A propósito de una recepción y algunos participantes.
Una frase de Abraham Lincoln devino un reto desde la misma fundación de la nación sin nombre propio. ¿Por qué aceptar que «Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo»?
Hasta el sol de hoy, sobran los ejemplos de los mil intentos de asesinar esa verdad, con discursos y sublimaciones históricas, abstracciones y bombas de uranio, con mucha propaganda y cápsulas culturales, con el empleo de los manipuladores de mentes y de cientos de académicos e intelectuales, desde las más encumbradas universidades y think tank, junto a las trasnacionales de la información y las seductoras industrias culturales hegemónicas. En clara manifestación de eso que Noam Chomsky ha identificado como la «ingeniería del consenso».
Con ello, han conseguido globalizar no pocos mitos [1] y medias verdades que acompañan la fecha escogida para celebrar el Día de la Independencia de los Estados Unidos, el 4 de julio. Ocultándose las reales motivaciones y el impacto para los indios y los afrodescendientes de ese acto de separación de las 13 colonias y el imperio inglés [2].
Este poderoso arsenal, desde las élites de poder, ha conseguido inducir a muchos y por mucho tiempo a tener por cierto aquello que no lo es, dar a la mentira apariencia de verdad y producir ilusión, en los propios EE. UU. y en casi todo el globo.
Sin embargo, tan aplastante telaraña, aún en tiempos de «post verdad» y «plus mentiras», no ha podido con el «pesado» Trump, con el hecho de ostentar el nivel más bajo de aprobación en un primer semestre de todos los presidentes en por lo menos 70 años -según la encuesta más reciente del Washington Post/ ABC News- o que dos tercios de los estadounidenses no confíe en «su capacidad de negociar con otros líderes en nombre de Estados Unidos» [3].
Frente a esto, parecen -por lo menos- ingenuos los artistas cubanos participantes en la recepción que el embajador del gobierno de Trump, Jeffrey DeLaurentis, organizara en su residencia con motivo del aniversario 241 de la Independencia de la Patria de Lincoln y de Cutting. Ingenuos, si es que actuaron bajo la creencia de que su asistencia podría «suavizar» las cosas, despolarizar un histórico conflicto que los gobiernos de ambos países decidieron revertir aquel 17D del 2014 y que el actual magnate-presidente pretende echar abajo de un plumazo, solo para pagar una supuesta deuda con Miami, que es tan falsa como muchas de las historias que le mal contaron de Cuba y su Revolución.
Quizá pensaron que podrían borrar «la raya» que los separa de otros nacidos en su Patria y que los medios de prensa que reseñaron la velada, se empeñaban en recalcar con su «Artistas y disidentes celebran el 4 de julio en La Habana…» [4] y «Opositores, intelectuales y artistas cubanos celebraron …» [5]
La cordialidad y las fotos sonrientes con activistas de la UNPACU no impidieron comentarios como el del mercenario y «mentiroso independiente» Iván Hernández Carrillo: «El oficialismo como tal no asistió (…) asistieron profesionales y artistas oficialistas que trabajan con el Estado, con el régimen».
¿Conocerán estos artistas que el propio Carrillo no acudió a la invitación del año pasado por su «desacuerdo con la política que el presidente Barack Obama llevaba»? ¿Les interesará saber que éste, junto al líder de la UNPACU y asistente a la recepción José Daniel Ferrer, manifestaron en un tal «¿Petitorio de Ginebra» [6], su oposición al acercamiento de la Unión Europea con Cuba y el cese de la llamada «Posición Común» contra la Isla?
¿Les importó a estos artistas o valoraron en su justa medida, la repulsa manifiesta [7] de la mayoría de nuestro pueblo y de varios miles de artistas e intelectuales cubanos y extranjeros al grotesco show del Teatro Artime, protagonizado apenas tres semanas antes por el presidente del mismo gobierno que los invitaba a la velada?
No imagino a cuántos recursos del autoengaño debieron apelar estos músicos y actores para compartir aquel evento de «poca vida», con personajillos al servicio de una potencia extranjera como Antonio Rodiles y Ángel Moya, que días antes en Miami gritaban -junto a los mercenarios de Playa Girón-, una y otra vez USA, USA, USA… Nada más y nada menos que en apoyo a la firma de un decreto presidencial que significaba el recrudecimiento del bloqueo que sufre cotidianamente su público natural y sus más fieles seguidores, nuestro pueblo.
Me resisto a creer, que «vestiditos de coctel», como le pedían en la invitación, hayan ido a celebrar el reforzamiento del bloqueo contra Cuba y una nueva agresión contra nuestra cultura.
Valdría mucho recordarles la respuesta de Frederick Douglas, un estadounidense casi desconocido -ya imaginemos por qué- ante una invitación que le hicieran para celebrar otro 4 de julio:
«¡Estoy excluido de este glorioso aniversario! Vuestro alto grado de independencia solo pone de manifiesto la distancia inmensurable que existe entre nosotros… La rica herencia de justicia, libertad, prosperidad e independencia, legada por vuestros padres, ha quedado solo entre vosotros, no fue compartida, no conmigo… Este Cuatro de Julio es vuestro, no mío. Vosotros, disfrutad; yo estoy de duelo.»
El escritor y líder antiesclavista sabía en carne propia que aquella falacia de la democracia y la igualdad de todos los hombres había quedado allí como la primera piedra fundacional de la falsificación del consenso.
«Todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son», había escrito Lincoln, quien superaba a los padres fundadores del 4 de julio de 1776 en honestidad y espíritu antiesclavista.
«Un amigo es aquel que tiene los mismos enemigos que tú», también escribió el «leñador de ojos piadosos», como lo llamó nuestro Héroe Nacional en su esclarecido texto «Madre América».
Notas:
1. https://actualidad.rt.com/actu
2. http://www.rebelion.org/notici
3. http://www.rebelion.org/notici
4. http://www.diariodecuba.com/cu
5. https://www.martinoticias.com/
6. https://www.martinoticias.com/
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