Trevor Paglen aplica su visión de águila propia de un geógrafo para desenmascarar prácticas anómalas de las autoridades o programas militares secretos que convierte en exposiciones y libros. En Los taxis de la tortura destapó la red de vuelos y aeropuertos de los que se sirve la CIA para llevar sospechosos de terrorismo a prisiones […]
Trevor Paglen aplica su visión de águila propia de un geógrafo para desenmascarar prácticas anómalas de las autoridades o programas militares secretos que convierte en exposiciones y libros. En Los taxis de la tortura destapó la red de vuelos y aeropuertos de los que se sirve la CIA para llevar sospechosos de terrorismo a prisiones secretas por todo el mundo, el programa bautizado como rendición extraordinaria. Su segundo libro I could tell you but then you would have to be destroyed by me, algo así como «podría contártelo pero tendría que destruirte», examina la cultura visual de los programas ocultos del Pentágono. Ima Sanchís entrevistó a este Trevor Plagen, experto en instalaciones militares clandestinas
Lo suyo es muy extraño.
Investigo, escribo y hago obras de arte con los secretos, y la CIA está llena de ellos. Hace algunos años estudié las prisiones norteamericanas y usé imágenes de satélite del Gobierno, en algunas no había foto, eran centros de entrenamiento militar secreto, así empecé a interesarme en esos vacíos en los mapas.
Y se convirtió en experto en instalaciones militares clandestinas.
Sí, junto a A. C. Thompson, periodista del San Francisco Weekly, escribí Los taxis de la tortura, donde se destapa por primera vez la red de vuelos y aeropuertos de los que se sirve la agencia para llevar sospechosos a prisiones secretas por todo el mundo. Hay gente que todavía piensa que eso es una leyenda urbana.
El presidente Bush y el director de la CIA admitieron la existencia del programa rendición extraordinaria. Hemos documentado prisiones secretas en Rumanía, Polonia, Tailandia, Guantánamo, Egipto, Siria, Marruecos, y en distintos puntos de África, donde son trasladados y torturados sospechosos secuestrados. En los últimos seis años, la CIA ha secuestrado a unas cien personas.
¿Se han entrevistado con secuestrados?
Sí, Mohamed Binyam, que actualmente está en Guantánamo, nos contó que le hicieron cortes en el pene durante seis meses, luego le llevaron a una prisión en Afganistán donde lo tenían a oscuras y colgado por las muñecas. Le ponían música a tope de Eminem y sonidos fantasmagóricos.
Las declaraciones bajo tortura no son válidas en un juicio.
Una de las leyes aprobadas en Estados Unidos permite que los tribunales militares utilicen pruebas resultado de torturas. A gente que han hecho desaparecer, algunos más de seis años, ¿cómo pueden luego insertarlos en un sistema legal? Estos métodos informales de justicia, al margen de la ley, están cambiando la estructura del Estado.
¿Cómo accedió a toda esa información?
Tirando del hilo de los planes de vuelo de los aviones. La CIA no es una agencia militar, sino civil, que crea falsas empresas para llevar a cabo sus programas secretos. Su problema es que tiene que archivar todos los papeles legales como si fuera una empresa de verdad. Una vez que sabes de qué empresas se trata, sus archivos son públicos.
Y la industria de la aviación está muy regulada.
… Así que hay un montón de papeles a los que tenemos acceso libre: registro de los vuelos, del mantenimiento, etcétera.
Con los demócratas, ¿esto cambiaría?
Hay continuidad entre unas y otras administraciones. De hecho, este programa empezó con Clinton y una vez forma parte del Estado, es muy difícil detenerlo.
Consiguió fotografiar la prisión de Salt Pit en Afganistán. ¿Cómo lo hizo? Allí fue a parar el ciudadano alemán Khalid el Masri, uno de los primeros casos de tortura en hacerse públicos. Un hombre que había estado allí nos contó que al aterrizar le metieron en un camión y tardó unos 10 minutos en llegar a la cárcel. Por los registros de los vuelos supimos que había aterrizado en Kabul. ¿Y peinaron la zona?
Sí, localizamos una fábrica de ladrillos aislada al nordeste del aeropuerto. Durante el camino vimos a un pastor muy tradicional pero con una gorra de béisbol con las siglas KBL, que pertenecen a la compañía Kaluga Brown and Roto, una subsidiaria de Halliburton, la compañía de Dick Cheney, constructora de la prisión de Guantánamo y la de Bag Bran, a las afueras de Kabul.
¿Tanto secreto para que ustedes se paseen tranquilamente?
No me han amenazado oficialmente, aunque hay mucha gente muy molesta conmigo. Pero no olvide que soy un tío blanco de California, y eso ayuda mucho.
Ya, pero en las películas, la CIA no tiene tantos puntos débiles.
En la realidad sí los tiene, hay razones teóricas que tienen que ver con la geografía; el mundo está lleno de cosas y las cosas son muy difíciles de esconder. Cuando intentas esconder algo, siempre surgen contradicciones, basta buscarlas. También ha investigado la cultura visual de los programas ocultos del Pentágono. Parches y emblemas de los uniformes militares de unidades secretas, las llamadas unidades negras, que simbolizan un auténtico submundo de proyectos clasificados bajo nombres delirantes. Fíjese en este: se trata de un avión secreto.
Una calavera terrorífica.
Con el lema: «Solo y de caza». En este otro emblema tenemos cinco estrellas arriba y otra abajo, el numero 51; se refiere a la famosa base militar secreta, y reza: «Grupo secreto de la noche oscura, no preguntes». Y mire este: «Nadie patea culos sin gasolina en sus tanques… Nadie», de un avión cisterna.
Todo esto es muy naif.
Sí, claro, ja, ja, ja…, están orgullosos de pertenecer a todo eso, esa es su cultura. En la guerra de Vietnam ya había tortura y cárceles secretas. ¿Qué ha cambiado? Que ahora lo hacen de manera explícita, declaran que es una práctica legítima y están desarrollando programas específicos para ello. Es decir, estas formas de violencia ilegales se están institucionalizando y están transformando el Estado.
* Trevor Paglen es doctor en geografía, escritor y experto en instalaciones militares clandestinas