La noción de que los negros son una amenaza está incrustada tan profundamente en la psique norteamericana que un jurado encontró que no era criminal que George Zimmerman acechara y matara a Trayvon Martin, un niño, en su propio vecindario. Era inevitable un retroceso del movimiento dinámico contra la violencia policial. Es desafortunado que oponentes […]
La noción de que los negros son una amenaza está incrustada tan profundamente en la psique norteamericana que un jurado encontró que no era criminal que George Zimmerman acechara y matara a Trayvon Martin, un niño, en su propio vecindario.
Era inevitable un retroceso del movimiento dinámico contra la violencia policial. Es desafortunado que oponentes estén utilizando el asesinato de dos policías en Brooklyn el 20 de diciembre para tratar de reprimir las protestas pacíficas. Sin embargo, la reacción es también un obstáculo necesario contra lo que este nuevo movimiento social tiene que navegar.
Después que el Oficial Darren Wilson mató al adolescente negro desarmado Michael Brown en Ferguson, Missouri en agosto, las protestas contra la violencia policial se convirtieron en algo habitual. La respuesta de una policía militarizada hizo de Ferguson una historia internacional, así como un imán para más protestas. Pocos meses después el movimiento se extendió por todo Estados Unidos, tras la decisión del gran jurado de no procesar a Wilson o al Oficial de Policía de Nueva York Daniel Pantaleo, que fue filmado asfixiando hasta la muerte a un joven desarmado, Eric Garner en Staten Island en julio.
Es un movimiento notable por el alcance de las protestas, la amplitud de los participantes, y la militancia, con activistas en escena, bloqueando calles, puentes, escuelas, departamentos de policía y centros comerciales. La organización está influenciada por los movimientos de trabajadores de bajos salarios que han movilizado a muchos sectores de clase, afroamericanos e hispanos, en particular los de comida rápida y venta al por menor. Hay similitudes con el movimiento Occupy Wall Street, con el uso inteligente de las redes sociales, tales como el hashtag #BlackLivesMatter y un incesante activismo en las calles. Lo más importante, que es el último capítulo en esa lucha de siglos por la libertad de los negros en los Estados Unidos y más allá.
Un Movimiento Impulsado por la frustración con el racismo
No es casualidad que el movimiento haya surgido en este momento. Es propulsado por la frustración con el racismo institucional que sigue siendo generalizado y mortal, pero que se evidencia más en las estadísticas frías que las cruces en fuego del KKK. Es también una consecuencia de las esperanzas suscitadas por la elección de Barack Obama en 2008 como el primer presidente afroamericano.
Ese fue un logro importante, pero Obama ha ofrecido poco refugio en la tormenta económica que ha golpeado al Negro y al Latino durante su mandato, ya sea desde el desempleo, las ejecuciones hipotecarias, o la destrucción de la riqueza. La crisis ha agravado la destrucción de la protección social, la disminución de los trabajadores organizados, y el surgimiento del complejo industrial de prisiones de Reagan a Clinton, así como el reciente ataque a los sindicatos del sector público, a menudo en manos de los demócratas.
Los años de Obama terminan el último capítulo de la lucha por la libertad negra, que culminó en el desmantelamiento de la segregación legal en los años sesenta. La prominencia de figuras como Obama, Oprah Winfrey, Neil DeGrasse Tyson, Joycelyn Elders, y Colin Powell era difícil de imaginar hace cincuenta años, pero el sistema político de Estados Unidos ha demostrado ser incapaz de crear las condiciones en las que todos los Afroamericanos pueden actuar como políticos completos y agentes sociales.
Esa es la razón porque las balas que mataron a Trayvon Martin, Michael Brown y Eric Garner duelen tan profundamente. El asesinato de Negros desarmados por parte de la policía y vigilantes, pone de relieve la realidad de que la vida de los Negros importa cada vez menos en Estados Unidos. La esperanza de vida de los Negros se queda casi cuatro años detrás de la de los blancos, el resultado de una sociedad donde la vivienda y las escuelas, siguen siendo segregados, el acceso a la salud y la atención médica es desigual, la pobreza infantil se encuentra a niveles de epidemia, los negros tienen cinco veces más probabilidades de ser encarcelados, y el ingreso medio de los hogares blancos es 68 por ciento mayor que la de los negros.
Lo que estos números no pueden capturar es cómo las prácticas sociales del racismo se han fusionado con las relaciones de mercado, haciendo el racismo, racional, sin esfuerzo, e invisible. Es la decisión de comprar una casa en un buen vecindario, enviar a los niños a la escuela adecuada, trabajar con personas que se consideran dignos de confianza, el patrocinio de una empresa que sea conocida. Los imperativos del mercado favorecen el curso más conservador. Todo lo que es realmente diferente es arriesgado, sospechoso, un peligro o una amenaza para el auto o la propiedad.
La noción de que los Negros son una amenaza está incrustada tan profundamente en la psique americana que un jurado encontró que no era criminal que George Zimmerman acechara y matara a Trayvon Martin, un niño, en su propio vecindario. Michael Brown murió después de que Wilson lo desafió para caminar en una calle residencial, una práctica absolutamente banal. Eric Garner era una amenaza para la empresa privada y los ingresos del Estado, porque a veces vendía cigarros sueltos, una política decidida al más alto nivel de la policía de Nueva York. Sus muertes apuntan a la contradicción básica no resuelta en la sociedad norteamericana: ¿los Negros son ciudadanos o son una amenaza?
La muerte de Garner es una de las muchas que han resultado de la obsesión de la policía de Nueva York por las violaciones de la «calidad de vida», pero también es resultado de las políticas confusas de De Blasio. Él ganó la alcaldía por el aprovechamiento de la ira generalizada contra una política de stop-and-frisk parecida a las «leyes de merodeo» que se utilizaron para controlar a Negros, Nativos y Mexicanos durante la era de Jim Crow. En 2011, la policía de Nueva York registró más de 685.000 revisiones, detuvo para revisiones a más jóvenes negros que toda la población de jóvenes negros en la ciudad de Nueva York. Pero de Blasio reemplazó el «stop-and-frisk» por la política de «ventanas rotas», seleccionando a Bill Bratton como comisionado de policía. En los años noventa Bratton introdujo ventanas rotas en Nueva York, alegando que la vigilancia de infracciones menores a la calidad de vida cometidos por grafiteros, fumadores de marihuana, vendedores ambulantes y mendigos impediría que se cometan delitos más graves. La evidencia de que ‘stop and frisk’ o ventanas rotas reducen el crimen es inexistente.
Ambas políticas trabajan para regular dónde y cómo los Negros y Latinos pueden existir en la esfera pública. No faltan historias de Negros siendo abordados por la policía por hacer compras en una tienda de alta gama o por caminar en un barrio blanco. Estas historias no pueden capturar las estadísticas, como los 43.000 Negros e Hispanos en la ciudad de Nueva York que fueron cacheados y detenidos en el 2010 por delitos de marihuana de bajo nivel. Un número incontable terminaron con la pena de prisión y registros, que devastan la vivienda, el empleo y las oportunidades educativas.
El Alcalde de Nueva York se enreda con un Sindicato de la Policía Vicioso
De Blasio se comprometió a poner fin a este sistema cuando se postuló para alcalde, pero está en un aprieto. Se ha enredado con un sindicato de la policía que es vicioso, incluso antes que los Oficiales Wenjian Liu y Rafael Ramos fueran asesinados a tiros él trataba de imponer su rango pero se enfrentó a una organización que niega su autoridad en público y está dando señales de que ellos son el verdadero poder en la ciudad y no alguien que ganó con el 73 por ciento de los votos, incluyendo el 96 por ciento de los afroamericanos y el 87 por ciento de los hispanos.
La revuelta policial ha expuesto el estado profundo que existe a nivel municipal en todo el país. Patrick Lynch la cabeza de la Unión Policial exageró su papel al decir que Blasio tiene «sangre en [sus] manos». Pero los principales medios de comunicación y los políticos se han unido a la policía, los comentarios de matones no vienen sólo de los republicanos, sino de los demócratas como el Gobernador del Estado de New York, Andrew Cuomo, quien declaró, «75.000 policías y guardias nacionales respaldan en todo el estado, a cada paso del camino, a la policía» Pero los políticos como Cuomo saben que la retórica pro-policial cae bien en casa. La mayoría de los Blancos, muchos Asiáticos e Hispanos y más de unos Negros se sienten compatibles con el orden social desigual de la policía porque se benefician de ella. El peligro para los militantes es que su enojo los aisló en vez de repensar cómo construir un movimiento más inclusivo.
De Blasio sabe que su poder no proviene de las comunidades oprimidas cuyas esperanzas levantó, sino de la élite adinerada que llenó sus arcas de campaña. Los que ordenan en Nueva York, y que son a los que la policía sirve y protege sobre todo. La policía y sus defensores quieren proteger su irresponsabilidad y la falta de una supervisión significativa. La reacción contra el manifestante también refuerza la imagen de la policía en estado de sitio, avivando lo que el filósofo Samir Chopra calificó en términos policiales, la «autocompasión mortal». La ‘respuesta’ comenzó antes de los asesinatos, cuándo de Blasio llamó a las personas que protestaban por la violencia de la policía a denunciar la violencia. Después de los asesinatos él mostró desprecio por la democracia popular, atacando a los manifestantes por continuar con la protesta. Otros, incluyendo Bratton, trataron de vincular las muertes de los policías a las protestas. El objetivo es crear una falsa equivalencia, como lo demuestra el hashtag #BlueLivesMatter.
Sin embargo, no hay comparación entre los agentes de violencia estatal, que disfrutan de beneficios y prestigio no disponibles para casi cualquier otra vocación de la clase obrera, con los sujetos que sufren esa violencia. El Negro triunfa sobre el Azul en términos de peligro para la vida de uno. Reuters entrevistó a veinticinco funcionarios actuales o ex policías de Nueva York que son varones afroamericanos. Todos menos uno de ellos dijo que sin uniforme estaban sujetos a discriminación racial o violencia a manos de sus compañeros.
Si bien este nuevo movimiento es quizás el más extendido, diverso y radical en décadas, está en una encrucijada. El contraataque no está dirigido a conseguir a los militantes de la calle, sino a conseguir a los liberales y progresistas que proporcionan un apoyo social más amplio que quedarse en casa. Al igual que Occupy Wall Street, este movimiento ha traído a legiones de nuevos activistas y ha politizado a diferentes áreas de la vida que generalmente no son explícitamente políticas, como centros comerciales, juegos deportivos y celebraciones. Los organizadores tienen que desarrollar conscientemente estrategias que conserven la militancia, permitiendo una amplia participación al mismo tiempo.
La policía de Nueva York en estado de Vendetta
El estado espera dividir entre manifestantes «legítimos» e «ilegítimos». La policía de Nueva York está con la sangre en el ojo después de que manifestantes se enfrentaron con dos detectives de NYPD en el puente de Brooklyn, les impusieron cargos por delitos graves a los organizadores. La policía de Chicago está aparentemente escuchando las conversaciones telefónicas de los manifestantes. En Portland, la policía parece estar señalando a activistas conocidos para arrestarlos. La ciudad de Bloomington, Minnesota, está buscando llevar a la bancarrota y encarcelar a los organizadores de una gran demostración en el Mall of America, el abogado de la ciudad dice: «Hay que llegar hasta los cabecillas», después detalla numerosos cargos en contra de los manifestantes, así como demandas de multas «asombrosas» para cubrir los costos policiales.
Con suerte, esto marcará una nueva etapa en la lucha por la libertad de los negros, una que vaya más allá de blanco y negro y consignas. Los nativos-americanos viven en las condiciones más duras dentro de las reservaciones, pero la violencia es más un producto federal que de las policías locales. Para los hispanos, la geografía social de la actuación policial incluye el sistema de detención de inmigrantes. Si bien no hay cruce de organización entre los hispanos y los negros en los movimientos de trabajadores con bajos salarios, los sindicatos involucrados son reacios a dar prioridad a las cuestiones controvertidas fuera del lugar de trabajo, como la violencia policial. Además, muchos negros no ven mal la reforma migratoria debido a la competencia percibida de puestos de trabajo, el 62 por ciento de los afro-americanos dicen que hay un «conflicto fuerte» entre los inmigrantes y los nativos. Además, fetichizando un grupo inherentemente revolucionario, se ignora la realidad de que la ira del negro surge más de no tener acceso a las ventajas sociales que los blancos disfrutan, más que un deseo de derrocar el sistema. Una encuesta de 2010 encontró que 81 por ciento de los negros se describieron como «muy orgullosos» o «muy orgulloso» de ser estadounidense, sólo cinco puntos menos que los blancos.
La Policía de Nueva York seguirá siendo una institución racista
El movimiento también tiene que avanzar más allá del reduccionismo racial. A pesar de que tiene sus raíces en la historia de la violencia estatal contra los negros, los pueblos nativos e hispanos, la identidad racial no confiere una ventaja en la organización. Sucumbir a consignas como que «los negros o latinos deben encabezar la lucha» abre la puerta a los oportunistas. Los organizadores tienen que estar inmersos en las luchas existentes, pero la identidad importa menos que saber organizar y construir la unidad sin abandonar los principios u objetivos clave. Ya unos grupos con poca conexión con la lucha contra la violencia policial se están posicionando como mediadores entre el Ayuntamiento y las calles. Algunas otras organizaciones ahora en el centro de atención, tienen que ver más sobre el poder personal que sobre la transformación colectiva. El reduccionismo racial también se utiliza contra la izquierda. Los defensores de la policía de Nueva York señalan que sólo el 51 por ciento son blancos, pero en su forma actual se mantendría una institución racista aún si fueran 100 por ciento las personas de color.
El movimiento contra la brutalidad policial parece tener poder de permanencia, porque la desigualdad y la segregación seguirán intensificándose en los Estados Unidos y la policía hará cumplir esa orden. Pero para tener éxito tendrá que pasar de enfocarse en la policía a un enfoque en el sistema social que demanda que la violencia policial termine.