión de la policía federal de Estados Unidos y la decisión de un juez que consideraba que «no hay indio bueno si no está muerto» lograron condenarlo basándose en la declaración de una mujer india alcohólica y amenazada por la Policía.
En estas tres décadas, Peltier ha participado en la lucha de los presos políticos norteamericanos para lograr un reconocimiento de su estatus. También se ha convertido en un símbolo del movimiento de lucha por los derechos de los pueblos nativos de Estados Unidos, hoy en día confinados en reservas.
¿Qué ocurrió en Pine Ridge en junio de 1975?
En Pine Ridge había un gran depósito de uranio. Bajo la tierra india hay una gran riqueza mineral, incluso en los lugares donde se han ubicado las reservas. Pine Ridge era un ejemplo de esto, y el Gobierno de Estados Unidos quería romper un tratado firmado con los indios para poder apoderarse de los recursos. El mismo día del tiroteo, el administrador de la reserva estaba llegando a un acuerdo para cambiar la reserva de lugar.
¿Cómo pensaba hacerlo?
Entre sus estrategias para lograrlo figuraba la conformación de grupos paramilitares para neutralizar la resistencia que estaba comenzando a renacer en Pine Ridge. En el ámbito burocrático no tenían demasiados problemas, pues el jefe de la reserva era un funcionario más de la Oficina de Asuntos Indios (OAI). Se llamaba Richard Dick Willson, y había organizado una fuerza policial privada, los Guardianes de la Nación Oglala, dependiente de la oficina. Este escuadrón de mercenarios funcionaba como un grupo paramilitar subvencionado por el Gobierno federal para aterrorizar a la población de Pine Ridge y poder tomar el control del uranio.
Para entender la situación, hay que saber que en Estados Unidos, los pueblos nativos han sido confinados en reservas a través de leyes decretadas por el Gobierno. Entre estas leyes y tratados tramposos, los indios fueron recluidos en territorios específicos para permitir que los colonos blancos explotasen los recursos. Pero los pueblos nativos no eran sedentarios, no eran campesinos, eran un pueblo nómada. Cuando los rebaños de búfalos se mudaban de lugar en la llanura, ellos también lo hacían. Esta movilidad quedó destruida con las alambradas que pusieron los colonos blancos para su ganado, y por la vía férrea.
Toda esta colonización no se hizo sin resistencia por parte de los pueblos nativos. La gente comenzó a luchar por la tierra, y esa lucha todavía continúa. Aun así, los indígenas fueron confinados en reservas, ya que se hicieron tratados entre los consejos tribales y el Gobierno de EEUU, después de que éste diezmara la resistencia india con represión.
Nos contaba que en Pine Ridge el Gobierno quería trasladar la reserva…
Sí, a través de Dick Wilson, que era un representante, pero lo era a la manera de entender del Gobierno de Estados Unidos, porque el órgano representativo real se hallaba en los Consejos Tribales, en los cuales tenía voz mucha gente distinta: mujeres, hombres, ancianos… Las decisiones se tomaban a través del consenso, no salían rápido.
La gente se sentaba a hablar sobre los temas que afectaban a su comunidad, sobre las pocas ventajas que se obtendrían a partir de un tratado de reubicación. Pero esta forma de tomar decisiones no parece muy eficiente desde el punto de vista occidental sobre como se lleva un gobierno, con sus leyes, con sus votos, y con sus presidentes elegidos, que una vez en el poder no tienen que consultarle a la gente sobre las decisiones que toman.
Así, en Pine Ridge se estaba dando una lucha ideológica paralela a la lucha por la tierra. El Gobierno estadounidense presionaba con agentes del FBI armados que rondaban por la reserva y con escuadrones de la muerte al mando de Dick Williams. Entonces, algunos indios de la reserva pidieron apoyo al Movimiento Indio Americano para brindar protección y ayuda a los ancianos de su Consejo. Entre los jóvenes que vinieron a dar este apoyo se encontraba Leonard Peltier.
¿Qué ocurrió entonces, aquel 16 de junio de 1975?
Así es, era el 16 de junio y aparecieron unos agentes federales en la propiedad de Jumping Bull (en Pine Ridge) con la excusa de capturar un joven que había robado dos botas de vaquero. Según los indios, el FBI abrió fuego. Según los federales, fueron los indios quienes comenzaron el tiroteo. Ahora eso es irrelevante, porque murieron tres personas: Joe Killsright, un indio, y dos agentes de la Agencia Federal de Inteligencia. Después del tiroteo, Leonard y sus compañeros escaparon de la zona perseguidos por agentes del FBI, policías del condado, paramilitares y granjeros blancos.
Arrestaron a Bob Robideau y a Dino Butler. Leonard había logrado escapar con otro grupo que logró cruzar la frontera de Canadá, aunque el dispositivo policial que los buscaba era impresionante.
Mientras tanto, Bob y Dino lograron probar su inocencia. Más tarde Leonard sería capturado y extraditado con las mentiras que el Gobierno de EEUU contó al de Canadá. Finalmente, Leonard fue declarado culpable tras un juicio totalmente injusto y amañado, y lo encerraron en la penitenciaría de Marion (Illinois).
¿Cómo eran las condiciones de vida en esa cárcel?
Cuando Leonard entró allí era un centro normal, pero después de unos años se convirtió en la primera Unidad de Control en Estados Unidos, una especie de prisión de máxima seguridad en la que todos los movimientos cotidianos de los presos son vigilados. Resulta que varios presos dieron muerte a dos guardias, y como represalia encerraron a los reclusos en celdas de aislamiento. Y se dieron cuenta de que manteniendo a los presos la mayor parte del día en celdas incomunicadas les funcionaban las cosas. ¿Para que dejarlos salir? ¿Para qué dejar que haya más de un preso por cada celda? ¿Para que dejar que los presos se encuentren en los patios y pasadizos de la prisión? Nada de eso, querían una población totalmente controlada y lo lograban por medio del aislamiento.
Este concepto de control total sobre la población presa lo ha construido Estados Unidos. Es realmente espeluznante lo que se vive en estas prisiones. Leonard estuvo en Marion seis o siete años, donde, junto con otros presos, organizó huelgas de hambre para pedir mejoras en las condiciones de internamiento. Posteriormente fue trasladado a una prisión menos restrictiva.
¿Ha coincidido Leonard Peltier con otros presos políticos en la cárcel?
Sí. Años más tarde fue transferido a otra prisión, donde había un grupo de revolucionarios; presos políticos que habían formado parte de los Panteras Negras y del Ejército de Liberación Negra.
Esta prisión se convirtió en el lugar idóneo para que Leonard compartiera experiencias con contemporáneos de otros movimientos de resistencia desde el interior de Estados Unidos.
Conoció otras perspectivas de la revolución y otras maneras de asumir el ser revolucionario. Leonard era todavía joven y aprendió de sus compañeros, con quienes compartió experiencias que reafirmaron su postura combativa y revolucionaria.
¿Cómo se implicó usted en la defensa de Peltier?
Yo era miembro de un grupo llamado Fairy Fire, que formaba parte de un movimiento antiimperialista, conocido como la Weather Underground. Por aquel entonces yo vivía en una casa colectiva de mujeres, donde se hacía fundamentalmente trabajo político.
Con el tiempo cambiaron nuestras actividades y se convirtió en la Casa del Comité de Defensa de los presos del Movimiento IndioAmericano. Poco a poco empezé a visitar a Peltier y me impliqué en la campaña en su defensa, hasta convertirme en su portavoz.
¿Ha tenido su comité relación con grupos de apoyo a otros presos?
Nuestro comité de defensa se estaba encargando del caso de Leonard, pero había muchos presos de los Panteras Negras y del Ejército de Liberación Negra que no tenían redes de apoyo, así que se juntaron varios de ellos y decidieron crear el Movimiento Jericó, de acción conjunta entre gente activista de fuera y presos sin comités de defensa. Intentamos no dejarlos solos nunca, ese era uno de nuestros objetivos, pues muchos de ellos ya no tenían parientes, o éstos estaban demasiado viejos para soportar los largos viajes para hacer una visita. Si miras la dispersión de los presos políticos vascos en el Estado español, imagínate la dispersión que se puede llegar a dar en un país tan grande como Estados Unidos.
Algo sorprendente fue el apoyo que comenzó a surgir desde el interior de las prisiones hacia Mumia Abu Jamal. Por ese entonces los Panteras Negras habían desaparecido, y no había un grupo organizado que se encargara de la difusión de su caso. Así que algunos presos de izquierda decidieron proponer a varios comités pro-presos que se involucraran con el caso de Mumia, que lo salvaran del corredor de la muerte.
¿Qué destacaría de los presos políticos en su país?
Que han confrontado a la bestia desde su interior. Estaban en el marco de una contención generalizada de los movimientos políticos sin importar que se tratara de las Panteras Negras, del Ejército de Liberación Negra, de los independentistas puertorriqueños o de miembros del Movimiento Amerindio. Todos estos grupos tenían muy claro que el imperialismo de Estados Unidos tenía que ser combatido desde su interior también, y aunque no hemos tenido mucho éxito, la gente se ha comprometido con muchas luchas y todavía sigue en ellas.
Tenemos rabia e ira, y no hemos dejado de expresarla, aunque la escalada represiva se haya incrementado desde los ataques del 11-S.
¿Podría poner algunos ejemplos de esa escalada?
Ahora, el Estado puede entrar a tu casa y buscar la información que quiera sin necesidad de una orden judicial. Pueden infiltrarse en las organizaciones con mucha facilidad, puesto que cuentan con la tecnología y la experiencia de todos sus programas de seguridad interior. Pero, en estos momentos, se siente un resurgir de los movimientos contestatarios, la gente está volviendo a despertar.
¿Y cómo afrontan ahora la lucha desde el comité de apoyo?
Con respecto a Peltier, continuamos intentando que se repita el juicio, pues no hay ninguna prueba contra él para imputarle la muerte de los dos policías en Pine Ridge.
Y, por otro lado, nos encontramos ante un gran reto, que es el trabajo común con los miembros del Movimiento Jericó para lograr el estatus político de nuestros presos, puesto que eran activistas políticos antes de ingresar a la cárcel, y precisamente por esto el Gobierno los encarceló.
¿Tienen alguna perspectiva o esperanza de conseguir el reconocimiento del estatus político para ellos?
Lo cierto es que somos muy conscientes de que si el Gobierno admite que hay presos políticos, también tendría que reconocer toda la injusticia social de su sistema, todo el racismo y la marginación que quedan al descubierto cuando, por ejemplo, las cifras de desempleo en los jóvenes negros del estado de Nueva York llegan al 50%.
Desde el gobierno lo tienen todo atado, y se pueden dar el lujo de ir por el mundo juzgando violaciones de derechos humanos, mientras aquí en casa se comienza a dar un giro fascista hacia un control más férreo de la población.
De todas formas, mucha gente joven del Frente de Liberación Animal, ecologistas y miembros de grupos antiglobalización o contra la guerra, están comenzando a ser parte de los grupos de apoyo a los presos políticos.-