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La guerra desatada por la prensa pretende recuperar el terreno perdido en Latinoamérica

Estados Unidos contra la unión de Sudamérica

Fuentes: Altercom

«Estados Unidos ha dominado por mucho tiempo la región con dos métodos principales: la violencia y estrangulamiento económico. De manera general, los asuntos internacionales muestran más que un ligero parecido con la mafia»
Noam Chomsky

«Los Presidentes de los países de América del Sur reunidos en la ciudad del Cuzco en ocasión de la celebración de las gestas libertarias de Junín y Ayacucho y de la Convocatoria del Congreso Anfictiónico de Panamá, siguiendo el ejemplo del Libertador Simón Bolívar, del Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, del Libertador José de San Martín, de nuestros pueblos y héroes independentistas que construyeron, sin fronteras, la Gran Patria Americana e interpretando las aspiraciones y anhelos de sus pueblos a favor de la integración, la unidad y la construcción de un futuro común, hemos decidido conformar la Comunidad Sudamericana de Naciones.»

EXISTE UN NUEVO EQUILIBRIO POLÍTICO EN AMÉRICA DEL SUR

El sueño de nuestros Libertadores comenzó a concretarse el 8 de diciembre de 2004 en la ciudad peruana de Cuzco, la que fuera capital del Incario y Tahuantinsuyo. Fueron ocho los Presidentes y cuatro representantes de Gobiernos los que suscribieron la partida de nacimiento de la Unión Sudamericana.

Hace 180 años, en 1826, se reunió en Panamá el Congreso Anfictiónico, convocado por el Libertador Simón Bolívar.

La intencionalidad fue la unión de la Gran Patria Latinoamericana; pero ese primer intento fue boicoteado por Estados Unidos , por intermedio de sus agentes diplomáticos, económicos y políticos que supieron aprovecharse de todas las debilidades de los concurrentes y de los jefes militares de las guerras de la Independencia que querían cobrar sus servicios patrióticos satisfaciendo sus ambiciones económicas y políticas.

El Congreso Anfictiónico de Panamá fue un fracaso histórico que produjo funestas consecuencias.

El Libertador Simón Bolívar, en una carta fechada el 31 de mayo de 1830, dirigida a José Fernández Madrid, decía: «Seguramente la Unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra generación. Sin embargo, nuestra división no es extraña, porque tal es el distintivo de las guerras civiles formadas generalmente entre dos partidos: conservadores y reformadores. Yo aconsejo la unión; pero temo que no se logre».

Hoy como ayer, Estados Unidos se aprovecha de las debilidades del Subcontinente, para impedir que se alcance el sueño de la Unión Sudamericana primero y de la construcción de la Gran Patria Latinoamericana después, aunque desde diferentes ópticas se considera que los dos proyectos deben marchar juntos o paralelos, a pesar de todas dificultades internas de cada país y externas provenientes de Estados Unidos, al que no le interesa la unidad de nuestros pueblos y que aplica a la perfección el viejo axioma: «divide y reinarás».

No cabe duda alguna: Estados Unidos presiente que sus años de dominación e ingerencia en América Latina están en peligro de concluir abruptamente.

En América Latina en el año 2006 se efectuaron diez elecciones presidenciales que enfrentaron a candidatos de las izquierdas socialistas o socialdemócratas con los de las derechas. Las derechas sólo ganaron en México, Honduras y Colombia y quizá Alan García en el Perú haya ganado con el apoyo de las derechas oligárquicas; pero, al parecer, sigue en la línea centroizquierdista.

Sin duda existe un nuevo equilibrio político en América Latina que le causa malestar y preocupación a la Casa Blanca.

La reelección de Hugo Chávez Frías en Venezuela , le causó profundo dolor a Washington, porque considera que el Proyecto de Revolución Bolivariana que inicia una nueva era para «los pueblos hermanos de Latinoamérica» en palabras del líder venezolano, acabará por alcanzar una indetenible influencia; pero dialécticamente se debe entender que los procesos integradores pueden ser extensos y más demorados de lo que aspiran algunos líderes y la totalidad de los pueblos de nuestra Patria Grande.

Se habla ya de un nuevo «eje del mal» que, según Washington, estaría conformado por Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia.

Para satanizar a esos gobiernos, Estados Unidos, a través de sus agencias, usa de la propaganda política, religiosa y de la presión económica que inserta en los medios de comunicación social en noticias, reportajes y crónicas e, inclusive, en las páginas editoriales.

Para ello cuenta con millones de dólares y con las armas de la guerra sicológica ejecutada por expertos de la CIA, Pentágono y Departamento de Estado. Paga a periodistas, compra medios de comunicación social o grandes espacios en periódicos, revistas, radiodifusoras, canales de televisión, a más de utilizar técnica, científicamente y con profusión el ciber espacio y las nuevas tecnologías de comunicación.

A más de Chávez y Evo Morales, el nuevo Presidente del Ecuador, Rafael Correa, ha sido identificado como uno de los líderes antisistema y antiimperialista.

Sin embargo, la analista internacional de la Agencia de Noticias EFE de España, Pilar Valero, afirma que Correa siendo un «populista de izquierda», puede unirse a la senda de la Revolución Bolivariana «u optar por el pragmatismo político para mejorar las relaciones con Estados Unidos».

Como se constata, es evidente la intencionalidad de esa «analista» para desconocer los claros pronunciamientos de Correa que se declara, sin ambages, bolivariano y alfarista, que desecha totalmente los Tratados de Libre Comercio, que radicalmente se opone a la concesión de la Base Aérea de Manta para uso de tropas estadounidenses, que se niega a participar en el Plan Colombia, que condena la erradicación de la coca en la frontera colombo-ecuatoriana con glifosato y que sostiene que la Revolución Bolivariana debe extenderse, profundizarse y realizarse sin demoras.

La «lista negra» que le provoca insomnio a la Administración Bush se completa con la Presidenta de Chile Michelle Bachelet, de Argentina Néstor Kirchner, de Uruguay Tabaré Vásquez, de Brasil Inacio Lula da Silva; pero cuenta en América del Sur con dos aliados importantes: los presidentes Álvaro Uribe de Colombia y Alan García del Perú. Cabe destacar que en la Cumbre de Cochabamba, la Presidenta de Chile Bachelet, aplaudió frenéticamente el apretón de manos entre Chávez, Morales y García. Chávez y García superaron las diferencias surgidas en los discursos electorales del peruano.

PLANES PÚBLICOS Y CLANDESTINOS DE EU CONTRA LOS INTERESES DE SUDAMÉRICA

Ante esta nueva realidad, Estados Unidos no se ha cruzado de brazos.

Los expertos de Washington, la CIA y otras «agencias de seguridad», el Pentágono y el Departamento de Estado, han planificado y ya ejecutan una serie de acciones públicas y clandestinas tendentes a neutralizar a los gobiernos que los considera peligrosos y enemigos de los intereses estadounidenses.

El «enemigo número dos», después del Comandante Fidel Castro, es el Presidente de Venezuela, Coronel Hugo Chávez y, dentro de esa escala, están Evo Morales de Bolivia, Rafael Correa de Ecuador, Néstor Krichner de Argentina e Inacio Lula da Silva de Brasil.

Estados Unidos trata de neutralizar, al costo que sea necesario, los planes integracionistas, los procesos de unidad, los acuerdos económicos, comerciales y políticos entre los pueblos y gobiernos de América del Sur.

Según Estados Unidos y sus objetivos de dominación, ningún país de su patio trasero, puede alejarse de los dictados de la Casa Blanca, so pena de castigo o como diría Noam Chomsqui: «El Padrino no toma a la ligera cuando se lo pone en vereda, inclusive cuando quien lo hace es un comerciante por menor. Intentos previos de independencia han sido aplastados, en parte a raíz de la falta de cooperación regional. Sin eso, las amenazas pueden ser manejadas una a una».

El pensador estadounidense agregaba: «Para Estados Unidos, el enemigo real siempre ha sido el nacionalismo independiente, particularmente cuando amenaza convertirse en un «ejemplo contagioso», según la declaración de Henry Kissinger sobre el socialismo en Chile».

Naturalmente que hay que liquidar al virus del nacionalismo revolucionario y, además bolivariano. Para ello, Estados Unidos decidió encargar a sus principales agencias militares, civiles y paramilitares como la CIA, la Agencia de Seguridad Nacional y otros órganos como la USAID, AID, el diseño de un vasto programa de desestabilización que acabe con los gobiernos de izquierda y, en especial, aquellos proclives a seguir los pasos de la Revolución Bolivariana propuesta por Hugo Chávez de la que Rafael Correa, se ha declarado admirador, al afirmar como Chávez y Evo Morales que «los latinoamericanos, todos somos bolivarianos,» puesto que uno de los objetivos de Correa es la «unidad sudamericana».

Esos planes incluyen proyectos de golpes de Estado, financiamiento a la oposición, intensificación de la dominación económica y política, la ejecución de actividades encubiertas mediáticas y de otra naturaleza, sin excluir ninguna de las opciones militares y planes ciertos para cometer magnicidios. Las intenciones de asesinar a Hugo Chávez han sido expresadas públicamente por líderes religiosos y políticos de Estados Unidos.

La Casa Blanca se propone priorizar en su política exterior para América Latina , no sólo la desestabilización de los gobiernos considerados enemigos, sino que, mediante campañas sistemáticas y científicamente planificadas, pretende sembrar la desconfianza entre países históricamente distantes a pesar de la vecindad, azuzar las diferencias socio-económicas-étnicas y culturales, incrementar las sospechas entre vecinos, impulsar las competencias desleales en busca de hegemonía y el liderazgo, como quieren hacerlo entre Chávez y Lula o entre Lula y Kirchner.

La meta es obstaculizar e impedir que la Unión Sudamericana sea una realidad próxima en la historia de nuestros pueblos.

Estados Unidos no quiere saber nada de la integración de nuestras patrias, libre de las influencias del capitalismo imperial. Para eso se propone, además, incrementar los conflictos existentes para separar a los países en lugar de unirlos, para aislarlos en lugar de integrarlos.

Estados Unidos no es ajeno a los procesos desintegradores de los últimos tiempos. Abraham F. Lowenthal, en la Revista América Economía, Edición No. 325, sostenía:

Después de altos y bajos en el progreso y de intermitente retórica sobre la integración en Sudamérica, las últimas semanas han mostrado un galopante proceso de fragmentación. Ejemplos abundan:

º Argentina y Uruguay se enfrentan a raíz de la fábrica de celulosa y papel que se construye en Uruguay, en la frontera con Argentina. (El caso fue a parar en la Corte Internacional de Justicia de La Haya).

º Chile se queja de que Argentina no está cumpliendo su compromiso de suministro de gas.

º El Presidente de Uruguay Tabaré Vásquez ha llamado al MERCOSUR «más un problema que una solución» .

º Bolivia ha nacionalizado sus reservas de hidrocarburos y anunciado nuevas reglas para los inversionistas extranjeros, poniendo en peligro la participación de la compañía estatal energética de Brasil, Petrobrás, y poniendo en problemas al presidente Lula.

º Más dramáticamente, el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha defendido una visión bolivariana de la unidad sudamericana en contra del orden internacional ‘neoliberal’ liderado por Estados Unidos y resumido, desde su punto de vista, en el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA)

Rebosante de reservas obtenidas con el alto precio del petróleo, dice Lowenthal, Chávez anunció la decisión de Venezuela de retirarse de la Comunidad Andina de Naciones y acusó a Colombia y Perú de haberla socavado firmando acuerdos bilaterales con Estados Unidos.

Chávez ha adoptado el ALBA, la Alternativa Bolivariana para las Américas, un «eje del bien» regional que involucra a Bolivia y Cuba, hasta ahora; una alternativa explícita al ALCA y a la Comunidad Sudamericana de Naciones, de inspiración brasileña.

º Chávez y Evo Morales, de Bolivia, se han involucrado abiertamente en las elecciones presidenciales de Perú, al haber apoyado al candidato Ollanta Humala. Atacaron duramente al candidato Alan García y a Toledo, el presidente que acababa su período.

Lo expresado por Lowenthal es una parte importante de la problemática de América del Sur que, de una u otra forma, impide que se acelere el proceso de unión.

De estos conflictos reales y aparentes toma provecho Estados Unidos para mantener la división económica y social entre nuestros pueblos; pero aún hay otros puntos de conflicto que deben superarse con la decisión altiva, militante y participativa de la sociedad civil y de los movimientos y organizaciones populares, estudiantiles, de trabajadores e intelectuales del Subcontinente.

Que trascendente sería que los presidentes Lula y Chávez superen la rivalidad por la hegemonía y liderazgo de la Unión Sudamericana, si los dos se encaminan hacia el mismo objetivo. También Argentina de Kirchner debería sumarse con entusiasmo a la integración y unidad de América del Sur y dejar de sentir ciertos recelos y celos por el liderazgo de Brasil. Si así lo hicieran, Estados Unidos tendría mayores dificultades y graves problemas para provocar la división y evitar la unión de nuestras patrias.

Estados Unidos tiene socios menores en América del Sur, pero no menos peligrosos para nuestros pueblos, y que consciente o inconscientemente colaboran con Washington, la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado, para el logro de los objetivos de neocolonización, dominación y consolidación del status quo en el Subcontinente.

Entre esos socios menores sobresalen las oligarquías criollas, dueñas indiscutidas del poder económico, y que propugnan las autonomías o la franca disolución de las Repúblicas como ocurre con las oligarquías santacruceñas en Bolivia o las oligarquías guayaquileñas en el Ecuador.

Estados Unidos conoce perfectamente a sus «socios cipayos» y usa de ellos para debilitar las propuestas nacionales y la efectiva Unión Sudamericana. De hecho, la Casa Blanca estaría feliz con la «balcanización» de nuestros países.

Otro de los grandes problemas de nuestros países es el ocasionado por las posiciones racistas y violentas que surgen entre algunos pueblos indígenas de Bolivia, Perú y Ecuador. Los movimientos indígenas de la Región Andina merecen el mejor de los apoyos y respetos; pero este es otro de los factores utilizados por Estados Unidos, no sólo para denigrar a los indígenas sino para dividirlos con el uso de la religión y para oponerlos a los blanco-mestizos, en ocasiones en forma violenta azuzando reclamos y reivindicaciones ancestrales. Los medios de comunicación social, en poder de los grupos dominantes y al servicio de la Casa Blanca, se muestran encantados con este tipo de problemas a los que explotan para atemorizar a poblaciones enteras y para incrementar odios raciales que escapan a la razón.

Lowenthal, a pesar de sus reticencias ideológicas, llega a afirmar:

«Con todo, puede que haya menos fragmentación regional de lo que parece a primera vista. Hay mucha más cooperación e integración funcional que la que había antes, o de lo que es generalmente reconocida:

Las subyacentes rivalidades bilaterales, algunas de las que llevaron o amenazaron con hostilidades militares, han sido reemplazadas por sólidas pautas de cooperación. Es el caso de Argentina y Brasil, Chile y Argentina, y Perú y Ecuador. Estos cambios significan mucho más que las disputas sobre plantas papeleras, el precio del gas o las preferencias comerciales. En vez de eso, algunas de las tensiones son de hecho el resultado de la creciente integración.

Brasil y Chile, las dos naciones más exitosas e influyentes de Sudamérica siguen comprometidas con la cooperación regional y responden a las provocaciones de Venezuela y Bolivia de un modo paciente y flexible, en vez de aumentar la exuberancia nacionalista. Es poco probable que Perú, Argentina, Uruguay o Paraguay caigan en el eje de Chávez. (Como se comprueba, el autor se ubica ideológicamente en contra de Chávez y de esta manera, de alguna forma apoya los planes mediáticos de Washington. Nota del Tribunal Dignidad, Paz y Soberanía contra la Guerra).

El comercio interregional de Sudamérica, continúa Lowenthal, se ha expandido mucho en los últimos 15 años, alcanzando niveles sin precedentes y sigue creciendo.

Similar ha sido el aumento de las inversiones y operaciones a través de la región por parte de varias multinacionales de América Latina. Nunca había habido tanta migración intrarregional, tantos proyectos de infraestructura regionales y redes profesionales tan extensas a través de las fronteras.

«Hay una desconexión entre la aceleración de la integración funcional en Sudamérica y las instituciones formales de la integración. Las existentes no responden efectivamente a esta realidad. Se necesitan nuevos objetivos para reflejar el intenso intercambio que está ocurriendo, para reforzar la cooperación regional y reservar la reciente tendencia a denigrar y dividir», concluye Lowenthal, en su análisis.

‘DENIGRAR Y DIVIDIR’ MADE IN USA

Denigrar y dividir son dos elementos profusamente utilizados por Estados Unidos, para impedir la Unión Sudamericana; es decir la integración efectiva en lo social, cultural, política y económica.

La CIA y otras agencias estadounidenses cuentan con expertos profesionales en propaganda negra y en cuestiones de guerra sicológica. Ahora, dedican grandes esfuerzos para persuadir a los pueblos y alienarlos en contra de Bolivia y, especialmente, de Venezuela. Los medios de comunicación social de Estados Unidos, sistemáticamente mienten, engañan, tergiversan realidades y hechos económicos, sociales, políticos y culturales para denigrar a las naciones latinoamericanas.

Suelen propagar rumores y exacerbadas fantasías en contra de los líderes revolucionarios y nacionalistas de nuestra América Latina y los medios de comunicación latinoamericanos se convierten en ecos y parlantes de los mass media estadounidenses.

Para ello tienen a la Sociedad Interamericana de Prensa -SIP- que es una asociación de dueños de periódicos creada y formada por la CIA, según órdenes de la Casa Blanca. Para eso los diarios, revistas, radiodifusoras y canales de televisión son generosamente pagados por las millonarias cuentas de la CIA, del Departamento de Estado y similares o por intermedio de las grandes agencias de publicidad que, también, son de propiedad estadounidense.

Nunca hay que olvidar que el comportamiento de los medios de comunicación social de América Latina responde a los intereses de los grupos dominantes que son dominantes hacia adentro y dominados desde afuera, conforme con el lúcido pensamiento del uruguayo Eduardo Galeano.

Es más, ese comportamiento antiunitario y antinacional, responde, también, a la política estadounidense que consiste en invitar a los directores, jefes de redacción e información, editorialistas y reporteros a giras por Estados Unidos con todos los gatos pagados. Algunos se convierten en informantes y agentes de la CIA.

La Casa Blanca y el Departamento de Estado por intermedio de la CIA, la Agencia de Seguridad Nacional, la Agencia para el Desarrollo Internacional -USID-, la Agencia para el Desarrollo de la Democracia (NED), las agencias de «cooperación» y de organizaciones privadas de Estados Unidos (ONGs) e inclusive a través de organizaciones religiosas, distribuyen enormes cantidades de dólares a lo largo y ancho de América Latina que, anualmente, suman muchos millones, entre la oposición política de los gobiernos progresistas y democráticos, para causar graves problemas y francos intentos de golpes de Estado y programas desestabilizadores como ocurrió en Venezuela, Bolivia y últimamente en Ecuador, o los escándalos de corrupción en el Partido de los Trabajadores de Brasil, curiosamente en plena campaña electoral, tratando de impedir la reelección de Lula.

La política exterior de Estados Unidos con respecto a América Latina está diseñada para aumentar las ingerencias, los intervencionismos que buscan la desestabilización de los partidos políticos, el desprestigio o aniquilación de los líderes de la izquierda nacionalista y unionista, de los políticos democráticos, progresistas y revolucionarios.

Siempre habrá que recordar a uno de los fundadores de la NED, Allen Weinstein que, en declaraciones dadas al The Washington Post, dijo: «Mucho de lo que hacemos hoy, se hacía encubiertamente hace 25 años por la CIA» . En otras palabras, el intervencionismo yanqui en nuestra América es más abierto, más descarado y más prepotente.

Otra organización estadounidense sobre la que se debe investigar es la denominada Oficina de Iniciativas para la Transición , seguramente a cargo de la CIA y de las mafias de la Fundación Cubano Americana, con sede en Miami. Tiene un presupuesto de millones de dólares y «trabaja» en muchos países de América Latina para desestabilizar a los gobiernos considerados peligrosos para los intereses norteamericanos.

Desestabilizar, desacreditar, dividir, estrangular económicamente, manipular políticamente a través del engaño y la mentira, es la estrategia permanente de Estados Unidos para América Latina.

J. C. Alfaro, un periodista de la Prensa de MERCOSUR informaba que la Agencia AFP «difundió una entrevista con un alto funcionario estadounidense el cual pidió el anonimato, quien sostuvo que según el gobierno de George W. Bush, ‘la verdadera lucha está teniendo lugar primero dentro de la izquierda’, entre la presidenta chilena Michelle Bachelet, Lula da Silva, Vásquez y quizá el argentino Kirchner contra el mandatario cubano Fidel Castro, Hugo Chávez y quizá el boliviano Evo Morales».

Ese pensamiento demuestra que la directriz principal de la Casa Blanca para América del Sur es atizar las situaciones conflictivas, crearlas y desarrollarlas para torpedear los procesos integradores, para destruir el MERCOSUR y poner en duda los ideales de unión pensados por nuestros libertadores y que comenzaron a concretarse en el Cuzco y que tienen la posibilidad cierta de consolidarse después de la Cumbre de Cochabamba, efectuada en el pasado mes de diciembre.

Por todos los medios. Estados Unidos se propone crear o aumentar problemas.

Michael Shifter , un experto del Centro de Análisis Diálogo Interamericano , para Washington lo ideal es que Brasil y otros países como Perú, «den la pelea contra Venezuela», según reseña Alfaro quien agrega que otra herramienta funcional al discurso de Washington es el reciente informe de la Oxford Analytica-centro de análisis vinculado a la universidad británica- que circula en organismos multilaterales de Washington, estimó que Brasil «no aceptará fácilmente la competencia de Venezuela» en su liderazgo.

Hace mucho que Brasil se siente el líder natural de la Región y ha estado en el centro de los esfuerzos por extender la integración regional, que las recientes acciones de Chávez parecen socavar.

Añade que en este marco, un dato muy importante a tener en cuenta es la visita del ex agente de la Agencia Central de Inteligencia -CIA- y embajador de Washington en la Organización de Estados Americanos -OEA-, John Maisto quien recorrió las oficinas del poder en Brasil y Argentina para pedir que disparen contra Chávez a fin de congelar la influencia de la Revolución Bolivariana en los procesos integradores de América del Sur.

Politólogos y expertos analistas de América Latina coinciden en destacar que Washington apuesta al fracaso del MERCOSUR y de la Comunidad Andina de Naciones -CAN- razones por las que ha desarrollado un acercamiento económico de Uruguay a los Estados Unidos, ha acelerado los Tratados de Libre Comercio en América Central y ha divido a la Zona Andina al firmar los TLC con Perú y Colombia que si bien demuestran el fracaso del ALCA han sido eficaces para desintegrar a nuestros pueblos.

Según el politólogo brasileño Luis Moniz Bandeira «era inevitable el surgimiento de gobiernos más a la izquierda o progresistas, después del fracaso del Consenso de Washington y de las medidas neoliberales que ha recomendado. Pero la región no es uniforme, tiene intereses, en larga medida diferentes y así mismo contradictorios. Y muchos de esos dirigentes no tienen una visión estratégica y hacen política volcados a sus intereses inmediatos, de política interna, para atender a los grupos nacionales de presión…»

Moniz Bandeiras sostiene que los líderes de América del Sur deberían entender que las tendencias de la economía mundial capitalista evolucionan hacia un sistema multipolar, en el que solamente jugarán algún papel las grandes masas territoriales, demográficas y económicas.

LA COMUNIDAD SUDAMERICANA DE NACIONES ES UNA OPCIÓN NECESARIA

Por lo tanto hay que desarrollar una clara conciencia de que es necesario formar una Comunidad Sudamericana de Naciones que ya fue lanzada por 12 países sudamericanos el 8 de diciembre de 204.

Las aspiraciones de la Unión Sudamericana de Naciones son resaltadas en la enciclopedia Wikipedia de esta manera:

1.- Concertación y coordinación política y diplomática de la Región.

2.- Convergencia entre MERCOSUR, Comunidad Andina de Naciones y Chile en una zona de libre comercio. Surinam y Guyana se podrán asociar a este proceso sin perjuicio de sus obligaciones con el CARICOM.

3.- Integración física, energética y de comunicaciones en América del Sur, impulsado por la Iniciativa de Integración Regional Sudamericana (IIRSA)

4.- Armonización de políticas de desarrollo rural y agroalimento.

5.- Transferencia de tecnología y de cooperación horizontal en todos los ámbitos de la ciencia, educación y cultura.

6.- Creciente interacción entre las empresas y la sociedad civil en la integración.

Con la integración, América del Sur, representa una población de 361 millones de habitantes.

Además están las siguientes cifras:

Superficie: 17 millones de kilómetros cuadrados.

Producto Interno Bruto: 973.613 millones de dólares.

Exportaciones: 181.856 millones de dólares.

Países miembros: 12 Estados nacionales.

Según el «libro de datos mundiales» preparado por la CIA (The World Factbook), las repúblicas sudamericanas tienen un PIB por habitante que es entre dos y diez veces menor al de la Unión Europea.

Para superar las deficiencias, es indispensable acelerar los procesos de integración y derrotar los objetivos de dominación y neocolonización de Estados Unidos.

El Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, tiene una visión optimista sobre el futuro de la Unión Sudamericana y no suele caer en las provocaciones divisionistas.

Cuando asistió a la IV Cumbre Unión Europea-América, dijo tajantemente: «En Brasil pretenden enemistar a Venezuela con ese país; pero yo les puedo decir que Lula y yo, somos hermanos. Brasil está con nosotros en el proyecto del Gasoducto del Sur y pareciera que a algunos brasileños, esto se les olvida».

ATRÁS ESTÁ EL PODER CADUCO DE EEUU

Pero atrás de esas intenciones divisionistas está el poder económico, político y militar de Estados Unidos.

Washington exacerba las tensiones en América Latina. No cesa en su empeño de denigrar a la Revolución Cubana y de satanizar al Comandante Fidel Castro. Las agresiones son permanentes y ahora las extiende a Chávez y al proceso de la Revolución Bolivariana.

Estados Unidos, bajo la Administración Bush, usa y abusa de la guerra mediática desatada en contra de América del Sur y de los gobernantes democráticos y progresistas a los que acusa de querer acabar con las democracias al estilo norteamericano, de implementar modelos «socialistas totalitarios», y niega los logros evidentes alcanzados por Chávez, para lo que recurre a las técnicas de la guerra sicológica a fin de atemorizar a los pueblos y volverlos en contra de Hugo Chávez, de Lula, de Correa, de Kirchner, de Evo Morales.

La guerra desatada a través de los medios de comunicación social se encamina a querer recuperar el terreno perdido en América del Sur gracias al surgimiento de líderes de la nueva izquierda que, básicamente, se muestran antiimperialistas y que decidieron impulsar y promover la Comunidad de Naciones de América del Sur.

La Casa Blanca recurre a menudo a las tácticas y estrategias de la Guerra Fría.

Descalifica y denigra a nuestros pueblos, impone condiciones a los gobiernos, crea nuevos fantasmas como la lucha contra el narcotráfico, el crimen organizado internacional, en tanto penaliza la migración ilegal, construye un muro gigantesco a lo largo de la frontera con México y siembra de miseria a América Latina en nombre de la libertad, como predijera el Libertador Simón Bolívar, en su célebre Carta de Guayaquil.

* El Tribunal Dignidad, Soberanía y Paz Contra la Guerra agrupa a intelectuales y representantes de organizaciones sociales del Ecuador y se formó en el teatro Universitario de Quito al inicio de la última invasión estadounidense e inglesa a Iraq.

IMPORTANTE: Para el Tribunal Dignidad, Soberanía y Paz contra la Guerra, serán muy valiosos sus comentarios y opiniones sobre este documento. Mail: [email protected]